¿Es necesario que las familias católicas sean diferentes? ¿Cómo podría distinguirse esa «diferencia»?

Basado en un artículo del doctor Greg Popcak en colaboración con su esposa Lisa, autores de más de 20 libros, conferencistas en el Encuentro Mundial de las familias en Filadelfia 2015.
“Considerando lo que la Iglesia ha escrito sobre la materia familiar, aquí está lo que sugiero, escribe Popcak en el artículo publicado en la versión web de Our Sunday Visitor, como las cinco más importantes diferencias que distinguen a una familia comprometida en vivir desde una visión católica”.
1. La familia católica asiste junta a la Eucaristía. Para el autor la Eucaristía es la fuente del amor y de la intimidad que las familias católicas deben vivir y celebrar. Ir a Misa juntos el domingo y las fiestas de guardar, así como confesarse regularmente, es vivir una vida familiar eucarística.
2. La familia católica reza en común. La familia católica está llamada -dice Popcak-a amarse unos a otros con el amor que proviene del corazón de Dios. Y solamente se puede lograr esto si se le pide juntos a Dios que nos enseñe el camino para lograr ese amor.
3. La familia católica está llamada a proteger la intimidad. De lo más importante de la familia cristiana es que está llamada a la comunidad íntima, a la comunión del servicio, lo que es la verdadera escuela de amor, donde se aprende cómo Dios nos ama con todo su Corazón y cómo hacerlo con el prójimo más próximo.
4. La familia católica pone a la familia primero. Porque nuestra familia es la comunidad que primero Dios nos donó para relacionarnos con el mundo, creamos y protegemos los rituales familiares y nuestras actividades familiares como las más importantes actividades que realizamos durante la semana.
5. La familia católica es testigo y signo. Reconocemos que Dios quiere cambiar al mundo, transformarlo en el amor, a partir de la familia. Por eso, la familia católica -termina diciendo el especialista-participa en ese plan de dos maneras: siendo testigos del amor y de la alegría y llevándolo a la comunidad, practicando las obras de caridad que Jesucristo nos enseñó a practicar con los más pobres y necesitados
Una familia católica
Supongamos una familia muy deteriorada, con graves problemas de diverso tipo. Si en ella uno de sus miembros quiere hacer presente a Cristo en ella, y persevera en este esfuerzo, la irá transformando por la Comunión de los Santos.
Ese miembro de la familia sabe que por sí solo, nada puede. Pero que unido a Cristo, todo lo puede alcanzar. Y que la vía para ser otro Cristo es practicar la oración personal y frecuentar los sacramentos, especialmente la Confesión y la Eucaristía.
Un cristiano que reza, que quizá a imitación de Cristo se levanta a primera hora de la mañana y dedica un tiempo a hablar con Jesucristo de su vida, de su familia, es un foco de evangelización de su familia. Un católico que busca tener una cada vez más intense vida eucarística –asistiendo a la Santa Misa, si es posible a diario, acompañando al Señor en sagrario físicamente o con el corazón, o diciendo comuniones espirituales en su interior–, por fuerza santifica su familia. Porque la lucha por ser santo, siempre es una oración a Dios por los que le rodean: su esposo, sus hijos.
Pero el cristianismo no termina en la práctica de la oración y de los sacramentos. Lleva a conocer la doctrina cristiana, a asimilarla, a ponerla en práctica. A vivir todas y cada una de las virtudes humanas (la sinceridad, la generosidad, la laboriosidad, la alegría y otras muchas), las virtudes morales (la prudencia, que es la principal, y también la justicia, la fortaleza y la templanza), y las virtudes teologales (fe, esperanza y caridad), entre las cuales destaca la virtud más perfecta, que es la caridad.
Hacer presente a Cristo en la vida familiar es vivir la caridad de muchos modos, la mayor parte de los cuales pasan desapercibidos a los ojos de los hombres. Pero a los ojos de Jesucristo, la caridad despierta en él una sonrisa. Una alegría profunda porque ve el amor que se pone en esas cosas pequeñas.
El modelo de familia: La Sagrada Familia
De un modo consciente o no, quien se esfuerza por hacer presente a Cristo en su familia, tiene como modelo a la Sagrada Familia.
Jesús es el centro de la familia, porque es el Niño-Dios. Todo a su alrededor se contagia del fin amoroso de la Encarnación. La Virgen es Corredentora, y San José se une a los planes divinos.
La casa de Nazaret es un remanso de paz. Reina la alegría. Una sonrisa de Jesús ilumina la vida y todo está al servicio del plan redentor. La Virgen realiza su trabajo con diligencia –que es amor–, y realiza los trabajos humildes del hogar. Es la única criatura perfecta de la creación y pone toda su inteligencia –la más alta imaginable–, todo su corazón –un amor grande y perfecto como no podemos imaginar– en servir a Jesús.
La Virgen trabaja en su telar, lava la ropa, cultiva el jardín, prepara la comida. Ve en cada flor una caricia de amor de Dios Padre hacia ella, y adorna con esas flores su hogar. Se respira sosiego.
San José es laborioso. Gana con su trabajo el sustento de su familia. Y, cuando puede, realiza un trabajo extra para comprar una manzana al Niño-Dios, o adquiere una oveja para que juegue con sus primos.
Jesús aprende pronto el trabajo de José. Éste acrecienta su vida interior en el trabajo y el trato con Jesús hasta convertirse así en “maestro de vida interior”.
Tanto amor en la Sagrada Familia tiene su origen en una intensa vida de oración. La Sagrada Familia es una familia donde se reza mucho, donde se reza con las Sagradas Escrituras, donde se procura ser delicadamente fiel a la tradición judía.
Una característica de la Sagrada Familia es el verdadero y casto amor esponsal entre María y José. En la mirada de María se advierte de mil maneras su amor vigilante por José. El cuidado de sus vestidos, hacer el plato que a él le gusta, realizar sin que lo advierta el trabajo más costoso y un sinfín de detalles más. José emplea su habilidad manual en los mil detalles de la casa o del jardín, sabe prolongar un trabajo para adquirir algunos ingresos más, y a pesar de ser el cabeza de familia, se sabe el ultimo y servidor de todos.
Realmente la Sagrada Familia es un modelo admirable.
Oremos….
Oración a la familia por Juan Pablo II
Oh Dios, de quien procede toda paternidad en el cielo y en la tierra, Padre, que eres Amor y Vida, haz que en cada familia humana sobre la tierra se convierta, por medio de tu Hijo, Jesucristo, «nacido de Mujer», y del Espíritu Santo, fuente de caridad divina, en verdadero santuario de la vida y del amor para las generaciones porque siempre se renuevan.
Haz que tu gracia guíe a los pensamientos y las obras de los esposos hacia el bien de sus familias y de todas las familias del mundo.
Haz que las jóvenes generaciones encuentren en la familia un fuerte apoyo para su humanidad y su crecimiento en la verdad y en el amor.
Haz que el amor, corroborado por la gracia del sacramento del matrimonio, se demuestre más fuerte que cualquier debilidad y cualquier crisis, por las que a veces pasan nuestras familias.
Haz finalmente, te lo pedimos por intercesión de la Sagrada Familia de Nazaret, que la Iglesia en todas las naciones de la tierra pueda cumplir fructíferamente su misión en la familia y por medio de la familia. Tú, que eres la Vida, la Verdad y El Amor, en la unidad del Hijo y del Espíritu santo.
Amén