«En este lugar, María, la madre siempre amorosa, mostró su dolor por el mal moral causado por la humanidad. Sus lágrimas nos ayudan a entender la gravedad del pecado y del rechazo a Dios, mientras que manifiestan al mismo tiempo la apasionante fidelidad que su Hijo mantiene para con cada persona, aunque su amor redentivo está marcado con las heridas de la traición y abandono de los hombres».
San Juan Pablo II
«… llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, a los fieles discípulos de Jesucristo, a los que han vivido con desprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desdén y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Es tiempo ya que ellos salgan y vengan a iluminar la tierra; id y mostraos como mis amados hijos; yo estoy con vosotros y en vosotros, siempre la fe sea la luz que os ilumine los días de infortunio. Que vuestro celo os haga como hambrientos de la gloria y el honor de Jesucristo. Combatid, hijos de la luz, vosotros, los pocos que pueden ver, porque he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines».
Dos mensajes secretos entregados el Virgen María, ese día, uno para cada niño.

La Hermosa Dama
La Dama se puso de pié mientras los niños permanecían paralizados en su lugar.
“Vengan cerca de mí, mis niños, no tengan miedo. Yo estoy aquí para darles grandes noticias”, les dijo María en francés. Tomando confianza con estas palabras, los niños se apuraron a correr a su encuentro. Su voz, decían ellos, era como música. Ella también caminó unos pasos en su dirección. Se acercaron a ella tanto, como después lo expresaron, que no habría lugar para que otra persona pase entre ellos y la Dama. Cuando ellos pudieron verla de cerca advirtieron que estaba llorando, y las lágrimas nunca cesaron de caer de sus ojos mientras duró la aparición. Maximin dijo: “Ella era como una mamá cuyos hijos fueron golpeados, y que escapó a la montaña para llorar”.
La Hermosa Dama era alta y parecía estar hecha de luz.

Por reinadelcielo.org
Estaba vestida como una mujer de la región, con un largo vestido. También llevaba un shal, que estaba cruzado en su pecho y anudado en la espalda. Tenía una especie de vincha en su cabeza, coronada de rosas. También los bordes de su shal estaban coronados de rosas así como su calzado. Sobre su flequillo brillaba una luz como de una diadema y sobre sus hombros brillaba una pesada cadena. De su cuello pendía otra cadena dorada, pero de menor tamaño. En ella resaltaba un Crucifijo resplandeciente, donde Jesús parecía estar vivo. A un lado de la Cruz se veía un martillo y al otro lado un par de pinzas o tenazas, ambas cosas apenas a un costado de las manos clavadas del Señor.
Esto se debe interpretar como en relación a nuestros actos que clavan a Cristo en la Cruz (nuestros pecados se relacionan con el martillo) y también al amor como un gesto que saca los clavos que sujetan al Señor al Madero (las tenazas). De la cabeza de María subía un gran resplandor hacia el Cielo, como rayos que subían hacia lo alto. Sin dudas el conjunto representaba tal majestuosidad que marcó el recuerdo de los niños por el resto de sus vidas.
La hermosura de María se hace esplendorosa en cada aparición. Ella se muestra distinta, adaptándose al lugar, a los corazones, a los tiempos, pero fundamentalmente al mensaje que Dios le envía a transmitir en cada caso. Nada es casual, todo tiene su importancia, aún el menor detalle posee un profundo significado que los hombres, las más de las veces, tardamos décadas o siglos en descubrir.
¿Cuál fue la reacción de la iglesia?

El 19 de septiembre de 1851 Monseñor Filiberto de Bruillard, Obispo de Grenoble, publica una “carta pastoral”, aprobando la aparición, y el 1 de mayo de 1852 anuncia la construcción de un santuario sobre la montaña de La Salette. Por su parte, el Papa Pío IX dio la aprobación oficial al acontecimiento de La Salette en 1852, y el Papa León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de Nuestra Señora de La Salette en 1879. Es necesario añadir que esta aparición ha sido una de las más controvertidas de la historia de las apariciones marianas, no por la aparición en sí, que fue aprobada prontamente, sino por el contenido del mensaje secreto entregado a Melanie, que se conoció más tarde (en 1858) a petición de la Santísima Virgen. Papa León XIII elevó el santuario al rango de Basílica y decretó la coronación canónica de Nuestra Señora de La Salette en 1879. Es necesario añadir que esta aparición ha sido una de las más controvertidas de la historia de las apariciones marianas, no por la aparición en sí, que fue aprobada prontamente, sino por el contenido del mensaje secreto entregado a Melanie, que se conoció más tarde (en 1858) a petición de la Santísima Virgen.
Las enseñanzas de La Salette

En estos tiempos se está dando una convergencia de muchas de estas disciplinas en una misma dirección, hacia un mismo punto: la “nueva era” o “new age” se está expandiendo a pasos agigantados en muchos países. En ella se resumen muchas falsas filosofías y errores, como la reencarnación, el ubicar al hombre como centro del mundo, un falso ecumenismo basado en una unión no centrada en Cristo y en los Sacramentos que El nos legó, el orientalismo, el espiritismo, la invocación de energías profanas, la apelación a lo mágico, la existencia de seres extraterrestres portadores de un supuesto mensaje de salvación, la creación de un gobierno mundial, una economía mundial, un sistema jurídico mundial y una religión mundial que una a todos los pueblos: la globalización en su más amplia expresión. Es una gigantesca maniobra del maligno, orientada a confundir al mundo con sus disfraces e hipocresías, como está profetizado en muchos pasajes de las Sagradas Escrituras.
El objetivo es destruir a la verdadera y única iglesia de Cristo, atacarla por fuera y por dentro también, minarla hasta hacerla sucumbir y caer bajo el dominio de satán. Pero no debemos temer, porque pese a esta gigantesca tribulación y purificación que enfrenta el mundo, la iglesia sobrevivirá y saldrá fortalecida, radiante y gloriosa. La iglesia que amamos, esposa del Cordero, tendrá su apogeo al enfrentar con éxito esta gigantesca prueba.
María nos dio en La Salette la advertencia, pero también nos dio la esperanza, porque sabemos que pertenecemos al ejército que triunfará en la dura batalla que vivimos actualmente. La fe vencerá, el amor se impondrá, la esperanza nos mantendrá unidos y alertas a los ataques del mal.
Por corazones.org
Narración de la Aparición según la vidente Melanie

El día 18 de septiembre, de 1846, víspera de la Aparición de la Santísima Virgen, estaba yo sola como siempre cuidando el ganado de mi amo, alrededor de las once de la mañana vi a un niño que se aproximaba hacia mí. Por un momento tuve miedo, pues me parecía que todos deben saber que evitaba todo tipo de compañía. El niño se acercó y me dijo:
«Hey niña, voy a ir contigo, soy de Corps». A estas palabras mi malicia natural se mostró y le dije: «No quiero a nadie a mi alrededor. Quiero estar sola». Pero él, siguiéndome, dijo: «Mi amo me envió aquí para que contigo cuidara el ganado. Vengo de Corps». Me separé molesta de él, dándole a entender que no quería a nadie alrededor mío. Cuando estaba ya a cierta distancia me senté en la hierba. Usualmente de esta forma hablaba a las florecitas o al Buen Dios.
Después de un momento, detrás de mí estaba Maximino sentado y directamente me dijo: «Déjame estar contigo, me portaré muy bien». Aún en contra de mi voluntad y sintiendo un poco de lástima por Maximino le permití quedarse. Al oír la campana de la Salette para el Angelus, le indiqué elevar su alma a Dios. Él se quitó el sombrero y se mantuvo en silencio por un momento. Luego comimos y jugamos juntos. Cuando cayó la tarde bajamos la montaña y prometimos regresar al día siguiente para llevar al ganado nuevamente.
Al día siguiente, sábado, 19 de septiembre, de 1846, el día estaba muy caluroso y los dos jovencitos acordaron comer su almuerzo en un lugar sombreado. Melanie había descubierto que Maximino era muy buen niño, simple y dispuesto a hablar de lo que ella deseara. Era muy flexible y juguetón, pero si un poco curioso. Llevaron el ganado a una pequeña quebrada y encontrando un lugar agradable decidieron tomar una siesta. Ambos durmieron profundamente. Melanie fue la primera en despertar. El ganado no estaba a su vista, entonces rápidamente llamó a Maximino. Juntos fueron en su búsqueda por los alrededores y lo encontraron pastando plácidamente.
Los dos jóvenes volvían en la búsqueda de sus utensilios donde habían llevado su almuerzo y cerca de la quebrada en donde habían hecho la siesta divisaron un globo luminoso que parecía dividirse. Melanie pregunta a Maximino si él ve lo que ella está viendo. ¡Oh Dios mío!, exclamó Melanie dejando caer la vara que llevaba. Algo fantásticamente inconcebible la inundaba en ese momento y se sintió atraída, con un profundo respeto, llena de amor y el corazón latiéndole más rápidamente.
Vieron a una Señora que estaba sentada en una enorme piedra. Tenía el rostro entre sus manos y lloraba amargamente. Melanie y Maximino estaban atemorizados, pero la Señora, poniéndose lentamente de pie, cruzando suavemente sus brazos, les llamó hacía ella y les dijo que no tuvieran miedo. Agregó que tenía grandes e importantes nuevas que comunicarles. Sus suaves y dulces palabras hicieron que los jóvenes se acercaran apresuradamente. Melanie cuenta que su corazón deseaba en ese momento adherirse al de la bella Señora.

La Señora era alta y de apariencia majestuosa. Tenía un vestido blanco con un delantal ceñido a la cintura, no se podría decir que era de color dorado pues estaba hecho de una tela no material, más brillante que muchos soles. Sobre sus hombros lucía un precioso chal blanco con rosas de diferentes colores en los bordes. Sus zapatos blancos tenían el mismo tipo de rosas. De su cuello colgaba una cadena con un crucifijo. Sobre la barra del crucifijo colgaban de un lado el martillo y del otro las tenazas. De su cabeza una corona de rosas irradiaba rayos luminosos, como una diadema. En sus preciosos ojos habían lágrimas que rodaban sobre sus mejillas. Una luz más brillante que el sol pero distinta a éste le rodeaba.
Le dijo a los jovencitos que la mano de su Hijo era tan fuerte y pesada que ya no podría sostenerla, a menos que la gente hiciera penitencia y obedeciera las leyes de Dios. Si no, tendrían mucho que sufrir. «La gente no observa el Día del Señor, continúan trabajando sin parar los Domingos. Tan solo unas mujeres mayores van a Misa en el verano. Y en el invierno cuando no tienen más que hacer van a la iglesia para burlarse de la religión. El tiempo de Cuaresma es ignorado. Los hombres no pueden jurar sin tomar el Nombre de Dios en vano. La desobediencia y el pasar por alto los mandamientos de Dios son las cosas que hacen que la mano de mi Hijo sea más pesada».
Ella continuó conversando y les predijo una terrible hambruna y escasez. Dijo que la cosecha de patatas se había echado a perder por esas mismas razones el año anterior. Cuando los hombres encontraron las patatas podridas, juraron y blasfemaron contra el nombre de Dios aún más. Les dijo que ese mismo año la cosecha volvería a echarse a perder y que el maíz y el trigo se volverían polvo al golpearlo, las nueces se estropearían, las uvas se pudrirían. Después, la Señora comunica a cada joven un secreto que no debían revelar a nadie, excepto al Santo Padre, en una petición especial que él mismo les haría.
La Señora agregó que si el pueblo se convirtiera, las piedras y las rocas se convertirían en trigo y las patatas se encontrarían sembradas en la tierra. Entonces preguntó a los jovencitos: «¿Hacéis bien vuestras oraciones, hijos míos?» Respondieron los dos: ¡Oh! no, Señora; no muy bien.»
«¡Ay, hijos míos! Hay que hacerlas bien por la noche y por la mañana. Cuando no podáis hacer más, rezad un Padrenuestro y un Avemaría; y cuando tengáis tiempo y podáis, rezad más.»
Con su voz maternal y solícita les termina diciendo: «Pues bien, hijos míos, decid esto a todo mi pueblo». Luego continuó andando hasta el lugar en que habían subido para ver donde estaban las vacas. Sus pies se deslizan, no tocan más que la punta de la hierba sin doblarla. Una vez en la colina, la hermosa Señora se detuvo. Melanie y Maximino corren hacia ella apresuradamente para ver a donde se dirige. La Señora se eleva despacio, permanece unos minutos a unos metros de altura (aprox. 3-5 m.). Mira al cielo, a su derecha (¿hacia Roma?), a su izquierda (¿Francia?), a los ojos de los niños, y se confunde con el globo de luz que la envuelve. Este sube hasta desaparecer en el firmamento.
Al principio solo algunos creían lo que los jóvenes decían haber visto y oído. Los campesinos que habían contratado a los jóvenes estaban sorprendidos que, siendo estos tan ignorantes, fueran capaces de transmitir y relacionar tan complicado mensaje tanto en francés, el cual no entendían bien, como en patuá en el cual describían exactamente lo que decían.
A la mañana siguiente Melanie y Maximino fueron llevados a ver al párroco. Era un sacerdote de edad avanzada, muy generoso y respetado. Al interrogar a los jóvenes, escuchó todo el relato, ante el cual quedó muy sorprendido y realmente pensó que ellos decían la verdad. En la Misa del domingo siguiente habló de la visita de la Señora y su petición. Cuando llegó a oídos del obispo que el párroco había hablado sobre la aparición desde el púlpito, éste fue reprendido y reemplazado por otro sacerdote. Esto no es sorprendente ya que la Iglesia es muy prudente en no hacer juicios apresurados sobre apariciones.
Melanie y Maximino eran constantemente interrogados tanto por los curiosos como por los devotos. Ellos simplemente contaban la misma historia, repitiéndola una y otra vez. A los que estaban interesados en subir la montaña, les señalaban el lugar exacto donde la Señora se había aparecido. En varias ocasiones fueron amenazados de ser arrestados si no negaban lo que continuaban diciendo. Sin ningún temor y vacilación reportaban a todos los mensajes que la Señora había dado.
La fuente

Surgió una fuente cerca del lugar donde la Señora se había aparecido y el agua corría colina abajo. Muchos milagros empezaron a ocurrir. Las terribles calamidades que fueron anunciadas se empezaron a cumplir. La terrible hambruna de patatas de 1846 se difundió, especialmente en Irlanda donde muchos murieron. La escasez de trigo y maíz fue tan severa que más de un millón de personas en Europa murieron de hambre. Una enfermedad afectó las uvas en toda Francia. Probablemente el castigo hubiera sido peor de no haber sido por los que acataron el mensaje de La Salette. Muchos comenzaron a ir a misa. Las tiendas fueron cerradas los domingos y la gente cesó de hacer trabajos innecesarios el día del Señor. Las malas palabras y las blasfemias fueron disminuyendo.
Las profecías sobre el deterioro de las cosechas y la hambruna se cumplieron.
(La Virgen) dijo que habría un castigo, y que las uvas se marchitarán. Yo fui a estudiar qué había sucedido con las uvas en Francia después de 1846. Después de las apariciones, hizo su aparición un hongo parásito que agrede a la uva, esparciendo el oidio, una enfermedad de la vid nunca vista en Francia hasta entonces. Cuando desapareció, se manifestó enseguida la filoxera, un piojo microscópico que destruyó la mitad de las viñas de todo el país. Se encontró un remedio para la filoxera, pero apareció inmediatamente la peronospera, una enfermedad desconocida en Europa, y originaria de América. Las pocas vides que habían logrado salir sanas y salvas de los flagelos precedentes, fueron destruidas por el nuevo mal. He investigado también en los archivos y en las bibliotecas francesas: en Francia no existe una sola especie de vid anterior a 1847. Todas las que existían murieron. Una terrible predicción que se cumplió totalmente… -Vittorio Messori en Hipótesis sobre María. |
Los Videntes después de la Aparición

Maximino
Maximino trató de ser sacerdote y entró en el seminario menor. Tenía mucha dificultad en aprender, tuvo muchas dudas sobre su vocación y se retiró del seminario. Muchos se preguntan por qué, acaso ¿no tuvo la gracia de la vocación o no correspondió a ella? Podemos decir que la vida íntima de cada alma es un misterio, las gracias que recibe y la respuesta que ésta da.
Afirman que Maximino tenía una fe profunda, y en la virtud de la castidad fue muy íntegro y delicado llegando a decir en confidencia: «Cuando se ha visto a la Santísima Virgen, uno no piensa más en mujeres». Trabajó en un hospital por un tiempo, luego llegó a ser soldado y finalmente terminó administrando una pequeña tienda de artículos religiosos.
Se habla de un mal entendido entre el Santo Cura de Ars y Maximino.
El joven visitó al santo cuando tenía una crisis vocacional. El Cura de Ars que hasta entonces había sido entusiasta de las apariciones se decepcionó al interpretar que Maximino se retractaba de haber visto a la Virgen. Como buen obediente se remitía a la autoridad del obispo y del Papa que habían aprobado las apariciones. «Dios no confirmaría con milagros una superchería, ni la Iglesia la enriquecería con indulgencias» (Journal d´une Institutrice, pag. 117). Maximino por su parte negaba que él se hubiese retractado. Conforme a las explicaciones del muchacho el cura estaba sordo y se le entendía mal, además sólo se le podía hablar en el confesionario y hubo un mal entendido: él le dijo haber mentido a veces, el cura de Ars entendió que se refería a la aparición… Parece ser que años después el santo cura recibió una prueba de Dios de la autenticidad de la aparición de la Salette . (aunque en realidad no era necesaria, dado el juicio de la Iglesia basado en el estudio de los hechos y en los milagros reconocidos). No dejó de ser providencial el incidente de Ars, pues de él hablaron tanto los periódicos que acudió el arzobispo de Lyón al Papa Pío IX quién de esa forma recibió el secreto y aprobó la aparición.
Cuenta un amigo de Maximino con cierto asombro y tristeza que en ocasiones se reunían con eclesiásticos y muchas otras personas y tristemente observaban a Maximino vaciar los vasos de vino y volverlos a llenar en seguida. Dentro de la providencia de Dios se pueden enumerar muchas purificaciones de pobreza y enfermedad y calumnias con cuyos méritos sin duda habrá alcanzado glorias para el cielo. Murió en estado de gracia cuando tenía treinta y ocho años de edad.
Melanie
Melanie también trató de entrar a la vida religiosa. Visitó varias comunidades, pero no permanecía suficiente tiempo en ellas. Le era muy difícil la vida comunitaria. Recibió mucha persecución por haber sido elegida especialmente para comunicar los mensajes . Aún en medio y llena de contradicciones, rechazos e injurias poseía una fuerte valentía y una tenacidad admirable para difundir al mundo el mensaje de Nuestra Señora de la Salette. Su vida de oración era intensa, algunos milagros son atribuídos a ella aún estando en vida. Uno de ellos es la enfermedad del Rev. Combe sanada al día siguiente después que Melanie le dijera que estaría bien y que viviría hasta la ancianidad. El sacerdote admirado le preguntó: «¿Qué dijiste?» «Bueno ,contesta Melanie, tan solo oré a la Señora y le dije: Madre mía, el P. Combe está enfermo, el trabaja para ti y lo has dejado así.» La vida del P. Combe duró hasta sus 82 años.
En junio de 1904, Melanie deja Francia y se traslada a un pequeño pueblo llamado Altamura en el sur de Italia. El obispo Mons. Cecchini, O.P:, es amigo suyo y la recibe con agrado. Encuentra una casa fuera de la ciudad. Está tranquila y alegre en su soledad. Todos los días va a la Catedral. El 15 de diciembre no fue. Había muerto durante la noche del 14 de diciembre. Forzaron la puerta de su casa y la encontraron en el piso completamente vestida, tenía 72 años. En febrero de 1903 había profetizado que forzarían la puerta de su casa y la encontrarían muerta, en un lugar desconocido de Italia. Dos de sus vecinos cuentan que la noche anterior se había aído la preciosa melodía del Tantum Ergo en la habitación de la dama francesa y que también oyeron una campanita como la que es usada para llevar el Sagrado Viático a los moribundos. La gente de Altamura sostienen que la Sagrada Comunión fue traída a Melanie por el mismo Señor.
APROBACIÓN ECLESIÁSTICA
El Obispo de la Salette encargó a dos teólogos la investigación de la aparición y de todas las curaciones registradas. Durante cinco años se hicieron las más minuciosas investigaciones. En toda Francia, en aproximadamente ochenta diferente lugares, los obispos encargaron canónigos que investigasen las curaciones milagrosas a través de las oraciones a Nuestra Señora de la Salette y del agua de la fuente. Cientos de milagrosos favores fueron registrados.
El Santo Padre, Pío IX, aprobó la devoción a Nuestra Señora de la Salette. Pidió a los jóvenes que le fuera enviado el relato de los secretos por escrito. Tiempo después dirá el Santo Padre: «Estos son los secretos de la Salette, si el mundo no se arrepiente, perecerá».
Por Cari Filii -martes, 23 de abril 2019
La Iglesia reconoció en 1846 la aparición y el mensaje, pero no los dos secretos entregados a los videntes, Mélanie y Maximin. Ciento setenta años después, el descubrimiento de los originales da nueva dignidad a los pastores.
Del archivo vaticano, los verdaderos secretos de La Salette
Durante más de 170 años han sido objeto de instrumentalización y críticas. Considerados unos visionarios y unos locos y exaltados, la damnatio memoriae dura hasta nuestros días, con una leyenda negra que aún pende sobre estos dos simples pastores franceses: Mélanie Calvat y Maximin Giraud, conocidos como los videntes de La Salette.

Todo tiene inicio en un pequeño municipio del sudeste de Francia, La Salette. Aquí, una Bella Señora se apareció, en 1846, a los dos pastorcillos entregándoles un Mensaje que estaba destinado a todo el mundo, no sólo a Francia. La Bella Señora también le entregó a cada uno de los videntes un secreto, los secretos de La Salette. Lo que sucedió durante esta aparición (reconocida oficialmente por el obispo de Grenoble, monseñor Philibert de Bruillard el 19 de julio de 1851), aún no está del todo claro. En el sentido de que la Iglesia, oficialmente, ha reconocido la aparición y el correspondiente mensaje que habla de conversión y oración, pero no ha reconocido de manera oficial, en cambio, los denominados “secretos”. Secretos que con el tiempo han sido reescritos en varias ocasiones (Mélanie lo hará durante su vida en cinco ocasiones, mientras que Maximin lo hará sólo en dos) y han sido cada vez más difíciles de comprender. Sobre todo por los contenidos considerados apocalípticos. Secretos que siempre han acompañado la vida de los dos videntes, marcándolos como fanáticos desequilibrados.
Los originales
Ha sido una “operación verdad” llevada a cabo de manera concreta la que nos ha permitido encontrar (gracias a la ayuda del padre Gian Matteo Roggio, mariólogo y provincial de los Misioneros de La Salette), en el archivo de la Congregación para la Propagación de la Fe, los dos textos originales (que debían permanecer secretos), conservados en el Vaticano y escritos de puño y letra por los dos videntes, y enviados a Pío IX. Hablamos, por tanto, del primer (y, por consiguiente, si queremos, del más genuino) texto en absoluto, en el que Mélanie y Maximin escriben lo que la Bella Señora les ha dicho.

Lo escriben -desobedeciendo, muy a su pesar, la petición de no divulgación que les ha hecho la Bella Señora- porque se les hace creer que el Papa (Pío IX) en persona los quiere leer. No hay infierno. Ni apocalipsis. Ni el fin del mundo. Los contenidos de los secretos son los típicos de ciertos ambientes de la época: anuncio y profecías concernientes a Francia (que perderá su papel cristiano en Europa), el mundo entero (que debe hacer penitencia), Pío IX (será perseguido), la Iglesia. Y, después, el nacimiento del anticristo de una religiosa y las persecuciones que sufrirán los Papas. En resumen, en estos escritos, que han permanecido durante más de 170 años en estanterías polvorientas del Vaticano, encontramos una serie de temas en parte ya conocidos, pero sin todo el contexto que ha rodeado a los dos videntes durante mucho tiempo. Contexto que ha “corrompido”, de manera inevitable, las sucesivas ediciones del secreto.
Es decir, finalmente -gracias a los documentos originales- se pone la palabra “fin” a todas las consideraciones milenaristas y descabelladas que desde hace más de un siglo y medio acompañan a esta aparición mariana. Y, sobre todo, se restituye la dignidad a estos dos pastores que, aún hoy, son considerados por una parte de los expertos como unos soñadores. No. Mélanie y Maximin no eran para nada unos locos ni unos mentirosos.
Los videntes
Mélanie y Maximin, en la época de las apariciones, eran dos muchachos pobrísimos y marcados por dificultades afectivas. Después de la aparición, su vida no cambia. Ciertamente, lo que ha sucedido los trastoca a ambos. Sin embargo, para ellos el encuentro con la Bella Señora no cambia su condición de vida. Al contrario, de alguna manera la empeora.
Mélanie se verá obligada a vagar por Italia y el extranjero, sin meta alguna. Como una larga peregrinación. Se verá obligada a pedir limosna para poder comer. Algunos la ensalzan y otros, que la consideran una visionaria, una fanática, la critican. Allí donde fuera, en cuanto la reconocen, se convierte en objeto de curiosidad y de admiración, pero también de burla y contestación por el secreto que le había sido confiado.
Tras conocer a Annibale Maria de Francia, el santo de los huérfanos le pide ayuda para fundar la congregación religiosa Hijas del Divino Celo (aún hoy la madre general de esta congregación religiosa lleva su anillo, el anillo de Mélanie). Morirá en completo anonimato en Altamura, en Puglia, Italia. “Ha muerto la mujer francesa”, dirán los vecinos de la localidad.

Maximin murió jovencísimo. Vivió haciendo mil oficios distintos. Y con su muerte precoz (tiene unos 40 años cuando fallece), toda la atención se centrará en Mélanie. Y, sobre todo, se centrará la morbosidad por conocer el famosísimo secreto, dando vida a una querella que corrió el riesgo de comprometer, verdaderamente, toda la aparición de La Salette.
Dos corrientes de pensamiento contrapuestas. La primera, apoyada por los llamados “melanistas”, consideraba que el secreto era el principio para comprender la propia aparición. La segunda, apoyada por los “saletinos”, valoraba el mensaje prescindiendo del secreto. Entre los grandes defensores de los “melanistas” había figuras intelectuales de la época como Jacques Maritain y Léon Bloy.
La Bella Señora los ha elegido a ellos
Los dos videntes han estado siempre perseguidos por estos famosos secretos.
A veces ensombrecidos y juzgados precisamente por sus contenidos. Una sombra que los ha envuelto también después de su muerte. Tanto es así que, aún hoy, su causa de beatificación (legítimamente promovida como se hizo para los videntes de Fátima y la vidente de Lourdes) está parada a causa, precisamente, de estos secretos, sobre los que incumbe un misterio que ha durado más de 170 años.
Sí, porque como decíamos al principio, existen distintas ediciones y traducciones de estos secretos. Y no siempre son iguales y coinciden. A lo largo del tiempo, de hecho, los contenidos reales de estos mensajes se han convertido para los estudiosos, los eclesiásticos, los fieles y los apasionados en unos verdaderos rompecabezas.
Es más: se han convertido en la “prueba” de la aparición de La Salette. Una obsesión que ha perdurado en el tiempo.

Han transcurrido muchos años desde ese famoso 19 de septiembre de 1846, en el que la Bella Señora se apareció a los dos videntes. Y aún hoy La Salette -con sus procesiones, sus funciones religiosas- es meta de peregrinos que llegan a ese lugar procedentes de todo el mundo.
No solo en Italia y en otros países el eco de esos hechos extraordinarios fue acogido y transformado por la devoción popular en lugares de culto, estatuas e iglesias dedicadas a la Virgen de La Salette. Y, sin embargo, sobre la aparición de la Bella Señora sigue flotando la sombra oscura de los secretos. Una evidente e injustificada hostilidad que dura desde hace años. Hasta el punto que ninguno de los dos videntes -como tampoco el obispo que dio la aprobación oficial- está enterrado en el santuario construido en el lugar de las apariciones. Como si se quisiera borrar la presencia de los actores fundamentales de esta historia, porque son incómodos y molestan.
Sin embargo, a pesar de todas las reservas, las malas opiniones y las calumnia lanzadas contra los videntes, la Bella Señora que apareció en La Salette decidió servirse, para lanzar su mensaje al mundo, precisamente de estos dos pastores. Y por este motivo Mélanie y Maximin seguirán siendo, siempre, dos figuras imprescindibles de las apariciones de La Salette.
El texto de los secretos
El secreto de Maximin: “El Papa será perseguido. Y su sucesor será un pontífice que nadie se espera. Lo que te digo sucederá en el próximo siglo, lo más tarde en los años dos mil. Un gran país del norte de Europa, hoy protestante, se convertirá. Antes de que todo esto suceda, habrá grandes desórdenes en la Iglesia y por doquier”.
El secreto de Mélanie: “Esto será terrible, que algunos ministros de Dios y esposas de Jesucristo se consagrarán al mal, y al final en la tierra reinará el infierno. En ese momento el anticristo nacerá de una religiosa, pero ¡ay de ella! Varias personas le creerán porque les dirá que es aquel que ha venido del Cielo, pero ¡ay de aquellos que le creerán! No está lejos el tiempo, no pasarán dos veces cincuenta años”.

Las 33 profecías
Algunos puntos del importante secreto dado por la Virgen a Melanie
La Hermosa Señora de la Salette comunicó un secreto que debía revelar años más tarde. Maximino aseguró que la Virgen dijo algo a Melanie que él no oyó. Este secreto, sin embargo, no está incluido en la aprobación dada por la Iglesia a la aparición ya que fue divulgado posteriormente.
Melanie: Esto que Yo te voy a decir no será siempre secreto; puedes publicarlo en 1858.
Los sacerdotes, ministros de mi Hijo, por su mala vida, por sus irreverencias y su impiedad al celebrar los santos misterios, por su amor al dinero, a los honores y a los placeres, se han convertido en cloacas de impureza. Sí, los sacerdotes piden venganza, y la venganza pende de sus cabezas. ¡Ay de los sacerdotes y personas consagradas a Dios, que por sus infidelidades y mala vida crucifican de nuevo a mi Hijo! Los pecados de las personas consagradas a Dios claman al cielo y piden venganza, y he aquí que la venganza está a las puertas, pues ya no hay almas generosas ni persona digna de ofrecer la Víctima sin mancha al Eterno en favor del mundo. Dios va a castigar de una manera sin precedentes. ¡Ay de los habitantes de la tierra! Dios va a derramar su cólera y nadie podrá sustraerse a tantos males juntos. Los jefes, los conductores del pueblo de Dios, han descuidado la oración y la penitencia, y el demonio ha oscurecido sus inteligencias, se han convertido en estrellas errantes que el viejo diablo arrastrará con su cola para hacerlos perecer. Dios permitirá a la antigua serpiente poner divisiones entre los soberanos, en todas las sociedades y en todas las familias. Se sufrirán penas físicas y morales. Dios abandonará a los hombres a si mismos y enviará castigos que se sucederán durante más de treinta y cinco años.
Los malos libros abundarán en la tierra y los espíritus de las tinieblas extenderán por todas partes un relajamiento universal en todo lo relativo al servicio de Dios y obtendrán un poder extraordinario sobre la naturaleza: habrá iglesias para servir a esos espíritus. Algunas personas serán transportadas de un lugar a otro por esos espíritus malvados, incluso sacerdotes, por no seguir el buen espíritu del Evangelio, que es espíritu de humildad, de caridad y de celo por la gloria de Dios.
Habrá por todas partes prodigios extraordinarios, porque la verdadera fe se ha extinguido y la falsa luz alumbra al mundo. ¡Ay de los príncipes de la Iglesia que se hayan dedicado únicamente a amontonar riquezas, a poner a salvo su autoridad y a dominar con orgullo!
Dado el olvido de la santa fe de Dios, cada individuo querrá guiarse por sí mismo y ser superior a sus semejantes. El Santo Padre sufrirá mucho. Yo estaré con él hasta el fin para recibir su sacrificio. Los malvados atentarán muchas veces contra su vida, sin poder poner fin a sus días.
Los gobernantes civiles tendrán todos un mismo plan, que será abolir y hacer desaparecer todo principio religioso, para dar lugar al materialismo, al ateísmo, al espiritismo y a toda clase de vicios.
En los conventos, las flores de la Iglesia estarán corrompidas y el demonio se hará como el rey de los corazones. Que los que estén al frente de las comunidades religiosas vigilen a las personas que han de recibir, porque el demonio usará de toda su malicia para introducir en la órdenes religiosas a personas entregadas al pecado, pues los desórdenes y el amor de los placeres carnales se extenderán por toda la tierra.
Los justos sufrirán mucho; sus oraciones, su penitencia y sus lágrimas subirán hasta el cielo y todo el pueblo de Dios pedirá perdón y misericordia e implorará mi ayuda e intercesión. Entonces Jesucristo, por un acto de justicia y de su gran misericordia con los justos, mandará a sus ángeles para que mueran todos sus enemigos. De golpe los perseguidores de la Iglesia de Jesucristo y todos los hombres dados al pecado perecerán y la tierra quedará como un desierto. Entonces se hará la paz, la reconciliación de Dios con los hombres; Jesucristo será servido, adorado y glorificado; la caridad florecerá en todas partes. Los nuevos reyes serán el brazo derecho de la Santa Iglesia, que será fuerte, humilde, piadosa, pobre, celosa e imitadora de las virtudes de Jesucristo. El Evangelio será predicado por todas partes y los hombres harán grandes progresos en la fe, porque habrá unidad entre los obreros de Jesucristo, y los hombres vivirán en el temor de Dios. Esta paz entre los hombres no será larga: 25 años de abundantes cosechas les harán olvidar que los pecados de los hombres son la causa de todos los males que suceden en la tierra.
Yo dirijo una apremiante llamada a la tierra; llamo a los verdaderos discípulos del Dios que vive y reina en los cielos; llamo a los verdaderos imitadores de Cristo hecho Hombre, el único y verdadero Salvador de los hombres; llamo a mis hijos, a mis verdaderos devotos, a los que se me han consagrado a fin de que los conduzca a mi divino Hijo, los que llevo, por decirlo así , en mis brazos, los que han vivido de mi espíritu; finalmente llamo a los apóstoles de los últimos tiempos, los fieles discípulos de Jesucristo que han vivido en el menosprecio del mundo y de sí mismos, en la pobreza y en la humildad, en el desprecio y en el silencio, en la oración y en la mortificación, en la castidad y en la unión con Dios, en el sufrimiento y desconocidos del mundo. Ya es hora que salgan a iluminar la tierra. Id y mostraos como mis hijos queridos, Yo estoy con vosotros y en vosotros con tal que vuestra fe sea la luz que os ilumine en esos días de infortunio. Que vuestro celo os haga hambrientos de la gloria de Dios y de la honra de Jesucristo. Pelead, hijos de la luz, vosotros, pequeño número que ahí veis; pues he aquí el tiempo de los tiempos, el fin de los fines .
La Virgen Santísima predijo acontecimientos que se cumplieron en la fecha indicada, afectando naciones, a la Iglesia y al mundo entero.
Conclusión
Los mensajes de Nuestra Señora de la Salette para el mundo dados a Maximino y Melanie en 1846 son importantes y actuales para nuestros días: «No ofendan más a Dios (no pequen más) y hagan penitencia; sino, terribles pruebas y sufrimientos vendrán sobre el mundo». El mismo mensaje ha dado Nuestra Señora en Lourdes y en Fátima: oración, penitencia y consagración a su Inmaculado Corazón.
Juan Pablo II consideraba a la Salette como la madre de las profecías. Es por eso de vital importancia conocerlas sobre todo en estos momentos cruciales. Esta aparición fue y es un grandísimo don para la Iglesia y para toda la humanidad. Palabras de San Juan Pablo II: ”En este lugar, María, la Madre siempre amorosa, mostró su dolor por el mal moral causado por la humanidad. Sus lágrimas nos ayudan a entender la gravedad del pecado y del rechazo a Dios, mientras que manifiestan al mismo tiempo la apasionante fidelidad que su Hijo mantiene para con cada persona, aunque su amor redentivo está marcado con las heridas de la traición y abandono de los hombres”.
