Tomás de Kempis en su libro «La Imitación de Cristo» -«el consentido de los libros y el más hermoso libro salido de la mano de un hombre» – , ha logrado comprender sumamente bien la persona humana con sus miserias y sus sublimes posibilidades, tribulaciones y adversidades con sus inquietudes y su inmensa necesidad de tener un amor que llene totalmente sus aspiraciones.

En medio de todas las dificultades que estamos padeciendo y las diversas situaciones que nos encontramos viviendo, el Beato Tomás de Kempis nos permite descubrir a través de su libro que también él después de haber sufrido muchas tribulaciones, contradicciones, humillaciones y desengaños, especialmente en el orden afectivo, ser Destituido del cargo de ejercía y ser abandonado por amigos que se había imaginado le iban a ser fieles; es entonces cuando descubre que hay una amistad que no defrauda nunca y es la amistad con Jesucristo, y que allí se encuentra la solución para todas las penas del alma.
Estos extractos tomados del libro segundo de La Imitación de Cristo, nos enseña cómo hay que comportarse en las tribulaciones y sufrimientos. Emplea mucho el nombre de Jesús indicando el afecto muy vivo y profundo que siente hacia el Redentor y que desea sientan sus lectores también.
Disfruta… Medita… y Ora
LLAMAR A DIOS Y BENDECIRLO CUANDO HAY DIFICULTADES.

Discípulo:
Bendito para siempre sea tu Nombre, Señor, que quisiste que venga sobre mí esta tentación y aflicción. No puedo huir de ella sino que tengo necesidad de refugiarme en Ti para que me ayudes y la conviertas en bien para mí. Señor, ahora estoy perturbado y no le va bien a mi corazón sino que me atormenta mucho esta pasión. Y ahora, Padre querido, ¿qué voy a decir?: Me siento atrapado por la angustia. Sálvame de éste momento (Jn 12,27). Pero he llegado a esta situación para que Tú seas reconocido cuando yo esté más humillado y sea liberado por Ti. Complácete, Señor, en liberarme porque, pobre de mí, ¿qué podré hacer?; ¿a dónde iré sin Ti?. Dame paciencia, Señor, también esta vez. Y en medio de todo esto ¿qué diré?. Señor, hágase tu voluntad (Mt 6,10). Yo bien merezco sufrir y padecer. Conviene que lo soporte. ¡Ojalá, con paciencia!. Porque tu mano omnipotente es capaz de quitar de mí esta tentación y mitigar su ímpetu, tal como frecuentemente lo has hecho antes conmigo, no vaya a ser que sucumba, Dios mío, Misericordia mía, mientras más dificultoso es para mí tanto es fácil para Ti este cambio por el poder de tu mano.
SOPORTAR LAS ADVERSIDADES CON ECUANIMIDAD COMO CRISTO.
Jesucristo:
Hijo, yo bajé del Cielo por tu salvación: acepté tus infortunios impulsado por la caridad, no por necesidad para que aprendieses a ser paciente y soportases sin indignarte las adversidades de la vida. Desde el momento de mi nacimiento hasta mi muerte en una cruz, no me faltaron dolores que sufrir. Tuve gran carencia de bienes materiales, frecuentemente escuché quejas contra Mí, soporté con benevolencia despropósitos y ofensas, recibí ingratitud a cambio de beneficios, blasfemias por los milagros y reprensiones por enseñar.
Discípulo:
Señor: ya que fuiste paciente en tu vida principalmente cumpliendo los mandatos de tu Padre es justo que, perverso pecador, sufra con paciencia según tu voluntad, y mientras Tú lo quieras lleve por mi salvación el peso de esta vida breve. Porque, aunque la vida presente se siente pesada, sin embargo se ha convertido en muy meritoria por tu gracia y más tolerable y transparente gracias a tu ejemplo y el de tus santos y hasta de mucho más consuelo que la Ley Antigua cuando estaba cerrada la puerta del Cielo y parecía más oscuro el camino a la salvación, cuando tan pocos se preocupan de buscar el Reino de Dios y ni siquiera podían entrar a él los que eran buenos y se iban a salvar hasta que llegó tu Pasión y el pago de tu sagrada Muerte.
¡Cómo debo agradecerte que me hayas mostrado a mí y a todos tus fieles el camino bueno y recto al Reino Eterno!. Porque tu vida es nuestra vía y por la paciencia santa caminamos hacia Ti, que eres nuestra corona. Si Tú no nos precedieras y enseñaras ¿quién tendría cuidado de seguirte?. ¿Cuántos quedarían lejos y retrasados si no mirasen tus preciosos ejemplos?. Si todavía somos negligentes, pese a que hemos conocido tus manifestaciones y tu doctrina, ¿qué sería si no tuviéramos tanta luz para seguirte?.
PETICIÓN DE AYUDA A DIOS Y CONFIANZA EN RECUPERAR SU GRACIA.

Jesucristo:
Hijo, Yo soy el Señor, que conforto en los momentos difíciles. Ven a Mí cuando no te encuentres bien. Lo que principalmente impide mi visita es tu tardanza en volver a la oración. Porque antes de rogar con atención buscas satisfacciones ajenas y te recreas en lo exterior. De ahí viene que todo te aproveche poco hasta que adviertas que Yo soy quien libro a los que esperan por Mí; fuera de Mí no hay auxilio que valga, ni consejo útil, ni remedio duradero. Pero ahora, con el espíritu recobrado después de la tempestad debes rehacerte a la luz de mi misericordia porque Yo estoy cerca para restaurar todas las cosas no sólo íntegramente sino abundante y sobradamente.
¿Acaso hay algo difícil para Mí o voy a ser como los que dicen y no hacen?. ¿Dónde está tu fe?. Manténte firme y perseverante. Sé animoso y valiente que llegará a su tiempo la consolación. Espérame, espera que venga y te curaré (Mt 8,7). Es una prueba la que te atormenta y un miedo sin base el que te aterroriza. ¿Qué importa la preocupación sobre situaciones futuras sino para tener tristeza sobre tristeza?. Bástale a cada día su propia molestia (Mt 6,34). Es vano e inútil desconcertarse o alegrarse por el futuro que quizás nunca llegue.
Pero es propio del ser humano dejarse engañar por la imaginación y es signo de pusilanimidad dejarse llevar tan fácilmente por las sugestiones del enemigo. El no se cuida de que sea verdadero o falso lo que utiliza para engañarnos o distraernos y si nos derriba con el amor a lo inmediato o el temor al futuro. No vaya a confundirse tu corazón, ni se atemorice, cree en Mí y confía en mi misericordia. Cuando piensas que estás lejos de mí, con frecuencia estoy más cercano. Cuando consideras que casi todo está perdido entonces, muchas veces, se hace más presente la ganancia. No todo está perdido cuanto te sucede alguna cosa contraria. No debes juzgar según la impresión del momento ni dejarte molestar o angustiar con cualquier contrariedad que te venga como si se hubiera eliminado toda esperanza de surgir.
No pienses que has sido abandonado del todo aunque a veces te envíe una aflicción o también te sustraiga el consuelo deseado; así se camina al Reino de Dios. Y sin duda te conviene más a ti y a todos mis servidores ejercitarse en las adversidades que si todo sucediera a su gusto. Yo conozco el secreto, y sé que conviene mucho para tu aprovechamiento que a veces te quedes desconsolado para que no te envanezcas en la prosperidad ni quieras complacerte en ti mismo por lo que no eres. Lo que te di, te lo puedo quitar y restituírtelo cuando me agrade.
Cuando te lo dé, es mío: cuando te lo quite, no te quito lo tuyo porque es mío todo bien que se otorga y todo don perfecto (Stgo 1,17). Si te envío pesadumbre o cualquier contrariedad, no te indignes ni decaiga tu corazón. Yo pronto puedo levantarlo y convertir cualquier carga en gozo. Sin embargo, siempre soy justo y digno de reconocimiento cuando actúo así contigo.
Si entiendes bien y lo miras a la luz de la verdad nunca te debes entristecer ni decaer tanto por las adversidades sino más bien alegrarte y agradecer considerando como único motivo de gozo que afligiéndote con dolores, no te perdono(***). Como me amó mi Padre, así los amo a ustedes (Jn 15,9) dije a mis queridos discípulos: a los que, por supuesto, no los envié a gozar del mundo sino a grandes combates; no a ser reconocidos sino despreciados; no a la ociosidad sino al trabajo; no al descanso sino a cosechar mucho fruto de paciencia. Acuérdate, hijo mío, de estas palabras.
ORACIÓN POR TODA CLASE DE
NECESIDADES (Salmo 24)

A ti, Señor, levanto mi alma;
Dios mío, en ti confío
no quede yo defraudado,
que no triunfen de mí mis enemigos,
pues los que esperan en ti
no quedan defraudados,
mientras que el fracaso
malogra a los traidores.
Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
Las sendas del Señor son misericordia y lealtad
para los que guardan
su alianza y sus mandatos.
Por el honor de tu nombre, Señor,
perdona mis culpas, que son muchas.
¿Hay alguien que tema al Señor
El le enseñará el camino escogido:
su alma vivirá feliz,
su descendencia poseerá la tierra.
El Señor se confía con sus fieles,
y les da a conocer su alianza.
Tengo los ojos puestos en el Señor,
porque El saca mis pies de la red.
Mírame, oh Dios, y ten piedad de mí,
que estoy solo y afligido.
Ensancha mi corazón oprimido
y sácame de mis tribulaciones.
Mira mis trabajos y mis penas
y perdona todos mis pecados;
mira cuántos son mis enemigos,
que me detestan con odio cruel.
Guarda mi vida y líbrame,
no quede yo defraudado de haber acudido a ti.
La inocencia y la rectitud me protegerán,
porque espero en ti.
Salva, oh Dios, a Israel
de todos sus peligros.
