“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.

Agnes Gonxha Bojaxhiu nació en 1910 en Skopje, entonces Albania y actual Macedonia. Murió el 5 de septiembre de 1997 en su amada Calcuta, India. Cuando se hizo religiosa tomó el nombre de Teresa. Es la fundadora de las Misioneras de la Caridad.
Fue bautizada con el nombre de Gonxha Agnes, cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, ella ingresó al Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa.
Descubrió su vocación a temprana edad, y en 1928 ingresa a la Congregación HERMANAS DE NUESTRA SEÑORA DE LORETO, dedicadas a las misiones en la India. Fue enviada a la India, y optó por cambiar su nombre a “Teresa” en referencia a la Santa patrona de los Misioneros, “Teresa de Lisieux”.
Se dedica a la enseñanza y es Directora del St. Mary^s High School de Calcuta. Luego recibe el “llamado” de dedicarse totalmente al servicio de los “pobres más pobres”. El 12-04-1948 el Papa Pio XII autoriza a la Madre Teresa a dejar a las Hermanas de Nuestra Señora de Loreto, y a ponerse bajo la obediencia del Arzobispo de Calcuta.
Llegó a Calcuta el 6 de enero de 1929 y después de profesar sus primeros votos, fue destinada a la comunidad de Loreto Entally, donde enseñó en la Escuela femenina St. Mary. En 1944 se convirtió en la directora del centro. caracterizándose por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
En septiembre de 1946 y durante varias semanas, mediante visiones, Jesús le reveló su dolor por el olvido de los pobres y le pidió que fundase una congregación religiosa para cuidar a los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Sentía el deseo de fundar una Congregación para ayudar a los marginados de la sociedad, primordialmente enfermos, pobres y personas que no tenían hogar. El 18-08-1948 deja el hábito que usaba y viste el sari blanco con franjas azules y la cruz, y comienza la odisea de su nueva vida. El 07-10-1950 es aprobada e instituida en Calcuta la Congregación de las MISIONERAS DE LA CARIDAD.
Al principio su obra se expandió por la India. En febrero de 1965 abrió la primera casa en Venezuela, luego en Roma, Tanzania y otros países del mundo hasta alcanzar todos los continentes.
En la década de 1970 era conocida internacionalmente y había adquirido reputación de persona humanitaria y defensora de los pobres e indefensos. El Papa Pablo VI concede a la Madre Teresa el “Premio Papa Juan XXIII por la Paz”. También obtuvo el “Premio Nobel de la Paz en 1979” y en 1980 recibe el más alto galardón civil de la India, el “Bharat Ratna (Joya de la India), por su labor humanitaria. A ellos se sumaron una decena de premios y reconocimientos de primer nivel, tanto nacionales como internacionales.
decía santa Teresa de Calcuta.
“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”.
Durante más de 45 años atendió a pobres, enfermos, huérfanos y moribundos, al mismo tiempo que guiaba la expansión de su congregación, en un primer momento, en la India y luego, en otros países del mundo. En 1997, las HERMANAS DE LA CARIDAD contaban casi con 4.000 miembros, y se habían establecido en 610 fundaciones, en 123 países del mundo.
Cuando ya contaba con 87 años de edad, fallece el 5 de septiembre de 1997 en CALCUTA, India. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un Funeral de Estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa de las MISIONERAS DE LA CARIDAD
Fue beatificada por San Juan Pablo II el 19 de octubre del 2003, y canonizada 13 años después, por el Papa Francisco, en la Plaza de San Pedro, el 04 de septiembre del 2016
!MADRE TERESA!, nos dejaste un ejemplo de “fe” sólida, “esperanza” invencible y “caridad “extraordinaria, intercede ante Jesús para que también nosotros imitemos tus virtudes, con arrojo y valentía.

ALGUNAS DE SUS FRASES:
«Ama hasta que te duela. Si te duele es buena señal».
«Hay una cosa muy bonita: compartir la alegría de amar. Amarnos los unos a los otros. Amar hasta el dolor».
«Preferiría cometer errores con gentileza y compasión antes que obrar milagros con descortesía y dureza».
«Darle a alguien todo tu amor nunca es seguro de que te amarán de regreso, pero no esperes que te amen de regreso; solo espera que el amor crezca en el corazón de la otra persona, pero si no crece, sé feliz porque creció en el tuyo. Hay cosas que te encantaría oír, que nunca escucharás de la persona que te gustaría que te las dijera, pero no seas tan sordo para no oírlas de aquel que las dice desde su corazón».
«Resulta muy difícil predicar cuando no se sabe cómo hacerlo, pero debemos animarnos a predicar. Para ello, el primer medio que debemos emplear es el silencio».
«El silencio de la boca nos enseñará muchísimas cosas: a hablar con Cristo; a estar alegres en los momentos de desolación; a descubrir muchas cosas prácticas para decir».
«Guardemos, entonces, el silencio de los ojos, el cual nos ayudará siempre a ver a Dios. Los ojos son como dos ventanas a través de las cuales Cristo y el mundo penetran en nuestro corazón».
«El silencio de la mente y del corazón: la Virgen María «conserva cuidadosamente todas las cosas en su corazón «. Este silencio la aproximó tanto al Señor que nunca tuvo que arrepentirse de nada».
«El silencio nos proporciona una visión nueva de todas las cosas».
«Las palabras que no procuran la luz de Cristo no hacen mas que aumentar en nosotros la confusión».
«La oración ensancha el corazón, hasta hacerlo capaz de contener el don de Dios. Sin Él, no podemos nada».
«Orar a Cristo es amarlo y amarlo significa cumplir sus palabras. La oración significa para mí la posibilidad de unirme a Cristo las 24 horas del día para vivir con Él, en Él y para Él. Si oramos, creemos. Si creemos, amaremos. Si amamos, serviremos».
«Es imposible comprometerse en un apostolado directo, si no es desde una auténtica oración. Debemos tratar de ser uno con el Padre. Nuestra actividad no será verdaderamente apostólica si no le permitimos obrar en nosotros, a través de nosotros, gracias a su poder, a sus planes y a su amor».
«Para que la oración sea realmente fructuosa, ha de brotar del corazón y debe ser capaz de tocar el corazón de Dios».

«Yo estoy perfectamente convencida de que cuantas veces decimos Padre nuestro, Dios mira sus manos, que nos han plasmado… «Te he esculpido en la palma de mi mano»… mira Sus manos y nos ve en ellas. ¡Qué maravillosos son la ternura y el amor de Dios omnipotente!
«Orad sencillamente, como los niños, movidos por un fuerte deseo de amar mucho y de convertir en objeto de propio amor a aquellos que no son amados».
«Si a ustedes les resulta difícil orar, rueguen insistentemente: «¡Jesús ven a mi corazón, ora dentro de mí y conmigo, hazme aprender de Ti cómo orar»».
«La Misa es el alimento espiritual que me sustenta y sin el cual no podría vivir un solo día o una sola hora de mi vida».
«La cosa más importante no es lo que decimos nosotros, sino lo que Dios nos dice a nosotros. Jesús está siempre allí, esperándonos. En el silencio nosotros escuchamos su voz».
«El que tiene a Dios en su corazón, desborda de alegría. La tristeza, el abatimiento, conducen a la pereza, al desgano».
«Nuestra alegría es el mejor modo de predicar el cristianismo. Al ver la felicidad en nuestros ojos, tomarán conciencia de su condición de hijos de Dios. Pero para eso debemos estar convencidos de eso».
«Superemos siempre el desaliento… nada de esto tiene sentido si hemos comprendido la ternura del amor de Dios».
«La alegría del Señor es nuestra fuerza. Todos nosotros, si tenemos a Jesús dentro nuestro, debemos llevar la alegría como novedad al mundo».
«La alegría es oración, la señal de nuestra generosidad, de nuestro desprendimiento y de nuestra unión interior con Dios».

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