«La Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este altísimo misterio»
¿Qué relación tiene María con la Sagrada Eucaristía? ¿La Madre participó en la Última Cena cuando Jesús instituyó este sacramento o, en todo caso, en las celebraciones eucarísticas de la primera comunidad cristiana? ¿Está presente la Madre en todas las ceremonias eucarísticas de la Iglesia? ¿Qué puede enseñarnos María respecto a nuestro amor al Señor Jesús sacramentado?
San Juan Pablo II nos da todas las respuestas en su «Ecclesia de Eucharistia»
«Así como Iglesia y Eucaristía son un binomio inseparable, lo mismo se puede decir del binomio María y Eucaristía»
Aunque «a primera vista, el Evangelio no habla de este tema», «María puede guiarnos hacia este Santísimo Sacramento porque tiene una relación profunda con él»
«María es mujer eucarística con toda su vida», y «hay una analogía profunda entre el «fiat» pronunciado por María a las palabras del Ángel y el «amén» que cada fiel pronuncia cuando recibe el cuerpo del Señor».
La relación entre la Virgen María y la Eucaristía se explica aludiendo a la «fe eucarística» que María ya practicó «incluso antes de que ésta (la Eucaristía) fuera instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios»
«María, con toda su vida junto a Cristo y no solamente en el Calvario, hizo suya la dimensión sacrificial de la Eucaristía».
«¿Cómo imaginar los sentimientos de María al escuchar de la boca de Pedro, Juan, Santiago y los otros Apóstoles, las palabras de la Última Cena: «Éste es mi cuerpo que es entregado por vosotros?»» «Aquel cuerpo entregado como sacrificio era el mismo cuerpo concebido en su seno».
«María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas».
María perseveraba en la oración con la primera comunidad en espera del Espíritu Santo. Así pues, la presencia de la Madre «no pudo faltar ciertamente en las celebraciones eucarísticas de los fieles de la primera generación cristiana, asiduos “en la fracción del pan”»
«La relación de María con la Eucaristía se puede delinear indirectamente a partir de su actitud interior. María es mujer “eucarística” con toda su vida»; Ella «encarnó con toda su existencia la lógica de la Eucaristía».
Podemos decir pues que la espiritualidad de María es una espiritualidad netamente eucarística. De esta forma «la Iglesia, tomando a María como modelo, ha de imitarla también en su relación con este santísimo Misterio»
Nadie como María puede educarnos en esta virtud para reconocer, más allá de las apariencias sensibles, a Cristo Vivo. ¿Y cómo ha vivido María su “fe eucarística”?
«En cierto sentido, María ha practicado su fe eucarística antes incluso de que ésta fuera instituida, por el hecho mismo de haber ofrecido su seno virginal para la encarnación del Verbo de Dios». ¿Por qué? El Papa nos responde: «María concibió en la Anunciación al Hijo divino, incluso en la realidad física de su cuerpo y su sangre, anticipando en sí lo que en cierta medida se realiza sacramentalmente en todo creyente que recibe, en las especies del pan y del vino, el cuerpo y la sangre del Señor»
«Ese Cuerpo y esa Sangre divinos, que después de la consagración están presentes en el altar… conservan su matriz originaria de María… En la raíz de la Eucaristía está, pues, la vida virginal y materna de María… Y si el Cuerpo que nosotros comemos y la Sangre que bebemos son el don inestimable del Señor Resucitado para nosotros viadores, lleva también consigo, como Pan fragante, el sabor y el perfume de la Virgen Madre»
De esta forma «María está presente con la Iglesia, y como Madre de la Iglesia, en todas nuestras celebraciones eucarísticas»
La Eucaristía en la vida de María
El Pan eucarístico que recibimos es el verdadero Cuerpo nacido de María Virgen. Jesús es «carne y sangre de María». Podemos descubrir de esta forma una semejanza profunda entre el hágase de María y el amén que cada fiel pronuncia antes de recibir el Cuerpo de Cristo. A María le pidió el ángel creer que Aquel que nacería de su seno era el Hijo de Dios y a nosotros se nos pide de manera análoga creer que es el mismo Señor Jesús quien está presente de forma verdadera, real y substancial bajo la apariencia del pan.