San Joaquín y Santa Ana

La veneración de Joaquín y Ana es antiquísima y ha existido al menos desde el siglo IV.

¿Por qué San Joaquín y Santa Ana (padres de María) son santos?

Fuentes: Melicia Antonio; Vatican News; Enciclopedia Católica y FF.VV

Sabemos que para que una persona sea canonizada tiene que haber aceptado a Jesucristo en su vida, practicar la fe católica y vivir en las virtudes propias. Asimismo, haber realizado algún milagro confirmado. Por tradición conocemos que los padres de María fueron: Joaquín y Ana, a quienes hoy en día conocemos como santos. ¿Por qué? – No se conoce nada de sus vidas – Murieron sin el bautismo – No aceptaron a Jesús como el Mesías.

Un santo es cualquier persona que goza de la visión beatífica de Dios, que está en el cielo. Esta definición puede incluir personas santas del Antiguo Testamento, los cristianos bautizados – sea de agua, deseo o sangre – (vea el Catecismo de la Iglesia Católica 1257-1261) que murieron en el estado de gracia, y los ángeles que nunca se rebelaron contra Dios (que obviamente nunca tenían que ser bautizados ni practicar la religión como los hombres).

La “Letanía de los Santos”, una oración de la Iglesia desde el siglo VI, incluye a los patriarcas y profetas del Antiguo Testamento, los Santos Inocentes, y los arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. El Nuevo Testamento llama también “santos” a los miembros de la Iglesia que viven fieles a la gracia de Cristo (Hechos 9.32; Rm 15,25; Ef. 1,1; Col, 1,2; etc.)

La práctica de venerar a una persona santa, conocida por su virtud, y de pedir su intercesión ahora que está en el cielo, ha existido desde los primeros siglos de la Iglesia. En las catacumbas de Roma, uno puede ver cómo la gente quería ser enterrada cerca de las reliquias de los mártires, siendo que los mártires seguramente habían alcanzado el cielo después de su muerte purificadora. Los nombres de los apóstoles, mártires, y otros santos podían ser mencionados en el canon eucarístico durante la misa, por tanto quedaron “canonizados”, con permiso del obispo. Por muchos años, los obispos tenían la autoridad de canonizar a los santos, pero debido a algunos abusos, los papas reservaron este poder para sí mismos a partir del XII. El proceso fue evolucionando a lo largo de los siglos; hoy en día tenemos el proceso de Siervo de Dios, Venerable, Beato, y Santo.

Para ser canonizado santo, se requieren dos milagros además de la evidencia de haber vivido una vida ejemplar de virtud heróica (después de una conversión fuerte, en algunos casos), o haber muerto mártir. Al canonizar a una persona, el Papa está diciendo que esta persona está con Dios, que su vida es digna de ser imitada, y que se puede pedir su intercesión en la Misa y otros actos litúrgicos de la Iglesia.

La veneración de Joaquín y Ana es antiquísima y ha existido al menos desde el siglo IV. Las fuentes para saber algo de sus vidas vienen a nosotros a través de escritos apócrifos, que aunque no forman parte de la Biblia, no significa que no tienen nada de verdad. Junto con leyendas y cuentos fantásticos, contienen material que provienen de fuentes fidedignas. Es lógico pensar que la Virgen tuvo padres, y que estos padres fueron personas santas.

De hecho, la devoción a Joaquín y Ana siempre ha sido muy ligada a la devoción a la Virgen María; en la Iglesia Oriental celebran las fiestas de Santa Ana después del día de la Inmaculada Concepción y la Natividad de María, dos hechos que ocurrieron en el seno de Santa Ana. Aunque Joaquín y Ana quizás no entendían de todo la misión mesiánica de su pequeño nieto, y es probable que nunca fueran físicamente bautizados por los Apóstoles, no fue obstáculo para que creyeran todo lo que Dios les permitió ver, y que llegaran al cielo. Los Santos Inocentes, San Juan el Bautista, y San Dimas tampoco recibieron el sacramento del bautismo, pero son venerados como santos. Tampoco está claro si los Apóstoles recibieron un bautismo de agua; no lo dice en la Sagrada Escritura. Fueron enviados a bautizar solo cuando Cristo ascendió al cielo.

Poniendo a un lado las cuestiones teológicas, quizás la prueba más grande de la santidad de Joaquín y Ana ha sido la devoción larga, constante y universal a ellos de parte de los miembros de la Iglesia. Este es lo que se llama el sensus fidei, que también indica la verdad de la fe.

En Canadá hay un enorme santuario dedicado a Santa Ana donde muchísimas personas han recibido consuelo, respuestas a sus oraciones, sanaciones y milagros. Como patronos de los abuelos, Joaquín y Ana inspiran a muchos abuelos a vivir santamente y velar por el bien espiritual y físico de sus nietos, pues cada uno tendrá una misión maravillosa en el plan de Dios.

ss. Joaquín y Ana

Sobre Joaquín y Ana, padres de María, no hay referencias en la Biblia y no hay informaciones verídicas; las que nos han llegado hoy se derivan de textos apócrifos como el Protoevangelio de Santiago y el Evangelio del pseudo-Mateo, así como de la tradición.

El descendencia, signo del amor de Dios

Ana parece haber sido hija de Achar y hermana de Esmeria, quien fuera madre de Isabel y por lo tanto abuela de Juan el Bautista. Joaquín es descrito como un hombre virtuoso y muy rico del linaje de David, que solía ofrecer una parte de las ganancias de sus bienes al pueblo y una parte en sacrificio a Dios. Ambos viven en Jerusalén. Casados, Joaquín y Ana no tienen hijos por veinte años. No generar descendencia, para los judíos en aquel tiempo era una señal de la falta de bendición y favor de Dios; por lo tanto, un día, al llevar sus ofrendas al Templo, Joaquín es increpado por un tal Rubén (tal vez un sacerdote o un escriba): indigno por no haber procreado, de hecho, según él no tiene derecho a presentar sus ofrendas. Joaquín, humillado y escandalizado por esas palabras, decide retirarse al desierto y durante cuarenta días y cuarenta noches implora a Dios, entre lágrimas y ayunos, que le dé una descendencia. Ana también pasó días en oración pidiendo a Dios la gracia de la maternidad.

El anuncio del nacimiento de María

Las súplicas de Joaquín y Ana son escuchadas en el cielo; por lo que un ángel se les aparece por separado y les advierte que están a punto de convertirse en padres. El encuentro de los dos en la puerta de la casa de ambos, después del anuncio, se enriquece con detalles legendarios. El beso que la pareja de esposos intercambia fue dado ante la Puerta de Oro de Jerusalén, el lugar donde, según la tradición judía, se manifestó la presencia divina y el advenimiento del Mesías.

SAN JOAQUÍN Y SANTA ANA | Arte religioso, Iconos, San joaquin

Se amplía aún la iconografía de este beso frente a la famosa puerta que los cristianos creen que es por la que Jesús hizo su entrada en la Ciudad Santa el Domingo de Ramos. Meses después del regreso de Joaquín, Ana da a luz a María. La niña es criada en el cuidado amoroso de su padre y de su madre, en la casa que estaba ubicada cerca de la Piscina de Bethesda. Allí, en el siglo XII, los cruzados construyeron una iglesia, todavía existente, dedicada a Ana, que educó a su hija en las artes domésticas.

El culto

Cuando María cumple 3 años, para dar gracias a Dios, Joaquín y Ana la presentan en el Templo para consagrarla al servicio del mismo Templo, como habían prometido en sus oraciones. Los apócrifos no informan nada más sobre Joaquín, mientras que sobre Ana dicen que vivió hasta los 80 años de edad. Sus reliquias fueron guardadas durante mucho tiempo en Tierra Santa, luego trasladadas a Francia y enterradas en una capilla excavada bajo la catedral de Apt. Su descubrimiento e identificación serían acompañados más tarde por algunos milagros.

El culto a los abuelos de Jesús se desarrolló primero en Oriente, luego en Occidente y a lo largo de los siglos la Iglesia los ha recordado en diferentes fechas. En 1481, el Papa Sixto IV introdujo la fiesta de Santa Ana en el Breviario Romano, fijando la fecha de la memoria litúrgica en el 26 de julio, transmitida como día de la muerte. En 1584, Gregorio XIII introdujo la celebración litúrgica de Santa Ana en el Misal Romano, extendiéndola a toda la Iglesia. En 1510, sin embargo, fue Julio II quien introdujo la memoria de San Joaquín en el calendario litúrgico el 20 de marzo, que fue trasladado varias veces a lo largo de los siguientes siglos. Con la reforma litúrgica que siguió al Concilio Vaticano II en 1969, los padres de María fueron «reunidos» en una sola celebración el 26 de julio.

Joaquín (significa Yahweh prepara). 

Una antigua tradición, que arranca del siglo II, atribuye los nombres San Joaquín y Santa Ana a los padres de la Santísima Virgen María. El culto a santa Ana se introdujo ya en la Iglesia oriental en el siglo VI, y pasó a la occidental en el siglo X; el culto a san Joaquín es más reciente. No conocemos de Joaquín y Ana con certeza más que sus nombres y el hecho de que fueron los santos padres de la Madre de Dios. Lo que relatan sobre ellos los libros apócrifos no es todo confiable y es difícil distinguir lo cierto de la leyenda. San Joaquín era venerado por los griegos desde muy temprano. Es el santo patrón de numerosos pueblos en Hispanoamérica, España y las Filipinas. Su festividad, junto a la de su esposa Santa Ana, se celebra el 26 de julio, tras la reforma del calendario litúrgico. Ellos son los patrones de los abuelos.

Ana (del hebreo Hannah, gracia)

Es el nombre que la tradición ha señalado para la madre de la Virgen. Las fuentes son las mismas que en el caso de San Joaquín. Aunque la versión más antigua de estas fuentes apócrifas se remonta al año 150 d.C., difícilmente podemos admitir como fuera de toda duda sus variopintas afirmaciones con fundamento en su sola autoridad.

En Oriente, el Protoevangelio gozó de gran autoridad y de él se leían pasajes en las fiestas marianas entre los griegos, los coptos y los árabes. En Occidente, sin embargo, como ya te adelanté con San Joaquín, fue rechazado por los Padres de la Iglesia hasta que su contenido fue incorporado por San Jacobo de Vorágine a su Leyenda Áurea en el siglo XIII.

A partir de entonces, la historia de Santa Ana se divulgó en Occidente y tuvo un considerable desarrollo, hasta que Santa Ana llegó a convertirse en uno de los santos más populares también para los cristianos de rito latino.

San Joaquín y Santa Ana 】🙌 Santos de Hoy

Grande es la dignidad de Santa Ana por ser la Madre de la Virgen María

Predestinada desde toda la eternidad para ser Madre de Dios, la santificada desde su concepción, Virgen sin mancilla y mediadora de todas las gracias. Nieto de Santa Ana fue el hijo de Dios hecho hombre, el Mesías, el Deseado de las naciones. María es el fundamento de la gloria y poder de Santa Ana a la vez que es gloria y corona de su madre. 

La santidad de Santa Ana es tan grande por las muchas gracias que Dios le concedió. Su nombre significa «gracia». Dios la preparó con magníficos dones y gracias. Como las obras de Dios son perfectas, era lógico que Él la hiciese madre digna de la criatura más pura, superior en santidad a toda criatura e inferior solo a Dios. Santa Ana tenía celo por hacer obras buenas y esforzarse en la virtud.

Amaba a Dios sinceramente y se sometió a su santa voluntad en todos los sufrimientos, como fue su esterilidad por veinte años, según cuenta la tradición. Esposa y madre fue fiel cumplidora de sus deberes para con el esposo y su encantadora hija María. Muy grande es el poder intercesor de Santa Ana. Ciertamente santa amiga de Dios, distinguida sobre todo por ser la abuela de Jesús en cuanto Hombre.

El “abrazo ante la Puerta Dorada de Jerusalén”

Autora: Helena Carvajal González; CARVAJAL GONZÁLEZ, Helena (2017): «Abrazo ante la puerta dorada», Base de datos digital de Iconografía Medieval. Universidad Complutense de Madrid.

Giotto di Bondone, c. 1305, Capilla Scrovegni, Padua

El abrazo forma parte del ciclo de la Vida de la Virgen y fue empleado para representar la concepción milagrosa de María en el seno de Santa Ana. Se trata de un tema apócrifo narrado en el Protoevangelio de Santiago, en el Pseudo Mateo y en la Leyenda Dorada, de amplia aceptación tanto en Oriente como en Occidente, sobre todo en la Baja Edad Media, probablemente por su difusión a través de la última fuente referida. Su proyección en la Edad Moderna será también muy notable.

Según los textos, Joaquín y Ana, personas de edad avanzada, ricas y apreciadas en la comunidad, no habían podido concebir un hijo, lo que para el mundo hebreo de la época suponía un castigo divino. Tras ser San Joaquín expulsado del templo por su falta de descendencia, se retiró al desierto donde ayunó y rezó hasta que un ángel le hizo saber que el Señor había aceptado su ruego. Simultáneamente, Santa Ana recibió la visita de un ángel que le anunció la importancia de su primogenitura. Tras dicho anuncio Ana saldrá a recibir a su marido a la puerta y allí le abrazará. Según Louis Réau, este es el momento en el que la niña es concebida sin ningún tipo de contacto sexual; sin embargo el Pseudo Mateo señala que cuando el ángel avisa a Joaquín, Santa Ana ya estaba encinta. Este instante es el que se va a plasmar en el arte, con un modelo es muy similar al empleado para representar la Visitación de la Virgen a su pariente Santa Isabel, madre de San Juan Bautista. Ambos progenitores, de edad avanzada, aparecen ricamente vestidos aunque con modestia, y rodeados de criados (pastores, servidoras domésticas) y en ocasiones acompañados de un ángel que hace el gesto de unir sus cabezas.

Abrazo de San Joaquín y Santa Ana ante la Puerta Dorada ...

En los capítulos I al V del mencionado evangelio apócrifo de Santiago, el abrazo se produce ante la puerta de la casa de los santos Joaquín y Ana y no ante la Puerta Dorada de Jerusalén (Sha»ar Harahamim), hecho que sí se recoge en el Pseudo Mateo. Esta puerta, sin embargo, será reproducida casi siempre en el arte por su importancia simbólica ya que, según la tradición hebrea, es la que mira al oriente y se sitúa sobre el lugar por el que entraría el Mesías en la ciudad (Ez 44,1–3). Del mismo modo, aunque las fuentes hablen de un abrazo, es frecuente que los padres de la Virgen aparezcan también besándose.

En otros ejemplos, como sucede en el retablo de Gil de Siloé y Diego de la Cruz que preside la Capilla de Santa Ana de la Catedral de Burgos, el tema del abrazo culmina el árbol de Jessé que surge del patriarca y enmarca con sus ramas toda la composición.

Este tema ha sido empleado en ocasiones para ejemplificar el dogma de la Inmaculada Concepción, asociando la carencia de pecado original de la Virgen María con la milagrosa forma de ser engendrada y estableciendo un cierto paralelismo con la propia concepción de Cristo en el seno de María. Sin embargo, frente a esta asociación establecida por los franciscanos que incorporarán la lectura de la leyenda del abrazo a su breviario en la fiesta de la Concepción desde el siglo XIV, serán numerosos los autores medievales de importancia, como San Bernardo y Santo Tomás de Aquino, que expresarán en sus escritos su rechazo a esta idea y su defensa de la santificación de María en el útero materno después de su concepción.

OREMOS

Museo de Huesca – Abrazo en la puerta dorada. Maestro de Sigena.

Gloriosísimos padres de María Santísima, felicísimos abuelos de Jesús, modelos perfectísimos de casados, y dulces abogados míos, yo me alegro con vosotros de aquel gozo y consuelo que tuvisteis cuando, después de una larga esterilidad y de fervorosas oraciones, os avisó el Ángel que tendrías tan santa Hija. ¡Oh, quién supiera imitar vuestras heroicas virtudes! ¡Quién fuera, como vosotros, frecuente en la oración, compasivo con los pobres, amante de la soledad, sufrido en los trabajos y callado en los improperios! A lo menos por las gracias con que os previno el cielo para tan eminente dignidad, alcanzadme que, haciendo siempre la voluntad divina, y venciendo mis pasiones logre la dicha de gozar de vuestra amable compañía en la gloria. Os lo pido por el amor de vuestra bendita Hija, y por los méritos de vuestro santísimo Nieto Jesús. Amén.

Schweizer Revue: Ediciones > 2018 > Mayo 3/18

Insigne y glorioso patriarca San Joaquín y bondadosísima Santa Ana, ¡cuánto es mi gozo al considerar que fueron escogidos entre todos los santos de Dios para dar cumplimiento divino y enriquecer al mundo con la gran Madre de Dios, María Santísima! Por tan singular privilegio, han llegado a tener la mayor influencia sobre ambos, Madre e Hijo, para conseguirnos las gracias que más necesitamos. Con gran confianza recurro a su protección poderosa y les encomiendo todas mis necesidades espirituales y materiales y las de mi familia. Especialmente la gracia particular que confío a su solicitud y vivamente deseo obtener por su intercesión. Como ustedes fueron ejemplo perfecto de vida interior, obténgame el don de la más sincera oración. Que yo nunca ponga mi corazón en los bienes pasajeros de esta vida. Denme vivo y constante amor a Jesús y a María. Obténganme también una devoción sincera y obediencia a la Santa Iglesia y al Papa que la gobierna para que yo viva y muera con fe, esperanza y perfecta caridad. Que yo siempre invoque los santos Nombres de Jesús y de María, y así me salve. Amén

Nec Spe, Nec Metu, Eugenio Caxés, Saint Joachim and Saint Anne ...

Santos Joaquín y Ana, otórguenos la bendición por su gran fe y amor de padres. Por su respeto y reverencia por lo sagrado de la vida humana, Dios les concedió ser los padres de María, Madre del Señor. A través de su intercesión, le pedimos a Dios que les conceda a los jóvenes de hoy esa misma reverencia por el don de la nueva vida. Que puedan aceptar, apreciar y nutrir la vida desde el momento mismo de la concepción. Concédenos a nosotros como nación, un renovado cariño y aprecio por cada vida humana. Alcáncenme la gracia de orar con fervor, y no poner mi corazón en los bienes pasajeros. Denme un amor vivo y perdurable a Jesús y María. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

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