¿Por qué es la flor de lis un símbolo mariano?

Jesucristo nos dice en el Evangelio: ‘Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora(Jn. 16 12).

Eso se puede afirmar sobre todo sobre el Misterio de la Ssma. Trinidad, cuya gradeza sobrepasa el entendimiento humano, pero cuya existencia ya nos revela el Señor para que podamos conocerle un poco mejor cada día: “Creedme, que yo estoy en el Padre y el Padre en mí; a lo menos, creedlo por las obras.” (Jn. 14, 11). Y entre las criaturas, no hay mayor obra maestra de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo que la Ssma. Virgen María.

¿Qué importancia tiene en la devoción mariana el lirio que representa la flor de lis?

S. Bernardo de Clairvaux asocia a la Ssma. Virgen María con la amada del Cantar de los Cantares, que se refiere a sí misma como “el lirio de los valles” (Cantares 2, 1) y a quien el Amante describe: “Como el lirio entre los cardos es mi amada entre las jóvenes” (Cantares 2,2). Por eso, el santo llama a la Ssma. Virgen María: “Lirio de castidad inviolada”.

La blancura de la flor refleja la pureza de la que es Inmaculada desde su concepción, mientras que los tres pétalos simbolizan la triple virginidad de la Madre de Dios antes, durante y después de dar a luz a Jesucristo. Por eso es tan popular en representaciones artísticas de la Anunciación.

También refleja ese símbolo trinitario la triple acción de Dios Todopoderoso en la “llena de gracia”, como medita Sta. Gertrudis, que solía rezar: “Salve, blanco lirio de la refulgente y siempre serena Trinidad, deslumbrante Rosa celestial”, sobre todo después de aparecerse ella bajo esa apariencia ante la Ssma. Trinidad:

“…comprendió que no era sin razón que se llamara a la Ssma. Madre de Dios “Lirio blanco de la Trinidad”, ya que contenía en sí con mayor plenitud y perfección que cualquier otra criatura las virtudes de la Ssma. Trinidad, las cuales nunca había manchado ni con la más mínima mancha de pecado. La hoja recta del lirio representaba la omnipotencia de Dios Padre, y las dos hojas inclinadas, la sabiduría y amor del Hijo y del Espíritu Santo, a los cuales se aproximaba tanto la Ssma. Virgen.

Entonces la Ssma. Virgen le dio a conocer que si cualquiera le saludara con devoción como lirio blanco de la Trinidad y rosa bermeja celestial, ella le mostraría cómo prevalece por la omnipotencia del Padre, lo experta que es en procurar la salvación de los hombres por la sabiduría del Hijo, y el amor rebasante que llena su corazón por la caridad del Espíritu Santo.” (“Revelaciones” [enlace en inglés], Libro III, Cap. 18 [traducción mía])

La flor de lis es un símbolo muy popular que el rey Clodoveo adoptó en la heraldía francesa en el s. V y Sta. Juana de Arco incluyó en sus armas en el s. XIV. Además, al menos desde 1504, aparece en la rosa náutica (o rosa de los vientos) como símbolo del Norte. En la Iglesia Católica representa a la Inmaculada Reina del Cielo y de la Tierra, la que pisa con su talón la cabeza de la serpiente, la que siempre nos señala el camino a la Santísima Trinidad como Hija sin igual de Dios Padre, Madre de Dios Hijo y Esposa del Espíritu Santo. Acudamos a ella con toda confianza.

Oración de Sta. Catalina de Siena

¡Oh,, María, María, templo de la Trinidad! ¡Oh María, portadora del Fuego! María, que ofreces misericordia, que germinas el fruto, que redimes el género humano, porque, sufriendo la carne tuya en el Verbo, fue nuevamente redimido el mundo.

¡Oh, María, tierra fértil! Eres la nueva planta de la que recibimos la fragante flor del Verbo, unigénito Hijo de Dios, pues en ti, tierra fértil, fue sembrado ese Verbo. Eres la tierra y eres la planta. ¡Oh María, carro de fuego! Tú llevaste el fuego escondido y velado bajo el polvo de tu humanidad.

¡Oh, María! vaso de humildad en el que está y arde la luz del verdadero conocimiento con que te elevaste sobre ti misma, y por eso agradaste al Padre eterno y te raptó y llevó a sí, amándote con singular amor.

¡Oh, María, dulcísimo amor mío! En ti está escrito el Verbo del que recibimos la doctrina de la vida… ¡Oh María! Bendita tú entre las mujeres por los siglos de los siglos. (Orac. en la Anunciación extracto) [José Rivera y José María Iraburu, “Síntesis de espiritualidad católica”, 6a. edición, cap. 6]

Por: María Lourdes Quinn. Infocatolica 2010

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