Acerquémonos a la Eucaristía: recibir a Jesús que nos transforma en Él nos hace más fuertes”.
Papa Francisco


La tristeza es mirarse a uno mismo, la felicidad es mirar a Dios
Vble Carlo Acutis
7 cosas que ocurren cuando visitas seguido a Cristo en la Eucaristía
Por José Pablo Poblete, LC
1. Ordena las costumbres
El mundo contemporáneo es un neo paganismo activo plagado de distracciones y de objetivos momentáneos. Las costumbres personales muchas veces pasan por la búsqueda de intereses particulares, del placer barato, de la fama instantánea, del nombre aclamado, del podio con poco esfuerzo. En la Eucaristía, sin embargo, Cristo busca reconquistar el centro de nuestra vida diciendo; “espera, que todo lo que hagas tiene que pasar primero a través de mi corazón”. Ordenar las costumbres significa buscar las cosas de Dios y, sobre todo, buscarlas a través de Dios. Dejar de dar tiros a blancos dispersos para centrar todo en Cristo. Así la vida toma una única costumbre; Cristo.
2. Forja el carácter
Estar sentado o de rodillas frente al Santísimo, pasar momentos en adoración, perseverar en la vivencia de la caridad cristiana y en la generosidad; todo esto forja el carácter y la personalidad de un católico. Delante de Aquél que ofreció su vida de una manera tan cruenta y con tanto amor por los demás, no quedaría otra opción que pulir nuestro modo de ser para ponernos a disposición de Cristo. Perseverar en la adoración Eucarística es sembrar raíces duraderas en el amor auténtico. Es sentirse como un discípulo más en la noche de Getsemaní, acompañando al Señor en los momentos más duros de su vida.
3. Alimenta las virtudes
La repetición constante cada día de actos buenos suele desembocar en la adquisición de las virtudes. Pero también existen caminos rápidos y seguros para fortaleces una sólida disposición a la santidad. Ir directo a quien es Señor y Modelo de toda virtud, para suplicarle, en adoración, que deje escapar un rayo de luz que ilumine nuestro interior. Una planta difícilmente crecerá si el agricultor jala desde el tallo hacia arriba (incluso corre el peligro de sacarla de raíz). Lo mejor es hincar las rodillas ante la Eucaristía y dejar que alma reciba la mejor luz y la mejor irrigación.
4. Consuela a los afligidos
Cuánta gente vaga triste por las calles de las ciudades buscando un abrazo de consuelo o unas palabras de ánimo. Si estás afligido, si la vida te cuesta, si la pena te agobia, si el trabajo escasea y no rinde el sueldo, no dudes, ve a la Eucaristía. Aquél que dijo “bienaventurados los que lloran” (Mt. 5;4), está allí esperando para consolarte y borrar las penas del mundo. Es verdad que muchas veces las lágrimas no se pueden evitar, pero sí se les puede dar sentido en Cristo, y así unido a Él esperar el momento de la Resurrección.
5. Fortalece a los débiles
Cuántas veces la vida parece superar al hombre, y logra abatirlo y cansarlo. Ante los problemas existe una fortaleza mayor a la del dinero, a la de la fuerza física, a la de la fama. Existe la fortaleza de la debilidad unida al Creador. Cuando uno se siente débil y aun así pone su esfuerzo y se confía a Dios dejándolo actuar en su vida, ¿qué no podrá hacer el Autor del universo en nosotros? ¿El que mató la muerte, no podrá acaso darnos la verdadera vida? Bienaventurados los débiles que se acercan a la Eucaristía, porque pueden exclamar “porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Cor. 12;10).
6. Incita a su imitación
Cristo desde la Eucaristía actúa e incita a la actuación. Reina desde el silencio del sagrario. Recorre el mundo sin moverse. Convierte las almas sin necesidad de gestos o palabras. Espera con amor paterno que vengan sus hijos a visitarle. Con humildad acepta incluso ser olvidado. ¿No desea cada católico alcanzar estas virtudes? No hay nada mejor como pasar un momento de adoración ante Cristo Eucaristía y descubrir que me invita a vivir como Él lo hace.
7. Santifica a los que se acercan a Él
Basta ponerse bajo el sol en un día de verano para arriesgarse a un bronceado. Si esta es la experiencia desde la Tierra, ¿qué pasaría si pudiéramos acercarnos al sol? Lo mismo pasa con la Eucaristía. Mientras más tiempo pases con Cristo empezarás a pensar como Él, a juzgar los acontecimientos desde la perspectiva de Dios, a mirar con los ojos del Maestro, a hablar con las palabras del Evangelio, a rezar como Cristo con su Padre. Deja que tu corazón tome el mismo ritmo de latidos que el de Cristo y acércate a santificarte en el sagrario.
¿Qué más falta decir? Disfruta del tiempo que pasas con Cristo Eucaristía y busca que sea cada vez se repita más y más. No solo vale la pena, vale la vida.

1290 – Glotowo (Polonia)
En 1290, a causa de la invasión de los lituanos, un sacerdote del pueblo de Glotowo escondió en un campo una píside de plata dorada en la que había quedado una Hostia consagrada. Las tropas lituanas destruyeron completamente dicho pueblo, junto con la iglesia. Ninguno de los sobrevivientes sabía de la existencia de la Hostia escondida.
Sólo luego de muchos años, mientras araba la tierra en primavera, un campesino la encontró gracias al extraño comportamiento de sus bueyes que se habían inclinado para adorar la Hostia de la que provenía una intensa luz.
El milagro
Los documentos más antiguos que describen el Milagro narran que unos bueyes estaban tirando del arado, conducido, con paso regular, por un campesino.
El sol se remontaba lentamente más allá del horizonte, creando largas sombras. El hombre alzó la mirada e incitó a las bestias que subían con fatiga una colina luego de una larga jornada de trabajo.
Después de la labor, pensaba él, tendremos el pan. De pronto, el arado se clavó y los bueyes jalaron más fuertemente hasta que se formó un gran bloque de tierra. Entonces, los animales se detuvieron como petrificados.

Al inicio, el campesino comenzó a impacientarse con las bestias, pero luego se detuvo sorprendido porque notó un cambio en el ambiente. El campo se había iluminado como si fuera mediodía y una luz intensísima surgía del terreno y envolvía a los bueyes que estaban inclinados. El campesino comenzó a cavar y vio que la luz provenía de una píxide sucia por la tierra, pero que dentro contenía una Hostia íntegra y blanca como la nieve.
La noticia del fenómeno se difundió rápidamente entre la gente, quienes corrieron al lugar del Milagro. Las autoridades locales organizaron una procesión solemne para llevar la Partícula a la iglesia de Dobre Miasto.
Según una antigua crónica, la Hostia fue hallada nuevamente en el lugar donde había sido extraída la primera vez. Esto fue interpretado como un signo de Dios y sobre ese lugar fue construida una pequeña iglesia dedicada al Corpus Domini.
La popularidad de Glotowo continuó creciendo a través de los siglos. En el siglo XVIII se decidió la ampliación de la vieja iglesia medieval y fue consagrada por el Obispo Krzysztof Potocki el 24 de julio de 1726. Aún hoy, el Santuario del pueblo de Glotowo atrae cada año a numerosos peregrinos que van a venerar la Reliquia de la Hostia, que se mantiene intacta desde el año 1290.

