Uno de los remedios más provechosos para formarse una verdadera personalidad es acostumbrarse a callar lo que no es necesario decir: «Hablen menos y serán más felices» les decía un maestro espiritual a sus discípulos. Quien se acostumbra a disciplinar y refrenar su lengua para que no diga lo que no conviene,va adquiriendo con este ejercicio de voluntad la capacidad para conseguir después grandes victorias espirituales
De santo Domingo de Guzmán dice su primer biógrafo: «Era de pocas palabras cuando se hablaba de temas mundanos. Pero cuando trataban de Dios, de temas religiosos y espirituales entonces sí que hablaba con entusiasmo».
Para lograr acostumbrarse a guardar silencio es muy provechoso pensar y meditar en las grandes ventajas que se consiguen callando y en los males que llegan por hablar más de la cuenta. El silencio ayuda mucho para obtener el recogimiento en la oración. El Apóstol Santiago decía: «Quien sabe poner freno a su lengua, sabrá también poner freno a las demás inclinaciones de su cuerpo» (St 3, 2). Pero añade enseguida: «La lengua no mortificada es como una chispa que prende fuego a todo un cañaveral, o como un veneno que contamina toda la existencia de quien le posee».
Si de la vida de algunas personas se quitaran los pecados que han cometido con su lengua, disminuirían muchísimo el número de faltas y la cantidad de disgustos que han tenido y que han proporcionado a los demás.
QUE NUESTRA CONVERSACIÓN ESTÉ LLENA DE LA SAL DE LA AGRADABILIDAD Y DE LA BONDAD (Mc 9, 50)
Source:EL COMBATE ESPIRITUAL – P. LORENZO SCÚPOLI
(El libro que por 19 años llevó consigo y leyó san Francisco de Sales)