Hablar de Auschwitz es hablar del millón cien mil personas que murieron tras sus alambradas. Entre tanta oscuridad hay historias, como la de san Maximiliano Kolbe que iluminan este negro capítulo de la Historia.

Maximiliano significa: «El más importante de la familia».
Cada 14 de agosto, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Maximiliano Kolbe, cuyo ejemplo de fe y de entrega a los demás por amor a Cristo, continúa dando frutos en todo el mundo.
«Pidamos la gracia de recordar cada día que Dios no nos olvida, que somos sus hijos amados, únicos e irremplazables: recordarlo nos da la fuerza para no rendirnos ante los reveses de la vida».
Papa Francisco
«Se vive una sola vez. Es necesario ser santos».
Tomado de: ewtn.com

Es este uno de los mártires modernos.
Murió en la Segunda Guerra Mundial. Había sido llevado por los nazis al terrorífico campo de concentración de Auschwitz.
Un día se fugó un preso. La ley de los alemanes era que por cada preso que se fugara del campo de concentración, tenían que morir diez de sus compañeros. Hicieron el sorteo 1-2-3-4…9…10 y al que le iba correspondiendo el número 10 era puesto aparte para echarlo a un sótano a morirse de hambre. De pronto al oírse un 10, el hombre a quien le correspondió ese número dio un grito y exclamó: «Dios mío, yo tengo esposa e hijos. ¿Quién los va a cuidar?».
En ese momento el padre Kolbe dice al oficial: «Yo me ofrezco para reemplazar al compañero que ha sido señalado para morir de hambre».
El oficial le responde: ¿Y por qué?
– Es que él tiene esposa e hijos que lo necesitan. En cambio yo soy soltero y solo, y nadie me necesita.
El oficial duda un momento y enseguida responde: Aceptado.
Y el prisionero Kolbe es llevado con sus otros 9 compañeros a morirse de hambre en un subterráneo. Aquellos tenebrosos días son de angustias y agonías continuas. El santo sacerdote anima a los demás y reza con ellos. Poco a poco van muriendo los demás. Y al final después de bastantes días, solamente queda él con vida. Como los guardias necesitan ese local para otros presos que están llegando, le ponen una inyección de cianuro y lo matan. Era el 14 de agosto de 1941.
Su familia, polaca, era inmensamente devota de la Sma. Virgen y cada año llevaba a los hijos en peregrinación al santuario nacional de la Virgen de Chestokowa. El hijo heredó de sus padres un gran cariño por la Madre de Dios.
Cuando era pequeño tuvo un sueño en el cual la Virgen María le ofrecía dos coronas, si era fiel a la devoción mariana. Una corona blanca y otra roja. La blanca era la virtud de la pureza. Y la roja, el martirio. Tuvo la dicha de recibir ambas coronas.
Un domingo en un sermón oyó decir al predicador que los Padres Franciscanos iban a abrir un seminario. Le agradó la noticia y con su hermano se dirigió hacia allá. En 1910 fue aceptado como Franciscano, y en 1915 obtuvo en la Universidad de Roma el doctorado en filosofía y en 1919 el doctorado en teología. En 1918 fue ordenado sacerdote.
Maximiliano gastó su vida en tratar de hacer amar y venerar a la Sma. Virgen. En 1927 fundó en Polonia la Ciudad de la Inmaculada, una gran organización, que tuvo mucho éxito y una admirable expansión. Luego funda en Japón otra institución semejante, con éxito admirable.
El padre Maximiliano fundó dos periódicos. Uno titulado «El Caballero de la Inmaculada», y otro «El Pequeño diario«. Organizó una imprenta en la ciudad de la Inmaculada en Polonia, y después se trasladó al Japón y allá fundó una revista católica que pronto llegó a tener 15,000 ejemplares. Un verdadero milagro en ese país donde los católicos casi no existían. En la guerra mundial la ciudad de Nagasaki, donde él tenía su imprenta, fue destruida por una bomba atómica. A su imprenta no le sucedió nada malo.
Los nazis durante la guerra, al invadir Polonia, bombardearon la ciudad de la Inmaculada y se llevaron prisionero al padre Maximiliano, con todos los que colaboraban. El ya había fundado una radiodifusora y estaba dirigiendo la revista «El caballero de la Inmaculada», con gran éxito y notable difusión. Todo se lo destruyó la guerra, pero su martirio le consiguió un puesto glorioso en el cielo.

Cuando el Santo Padre Pablo VI lo declaró beato, a esa gran fiesta asistió, el hombre por el cual él había ofrecido el sacrificio de su propia vida. Juan Pablo II, su paisano, lo declaró santo ante una multitud inmensa de polacos.
En este gran santo sí se cumple lo que dijo Jesús: «Si el grano de trigo cae en tierra y muere, produce mucho fruto. Nadie tiene mayor amor que el que ofrece la vida por sus amigos».
Por: vidanuevadigital.com
Su vida influyó en la vocación sacerdotal de Juan Pablo II
San Juan Pablo II hace referencia a Kolbe en ‘Don y misterio’, donde señala como una “singular e importante dimensión” de su vocación “los años de la ocupación alemana en Occidente y de la soviética en Oriente”, ya que “supusieron un enorme número de detenciones y deportaciones de sacerdotes polacos hacia los campos de concentración”. Ejemplo de ello es el caso de Auschwitz, donde “ofreció su vida por Cristo el primer sacerdote canonizado después de la guerra” San Maximiliano María Kolbe, “el franciscano de Niepokalanów”.
Fue condenado a morir de hambre… y sobrevivió

Cuando Kolbe se ofreció a morir en lugar de un padre de familia de su mismo pabellón, la guardia nazi lo aceptó y fue condenado a morir de hambre junto a otros nueve prisioneros en una celda. Sin embargo, dos semanas más tarde, tan solo el santo conservaba la vida, por lo que finalmente los nazis acabaron con su vida por medio de una inyección de ácido carbólico.
El hombre al que salvó la vida acudió a su canonización

Franciszek Gajowniczek fue el hombre por el que Kolbe ofreció su vida. Este soldado se encontraba en el campo de concentración porque había participado en la defensa de Polonia contra las tropas nazis en 1939. En 1944 fue trasladado desde Auschwitz a Sachenhausen, donde permaneció hasta su liberación por los aliados. Sus hijos habían fallecido en uno de los bombardeos sobre Polonia antes de que fuera liberado. Sin embargo, pudo volver a reunirse con su mujer, y desde entonces se dedicó a dar a conocer la figura de Maximiliano Kolbe. Por este motivo participó tanto de la beatificación de éste como de su canonización, así como en una peregrinación a Auschwitz en acción de gracias en 1972.
El papa Francisco visitó la celda donde fue encerrado
En 2016, en el marco de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Cracovia, Francisco visitó el campo de concentración donde falleció Kolbe, donde conoció la celda donde fue encerrado.
Por: revistamision.com
Kolbe, uno de los santos más aclamados del siglo xx, fue beatificado por el Papa Pablo VI el 17 de octubre de 1971. Gajowniczek estuvo presente en la ceremonia y allí contó que solo pudo “darle las gracias con la mirada, no tuve tiempo de decirle nada”, y admitió que durante mucho tiempo había sentido remordimiento por haber permitido que un hombre muriera por él, pero que finalmente comprendió que Maximiliano Kolbe no podía haber hecho otra cosa.

Tras la liberación del campo de concentración, Gajowniczek se reunió con su mujer y dedicó el resto de su vida a dar a conocer el legado de Kolbe. En una de sus últimas apariciones públicas antes de morir en 1995, Gajowniczek declaró que “mientras tenga aire en los pulmones, consideraré mi deber hablar a la gente del extraordinario acto de amor de Maximiliano Kolbe”.
«No sufrió la muerte sino que donó la vida».
San Juan Pablo II

Frases de San Maximiliano
Tomado de: radiomaria.org.ar
“Hijos míos, amen a la Inmaculada; amenla y ella los hará felices, confíense a ella totalmente”.
“Aquel que ama generosamente a la Inmaculada, se salvará y se santificará él mismo y ayudará a otros a santificarse”.
“Con la ayuda de la Inmaculada, podemos alcanzar la santidad heroica”.
“La Inmaculada, ¡ese es nuestro ideal! Acercarse a Ella y asemejarnos a Ella. Dejar que Ella domine nuestro corazón y todo nuestro ser, que Ella viva y obre en nosotros y por nosotros y que Ella misma ame a Dios con nuestro corazón, para pertenecer totalmente a Ella sin condiciones. ¡Ese es nuestro ideal!”.
“Nuestro fin es acrecentar el amor hacia Ella y abrazar de su amor a todo el mundo. Para este fin trabajamos, sufrimos y queremos continuar trabajando hasta la muerte”.
“Busquemos acercarnos a la Inmaculada con la oración y la penitencia. Si en nuestros corazones arde el amor por ella, con el amor nos vendrán todos los bienes”.
“Es necesario ser santos no a medias, sino totalmente para gloria de la Inmaculada y mayor gloria de Dios”.
“Déjate conducir por sus manos inmaculadas; sé su instrumento; hasta hoy nadie ha acudido a Ella inútilmente. Confíale todas tus empresas y se dignará obrar. La victoria es segura en sus manos inmaculadas. La vida externa, de apostolado, es fruto de la vida interior. Confía sin medida en la protección de la Inmaculada”.
“Con la ayuda de la Inmaculada, convertiremos al mundo entero. Entonces, ¡a trabajar! Solos, no somos capaces de hacer nada, pero con la ayuda de la Inmaculada, convertiremos el mundo entero; sí, se los repito: ¡pondremos el mundo entero a sus pies! ¡Por nuestra parte, debemos ser sólo suyos, totalmente, ilimitadamente!”.
“La Inmaculada tiene sus planes y sus intenciones. Nosotros sólo debemos dejarnos conducir por Ella… Cada día, cada instante, cada vez más perfectamente, cuando y como a Ella complace”.
“Toda conversión y toda santificación son obra de la gracia, y Ella es la Medianera de todas las gracias. Entonces, Ella sola basta para implorar y dar las gracias”.
“Ella nos dirija totalmente para que nuestro «YO» desaparezca y se consuma; para que nos propongamos, como fin, su causa; para que nos abandonemos completamente a Ella y le pertenezcamos. Estemos atentos a no traicionar este fin y a ser en cada instante más de la Inmaculada. De esto depende todo el rendimiento externo y toda nuestra actividad”.
“Concédeme alabarte, Virgen Santa, concédeme alabarte con mi sacrificio concédeme por ti, solo por ti, vivir, trabajar, sufrir, gastarme, morir”.
“Señora mía, Reina mía, Madre mía, has mantenido tu palabra, para esta hora he nacido”.
Oremos…
ORACIÓN DE SAN MAXIMILIANO KOLBE A LA VIRGEN MARÍA

Inmaculada, reina del cielo y de la tierra, refugio de los pecadores y Madre nuestra amorosísima, a quien Dios confió la economía de la misericordia. Yo, pecador indigno, me postro ante ti, suplicando que aceptes todo mi ser como cosa y posesión tuya.
A ti, Madre, ofrezco todas las dificultades de mi alma y mi cuerpo, toda la vida, muerte y eternidad. Dispón también, si lo deseas, de todo mi ser, sin ninguna reserva, para cumplir lo que de ti ha sido dicho: “Ella te aplastará la cabeza” (Gen 3:15), y también: “Tú has derrotado todas las herejías en el mundo”.
Haz que en tus manos purísimas y misericordiosas me convierta en instrumento útil para introducir y aumentar tu gloria en tantas almas tibias e indiferentes, y de este modo, aumente en cuanto sea posible el bienaventurado Reino del Sagrado Corazón de Jesús.
Donde tú entras oh Inmaculada, obtienes la gracia de la conversión y la santificación, ya que toda gracia que fluye del Corazón de Jesús para nosotros, nos llega a través de tus manos. Ayúdame a alabarte, Virgen Santa y dame fuerza contra tus enemigos.
Amén
Oración a San Maximiliano Kolbe
Oh Señor Jesucristo, que dijiste «nadie tiene mayor amor que quien da la vida por sus amigos», por medio de la intercesión de San Maximiliano Kolbe cuya vida es una ilustración de ese amor, te suplicamos nos concedas nuestras peticiones… (Mencionar aquí la gracia que se desea alcanzar) A través del movimiento de la Milicia de la Inmaculada, que fundó Maximiliano, difundió una ferviente devoción a Nuestra Señora por todo el mundo. El dio su vida por un completo extraño y amó a sus perseguidores, dándonos con ello un ejemplo de amor desprendido por todos los hombres, un amor que estaba inspirado por una verdadera devoción a María. Concédenos, oh Señor Jesús, que también nosotros podamos entregarnos enteramente sin reservas por el amor y el servicio a nuestra Reina del Cielo para mejor amar y servir a nuestro prójimo a imitación de tu humilde siervo San Maximiliano. Amén.
Rezar tres Avemarías y un Gloria.
Reflexionando con el Evangelio
Por: ciudadredonda.org
Quien no ama, no puede seguir viviendo con la otra persona, pues ya no tendrá el respeto y la fidelidad de la vida en pareja. Cuando esto ocurre, la relación se hace insoportable, un infierno. Y Dios no quiere que las personas hagan de su vida y de la vida de su prójimo un infierno. Por eso, permitió a Moisés la posibilidad del divorcio. Aunque no es voluntad de Dios la separación conyugal, en algunas ocasiones es mejor el divorcio que seguir una relación que humilla y maltrata, como vemos en los números de violencia de género con tantas mujeres víctimas.
Toda separación genera heridas. En algunas situaciones estas se llevan por toda la vida. Así como el Evangelio, la Iglesia siempre defenderá la indisolubilidad del matrimonio. Dios quiere que hombre y mujer sean una sola carne, que no se separen jamás, sino que vivan fundamentados en el amor y la alianza de vida. Es evidente que hoy, como ayer, el amor y la fidelidad son necesarios. Pero también es evidente que las personas fracasan en sus proyectos de vida. Y la Iglesia no puede dejar de atender a las situaciones especiales. Por eso, no podemos aceptar la interpretación de textos sagrados que justifique de un modo u otro la dominación de la mujer por parte del varón. ¡Es inaceptable!
La fidelidad absoluta propuesta por Jesús para el matrimonio y en el matrimonio no debe ser vista como ley, sino vivida como Evangelio, dentro del gran misterio de Dios hacia la humanidad. Celebrando la memoria de San Maximiliano María Kolbe, que vivió por la conversión de los pecadores y murió para salvar la vida de un padre de familia, pidamos su intercesión por todas las familias que están viviendo situaciones difíciles.
Vuestro hermano en la fe,
Eguione Nogueira, cmf
