“OH DULCE CORAZÓN DE MARÍA SED LA SALVACIÓN MÍA”
Fuente: primeroscristianos.com
“María guardaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51). El Corazón de María dio su sangre y su vida a Jesús Niño, pues aunque la generación de Jesús, se realizó por obra del Espíritu Santo, pasó por las fases de la concepción, la gestación y el parto como la de todos los hombres.
Sábado de la 3ª semana de Pentecostés

1. La maternidad de María no se limitó al proceso biológico de la generación, sino que contribuyó al crecimiento y desarrollo de su hijo, y como la educación es una prolongación de la procreación, indudablemente que el Corazón de María educó el corazón de su Niño, y le enseñó a comer, a hablar, a rezar, a leer y a comportarse en sociedad.
Ella es Theotokos no sólo porque engendró y dio a luz al Hijo de Dios, sino también porque lo acompañó en su crecimiento humano. Si en Jesús reside la plenitud de la divinidad, parece que no tenía necesidad de educadores. Pero el Hijo de Dios vino al mundo en una condición humana totalmente semejante a la nuestra, excepto en el pecado (Hb 4,15).
Y como todo ser humano, el crecimiento de Jesús, desde su infancia hasta su edad adulta (Lc 2,40), requirió la acción educativa de sus padres. El evangelio de san Lucas, particularmente atento al período de la infancia, narra que Jesús en Nazaret se hallaba sujeto a José y a María (Lc 2,51). Luego Jesús estaba abierto a la obra educativa de su madre y de José.
Causa de nuestra alegría

2. Los dones especiales de que María estaba dotada, la hacían especialmente apta para desempeñar la misión de madre y educadora. En las circunstancias concretas de cada día, Jesús podía encontrar en ella un modelo para seguir e imitar, y un ejemplo de amor perfecto a Dios y a los hermanos. Desempeñando la función de padre, José cooperó con su esposa para que la casa de Nazaret fuera un ambiente favorable al crecimiento y a la maduración personal del Salvador.
Al enseñarle el duro trabajo de carpintero, José insertó a Jesús en el mundo del trabajo y en la vida social. María, junto con José, quien introdujo a Jesús en los ritos y prescripciones de Moisés, en la oración al Dios de la alianza con el rezo de los salmos y en la historia del pueblo de Israel, centrada en el éxodo. De ella y de José aprendió Jesús a frecuentar la sinagoga y a realizar la peregrinación anual a Jerusalén por la Pascua. La obra educativa de María fue muy eficaz y profunda, pues encontró en la psicología humana de Jesús un terreno muy fértil.
La misión educativa de María, dirigida a un hijo tan singular, presenta características particulares con respecto al papel que desempeñan las demás madres. Ella garantizó las condiciones favorables para que se pudieran realizar los dinamismos y los valores esenciales del crecimiento, ya presentes en el hijo. El hecho de que en Jesús no hubiera pecado exigía de María una orientación siempre positiva, excluyendo intervenciones encaminadas a corregir y ayuda a su Hijo Jesús a crecer, desde la infancia hasta la edad adulta, «en sabiduría, en edad y en gracia» (Lc 2, 52) y a formarse para su misión.
María y José aparecen, por tanto, como modelos de todos los educadores. Los sostienen en las grandes dificultades que encuentra hoy la familia y les muestran el camino para lograr una formación profunda y eficaz de los hijos. Su experiencia educadora es un punto de referencia seguro para los padres cristianos, que están llamados, en condiciones cada vez más complejas y difíciles, a ponerse al servicio del desarrollo integral de sus hijos, para que lleven una vida digna del hombre y que corresponda al proyecto de Dios (Juan Pablo II).

3. Aunque fue su madre quien introdujo a Jesús en la cultura y en las tradiciones del pueblo de Israel, será él quien le revele su plena conciencia de ser el Hijo de Dios, enviado a irradiar la verdad en el mundo, siguiendo la voluntad del Padre. De «maestra» de su Hijo, María se convirtió así en humilde discípula del divino Maestro, engendrado por ella. Jesús empleó los años más floridos de su vida, educando a su Madre en la fe. Tres años de vida itinerante y treinta años de vida de familia. La mejor discípula del Señor, fue formada por el mismo Señor, su Hijo. ¡Qué tierra más fértil la suya para recibir sus enseñanzas! Ella fue la única que dio el ciento por uno de cosecha. “¡Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron! -Más dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la practican” (Lc 11,27).
4. Según Santo Tomás, cuando damos culto al Corazón Inmaculado de María honramos a la persona misma de la Santísima Virgen. “Proprie honor exhibetur toti rei subsistenti” (Sum Theol 3ª q 5 a.1). Cuando se venera un órgano del cuerpo el culto se dirige a la persona, pues sólo ella es capaz de recibirlo. En la devoción al Corazón de Maria el homenaje va dirigido, pues, a la persona de la Virgen, significada en el Corazón. Una persona puede recibir honor por distintos motivos, por su poder, autoridad, ciencia, o virtud; pues, aunque el honor es uno, puede ser diferenciado. Así la Virgen es venerada en la fiesta de la Inmaculada, de la Visitación, de la Maternidad, o de la Asunción, con cultos distintos, porque los motivos son distintos. Por tanto, el culto a su Corazón Inmaculado es distinto, por el motivo, que es su amor.
Un amor siempre presente

5. Todas las culturas han visto simbolizado el amor en el corazón. En el de María, honramos la vida moral de la Virgen: Sus pensamientos y afectos, sus virtudes y méritos, su santidad y toda su grandeza y hermosura; su amor ardentísimo a Dios y a su Hijo Jesús y su amor maternal a los hombres redimidos por su sangre divina. Al honrar al Corazón Inmaculado de María lo abarcamos todo, pues él fué templo de la Trinidad, remanso de paz, tierra de esperanza, cáliz de amargura, de pena, de dolor y de gozo.
6. En cada época histórica ha predominado una devoción. En el siglo I, la Theotocos, la Maternidad divina, como réplica a la herejía de Nestorio. En el siglo XIII, la devoción del Rosario. En el XIX, la Asunción y la Inmaculada. A mediados de ese mismo siglo comenzó a extenderse la devoción al Inmaculado Corazón de María, que ya antes había tenido sus adalides, como San Bernardino de Sena y San Juan de Ávila; y en el siglo XVII, San Juan Eudes.
Gran apóstol del Inmaculado Corazón de María fue San Antonio María Claret, que fundó la Congregación de los Misioneros del Inmaculado Corazón de María. Pero es en el siglo XX, cuando alcanza su cenit con dos hechos trascendentales: las apariciones de la Virgen en Fátima y la consagración del mundo al Corazón Inmaculado de María, hecha por Pío XII el año 1942. En Fátima la Virgen manifestó a los niños que Jesús quiere establecer en el mundo la devoción a su Inmaculado Corazón como medio para asegurar la salvación de muchas almas y para conservar o devolver la paz al mundo.
Santa Jacinta Marto, le dijo a Lucía: “Ya me falta poco para ir al cielo. Tú te quedarás aquí, para establecer la devoción al Corazón Inmaculado de Maria”. También se lo dirá después la Virgen. El año 1942, después de la consagración de varias diócesis en el mundo realizada por sus respectivos obispos, Pío XII hizo la oficial de toda la Iglesia. De este modo la devoción al Inmaculado Corazón de María se vió eficacísimamente confirmada y afianzada.
Y después Pablo VI y, sobre todo San Juan Pablo II, que se declara milagro de María: Santo Padre, le dijeron en Brasil: Agradecemos a Dios, sus trece años de pontificado. Y contestó, tres años de pontificado y diez de milagro. El ha sido el Pontífice que ha acertado a cumplir plenamente el deseo de la Virgen, cuyos resultados se han visto con el derrumbamiento del marxismo y la conversión de Rusia.
¿En qué consiste principalmente la grandeza de María?
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En ser madre de Dios. Algunos han dicho que María es madre de Jesús «en cuanto hombre», pero no de Jesús «en cuanto Dios». Esta distinción es artificial y, de hecho, nunca la hacemos. Una madre es madre de su hijo tal cual es o llega a ser. No decimos que la madre de un presidente, por ejemplo, ha sido la madre de él como niño pero no como presidente o que nuestra mamá sea madre de nuestro cuerpo solamente, pero no de nuestra alma que es infundida por Dios. Nunca hacemos esta distinción; decimos simplemente que es nuestra madre. María es Madre de Jesús. Jesús es Dios. Luego, podemos decir que María es Madre de Dios y en eso consiste fundamentalmente su grandeza.
María, la Virgen humilde y obediente

A veces imaginamos y concebimos algunas páginas del evangelio, demasiado teñidas de azul celeste o excesivamente bañadas en un marcado tinte poético. Sin duda en cierta casa de Nazaret se respiraría un penetrante perfume de paraíso, pero a la vez la vida allí discurriría dentro de una gran normalidad. Y debió desenvolverse con todos los colores. Los colores de todos los días. Grises también.
La vida de la Santísima Virgen se vio salpicada de eventos extraordinarios. Es verdad. Pero la mayor parte transcurrió de un modo muy ordinario y sencillo. A blanco y negro. Incluso esos episodios sublimes y grandiosos, María los debió vivir con la humildad y sencillez habituales en Ella.
María tenía motivos más que suficientes para crecerse, engreírse, reconocerse superior a sus semejantes. Se vio adornada de dones y gracias que excedían con mucho a los de las demás personas. Recibió privilegios que la situaban muy por encima de los más privilegiados de este mundo. Sin embargo, Ella vivió siempre y en todo momento con una humildad y simplicidad que nos llenan de asombro.
“Su humildad -dirá San Juis M. Grignion de Montfort- fue tan profunda que no tuvo en esta tierra otro deseo más fuerte y más continuo que el de esconderse a sí misma y a todos, para ser conocida únicamente por Dios”.
Basta contemplarla en algunos de los momentos que conocemos de su vida para percatarnos de ello.
Humildad en su infancia.

Humildes fueron sus padres. Según una antigua tradición, de la que hay constancia ya desde el siglo II, fue hija de Joaquín y Ana. Dos personajes que, de no haber sido los padres de María, hubieran pasado desapercibidos para todo el mundo. Eran originarios de Nazaret, pequeña aldea de Galilea a unos 170 kilómetros de Jerusalén.
A decir verdad, no conocemos más que esos escasísimos datos de la humilde niñez e infancia de María. Es de suponer que vivió esos años preciosos en la más absoluta normalidad. Una niña más de un pueblo desconocido. Pero que debió llenar de gozo a todos cuantos la trataron por su sencillez y alegría contagiosas.
Humildad en el momento de la Anunciación

Es admirable ir comparando cada frase del anuncio del ángel del Señor y la reacción de María. Él la llama “Llena de gracia…” y Ella se turba, se sonroja. Él le asegura: “has hallado gracia delante de Dios”; es decir, le has encantado a Dios… Y Ella agacha su cabeza más ruborizada aún.
El mensajero celeste continúa anunciando grandezas sublimes: “Tu Hijo será grande; será llamado Hijo del Altísimo… Reinará sobre el trono de David, y su reino no tendrá fin..”. Y a Ella no se le ocurrió contestar: “he aquí la Vara de Jesé, he aquí la Flor de Cades, he aquí la Turris eburnea”; ni tampoco “he aquí la Reina de Israel” o “la Madre del Altísimo…” No se le ocurrió despedir al ángel diciéndole con ese típico aire de altivez: “Gabriel, puedes retirarte de mi presencia. Comunicaré mi decisión directamente al Altísimo, cuando lo juzgue oportuno, después de pensarlo mejor”. No. María dijo sencillamente: “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”.
Y a partir de ese momento, a eso se dedicó. A comportarse como esclava, siendo Reina. Se puso a reinar sirviendo. De hecho lo primero que hizo fue irse de prisa a servir y ayudar a su prima Isabel que estaba en cinta.
Humildad en la visita a su prima Isabel

Antes de nada sería interesante prestar atención al viaje hacia la región montañosa. No viajó como una Reina. No dispuso de carroza y ni estuvo rodeada de pajes que la atendían… Claro que no. La mayor parte del trayecto lo hizo, sin duda, a pie (y era más bien largo: varios días de camino). Además, iba -dice el evangelio- “con presteza”, con prisa. Prisa por servir. No iba de excursión, ni aprovechó para hacer turismo…
Tras el duro viaje -que se hizo más llevadero al saber a quién llevaba en su seno-, por fin llegó María a casa de Isabel. Cuando se saludaron, de nuevo se puso a prueba su humildad ante las palabras de su prima: “de dónde a mí que la Madre de mi Señor venga a verme”. Aquello fue como para recordarle a María quién era Ella… Pero, por lo visto, se le olvidó de inmediato. Su corazón no conoció ni el más leve orgullo. Pemán lo ilustra con esta acertada comparación: “Si tuviera lengua la fuente cuando la embellece el sol de una clara mañana, ¿qué orgullo habría en que la fuente dijera, con aire de canción, que magnificaba al sol porque la había llenado de luz?… María magnificó al Señor”. Devolvió a Dios con su Magnificat los honores y glorias salidos de la boca de Isabel y se puso a servir.
Sí, la Madre de Dios, la Madre del Señor, de sirvienta. Y no lo hizo girando órdenes al personal de servicio. No lo hizo dando instrucciones con guantes de seda blancos. No, no. A mano limpia. Barriendo, fregando, cosiendo, yendo por agua a la fuente del pueblo, o llevando la basura a tirar al barranco… Quitando a su prima de las manos los platos sucios para lavarlos Ella, la ropa sucia para tallarla en el lavadero junto al río, las prendas rotas para zurcirlas…
En Isabel, que sabía quién era María, mortificada… Pero María a lo que iba… a servir… y no a ser tratada como la Madre del Señor de cielos y tierra. No. Nunca aprendió María a distinguir bien cuáles son esas cosas que no pueden hacer las señoras y esas cosas que sólo pueden hacer las sirvientas. En María descubrimos que el prójimo (su prima o quien sea) es más importante que Ella, hasta el punto de dedicarle su tiempo y su vida, incluso estando como estaba en el centro de la historia porque llevaba en sí al Señor de la misma.
¡Qué sencilla y humilde, la Virgen, nuestra Madre! Su dignidad y grandeza las manifestó en un amor hecho servicio sencillo y alegre.
En Defensa de María
Por: candy@dulcecorazóndemaria.com

María es la creatura más perfecta de Dios. La creatura más humilde y con más caridad que existe y existirá por los siglos de los siglos. María fue la mayor responsable por la elección de los cuatro Evangelistas, ellos recibieron una determinación suya: “Conviene que yo me desaparezca, y que mi Hijo sea elevado.” Ellos quedaron muy tristes con eso, porque les gustaría de hablar mucho a su respecto, porque debido a los ruegos de María a su Hijo, los apóstoles recibieron innumerables gracias. Ellos sabían del inmenso poder que la Santísima Trinidad le había concedido. En realidad, María tenía dones extraordinarios, mientras tanto, por humildad no hacía uso de sus dones.
Para que tengamos una idea, María fue la creatura más inteligente, que jamás existió en la tierra, y aún así, es de asombrar lo cuanto nuestros hermanos protestantes insisten en hacer de ella una creatura inferior. Por cuál razón hacen esto? Eso acaso le agrada a Jesús? Realmente agrada a Jesús, ver como hablan mal de Su Madre? Hay por ejemplo iglesias evangélicas que le llaman de “vaca”. Podemos imaginar ofensa tan grande? Entonces su Jesús es un buey? He aquí el estado a que algunos han llegado! Porqué tanto odio? Eso solamente le agrada a satanás, el eterno enemigo de esta Mujer insuperable! Ósea, la mayor ofensa que alguien puede hacerle a Jesús, es denegrir la imagen de Su Madre Santísima. Entonces, solo denigre y ataca a María, todos aquellos que se dejan engañar por satanás, inventando tantas calumnias sobre Ella.

Imaginemos pues que María sería una mujer vulgar como muchos afirman, (aunque no lo es). O que ella no sea tan elevada como nosotros católicos la hacemos. Póngase usted en el lugar de Jesús: De qué modo le gustaría que los hombres aceptasen a su Madre? Por la casi meretriz de algunos, o por una Virgen, concebida sin pecado original, que jamás cometió pecado algún, purísima, castísima e inmaculada, intocada por hombre algún, como ella realmente lo fue como nosotros los católicos la veneramos? Usted es quien responde, pero sea sincero. Entonces, y justamente por esa razón yo prefiero dignificarla al extremo, porque al hacerlo, también dignifico y valoro a Su Hijo, ad infinitum…
Jesús ha dicho: “No juzguéis, para que no seáis juzgados!” Si ustedes no conocen María, ni la fibra de sus vestes, como la juzgan tan duramente? Solo porque no permitió que en los Evangelios no se escribieran sus hechos increíbles en pro de la Iglesia que apenas empezaba a nacer? Por esto la hacen imbécil? Porqué insisten tanto en hacerla insignificante, si por intermedio de los siglos, por su intercesión, la Iglesia creció fuerte e indestructible? Pues, probablemente ya varias veces Dios se arrepintió de haber criado el hombre, especialmente a todos aquellos que, insanamente, insisten en macular lo que El tiene de puro, y denegrir a quienes Dios tiene por santos.
Muchas denominaciones acusan los católicos de idolatría, de cuál ser la razón de pedir la intercesión de la Virgen si uno puede hablarle directamente a Jesús el único intermediario, y preguntan con ironía: por casualidad El estará muy ocupado para no prestarnos atención?

La respuesta es simple. María y Jesús están tan íntimamente conectados en el Amor Eterno, que es imposible separarlos. Qué nos ha remido? La Sangre de Cristo! De donde vino la Sangre de Cristo? De María Santísima! Muestren uno solo pasaje de la vida de Jesús, en que María no estuviera presente con el Hijo! Negar que la Sangre de María sea la misma sangre de Jesús, es transformarlo en un bastardo. Si el Jesús de ellos no es Hijo de la Virgen María – La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel – si no es este, es otro jesús, un bastardo cualquiera, y no estamos hablando de la misma persona. Ósea, en la ansia de demonstrar la mentira, muchos terminan enredándose en su propia red. Negar lo obvio es pegarse un tiro en la cabeza!
Acaso los protestantes nos podrán enseñar un solo ejemplo en la historia, donde una madre fue capaz de subir al calvario viendo su Hijo sufrir de modo tan cruel? NUNCA podrán encontrarse tal creatura y eso simplemente demuestra bien la estricta e inseparable conexión amorosa que existía entre ellos. Cuál sería la madre que pudiera seguirle a su hijo en el mismo camino? Nadie en la tierra pudiera hacer eso! Nadie en la tierra tendría la fortaleza espiritual de María, para poder soportar eso sin que se desmayara, gritar, se descabellar… Morir! Acaso María reaccionó así? No, y simplemente por eso, ella fue la única Mujer en la tierra, capaz de pasar por tal prueba sin caer en el desespero, porque con humildad y obediencia aceptó la muerte del Hijo, pues el Padre así le pedía.

A una Madre tan extremada, alguna vez Jesús, que es Dios, puede negarle algo? No, Dios no está muy ocupado para prestarnos atención. El problema es que a Él le gusta atender por intermedio de María, pues para eso nos la dio por Madre. Hay que entender que, Dios actúa de esa manera, porque eso fustiga el infierno. María es – no servirá de nada negarlo – la mujer que aplastará la cabeza de la serpiente (Gn 3,15), por el poder, y por la misión que recibió de Dios! Es por eso que Dios la hizo llena de gracias. Es por eso que ella tiene tantas gracias. En fin, necesitaríamos de un tiempo más largo para decir más cosas sobre el misterio de María. Pero si cada protestante, cada evangélico, leyera el libro Mística Ciudad de Dios, seguramente entendería este misterio. Una lástima!
Todos pecaron, con excepción de María, que nació sin pecado original y NUNCA pecó en toda su vida. Porque JAMÁS, demonio algún, ha llegado cerca de ella, ni a la distancia de mil años luz. El infierno JAMÁS ha tenido poder alguno sobre esta fantástica creatura. Cómo pueden decir que es LLENA DE GRACIAS, si le niegan las gracias más elementales? Acaso pueden negarle a Dios el poder de crear una Mujer tan especial, única, perfecta para ser el receptáculo de igual modo especial único y perfecto de Su único Hijo? Como pueden imaginar, un Dios, purísimo, perfectísimo, naciendo de una pecadora? Por cuál razón, insistir y casi exigir a fuerzas que ella se ha prostituido después de engendrar en su vientre el Hijo de Dios, sino para llevar adelante la polémica, o para ofuscar la verdad dándole alegrías a Satanás, su poderoso enemigo? Ósea por el simple gusto de contiendas, como lo dice San Pablo? María fue siempre, totalmente, por entero de su Jesús y Dios y de nadie más. Su vida fue por entero para El, si, como Madre extremada, pero sobretodo como humilde y fiel sirviente.

Nuestra Madre, María – escuchen bien – era tan fantástica dotada por Dios, que ella, tenía entre muchos dones, el don de la clarividencia, y por este don, delante de sus ojos, de sus oídos y de su corazón, cada acto de Jesús, cada pensamiento de Él, cada sufrimiento de Él, ella lo veía, sentía, y ora sufría ora se alegraba con su Hijo, por donde quiera que El estuviera. Cuando lo prendieron en el Huerto, ella asistía todo, de su cuartito de oraciones. Cuando le han flagelado horrorosamente en la casa de los sumos sacerdotes, por horas seguidas, ella, sin salir de su cuarto en oración, veía todo, y místicamente sentía las mismas cosas. Nada se le escapaba, ni siquiera los pensamientos del infierno con sus tramas.
Mientras aquellos verdugos maltrataron a Jesús, rasgándole su integridad, como era costumbre en aquella época, María, usando de su imperio de Reina, sin salir de su local de oración, donde se encontraba de rodillas, no solo evitó que eso fuera avante, sino también ha fulminado al demonio que sugestionó ese odioso crimen al verdugo, colocándolo en lo más profundo del infierno. Allá ha quedado por 8 días seguidos sin poder salir, entre los más terribles tormentos jamás vividos por un ser. Al punto de ningún otro demonio osar sugestionar eso, o cosa parecida a otro verdugo. Ósea, a ninguna otra creatura en la tierra, Dios jamás ha concedido tal fuerza, tal poder y tal imperio sobre el infierno. Así, desmerecer María, es desmerecer a Jesús, porque Ellos forman una perfecta simbiosis , única e inseparable, indestructible, anqué mil infiernos y mil sectas le ataquen!
Dice María: “Mi alma canta la grandeza del Señor, y mi espíritu se estremece de gozo en Dios, mi salvador”. Porque razón entonces necesitaría de un Salvador si ella no ha pecado?

Eso, solamente demuestra bien la EXTREMA HUMILDAD de María. Lo dijo, porque aunque no lo sea, se creía una gran pecadora. Que humildad sería esta, si ella se creyera santa? María JAMÁS quiso ser diferente de nadie, ni nunca quiso ser más que nadie. Ella siempre fue la menor, la más pequeña, la más humilde, la esclava de las vírgenes del templo, donde ha ingresado a los tres años y medio, y donde era solamente la asistente, la sirviente. Y justamente por esta razón es que ella no permitió que se contara sobre ella, en los Evangelios, nada más allá del estrictamente esencial, que es lo que tenemos hoy, en los cuatro pasajes en los cuales es mencionada. O usted cree que todo lo que Jesús hizo, o María están en los evangelios? Acaso, San Juan no dijo, que Jesús hizo también muchas otras cosas, si se las relata detalladamente, no bastaría todo el mundo para contener los libros que se escribirían? (Jo 21,25).
Por favor basta ya de desmerecer, porque quien lo hace comete una falta grave. Usted que está leyendo esto debería tener un amor entrañable por ella, así como ella lo tiene por usted. Debería enorgullecerse de que una MUJER, como su madre, haya recibido tan grandes gracias y poder. El primer hombre que le va enseguida, es José. Pero asimismo está años luz atrás de María Santísima.
Un evangélico afirma: Cuanto a la palabra, PRIMOGÉNITO: Significa el primero de muchos (y no unigénito – que es único) Mateo 1.24-25: José, despertando del sueño, hizo como el ángel del Señor le ordenara, y recibió a su mujer y NO LA CONOCIÓ HASTA QUE dio a luz a su hijo, el primogénito; y le puso el nombre de Jesús.
Negativo! La frase correcta es así: Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa, y sin que hubieran hecho vida en común, ella dio a luz un hijo, y él le puso el nombre de Jesús.
Ósea, quien ha confeccionado la “versión” escamoteada de su Biblia, desvirtuó a propósito, estos dos versículos – entre muchos – justamente para poder, desmerecer, y difamar María Santísima. No existen versiones de la Biblia, existe una solamente, verdadera y completa. Infelizmente incluso hasta entre los católicos existe esta tendencia de cambiar lo que la Vulgata de San Jerónimo – base de todas las Biblias del mundo – tiene de tan precioso. Y más…

Acaso una madre puede tener a un primer hijo, que no sea un primogénito? Yo, por casualidad soy también primogénito entre doce hijos. Acaso soy bastardo? Si así es como los evangélicos se imaginan, yo me pregunto: Dónde estaban esos cobardes hermanos de Jesús, de los cuales hablan, y que no estaban con Él a los pies de la Cruz. Que no lo han acompañado en el dolor. Que no hicieron nada en Su defensa. Qué especie de rieles predicador era este “Jesús” incapaz de convertir sus propios hermanos? Del mismo modo María. En su concepto, ella fue capaz de educar su Hijo para el Calvario, pero fue incapaz de educar sus demás hijos, para que no fueren cobardes, pusilánimes, y que huyen. Quién sabe si también no han sido otros Caínes, ayudando a matar a su hermano? Acaso Jesús, si realmente tuviera hermanos de sangre, necesitaría de decirle al discípulo Juan: He aquí tu Madre? Acaso necesitaría Él de decirle a María refiriéndose a Juan: He aquí tu hijo? No! Pero antes diría: Mi hermano X cuida de nuestra Madre! Ósea, fue en los pies de la Cruz, que nosotros católicos aceptamos María como Madre y para siempre, a pedido de Jesús. Porque estábamos también con ellos a los pies de la Cruz. Y no huimos! Y dónde estaban los que no aceptan, aún hoy, esta bendita filiación?

Esto significa que, quien rechaza María la cual Jesús nos ha ofrecido como Madre, es porque sería uno de esos hipotéticos hijos, y que así como muchos han huido. Rechaza también, la divina filiación, pues rechaza ser hermano de Jesús. En todo caso, se los protestantes se intitulan de estudiosos de la Biblia, deberían de saber que en hebraico, no existe la palabra “primo”, así que todos son llamados por el término de hermano. Pues bien, San José era el tercer hijo de una familia con seis hijos. En verdad sus padres no eran gentes muy santas, y cuidaban mal de sus hijos. De igual modo sus otros cinco hermanos eran relapsos, y además lo trataban con hostilidad, y originó con que José saliera de casa. Solo él se diferenciaba de los demás hermanos, era bueno, casto, amigo, trabajador y sumiso, tanto que en el tiempo de sus nupcias con María, vivía solo, en un lugar no muy lejos de Samaria. De su parte, aún así, no consta que existieran parientes entre los discípulos de Jesucristo. ((Son mencionadas, solamente dos hijas de los hermanos de San José: Salomé, y Susana de Jerusalén))
Vamos entonces considerar, solamente la parte familiar de Nuestra Señora. Ella tenía apenas una hermana, veinte años mayor que ella, se llamaba María Heli. Ésta tenía cuatro hijos (3 varones y 1 mujer), por lo tanto parientes (primo-hermano) de Jesús: Tiago, Sadah y Eliachim! Y María Cleophas! Ésta, con su primer esposo Alfeo tuvo tres hijos: Judas Tadeo, Simón, y Tiago el menor, y una hija llamada Susana. También Alfeo, que era viudo, tuvo de su primer casamiento un hijo, llamado Mateo. María Cleophas de su segundo matrimonio, con Sabás, tuvo un hijo de su nombre José Barsabás. Éste fue el mismo que en la Biblia es citado juntamente con Matías, cuando le eligieron para ocupar el lugar de Judas Iscariote, el traidor.
Y hay más! María Cleophas de su tercer casamiento con Jonas, tuvo un hijo llamado Simeón, que después de la muerte de Tiago Menor, hermano suyo del primer casamiento de su madre, le ha sucedido como segundo obispo de Jerusalén. Ósea, todos estos, hijos de María Heli (hermana de Nuestra Señora) y de su hija María Cleophas (Sobrina de Nuestra Señora) a saber, Judas Tadeo, Simón, Tiago Menor y Mateo, se convirtieron en apóstolos de Jesús, y solamente estos son llamados de hermanos de Jesús. Donde está la duda?

Es decir, de entre los doce apóstoles, Jesús escogió a cuatro primos, y a otros parientes entre los setenta y dos, y ha puesto de parte sus “supuestos” bastardos, y renegados hermanos de sangre? Qué clase de Jesús, renegado es este de los protestantes? O qué clase de renegados serían estos “hijos” de la María de ellos, al punto que ni siquiera mereciesen ser escogidos para discípulos de su hermano de Sangre? O que sean al menos mencionados en la Biblia? Cuales otros nombres constan de los Evangelios, que puedan ser nombrados como hermanos de Sangre de nuestro Señor Jesucristo? Que nos digan, cuáles son? Donde están? Si no encuentran, es porque no existen!
En Mateo 12,46-50, está relatado el episodio que es el motivo de tanta confusión entre muchas sectas. Que contestó Jesús cuando le dijeron que sus hermanos estaban allá? El dijo: ¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?… todo el que hace la voluntad de mi Padre que está en el cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre. Ósea, aquellos que dicen que buscan hacer la voluntad del Señor de la mejor manera, es también un hermano(a) de Jesús. O no es así? Y yo pregunto: Acaso los sectarios son también hijo(a) de María Santísima, la Madre de Jesús? O no? No, eso ellos no lo quieren ser, ni por adopción! Sin embargo eso explica claramente, todos los escritos a este respecto. Solamente no entiende, quien no quiere. No percibe esto solamente quien quiere polemizar por el gusto de querellas y discordias.
Infelizmente, después de Lutero, han surgido millares de versiones de la Biblia, cada cual con su verdad, su modo de ver, de tal manera que hoy el Evangelio está completamente dilacerado, destorcido y vilipendiado. Se estima que existan hoy en el mundo cerca de 50 mil denominaciones dichas cristianas, y mitad de ellas, deberán poseer biblias diferentes unas de las otras. Oh! Cuánta confusión esto ya generó! Cuantas “verdades” ya inventaron los hombres! Hasta cuándo, Señor?

En resumen: María fue virgen antes del casamiento, durante el casamiento, y continuó siendo virgen después del nacimiento de Su Hijo, puesto que JAMÁS fue tocada por hombre alguno. Ni tampoco por José, que, además a los doce años había hecho un voto perpetuo de castidad, cosa que cumplió. Inclusivamente, después de que le fue revelado en sueños la verdadera identidad de María, como Madre del Hijo de Dios, jamás siquiera tuvo cualquier deseo carnal con relación a Nuestra Señora, por quien mantenía una veneración a toda costa.
He aquí porque en la jerarquía celestial – como afirmé – solamente existan dos creaturas que están por encima de San Miguel Arcángel, el príncipe de las milicias celestiales, y el más “poderoso” ángel del Cielo: José y María! Sin embargo, María es casi infinitamente superior a José, que es denominado vice-rey del cielo. Imaginen ustedes, entonces, la potestad que es la Reina María! Es por eso que hice la afirmación arriba, y no la retiro, incluso por miedo de rebajar aquella que fue la creatura humana más amada por Dios y que jamás va existir otra igual en todo universo. Haciendo eso, solamente dignificó al Dios que ella engendró!
Por último, María durante el tiempo que vivió en Jerusalén, rezaba la Vía Sacra y subía el Calvario tres veces al día, sufriendo místicamente los mismos dolores de su Hijo. Ella a veces se quedaba 72 horas de rodillas, sin levantarse, en los momentos más difíciles del inicio de la Iglesia.
En verdad, creatura alguna, pasó tantas horas en esta tierra rezando como lo hizo Nuestra Madre. Es eso que la hace tan poderosa ante Dios. Es ésta la razón porque brotaron ilimitadas gracias que ella tiene.

Qué es una gracia? Gracia es una especie de pequeño favor, de pequeño tesoro, que alguien logra, o gana, o tiene, para “cambiar” favores con Dios. Ósea, en atención de estas gracias, Dios, en su benevolencia, concede los favores que cree justo, de acuerdo con Su Santa Voluntad y Su infinita Misericordia. De tal modo María es llena de gracias, que Dios no le niega nada.
Ella, realmente vivió solamente para su Hijo y su Dios, en extrema humildad, en sencilla pobreza, en absoluta sumisión. Todo esto por su libre voluntad, porque en verdad, Dios le dio la libre opción de ser riquísima de bienes materiales si quisiera, también ser poderosa y reina en medio de los hombres – si fuera de su voluntad – y aún así, ser reina en el Cielo. Pero si ella hubiera escogido eso, por cierto que en el cielo estaría solamente un poco arriba de los ángeles comunes. Quien sabe al lado o abajo de San José. Así, porque optó por la extrema humildad, ella está por encima de todos los Santos y Ángeles, solamente por abajo de la Santísima Trinidad, ósea, es la primera de rodillas ante el trono del Altísimo, del cual está “a un toque de manos”. Porque Dios no permite que lo encontremos en el aparente lado del orgullo y de la grandeza, pero antes y solamente en el extremo opuesto, de la humildad y de la absoluta pequeñez.
Resumidamente, no es posible para alguien, de una Iglesia que apenas empieza, venga a entender el Misterio de María. Este misterio rebasa la inmensidad de los siglos. La María de las miles de sectas no es la misma que la mía. No estamos hablando ni en el mejor de los casos de la misma creatura. Por eso, si no pueden entender, que aguarden! En el momento que explote el gran Aviso de Dios, estos – si aún estuvieren vivos, y si van a seguir vivos después del susto que van a tomar, al momento que comprendan el verdadero Jesús y a la verdadera María de la Iglesia Católica – saldrán corriendo a los brazos de María, así como yo lo hago hace ya varios años. Porque ésta María de las sectas, pecadora, inferiorizada, nunca existió! En suma, quien la hace común, y menos que eso, también tiene un Jesús común y menos que eso.
Les hago un reto: Que lean una secuencia de 12 textos sobre un exorcismo ocurrido en 1975/1978 con la autorización del Papa Pablo IV.
Cinco de los demonios que estaban en una sola mujer, por el poder del Cielo, al momento del exorcismo, fueron obligados por la Santísima Trinidad, a decir la verdad en el nombre de la Iglesia.
Mediante estos textos podrán verificar lo que ellos dijeron sobre María Santísima, a pesar del odio extremo. Y si ellos, que son maléficos, dicen tales cosas, tan deslumbrantes cosas, como calificamos estos hombres que la destratan tanto? Entonces podrán tener una idea de quién es esa Mujer que surge como la aurora, bella como la luna, resplandeciente como el sol, imponente como escuadrones con sus insignias? (Cantares 6,10).
Entonces sabrán, que la Santísima Trinidad por Su voluntad le dio el poder a María Santísima para derrotar el infierno.

Será Ella, quien aplastará la cabeza de Satanás. No por su poder, pero por el poder de Dios, por intermedio de María. Comprendan: Para el Altísimo y Omnipotente, bastaría simplemente olvidar que el infierno existe, para que, los demonios dejasen de existir. Lucifer sabe que contra Dios no puede nada, ni él ni el infierno entero. Pero este orgulloso monstruo, jamás aceptó someterse a María, una mujer. De este modo, si al final satanás será derrotado por una simple mujer, justo aquella que él más despreció – el demonio desprecia todas las mujeres por considerarlas inferiores – será para él un castigo tremendo. Jamás, por toda la eternidad, él se conformará de haber salido derrotado por María. Pero si fuera derrotado directamente por Dios, terminaría un día por aceptar eso, y sufriría menos.
En las apariciones de Fátima, en 1917, ella previó que en el final triunfaría. El triunfo de María es el triunfo de la Eucaristía, que los sectarios infelizmente tampoco acogen. Una lástima! Cuántas cosas los sectarios – y nuestros millones de católicos fríos y tibios – se pierden por no comprender. De hecho, un día una señora protestante, que saliera años antes de la Católica, a quien le expliqué el verdadero sentido de la Eucaristía, del Santísimo Sacramento, me comentó personalmente: Si yo supiera de antemano todo esto, jamás hubiera dejado la Iglesia Católica! En verdad, si, ellos no saben lo que hacen!
Bueno, escribí mucho y no sé si servirá de mucho. Pero hice mi parte, y pido perdón si he ofendido a alguien. Pero no es mi intención, solamente es defender con énfasis la verdad, como siempre lo hago. No puedo huir a esa tarea!
Una última cosa! Muchos sectarios afirman: “Jesús no vino a fundar una religión, sino a establecer una relación con el hombre”.
Perdónenme pero creo que he perdido mi tiempo. Yo hablaba de un Jesús que es Dios, y que ha fundado una única religión – la del Amor – con uno solo Evangelio, con una sola Biblia, mientras los sectarios hablan de un jesús con el cual “se relacionan”. En qué parte se ha visto alguien solamente relacionarse con Dios? Para mí, o se adora a Dios, humildemente, pero con toda las fuerzas de nuestro corazón, de nuestra alma, de nuestro pequeño entendimiento, y se cumple fielmente Su doctrina (única también), o entonces todo no es más que un simple hobby, o una pobre ilusión. Si no existe adoración, para qué Dios? De todos modos, les deseo todo de bueno, en la Paz de Cristo.
LETANÍAS DE LA VIRGEN
Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios, Padre celestial,
ten piedad de nosotros.
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,

Santa María,
ruega por nosotros.
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la divina gracia,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,

Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Madre de misericordia,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,

Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
ORACIÓN.
Te rogamos nos concedas,
Señor Dios nuestro,
gozar de continua salud de alma y cuerpo,
y por la gloriosa intercesión
de la bienaventurada siempre Virgen María,
vernos libres de las tristezas de la vida presente
y disfrutar de las alegrías eternas.
Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
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