Cuando las palabras son muchas, el pecado no esta ausente, pero aquel que detiene su lengua es sabio. Proverbios 10,19

Las mentiras se dan en forma de: engaños, verdades a medias, exageraciones y adulaciones.
“Abomina el Señor los labios mentirosos;
los que obran fielmente ésos le son gratos.” Proverbios 12,22
Todo lo que hacemos y decimos debe basarse en la verdad; las mentiras establecen una base vacilante en cualquier relación. Las mentiras se dan en cuatro formas principales: engaños, verdades a medias, exageraciones y adulaciones. Hablaremos de las adulaciones en otro capítulo.

Engaños
“Así pues, el que de veras ama la vida y quiere vivir días dichosos, refrene su lengua del mal, y sus labios no se desplieguen a favor de la falsedad”. (1 Pedro 3,10)
¿Por qué algunas gentes practican el engaño?
Muchos lo hacen por una ganancia financiera, por ventajas sociales, para esconder actos inmorales, o para obtener otros “beneficios”. Jacob, cuyo nombre significa “tramposo”, conspiró junto con su madre y engañó a su padre para que le diera la bendición de primogenitura que le pertenecía a su hermano Esau (Génesis 27). Cuando Esaú descubrió el engaño amenazó con matarlo. Jacob fue obligado a irse del pueblo y a ir a vivir con su tío Laban. A pesar de eso tuvo que cosechar las semillas de engaño que había sembrado. Laban engañó a Jacob casándolo con su hija Lía, a quien Jacob no amaba. Laban además engañó a Jacob cambiándole varias veces los términos de su acuerdo de trabajo. Jacob fue obligado a trabajar 14 años para casarse con Raquel, a quien él amaba. Finalmente, como dejó de ser engañador y se arrepintió, Dios lo bendijo más allá de su salvaje imaginación.
Jacob regresó a su hogar después de muchos años con una hermosa familia, gran abundancia, y un nuevo nombre: Israel.
Comprometerse con el engaño es una bofetada en la cara de Dios y tiene terribles consecuencias. Cuando decidimos no confiar en que Él manejará una situación, nosotros, en esencias, estamos decidiendo que Él es un mentiroso y que está renegando a su promesa de satisfacer toda necesidad. Procedemos entonces a actuar a nuestra manera por cualquier medio que consideremos necesario –aún hasta engañando.
Haciendo esto estamos perdiendo la buena vida que Dios tiene planeada para nosotros.
Verdades a medias
Se me hace interesante que la palabra “integridad” derive de “entero”, que es un término matemático. Un entero es un número completo, lo opuesto a una fracción. Cuando somos íntegros, decimos la verdad completa y no solo una fracción o parte de ella. Alguien fue muy consciente de las múltiples maneras que hay de mentir cuando sugirió que en los juramentos de la corte las personas deberían decir “la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad.”
Exageraciones
¿Embellece usted sus historias frecuentemente para obtener mayor atención de quien lo escucha? Exagerar puede parecer inofensivo, pero es otra forma de mentir. El peligro al exagerar es que las personas que están familiarizadas con la propensión de una persona a estirar la verdad, descontarán todo lo que ella diga. Esta es la paradoja de la exageración; una persona estira la verdad para que ésta suene más creíble, pero entonces pierde su credibilidad porque exagera. Yo conozco a varias personas estiradoras de la verdad. Sus palabras favoritas incluyen términos absolutos como: “todos”, “nadie” y “siempre”. Sus amigos bromeando advierten, “Ahora, tu sabes que solo debes creerle la mitad de lo que diga.” Que terrible acusación. ¿Es así como le gustaría que lo vieran?
Cuando se relata una historia o un incidente, es bueno contarlo con entusiasmo; solo evite las exageraciones. Apéguese a los hechos al pie de la letra y resista al impulso de ser el centro de atención comprometiéndose con esta forma de mentir.

Dios ha sellado el destino de todos los mentirosos: “Todos los mentirosos tendrán su lugar en el lago que se quema con fuego y azufre, que es la segunda muerte” (Ap 21:8 ). Muerte significa separación. La primera muerte es la separación del espíritu del cuerpo, la segunda muerte es la separación eterna del espíritu de Dios. La separación eterna del Padre es un precio muy alto para pagar por cualquier forma de engaño.
El salmista sabía las consecuencias del engaño y constantemente imploraba a Dios que lo alejara de este abismo. Considere su ruego. “Libra mi alma, oh Señor, de labios mentirosos, y de una lengua engañadora” (Salm 120,2)
¿Ha confiado en Dios diciendo la verdad y dejándole las consecuencias a Él, o necesita unirse al salmista en su oración de salvación?
LA AFRIMACIÓN DE HOY
“Mi boca habla lo que es verdad, mis labios detestan la maldad. Todas las palabras de mi boca son justas, ninguna de ellas es torcida ni perversa” (Proverbios 8,7-8).
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net