Nuestras relaciones familiares y de amistad con otras personas nos pueden ayudar a entender el corazon de Dios y su relacion con nosotros, puesto que todos nosotros le pertenecemos a ÉL.

Todos sabemos que cuando queremos mucho a alguien, nuestra alegría es estar al lado de la persona amada y quisieramos estar siempre con ella.
Por ejemplo, una madre espera el momento de abrazar a su hijo recien nacido.
La alegría del padre es llegar a casa para estar con sus hijos y a los abuelos les encanta ver a sus nietos y saborear los momentos que pasan con ellos.
Mientras que los amigos atesoran los momentos que pasan juntos, a los enamorados les es dificil separarce; y es precisamente, por esa razón, que el hombre y la mujer se casan para estar juntos el resto de sus vidas.
Nuestras relaciones familiares y de amistad con otras personas nos pueden ayudar a entender el corazon de Dios y su relacion con nosotros puesto que todos nosotros le pertenecemos a EL.
Su relación con nosotros abarca todas nuestras relaciones humanas. Si pudieramos entender cuánta alegría y Gloria le damos al Corazón de Dios, cuando le damos tiempo para visitarlo en el Santísimo Sacramento, no querríamos nunca alejarnos de su presencia Eucarística.
Si tan solo supiésemos cuánto nos Ama Dios en el Santísimo Sacramento, nos moriríamos de felicidad porque Él nos dice a cada uno de nosotros «Con Amor Eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti (Jer 31,3).« Porque Yahveh se complacerá en ti ( ls 62,4)
«Por ello, porque Amo tanto Dios al mundo, que dio a su Hijo unico» (jn 3,16). «La palabra se hizo carne y puso su Morada entre nosotros» (jn 1,14).
Jesus al hacerse uno de nosotros escogió el nombre de Emmanuel que traducido significa «Dios con nosotros» ( Mt 1, 23) porque desea estar con nosotros mucho más de lo que nosotros deseamos estar con las personas que amamos; ésto nos ayuda a entender la razon de lo que hizo el jueves Santo, en la noche víspera de su muerte: su corazón no pudo soportar separarse de nosotros.
San Juan nos dice, que mostró lo profundo de su Amor instituyendo la Sagrada Eucaristía para poder venir a nuestros corazones en la Sagrada comunión y permanecer para siempre entre Nosotros en el SANTÍSIMO SACRAMENTO, que es la Prolongación de su Encarnación sobre la tierra.

San Juan Bosco decía. ¿Quereis que El Señor os Bendiga?. Visitadlo en el Santísimo Sacramento. ¿Quereis que os Bendiga Más?.»VISITADLO MÁS»
¿Quereis que os Bendiga Inmensamente?.«VISITADLO FRECUENTEMENTE».
El concilio Vaticano ll dijo, que el creyente manifiesta su Fe en la Eucaristía, con sus visitas frecuentes y fervorosas al Santísimo Sacramento.
En cada altar se podrían escribir aquellas hermosas palabras que Marta le dijo a María «EL MAESTRO ESTA AQUÍ Y TE LLAMA» (Jn 11-28).
Los Santos tuvieron grandísimo aprecio por la visita a Jesús Eucaristía.
Santa Micaela, San Antonio Claret, San Luis, el Beato Alberione, Santa Teresa y muchos más, pasaban horas y horas cada día ante el Sagrario y repetían las hermosas frases del salmista: «VALE MÁS UNA HORA EN TU SANTUARIO QUE MUCHAS HORAS EN LAS CASAS DE LOS MUNDANOS«.

Oración Universal
Atribuida Al Papa Clemente XI
Creo en Ti, Señor, pero ayúdame a creer con más firmeza; espero en Ti, pero ayúdame a esperar con más confianza; te amo, Señor, pero ayúdame a amarte más ardientemente; estoy arrepentido, pero ayúdame a tener mayor dolor.
Te adoro, Señor, porque eres mi creador y te anhelo porque eres mi último fin; te alabo porque no te cansas de hacerme el bien y me refugio en Ti, porque eres mi protector.
Que tu sabiduría, Señor, me dirija y tu justicia me reprima; que tu misericordia me consuele y tu poder me defienda.
Te ofrezco, Señor mis pensamientos, para que se dirijan a Ti; te ofrezco mis palabras, para que hablen de Ti; te ofrezco mis obras, para que todo lo haga por Ti; te ofrezco mis penas, para que las sufra por Ti.
Todo aquello que quieres Tú, Señor, lo quiero yo, precisamente porque lo quieres Tú, quiero como lo quieras Tú y durante todo el tiempo que lo quieras Tú.
Te pido, Señor, que ilumines mi entendimiento, que inflames mi voluntad, que purifiques mi corazón y santifiques mi alma.
Ayúdame a apartarme de mis pasadas iniquidades, a rechazar las tentaciones futuras, a vencer mis inclinaciones al mal y a cultivar las virtudes necesarias.
Concédeme, Dios de bondad, amor a Ti, odio a mí, celo por el prójimo, y desprecio a lo mundano.
Dame tu gracia para ser obediente con mis superiores, ser comprensivo con mis inferiores, saber aconsejar a mis amigos y perdonar con mis enemigos.
Que venza la sensualidad con con la mortificación, con generosidad la avaricia, con bondad la ira; con fervor la tibieza.
Que sepa yo tener prudencia, Señor, al aconsejar, valor frente a los peligros, paciencia en las dificultades, humildad en la prosperidad
Concédeme, Señor, atención al orar, sobriedad al comer, responsabilidad en mi trabajo y firmeza en mis propósitos.
Ayúdame a conservar la pureza de alma , a ser modesto en mis actitudes, ejemplar en mis conversaciones y a llevar una vida ordenada.
Concédeme tu ayuda para dominar mis instintos, para fomentar en mí tu vida de gracia, para cumplir tus mandamientos y obtener la salvación.
Enséñame, Señor, a comprender la pequeñez de lo terreno, la grandeza de lo divino, la brevedad de esta vida y la eternidad de la futura.
Concédeme, Señor, una buena preparación para la muerte y un santo temor al juicio, para librarme del infierno y alcanzar el paraíso.
Por Cristo nuestro Señor. Amén.