En la hora postrera, cuando el cuerpo se desmorona y el espíritu pugna por salir de la materia, conviene tener algún conocimiento de las señales de muerte inminente, para que así puedan los que asisten al enfermo auxiliarle con oportunidad en tan apurado trance.
¿Le intimida decir oraciones por los que están muriendo? La muerte está muy cerca y usted está allí para traer consuelo. ¿Puede hacerlo? ¿Sabe cómo? El mismo miedo que usted tiene, y la pena que siente, están también en el corazón y la mente del que enfrenta la muerte. No luche contra eso, sino acéptelo y compártalo.

Jesús dijo en el Sermón del Monte «Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.»
en Mateo 5:4,
Cuando usted llora con alguien que está muriendo, o con alguien que está experimentando la muerte de un ser querido — les da consuelo, les levanta el ánimo, usted es bendecido, porque está bendiciendo a alguien más, y usted también experimentará consuelo.
TRES HERMOSAS ORACIONES PARA MORIBUNDOS
Estas oraciones son muy útiles para el moribundo. Se deben repetir con frecuencia como un acto suplicante a la misericordia de Dios
Historia:
Hace muchos siglos, vivía un Papa en Roma que había cometido muchísimas faltas y se sentía abrumado de sus culpas, En cierta ocasión, sucedió que Dios Nuestro Señor permitió que este Papa cayese gravemente enfermo sin remedio. Cuando el paciente sintió que ya se acercaba la hora terrible de la muerte, mandó a llamar a todos los cardenales, obispos y a las demás personas bien instruidas. Entonces el Papa moribundo les hablo así: «¡Mis queridos amigos! ¿Qué consuelo me pueden dar ahora que me voy a morir y parece que merezco la condenación eterna por mis múltiples pecados?» Por algunos momentos nadie se atrevió a contestarle esta pregunta. Entonces uno de los presentes, llamado Juan, le replicó diciéndole: «¿Padre, por qué duda de la misericordia de Dios?» Y el moribundo le respondió diciendo: ¿Qué consuelo me puedes dar en esta hora que me voy a morir y temo ser condenado por mis pecados? Y Juan le contestó así: «Voy a leer tres oraciones para su beneficio; espero en Dios que esta lectura le de un poco de consuelo. También espero que por este medio, su alma obtenga la misericordia de Dios.» Ya no pudo hablar más el Papa moribundo. Luego, el cura Juan se arrodilló con todos los presentes y rezaron, añadiendo las siguientes oraciones.
Padre Nuestro…
1.- ¡Señor Jesucristo! siendo tú el Hijo de Dios y también el hijo de la Santísima Virgen María, eres Dios y Hombre. Abrumado de gran temor has sudado sangre en el Huerto de los Olivos, para darnos la paz. Sabemos también que ofreciste todos tus sufrimientos a Dios, tu Padre celestial, por nosotros y por la salvación de este pobre moribundo… No obstante, si por culpa de sus pecados él merece ser castigado con la condenación eterna, te suplicamos perdonar todas sus culpas. Oh Padre eterno, te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor, tu muy amado Hijo que vive y reina contigo y con el Espíritu Santo ahora y siempre. Amén.
2.- ¡Señor Jesucristo! Humildemente muriendo en la cruz por nosotros, sometiste tu voluntad completamente a la voluntad de tu Padre celestial, para traernos la paz. También has ofrecido tu santa muerte al Eterno Padre en rescate de… (Esta persona)… y para ocultar de su vista el castigo merecido por sus pecados. ¡Oh Padre Eterno! Escúchanos y perdónalo, te suplicamos, te lo pedimos por tu único Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina ahora y siempre contigo, en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
3.- ¡Señor Jesucristo! Después de haber guardado silencio, hablaste por la boca de los Profetas, diciendo: «Te he atraído a mí, a través del eterno amor.» Este mismo amor te ha traído del cielo al seno virginal de María Santísima. Después has venido a este Valle de lágrimas, al mundo indigente. Este mismo amor, Jesús mío, te detuvo en este mundo terrestre por 33 años. Además, para rubricar este tremendo amor, has entregado tu Sagradísimo Cuerpo como manjar verdadero y como bebida verdadera tu Preciosísima Sangre. Aún como si todo esto fuese poco, mi buen Jesús, nos diste otras señales de tu gran amor. Es decir, te has dejado ser aprendido y llevado preso. Durante tu Sagrada Pasión fuiste arrestado de tribunal a tribunal y de un juez a otro. Además, te has sometido a ser condenado a muerte, a morir en la cruz y a ser sepultado. Todo esto has hecho para demostrar tu profundo amor a nosotros. Habiendo resucitado al tercer día, apareciste a tu santísima madre y a todos los santos Apóstoles. Luego, manifestando tu inmenso amor, oh dulce Salvador, has subido al cielo por virtud de tu propia omnipotencia. Y estás sentado a la diestra de tu Padre celestial, el Dios eterno. Luego, oh Jesús, al demostrar tu infinito amor, has enviado al Espíritu Santo para encender los corazones de los Apóstoles y de todos los que creen Y esperan en ti. Por estas señales de amor eterno, confiadamente esperamos alcanzar de tu bondad todo género de Gracia. Oh buen Jesús, abre el cielo hoy día este pobre moribundo… Perdona todos sus pecados y llévalo al reino de tu Padre celestial para gozar felizmente contigo, ahora y siempre. Amén.
Entre tanto el Papa moribundo falleció. Pero el cura persevero rezando estas oraciones hasta la tercera hora. Súbitamente, el alma del Papa difunto apareció en forma corporal ante los ojos del cura, que todavía continuaba orando. El rostro de la aparición resplandecía como el sol y su vestidura era tan limpia y blanca como la nieve. Entonces, dirigiendo la mirada al cura, la aparición pronunció las siguientes palabras consoladoras: «¡Mi querido hermano! Aunque yo debía de haber sido un hijo perdido y destinado a la condenación, ahora soy un hijo feliz y colmado de dicha y felicidad. Mientras que tu rezabas la primera oración, muchos de mis pecados fueron borrados de mi alma. Se desprendieron así como gotas de lluvia que caen del cielo. Igualmente, mientras que rezaba la segunda oración, fui purificado así como el platero purifica el oro en un fuego abrasador. La purificación de mi alma continuaba mientras que tú rezabas la tercera oración. Entonces vi cómo se abrió el cielo y pude ver a Jesucristo, Nuestro Señor, a la diestra de Dios Padre. En ese momento, Nuestro buen Jesús me habló diciendo: «¡Venid! ¡Todos vuestros pecados ya están perdonados! ¡Entrad y permaneced en el reino de mi Padre celestial para siempre!» Amén. «Con estas palabras, mi alma se separó de mi cuerpo y los ángeles de Dios me condujeron a la felicidad eterna.
Oyendo estas palabras, el cura exclamó: «¡Oh santo Padre! No podré contar estas cosas porque nadie me creerá!» Enseguida, el Papa dijo: «En verdad te digo, que el ángel de Dios permanece a mi lado y ha escrito estas oraciones en letras de oro, para el consuelo de los pecadores.
Luego, el Papa dijo que estas oraciones, si son rezadas en la presencia de un gran pecador que está apunto de morir, le ayudará con muchas bendiciones e incluso le asistirá en su sufrimiento en el purgatorio, para que sea liberado de cualquier castigo debido a sus pecados.
También dijo que: la persona que escucha la lectura de estas tres oraciones, debe creer verdaderamente que Dios Nuestro Señor lo protegerá de una muerte infeliz. La historia nos dice que fueron llevados a la Basílica de San Pedro y fueron puestos en el altar como señal de su gran amor por ellos. Él especialmente deseaba que a cualquier persona que recitara estas oraciones, se le revelaría el día de su muerte para que estuviese preparado y evitar el purgatorio.
Invocaciones por los moribundos
- Recibe, Señor, a tu siervo (sierva) en el lugar que debe esperar de tu misericordia. R/ Amén.
- Libra, Señor el alma de tu siervo de todos los peligros del infierno, de los lazos de las penas y de todas las tribulaciones. R/Amén.
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Enoch y a Elías de la muerte común a los hombres. R/. Amén
- Libra, Señor, como libraste a Noé del diluvio. R/.Amén.
- Libra Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Isaac de ser inmolado, y de la mano de su padre Abrahán. R/. Amén.
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Lot de Sodoma y de las llamas del fuego. R/. Amén.
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Moisés de la mano del Faraón, rey de los egipcios. R/. Amén.
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Daniel en el foso de los leones. R/. Amén.
- Libra, Señor, el alma a tu siervo, como libraste a los tres jóvenes del horno de fuego ardiente, y de las manos de un rey cruel. R/. Amén.
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a David de las manos del rey Saúl, y de las manos de Goliat. R/. Amén
- Libra, Señor, el alma de tu siervo, como libraste a Pedro y Pablo de las cárceles. R/. Amén
- Y así como libraste de atrocísimos tormentos a tu dichosísima virgen y mártir Tecla, así también dígnate librar el alma de tu siervo, y concédele que contigo pueda gozar de los bienes del cielo.
Oremos: Encomendámoste, Señor, el alma de tu siervo, y te rogamos, Señor Jesucristo, Salvador del mundo, que no dejes de colocar en el seno de tus Patriarcas a esta alma, por la cual misericordiosamente bajaste a la tierra. Reconoce Señor, a tu hechura, criada, no por dioses extraños, sino por Ti, único Dios vivo y verdadero. En efecto, no hay Dios fuera de Ti, ni comparable en tus obras. Alegra, Señor, esta alma en tu presencia, y no te acuerdes de sus antiguas iniquidades excesos que suscito la violencia y ardor de sus pasiones. Pues aunque haya pecado, no ha negado al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo, sino que creyó, y tuvo amor y celo del Dios que hizo todas las cosas.
Señor, te suplicamos que olvides los delitos e ignorancias de su juventud; pero acuérdate de él en la gloria de tu caridad, según tu gran misericordia.
Ábranse los cielos y alégrense con él los Ángeles. Recibe a tu siervo, en su Reino. Recíbale San Miguel, Arcángel de Dios, que mereció ser príncipe de la milicia celeste.
Salgan a su encuentro los santos Ángeles de Dios, y condúzcanle a la ciudad celestial, Jerusalén. Recíbale el bienaventurado Pedro Apóstol a quien se dieron las llaves del reino de los cielos.
Ayúdele el Apóstol San Pablo que digno vaso de elección. Interceda por él San Juan, Apóstol de Dios a quien fueron revelados los secretos del cielo. Rueguen por él todos los Santos Apóstoles, a quienes el señor dio el poder de atar y desatar.
Intercedan por él todos los Santos y escogidos de Dios, que en este mundo sufrieron grandes tormentos por el nombre del cristo; para que desligado de las cadenas de la carne merezca llegar al glorioso reino de los cielos, por la gracia de nuestro Señor Jesucristo, quien con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos. R/. Amén
Oración: La clementísima Virgen María, Madre de Dios, piadosísimo consuelo de los tristes, encomiende a su Hijo el alma del siervo(a) N para que con esta intervención maternal, no tema los horrores de la muerte; sino que con su compañía llegue alegre a la deseada patria celestial. R/. Amén.
A ti acudo San José, Patrono de los moribundos, a ti en cuyo dichoso tránsito estuvieron solícitos Jesús y María; por estas dos carísimas prendas te encomiendo con empeño el alma de este tu siervo(a) N que lucha en la extrema agonía; para que por tu protección sea libre de las asechanzas del diablo y de la muerte perpetua, y merezca ir a los gozos eternos.

La cruz de Cristo es cátedra de sabiduría y de juicio
Mientras el que asiste, vaya sugiriendo al enfermo estas jaculatorias, los demás parientes y amigos se hincarán de rodillas delante de alguna imagen de María Santísima en el mismo aposento del enfermo o en otro, y rezarán el santo Rosario y las Letanías de Nuestra Señora. Así podrán ayudar mejor al enfermo que no estando alrededor de la cama llorando, gimiendo y aumentando la pena al pobre moribundo.
Oración
¡Oh Dios de bondad, Dios clemente, Dios que, según la multitud de tus misericordias, perdonas a los arrepentidos, y por la gracia de una entera remisión borras las huellas de nuestros crímenes pasados!
Dirige una mirada compasiva a tu siervo N.; recibe la humilde confesión que te hace de sus culpas, y concédele el perdón de todos sus pecados. Padre de misericordia infinita, repara en él todo lo que corrompió la fragilidad humana y manchó la malicia del demonio; júntale para siempre con el cuerpo de la Iglesia, como miembro que fue redimido por Jesucristo. Ten, Señor, piedad de sus gemidos, compadécete de sus lágrimas, y puesto que no espera sino en tu misericordia, dígnate dispensarle la gracia de la perfecta reconciliación. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
Letanías de los agonizantes

Señor, ten piedad de él (o de ella).
Jesucristo, ten piedad de él (o de ella).
Señor, ten piedad de él (o de ella).
Santa María, ruega por él (o por ella).
San Abel, ruega por él (o por ella).
Coro de los justos, ruega por él (o por ella).
San Abraham, ruega por él (o por ella).
San Juan Bautista, ruega por él (o por ella).
San José, ruega por él (o por ella).
Santos Patriarcas y Profetas, rogad por él (o por ella).
San Pedro, ruega por él (o por ella).
San Pablo, ruega por él (o por ella).
San Andrés, ruega por él (o por ella).
San Juan, ruega por él (o por ella).
Santos Apóstoles y Evangelistas, rogad por él (o por ella).
Santos Discípulos del Señor, rogad por él (o por ella).
Santos Inocentes, rogad por él (o por ella).
San Esteban, ruega por él (o por ella).
San Lorenzo, ruega por él (o por ella).
Santos Mártires, rogad por él (o por ella).
San Silvestre, ruega por él (o por ella).
San Gregorio, ruega por él (o por ella).
San Agustín, ruega por él (o por ella).
Santos Pontífices y Confesores, rogad por él (o por ella).
San Benito, ruega por él (o por ella).
San Francisco, ruega por él (o por ella).
San Camilo, ruega por él (o por ella).
San Juan de Dios, ruega por él (o por ella).
Santos Monjes y Ermitaños, rogad por él (o por ella).
Santa María Magdalena, ruega por él (o por ella).
Santa Lucía, ruega por él (o por ella).
Santas Vírgenes y Viudas, rogad por él (o por ella).
Santos y Santas de Dios, rogad por él (o por ella).
Séle propicio, perdónale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
Séle propicio, líbrale, Señor.
De tu cólera, líbrale, Señor.
Del peligro de la muerte, líbrale, Señor.
De la mala muerte, líbrale, Señor.
De las penas del infierno, líbrale, Señor.
De todo mal, líbrale, Señor.
Del poder del demonio, líbrale, Señor.
Por tu Natividad, líbrale, Señor.
Por tu Cruz y Pasión, líbrale, Señor.
Por tu muerte y sepultura, líbrale, Señor.
Por tu gloriosa Resurrección, líbrale, Señor.
Por tu admirable Ascensión, líbrale, Señor.
Por la gracia del Espíritu Consolador, líbrale, Señor.
En el día del juicio, líbrale, Señor.
Así te lo pedimos, aunque pecadores, óyenos, Señor.
Te rogamos que le perdones, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.
Jesucristo, ten piedad, óyenos, Señor.
Señor, ten piedad, óyenos, Señor.
Recomendación del alma
Señor, Rogad por él (o por ella).
Señor, misericordia.
Jesucristo, misericordia.
Señor, misericordia.
Santa María, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Ángeles y Arcángeles, Rogad por él (o por ella).
San Abel, Rogad por él (o por ella).
Todos los coros de los justos, Rogad por él (o por ella).
San Abraham, Rogad por él (o por ella).
San Juan Bautista, Rogad por él (o por ella).
San José, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Patriarcas y Profetas, Rogad por él (o por ella).
San Pedro, Rogad por él (o por ella).
San Pablo, Rogad por él (o por ella).
San Andrés, Rogad por él (o por ella).
San Juan, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Apóstoles y Evangelistas, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Discípulos del Señor, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Inocentes, Rogad por él (o por ella).
San Esteban, Rogad por él (o por ella).
San Lorenzo, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Mártires, Rogad por él (o por ella).
San Silvestre, Rogad por él (o por ella).
San Agustín, Rogad por él (o por ella).
San Gregorio, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Pontífices y Confesores, Rogad por él (o por ella).
San Benito, Rogad por él (o por ella).
San Francisco, Rogad por él (o por ella).
San Camilo, Rogad por él (o por ella).
San Juan de Dios, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos Monjes y Ermitaños, Rogad por él (o por ella).
Santa María Magdalena, Rogad por él (o por ella).
Santa Lucía, Rogad por él (o por ella).
Todas las Santas Vírgenes y Viudas, Rogad por él (o por ella).
Todos los Santos y Santas de Dios, Rogad por él (o por ella).
Sedle propicio, perdonale Señor.
Sedle propicio, libradle (libradla) Señor.
De vuestra ira, libradle (libradla) Señor.
De los peligros de la muerte, libradle (libradla) Señor.
De la mala muerte, libradle (libradla) Señor.
De las penas del infierno, libradle (libradla) Señor.
De todo mal, libradle (libradla) Señor.
Del poder del demonio, libradle (libradla) Señor.
Por vuestra natividad, libradle (libradla) Señor.
Por vuestra Cruz y Pasión, libradle (libradla) Señor.
Por vuestra Muerte y Sepultura, libradle (libradla) Señor.
Por vuestra Gloriosa Resurrección, libradle (libradla) Señor.
Por vuestra admirable Ascensión, libradle (libradla) Señor.
Por la gracia del Espíritu Santo Consolador, libradle (libradla) Señor.
En el día del juicio, Nosotros pecadores Os rogamos, Señor, que le perdonéis.
os rogamos Señor.
Señor, piedad.
Cristo, piedad.
Señor, piedad.
En los últimos momentos

Procuren todos los presentes, de rodillas orar con fervor. Si puede, el moribundo ha de decir 3 veces: JESÚS, JESÚS, JESÚS.
Si no puede, dígalo de clara voz el sacerdote o alguno de los presentes y si parece prudente, diga lo que sigue al oído del enfermo :
En vuestras manos encomiendo mi espíritu.
Señor mio Jesucristo, recibid mi alma.
Santa María, Rogad por mí.
María, Madre de gracia, Madre de misericordia, defiéndeme del enemigo y recogeme en la hora de mi muerte.
San José, rogad por mi.
San José, con la bienaventurada Virgen, vuestra esposa, abridme el seno de la divina misericordia.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi ultima agonía.
Jesús, José y María, duerma y descanse en paz el alma mía.
Algunas jaculatorias que pueden ayudar a morir a los enfermos
Jesús mío, misericordia.
Oh Sagrado Corazón de Jesús en vos confío
Oh dulce corazón de María sed la salvación mía
Oh glorioso San José asistidme.
Jesús mío hágase tu voluntad
Oh dulcísimo Jesús no seas mi juez sino mi salvador
Oh María Madre mía no me desamparéis.
Jesús mío os amo sobre todas las cosas.
María refugio de pecadores, rogad por mí.
Glorioso San José, alcanzadme una buena y santa muerte.
Corazón sacratísimo de Jesús, todo sea por vos.
Aceptación de la muerte e indulgencia plenaria
La aceptación de la muerte puede hacerse en cualquier momento y tiene concedida indulgencia plenaria para la última hora.
¡Oh Señor Dios mio, con toda mi voluntad y con resignación, acepto desde ahora cualquier género de muerte que vos dignéis enviarme, con todos los dolores, penas y congojas que la acompañen!
Cuando el enfermo ha expirado
Bajad Santos de Dios; salid al paso, Ángeles del Señor, para recoger su alma, para presentarla en la presencia del Altísimo.
Recójate Cristo que te ha llamado, y te lleven al seno de Abraham los Ángeles, para recoger tu alma, para presentarla en presencia del Altísimo.
Dadle Señor, el descanso eterno, y luzca para él (o ella) la luz eterna, para presentarla en presencia del Altísimo.
Señor, piedad
Cristo, piedad
Señor, piedad
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Amén.
Dadle Señor, el descanso eterno, y luzca para él (o ella) la luz eterna.
De la puerta del infierno, libra su alma Señor.
Descansa en paz.
Así sea.
Oración
Señor, os encomendamos el alma de vuestro siervo (o sierva) N. para que muerto al mundo, viva para Vos; y los pecados que por fragilidad de la vida humana cometió, limpiadlos Vos, como el perdón de vuestra misericordiosísima piedad. Por Cristo nuestro Señor.
Amén.
Descansa en paz.
Amén.
Difuntos
Durante la agonía del moribundo, suelen muchos, si hay la posibilidad, de hacer celebrar las llamadas Misas de los agonizantes. En otras partes, los vecinos rezan el Santo Rosario completo.
Al vestir o amortajar a un difunto, le pondrás las manos cruzadas, y en ellas se colocara un Crucifijo o un Rosario, cosas ambas de las cuales muchos quieren hoy en día prescindir. Algunos dejan ya dispuesto, que se les amortaje con el hábito de alguna orden religiosa, como por ejemplo de San Francisco o del Carmen.
Cuando está el cuerpo del difunto en casa, suele reunirse la familia con los parientes, amigos, vecinos y suelen rezar el Santo Rosario. En algunos lugares van turnando el rezo de varias devociones, las que no cesan en la casa hasta que se da al difunto cristiana sepultura.
Al dar el pésame a los familiares del difunto, conviene sazonar las breves palabras que se digan con frases de espiritual consuelo y cristiana resignación.
Algunos lloran mucho y rezan poco, manifiestan el dolor por el difunto vistiendo de luto, pero no muestran el amor al difunto rezando por su alma. No están prohibidas las lágrimas, pero es más necesario orar.
No manden poner esquelas en diarios o periódicos que no sean realmente católicos. ¿Acaso piensas que sus lectores, quienes quizás no rezan, van a rezar por tu difunto?
En el aniversario del fallecimiento, se suele celebrar alguna Misa o funeral en sufragio de su alma. En algunos lugares, se dicen Misas durante siete, nueve o más días después del entierro.
Al enterarte de la muerte de una persona, puedes decir «Descanse en paz» y rezar un Padre Nuestro por su alma.
Cuanta vanidad hay en una cosa tan triste como lo es la muerte! Muchos se contentan sólo con exterioridades, con música y suntuosos entierros, con mucha asistencia a los mismos, pero en donde nadie ora. Vanidad de vanidades.
Rogar por los difuntos

Cuando muera una persona en tu familia, encomiendala a Dios y procura que se aplique en sufragio suyo algunas Misas, y no dejes de hacerle los funerales según sea tu posición o posibilidad. No seas de aquello malos Cristianos que, echando lo más pronto sus difuntos fuera de casa, ya no se acuerdan más de ellos y no rezan por ellos como si se tratase de almas de condenados. ¡Ay pobres tales!
Sé devoto de las almas del Purgatorio, entre las cuales es muy probable haya una de tu propia familia. No te olvides de ellas pues son agradecidas y ayudan a las personas que por ellas ruegan a Dios.
Al pasar frente a un cementerio, piensa y medita en la vanidad del mundo y reza un Padre Nuestro en sufragio de las almas del Purgatorio.
Al visitar un cementerio el día de Todos los Santos u otro día del año, no has de contentarte con llevar solamente flores y coronas, velas y lazos, inscripciones y recuerdos, porque todo esto de nada aprovecha a las almas. Mejor es ofrecer Misas, rezar padre Nuestros y partes del Santo Rosario, ofrecer algunas penitencias y ganar algunas indulgencias, que a ellas pueden aplicarse. Esto es lo único que a ellas les aprovecha y que servirá al propio tiempo para tu bien espiritual.
Oraciones por los difuntos
La Iglesia Católica ha evitado siempre, ya desde los primeros tiempos, y aún en las mismas persecuciones, todas las prácticas del paganismo, llenas de impiedad y de supersticiones, y conservó de ellas, solamente, todo cuanto tenían algún viso de piedad. Y sobre todo, la Iglesia ruega y ha rogado siempre por los difuntos, como lo demuestran las diversas inscripciones que se encuentran en las Catacumbas. También ya desde un principio, además de rogar por el difunto el día de la muerte o del entierro, los fieles se reunían los días tercero, séptimo y trigésimo, a fin de renovar sus oraciones. Aún hoy, estos tres días tienen especiales privilegios en favor de las almas del purgatorio.
La iglesia no cesa de orar, por más tiempo que haya pasado de la muerte de una persona. Por que? por estas cuatro razones:
1.-El alma no muere con el cuerpo, es inmortal.
2.-Porque todos los hombres, al salir de este mundo, se presentan delante de Dios.
3.-Porque sabe que puede auxiliara los difuntos con sus oraciones y sufragios.
4.-Porque sabe que algún día, todos han de resucitar.
Sufragios que pueden ayudar a las almas del purgatorio
Primeramente, celebrar o hacer celebrar y oír el santo sacrificio de la Misa, que no es necesario que sea de Réquiem para que sirva de sufragio a las almas. Procuren, pues, los reverendos sacerdotes celebrarla con toda devoción, suplicando al Señor que por este medio apague el fuego del purgatorio; los seglares procuren hacerlas celebrar, o a lo menos oírlas devotamente.
Refiérese en el tomo tercero de los Anales de Boverio que nuestro Señor reveló a un religioso capuchino las penas del purgatorio, y mirando afligido las que padecían aquellas benditas almas, vio entrar dos ángeles en aquel estanque de fuego: el uno llevaba un vaso preciosísimo lleno de la sangre de Cristo nuestro Señor, que se había ofrecido en el altar por aquéllas; el otro tenía un hisopo en la mano, con el cual iba tomando de aquella preciosísima sangre e iba rociando a las benditas almas que allí padecían; cuantas recibían alguna gota de aquel divino licor quedaban a punto limpias, puras y más resplandecientes que el sol; indicando con ello el Señor cuán eficaz sea el sacrificio de la Misa para librar de aquellas penas a las almas. Añádase a esto la sagrada Comunión y la recepción de los demás Sacramentos, pues que todos son fuentes perennes de gracia y de salud espiritual.
Lo Segundo, la oración, ora sea puramente mental, ora vocal ayudada de la mental: la primera porque además de ser impetratoria, que es propio de toda oración y quiere decir que es hábil y a propósito para alcanzar favores y gracias en beneficio del que la hace y de las personas por quienes se hace, participa también de la razón de obra satisfactoria por la mortificación de estar postrado, doblado y otras penalidades que entienden los que de veras quieren tener este género de mortificación. La segunda, que será más afectuosa cuando fuere más acompañada de la mental, esto es, la intención recta y atención devota a lo que se rece, consiste en rezar el Rosario a la Santísima Virgen, el Oficio de difuntos, los Salmos penitenciales y otra cualquier devoción, con tal que sea aprobada por la Santa Iglesia. El que no entiende los salmos rece el Rosario, porque entendiendo lo que reza, tendrá más devoción.
Lo tercero, las obras penales, que son satisfactorias, esto es, que son proporcionadas para hacer penitencia y dar satisfacción por nuestras culpas a la Majestad divina. Tales son: el ayuno, limosna, disciplinarse, cilicio, besar la cruz, estarse con la cruz, y todo género de cristiana mortificación. Se advierte, que a los que no pueden ayunar sin ser notados les es muy fácil privarse de este o de aquel bocado regalado, privarse de visitas curiosas o de alguna otra lícita recreación de los sentidos, cosa que nadie o casi nadie advierte y ante Dios es de mucho valor.
Lo cuarto, tomar bulas de difuntos para ganar la indulgencias plenarias a ellos concedidas. Son innumerables las que se ganan con la bula de la Cruzada: los cofrades del Rosario y los que profesan la tercera regla del Seráfico Padre San Francisco pueden ganar muchísimas, y todos, recorriendo las estaciones del Vía Crucis; también se ganan muchas indulgencias llevando el escapulario del Carmen, por el que son tan asistidas las almas en el sábado; también llevando el cordón de San Francisco o la correa de San Agustín y finalmente, por muchas otras devociones; porque los Sumos Pontífices han sido generosos en conceder indulgencias, porque saben que es el medio más fácil para remediar a los vivos y a los difuntos.
Lo quinto, todas las buenas obras, los trabajos, enfermedades, las afrentas sufridas con paciencia, se pueden ofrecer a Dios junto con los méritos de la Pasión de Cristo y Dolores de la Santísima Virgen, en sufragio de aquellas almas que, pudiendo valernos mucho a nosotros, a sí mismas no pueden valerse. Y, por lo tanto agradecidísimas a nuestra misericordia, nos alcanzarán, entre otros favores, que el Señor nos guíe por el camino del cielo, en donde ellas y nosotros descansaremos para siempre. Amén.
Misal Diario Latino-Español
15.ª edición 1960
Editorial Regina
¡El Señor te bendiga y te guarde! ¡El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti y te mire con buenos ojos! ¡El Señor vuelva hacia ti su rostro y te dé la paz!”
(Números 6, 24-26)

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Si nos patrocinas podemos seguir evangelizando cada día, le das recompensa a nuestro esfuerzo y podemos llegar a muchas almas.
5,00 US$
Gracias por entregar este apoyo espiritual. oraciones a un moribundo ( lo realice al abuelo que esta partiendo a los brazos del altísimo)
Gracias por esto.
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Cuánto me alegra que haya sido de tu total agrado
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Gracias lo he usado para mi padre que está a punto de partir. Gracias por estas oraciones
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Cómo puedo orar por mi mamá que tiene Alzhaimer y que ya no habla, ya está muy débil, ya se sostiene poco, y los doctores dicen que ya no hay nada qué hacer, esperar y acompañarla hasta su final. A veces pienso que si oramos pensando en que ya va a morir élla sienta más miedo. Le agradecería su orientación. Gracias
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Luz María. Muchas gracias por estar en contacto. La oración más eficaz en este momento por el que pasa tu madre es simplemente la de súplica a Dios para que se haga su Santa y Divina Voluntad en ella, Dios dispondrá de su tiempo y aunque parezca para nosotros humanamente innentendible esta situación, Dios que conoce nuestro corazón en lo más profundo, actuará y actúa en cada instante de su vida hasta que llegue el justo momento de su partida. Me uno a tu oración.
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