El Milagro Eucarístico de Santarém, junto con el de Lanciano, es considerado entre los más importantes.

“Eucaristía” proviene del griego y significa “acción de gracias”.
Con esta palabra significamos las gracias enviadas del Cielo por el amor de Cristo. Tanto en el plano místico como en el humano es el máximo regalo, es el sacramento más sublime; por ello se le llama el “Santísimo Sacramento del Altar”.
La Eucaristía puede entenderse sencillamente como un alimento sobrenatural. Pues así como el cuerpo absorbe el alimento natural sin darnos cuenta y lo aprovecha, así ocurre con la nutrición sobrenatural, que nos dirige a la santidad. De tal manera, comulgar en pecado mortal es una gran sacrilegio.
Ciertamente el milagro no es necesario, pero Dios lo hace para los no creyentes y para quienes han perdido la Fe.
Los Milagros Eucarísticos son muchos y se ordenan en cuatro grupos:
Milagros Eucarísticos Históricos:
En estos no interviene la ciencia pero se documentan en la historia; por ejemplo, el milagro de Tolosa en 1225, donde San Antonio de Padua consagró una hostia que fue adorada por un burro y así se convirtió el pueblo entero. Otro ejemplo es el de Santa Clara de Asís, quien estando enferma y desesperada usó la custodia para defender a su convento de los invasores musulmanes. De esta custodia salieron rayos de luz cegadores que vencieron a los atacantes.
Milagros Eucarísticos sucedidos a Sacerdotes que han perdido la Fe:
En el tercero y cuarto grupo se ubican los Milagros Eucarísticos sucedidos a Sacerdotes que han perdido la Fe en la presencia real de Nuestro Señor Jesucristo y que en sus manos la hostia se ha convertido en carne y el vino en sangre.
La multitud de Milagros Eucarísticos hace imposible presentarlos todos durante un breve artículo, pero hemos de señalar la gran cantidad de milagros sucedidos en toda Europa que muestran la constancia de la Gracia que Nuestro Señor desea hacernos para afirmar nuestra Fe.

La hostia sangrante de Santarem
Fuente: Documentos de varios portales católicos.
¿Cómo puede mantenerse fresca la sangre humana después de ocho siglos? ¿Es cierto que mana desde la santa forma legendaria que se venera en la iglesia portuguesa de San Esteban? ¿Qué hay de verdad en el relato sobre el origen de este supuesto milagro, en el cual creyeron destacados miembros de la monarquía portuguesa, así como varios papas, hasta el extremo de conceder indulgencias plenas a los peregrinos?
La Iglesia Católica ha intentado verificar de la manera más rigurosa la realidad del prodigio. En 1340 y 1612, se nombraron comisiones de investigación canónica. Con los medios a su alcance en su época, estos expertos verificaron su autenticidad, confirmando la antigüedad que se le atribuía y que la sangre continuaba fresca.

En octubre de 2003, un grupo de físicos y químicos extrajo una muestra de sangre del relicario. Ésta fue analizada por un equipo multidisciplinar para intentar explicar por qué se mantenía fresco aquel líquido rojo.
Las conclusiones fueron sorprendentes. Llegaron a la conclusión de que era efectivamente sangre humana. Pero, ¿cómo es posible que se mantuviese fresca? ¿Cómo puede seguir sangrando la misteriosa hostia? El ADN de esta sangre es idéntico al de las muestras recogidas de los trozos de cera del primer recipiente, que apareció roto cuando presuntamente se materializó el relicario de cristal ovalado.
¿A quién pertenece ese enigmático fluido vital? Algunos hablan de la presencia de Jesucristo en la sagrada forma. Otros prefieren guardar silencio y se limitan a orar ante la reliquia ¿Es posible una explicación alternativa para este insólito fenómeno?
HISTORIA DEL MILAGRO EUCARÍSTICO DE SANTARÉM
la Sagrada Forma que sangra durante siglos

Acontece esta historia en Portugal, en 1247 (1). Elvira Moniz era una sencilla mujer que vivía junto a su promiscuo esposo en la pequeña villa portuguesa de Santarem, situada a 65 kilómetros de Lisboa. Sus días transcurrían en la más completa rutina, mientras rumiaba en su interior las continuas relaciones que su marido mantenía con otra mujer del pueblo. El daño lo provocaba no solo el sufrimiento personal de saberse despreciada y traicionada por su pareja, sino también los comentarios maliciosos de sus vecinos.
Tras intentar usar su astucia y el cariño para recuperar la atención de su esposo, y obtener como resultado el más rotundo de los fracasos, decidió hacer algo a espaldas de la gente. Un buen día se encaminó desesperada hacia la cercana vivienda de una conocida hechicera, a quien pidió consejo. La bruja, tras usar sus típicos artilugios de consulta, declaró firmemente que sólo había una forma de que Elvira recuperara el amor de su marido. Para ello debía realizar un complejo ritual mágico que solucionaría el problema de inmediato. Pero había un problema. Para llevar a cabo el misterioso prodigio necesitaba obtener una hostia consagrada, que debería conseguir la propia afectada.
Aquello supuso un duro golpe para Elvira, cristiana muy devota, para quien ese acto constituía un horrible sacrilegio. Sin embargo, finalmente accedió a la petición.
A los pocos días, concretamente el 16 de Febrero, la atormentada mujer se dirigió a la Iglesia de San Esteban, donde se confesó ante el sacerdote y pidió la comunión. Tras recibir la Sagrada Hostia, no la ingirió, sino que la conservó, saliendo inmediatamente del templo. En el exterior, extrajo con mucho cuidado la forma sacramental y la guardó entre sus ropas, encaminándose rápidamente hacia la casa de la hechicera.

De pronto, Elvira notó cómo las miradas de los vecinos que se cruzaban con ella se dirigían hacia la parte de su cuerpo donde había escondido la hostia. Al observarse, se dio cuenta horrorizada de que sus ropas estaban manchadas de sangre. Cuando desanudó el pliegue en el cual había escondido la hostia consagrada descubrió que el líquido manaba de la misma. Algunos vecinos le preguntaron si estaba herida y si necesitaba que la llevaran a un médico. La sangre goteaba y manchaba el suelo.
Elvira se estremeció de pánico y decidió esconderse en su casa, en la Rua das Esteras, muy cerca de la parroquia de San Esteban. Una vez allí, extrajo la hostia de su ropa y la colocó en el interior de un baúl de cedro, donde acostumbraba guardar sus pertenencias. La desgraciada mujer no sabía qué hacer y vivió momentos de angustia indescriptible.

A altas horas de la noche, Pedro Moniz regresó a casa. Elvira no le contó nada de lo ocurrido. No podía descansar, atormentada por el sacrilegio que había cometido. De madrugada, se produjo un nuevo prodigio. Una luz muy intensa y blanca comenzó a salir por las ranuras del baúl de cedro, despertando a Pedro.
Toda la casa estaba iluminada por aquel extraño resplandor. Descubrieron entonces a varios Ángeles en actitud contemplativa alrededor del baúl que contenía la Hostia Consagrada. Elvira comprobó que de nuevo comenzaba a sangrar y su esposo fue testigo presencial del milagro. Todo lo vieron a través de la madera del arca, que parecía haberse vuelto transparente gracias a la luz que emitía y a la que recibía de los Ángeles.
Apresuradamente, la mujer le confesó a su esposo la historia de su sacrilegio. Ambos se arrepintieron de sus respectivos pecados, rezaron y se arrodillaron frente a la Hostia durante el resto de la noche.

Nada más amanecer, fue requerida la presencia del sacerdote de San Esteban, quien comprobó el misterio de la Hostia sangrante y decidió devolverla a la iglesia. Para ello, se realizó una solemne procesión de retorno, en la cual participaron diversos cleros y laicos. La noticia se difundió por todo Santarem. La Hostia fue depositada en la iglesia, donde continuó sangrando abundantemente durante tres días.
Finalmente se decidió colocar la reliquia en un recipiente fabricado con cera fundida. Durante muchas décadas fue conservado en dicho relicario y expuesto ante los fieles en una especie de cáliz, sobre el altar principal.
Durante cerca de un siglo, los habitantes de Santarem y de los pueblos vecinos peregrinaron a iglesia de San Esteban para contemplar el cáliz con la sagrada hostia y rezar ante ella. Pero un día de 1340, el sacerdote abrió la iglesia y, siguiendo la rutina, se dirigió al sagrario para exponer la reliquia a la adoración de los fieles.

SEGUNDO MILAGRO (¿1340?)
Su sorpresa fue mayúscula al ver que el envase de cera se había reducido a pedazos. Sin embargo, sólo él tenía la llave del recinto y la puerta no había sido forzada. Milagrosamente, una cápsula de fino cristal, en cuyo interior se había depositado la sagrada forma, se había materializado de la nada. Para aumentar la tensión del momento, también apreció que aquellos fragmentos de cera del antiguo envase se habían solidificado con la sangre, adquiriendo un color mucho más oscuro. De manera inexplicable, los trozos de cera y la sangre se encontraban dentro del nuevo envase ovalado de cristal.
La cápsula con la Hostia fue colocada de nuevo en el altar. En el siglo XVIII se introdujo la reliquia en una custodia de plata dorada, donde ha mantenido el mismo aspecto hasta nuestros días. El frasco con los fragmentos de cera solidificados por la sangre se encuentra a su lado. Ambas piezas pueden ser contempladas junto al relicario, en un trono eucarístico, sobre el altar mayor. Desde ese momento, la Parroquia de San Esteban sería conocida como la Iglesia del Santo Milagro.

LOS MILAGROS CONTINÚAN
Desde que ocurrió el Milagro se realiza todos los años, en el segundo Domingo de Abril, una procesión con la Preciosa Reliquia que recorre desde la casa de los esposos hasta la iglesia de San Esteban. La casa de los esposos se convirtió en Capilla desde el año 1684.
A través de los siglos, la Hostia ha emitido nuevamente sangre y en ella se han visto aparecer varias imágenes de Nuestro Señor Jesucristo.
Entre los testigos está San Francisco Javier, el apóstol de las Indias, quien visitó el santuario antes de irse en misión y un arzobispo de Lisboa quien llegó hasta romper el cuello de la ampolla de cristal en su afán de detener el flujo de Sangre.

Algunos detalles particulares…
Según algunos historiadores el Milagro tuvo lugar en 1266, aunque tal vez la confusión venga de los muchos milagros que se obraron con la Sagrada Forma.
El Milagro Eucarístico de Santarém, es considerado el más importante después del de Lanciano.
Se han comisionado estudios e investigaciones canónicas, las mas importantes siendo las de 1340 y 1612, las cuales probaron sin lugar a dudas la autenticidad y antigüedad del Milagro Eucarístico.
El Milagro Eucarístico de Santarém solo dejó la ciudad una vez, cuando las tropas de Napoleón invadieron a Portugal en 1810.
Por temor a que el Milagro fuese profanado en manos de los franceses se llevaron y terminó en Lisboa, en la Iglesia de Pacao.
Más tarde, al no ser devuelto el Milagro a Santarém, los ciudadanos de esa ciudad hicieron una protesta en masa.

El Milagro Eucarístico fue regresado a Santarém en gran secreto, para evitar que la resistencia de los capitalinos a quienes no se les comunicó del traslado hasta el 2 de diciembre, 1811.
El santuario fue restaurado por D. Antonio Francisco Marques, obispo de Santarém y abrió sus puertas solemnemente el 7 de marzo, de 1996.
Hoy cuenta con un pequeño museo tras el altar mayor.
El Milagro de Santarém es expuesto cuando peregrinos lo piden con anticipación. Entonces lo pueden contemplar muy de cerca.
La Sangre sigue en estado líquido, 750 años después de que ocurrió el milagro.
La antigua Hermandad Real del Sacratísimo Milagro aún existe.

Varios Papas que han concedido Indulgencias Plenarias al Milagro Eucarístico de Santarém:
Papa Pío IV: (1559- 1565) Concedió Indulgencias a los peregrinos que visiten la Iglesia.
Papa San Pío V y Papa Pío VI: Confirmaron los privilegios a los peregrinos que visitan la Iglesia.
Papa Gregorio XIV (1590-1591): Concedió Indulgencias Plenarias a todos los miembros de la hermandad del Santo Milagro en su día de entrada a la hermandad y en el día de su muerte.
Sacrilegio en la parroquia
Se cuenta que en cierta ocasión, hace ya doscientos años, un arzobispo de Lisboa tomó en sus manos la cápsula y rompió su parte superior con la finalidad de observar mejor la sangre. Al momento, cayó al suelo fulminado y murió. Los médicos dictaminaron que había sufrido un paro cardíaco.

La ampolla es de aproximadamente 1/2 «de espesor y 2» de diámetro, cristalino claro y con una pequeña protuberancia en el lado que contiene la mayor cantidad de la sangre.
Es un cristal de forma irregular, a través del cual la verdadera carne puede ser vista. Se puede observar venas delicadas corriendo de arriba a abajo de la carne y una cantidad de la preciosa Sangre, que se recoge en un extremo.
Más tarde se colocó en una custodia en forma de pera de oro y plata con un sol de 33 rayos. Allí permanece hasta hoy.
El relicario que alberga los conjuntos Hostia milagrosa sobre el tabernáculo, y el peregrino puede ver el milagro subiendo unas escaleras de detrás del altar principal.
Después se llevó a cabo una investigación a fondo y aprobado por las autoridades de la Iglesia, la Iglesia de San Esteban pasó a llamarse «La Iglesia del Santo Milagro.»


