Vida del glorioso Patriarca San José Esposo Purísimo de la Gran Madre de Dios y Padre Adoptivo de Jesús, manifestado por Jesucristo a su esposa predilecta, María de Jesús, y que Él mismo le ordenó que la escribiera y con la obediencia de quien dirige su espíritu. 23 de Enero de 1736.

Revelaciones sobre la Vida de San José. Vidente: Hna. Mª Cecilia Baij (1694-1766) Monasterio Benedictino de MONTEFIASCONE, Italia
Presentación en el Templo
Al cumplirse los días establecidos por la ley para las mujeres que debían purificarse, fueron los padres de nuestro José a Jerusalén, la madre para purificarse, y para ofrecer a su niño y luego rescatarlo, como estaba prescrito en la ley.
Ellos llevaron grandes regalos al Templo: no solamente lo que los otros acostumbraban a Llevar, sino mucho más, en acto de agradecimiento por el beneficio recibido de Dios de la suspiraba prole.
En este viaje nuestro José manifestó una insólita alegría y jovialidad de rostro, que fue muy bien advertida por sus padres, de modo que ellos también se llenaron de consuelo al ver a su pequeño niño tan alegre y dichoso.
Entendían muy bien como la Gracia divina se iba difundiendo en el alma de su hijo, y que, si tanto obraba en esa tierna edad, tantos mayores progresos habrían hecho con su crecimiento. De esto daban gracias al Altísimo y tenían motivos para aumentar en ellos el amor y gratitud hacia Dios, y para dedicarse siempre más en la práctica de las virtudes.

Al llegar al Templo, se purificó la madre de San José, y en ese acto recibió grandes luces de Dios, por medio de las cuales conoció más claramente cómo Dios había enriquecido de dones a su hijo. Lo presentó al sacerdote, y el sacerdote, al recibirlo en sus brazos y presentarlo y ofrecerlo a Dios, experimentó una insólita alegría y consuelo en su espíritu, y fue iluminado por Dios, interiormente, y conoció cómo era querido por Dios ese niño que él le presentaba.
Nuestro José acompañó el ofrecimiento de sí mismo a Dios, entregándose totalmente a Él y de buen corazón. En este acto abrió los ojos hacia el cielo y se quedó durante todo el tiempo en una posición como abstraído y absorbido en Dios. Recibió entonces de Dios la Gracia santificante con una clarísima luz para reconocer el noble y sublime Don, que Dios gratuitamente le hacía en el acto, en el cual el todo se había entregado a Dios.
Después de haber conocido el gran Don se mostró agradecido a su Dios y lo agradeció cariñosamente. Sus padres rescataron al hijo con las acostumbradas monedas que se daban para ello, el sacerdote, al devolver al hijo a la madre, dijo que lo criara también alegremente y tuviera un cuidado particular, porque había conocido que ese niño era muy querido por Dios y que será un gran hombre, que causará un consuelo a quien lo hubiese tratado por la noble condición natural que se vela en él.
Y esto se cumplió, porque no solamente causaba consuelo a quién trataba con él, sino que también se beneficiaban sus fieles devotos, puesto que Dios lo había destinado como abogado de los moribundos, como se dirá en su lugar, sirve a todos estos de gran consuelo y alivio en sus agonías.

Después de haber recibido al niño, sus padres rindieron gracias a Dios, llorando con el afecto tierno y jubiloso de sus corazones, y se lo llevaron a su pueblo como un tesoro y un regalo sublime que Dios les había dado. Nuestro José estaba todo tranquilo y como ensimismado, haciendo actos de agradecimiento a su Dios, gozando y alegrándose por la Gracia recibida, por medio de la cual iba haciendo grandes progresos en el amor hacia su Dios, creciendo siempre a pasos de gigante en la virtud.
Y aunque en esa tierna edad no le fuera permitido practicar esas virtudes que tanto amaba, a pesar de todo las iba desde entonces practicando con el deseo, hasta que luego al llegar a adulto las practicó con las obras, obrando siempre con toda la perfección, como se dirá.
Espera… Carismas Sobrenaturales
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