Actualmente esta festividad se celebra el último domingo del año litúrgico.

La fiesta de Cristo Rey nació en México

Aceptar a Cristo, como rey del universo, significa trabajar todos los días por su reino

El 11 junio 1914, México fue el primer país en consagrarse como servidor de Cristo Rey.  En el cerro del Cubilete, en el estado de Guanajuato, México, se inicia la construcción del santuario, inaugurándose en 1920, sin embargo, a lo largo del tiempo ha tenido varios cambios.

El gobierno mexicano de aquellos años, se opuso de tal forma que el 30 de agosto de 1923 prohibió definitivamente la construcción de este santuario.

Dos años después, en 1925, el Papa Pío XI, inspirado por los mexicanos que habían decretado a Cristo como Rey de la Paz y el Amor, declara para la Iglesia universal la festividad a Cristo Rey.

Actualmente esta festividad se celebra el último domingo del año litúrgico.

El gobierno de México incluso decretó en aquél tiempo, una ley en la que se suprimían todos los conventos y monasterios, y en la que todos los templos pasaban a ser propiedad del gobierno.

Así mismo quedaba estrictamente prohibido: cualquier acto de culto ( misas, horas santas, peregrinaciones, procesiones, etc.), suministro de sacramentos y Catequesis ( de cualquier tipo).

Quedaba también prohibido utilizar la prensa para anunciar o divulgar temas religiosos.

Se decretó que cualquier acto de desobediencia sería castigado con penas que iban desde una multa, hasta la Muerte por Fusilamiento.

En plena persecución religiosa, el 30 de enero de 1928 el primer monumento fue destruido desde una avioneta.

Después de las persecuciones, en 1944, se inició la construcción del actual monumento.

En el santuario que actualmente podemos visitar, el cristo abre amorosamente sus brazos y tiene en sus manos huellas de su pasión.

A sus pies hay dos ángeles, uno ofreciéndole la corona del martirio y el otro,  la corona de la gloria.

En el interior del santuario encontramos una corona de espinas y una corona real, que coronan el altar.

Actualmente en México, encontramos muchos monumentos y templos dedicados a Cristo Rey.

Aceptar a Cristo, como rey del universo, significa trabajar todos los días por su reino.

Salmo 94

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos.

Porque el Señor es un Dios grande,
soberano de todos los dioses:
tiene en su mano las simas de la tierra,
son suyas las cumbres de los montes.
Suyo es el mar, porque él lo hizo,
la tierra firme que modelaron sus manos.

Venid, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía.

Ojalá escuchéis hoy su voz:
«No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto:
cuando vuestros padres me pusieron a prueba,
y dudaron de mí, aunque habían visto mis obras.»

Durante cuarenta años
aquella generación me repugnó, y dije:
«Es un pueblo de corazón extraviado,
que no reconoce mi camino;
por eso he jurado en mi cólera
que no entrarán en mi descanso.»

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

HIMNO

¡Qué hermoso es el rey de la campaña!
Iba vestido de verdad,
y era su espada de conquista
el fuerte amor que vence el mal.

¡Qué hermosa aquella estirpe suya,
desde el divino manantial!
Es rey de la casa de David,
nacido en cuna virginal.

Murió en la cruz ajusticiado
por rey del pueblo de Abraham.
¡Éste es el Rey del universo!;
si Dios lo ha escrito, escrito está.

Rey que desarmas las conciencias,
rey vencedor de Satanás,
sobre las ruinas de pecado
tú solo creas vida y paz.

Oh Jesucristo, mi Señor,
rey poderoso que vendrás,
a tus hermanos pecadores
mira con rostro familiar.

¡Bendito el Rey crucificado,
el Rey del reyes inmortal,
desde la altura de tu Padre
reina con cetro de piedad! Amén.

Dios le otorgó el imperio, el honor y la realeza, y todos los pueblos, naciones y lenguas lo servirán.

Salmo 149

Cantad al Señor un cántico nuevo,
resuene su alabanza en la asamblea de los fieles;
que se alegre Israel por su creador,
los hijos de Sión por su Rey.

Alabad su nombre con danzas,
cantadle con tambores y cítaras;
porque el Señor ama a su pueblo
y adorna con la victoria a los humildes.

Que los fieles festejen su gloria
y canten jubilosos en filas:
con vítores a Dios en la boca
y espadas de dos filos en las manos,

para tomar venganza de los pueblos
y aplicar el castigo a las naciones,
sujetando a los reyes con argollas,
a los nobles con esposas de hierro.

Ejecutar la sentencia dictada
es un honor para todos sus fieles.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Bandera del ejército Cristero con los colores de la bandera nacional pero con la Virgen de Guadalupe como escudo y con la frase «Viva Cristo Rey y la Virgen de Guadalupe».

Oh príncipe absoluto de los siglos,
oh Jesucristo, rey de las naciones:
te confesamos árbitro supremo
de las mentes y de los corazones.

En la tierra te adoran los mortales
y los santo te alaban en el cielo,
unidos a sus voces te aclamamos
proclamándote rey del universo.

Oh Jesucristo, príncipe pacífico:
somente a los espíritus rebeldes,
y haz que encuentren el rumbo los perdidos
y que en un solo aprisco se congreguen.

Para eso pendes de una cruz sangrienta,
y abres en ella tus divinos brazos;
para eso muestras en tu pecho herido
tu ardiente corazón atravesado.

Para eso estás oculto en los altares
tras las imágenes del pan y el vino;
para eso viertes de tu pecho abierto
sangre de salvación para tus hijos.

Por regir con amor el universo,
glorificado seas, Jesucristo,
y que contigo y con tu eterno Padre
también reciba gloria el Santo Espíritu. A

Consagración de la humanidad para el día de Cristo Rey por el Papa Pío XI

¡Dulcísimo Jesús, Redentor del género humano! Miradnos humildemente postrados; vuestros somos y vuestros queremos ser, y a fin de vivir más estrechamente unidos con vos, todos y cada uno espontáneamente nos consagramos en este día a vuestro Sacratísimo Corazón.

Muchos, por desgracia, jamás, os han conocido; muchos, despreciando vuestros mandamientos, os han desechado. ¡Oh Jesús benignísimo!, compadeceos de los unos y de los otros, y atraedlos a todos a vuestro Corazón Santísimo.

¡Oh Señor! Sed Rey, no sólo de los hijos fieles que jamás se han alejado de Vos, sino también de los pródigos que os han abandonado; haced que vuelvan pronto a la casa paterna, que no perezcan de hambre y miseria.

Sed Rey de aquellos que, por seducción del error o por espíritu de discordia, viven separados de Vos; devolvedlos al puerto de la verdad y a la unidad de la fe para que en breve se forme un solo rebaño bajo un solo Pastor.

Sed Rey de los que permanecen todavía envueltos en las tinieblas de la idolatría; dignaos atraerlos a todos a la luz de vuestro reino.

Conceded, ¡oh Señor!, incolumidad y libertad segura a vuestra Iglesia; otorgad a todos los pueblos la tranquilidad en el orden; haced que del uno al otro confín de la tierra no resuene sino ésta voz: ¡Alabado sea el Corazón divino, causa de nuestra salud! A Él se entonen cánticos de honor y de gloria por los siglos de los siglos. Amén.

El martes me fusilan, Vicente Fernández
! Viva Cristo Rey!!!
Cristeros y Santos Mártires