Un pecador que encuentra a Jesús: Leví «Mateo»

Mateo significa: «regalo de Dios». Se llamaba también Leví, y era hijo de Alfeo.

San Mateo y el ángel (c. 1635), de Guido Reni

A San Mateo se lo representa teniendo al lado un ángel en forma de hombre, porque su evangelio comienza haciendo la lista de los antepasados de Jesús como hombre, y narrando la aparición de un ángel a San José. Es el patrón de banqueros, contadores y fuerzas de seguridad. La Iglesia latina celebra la fiesta de San Mateo el 21 de septiembre; la Iglesia griega el 16 de noviembre.

Uno de los Doce apóstoles que siguió a Jesucristo mientras predicaba en el mundo. Él fue una de las personas que no solo le vio y habló con Él, sino que además era su amigo.

Su nacimiento se sitúa en Cafarnaún, dedicándose al oficio de recaudador de impuestos, un modo de vida odiado por los judíos. Y aquí se va a mostrar una vez más el designio divino, que llama al que no cuenta.

San Mateo fue hijo de Alfeo y vivieron juntos en Cafarnaún, cerca del lago de Galilea. Dicha provincia es de gran importancia por las rutas estratégicas de afluencia comercial al ser una ciudad limítrofe; por esta razón, trabajó como recaudador de fondos.

Fue conocido como San Mateo Leví por dos evangelistas: San Marcos y San Lucas. En esas circunstancias, cuando se encuentra junto al mostrador, Cristo le elige para formar parte del Colegio Apostólico y lo invita a que lo siguiera, a partir de allí formó parte de los 12 apóstoles.

Su trabajo

Es un galileo culto, hijo de Alfeo, de formación helenista (Mc 2,14; Lc 5,27). En tiempos del NT, se cobran en Palestina muchos tipos de impuestos, judíos y romanos. Por eso, también hay distintas clases de cobradores (Mt 5,46).

Mateo trabaja como recaudador de impuestos (publicano) en Cafarnaún, en el lago de Galilea; una profesión muy odiosa a los judíos, impuro ante la ley judaica, porque esos impuestos se recaudan para la potencia extranjera dominante. Los publicanos son judíos mal vistos por el pueblo, que los considera ladrones, pecadores, traidores a la patria. Tienen prohibido participar en las actividades religiosas, al igual que en todos los eventos sociales y comerciales. Pues además de los impuestos, el pueblo tiene que pagar sumas muchas veces arbitrarias para el sustento de esos recaudadores.

Así los publicanos se enriquecían fácilmente. El trabajo de Mateo se relaciona particularmente con los productos que vienen por el Genesaret o Tiberíades, y cobra un peaje que los pasajeros pagan al venir por agua. Es una profesión peligrosa, y una ocasión de avaricia, opresión, y extorsión.

Como ejerce su oficio en Cafarnaún, donde Jesús pasa muchos días y obra milagros maravillosos, seguramente Mateo lo había escuchado varias veces y le impresiona el modo de ser y de hablar de este Maestro formidable. 

Los cobradores de impuestos eran absolutamente despreciados por su propia cultura, ya que trabajaban para el gobierno romano y se enriquecían recaudando los impuestos de su propio pueblo; a menudo y de manera engañosa, recogían cantidades excesivas (véase Lucas 19:8). Es probable que Mateo haya sido adinerado, ya que Lucas dice que Leví organizó un «gran banquete en su casa» para Jesús y «había mucha compañía» de publicanos y de otros (Lucas 5:29).

La élite religiosa veía a los cobradores de impuestos tales como Mateo, como gente muy pecadora, tan pecadores que incluso pasar tiempo con ellos podría inmediatamente empañar la reputación de una persona buena (Mateo 9:10-11). Cuando Jesús estaba cenando en la casa de Mateo con muchos otros publicanos y pecadores, los fariseos cuestionaron a los discípulos respecto a la elección que Jesús había hecho acerca de los que lo acompañaban. La respuesta de Jesús es una de las explicaciones más claras del corazón de Dios y de Su evangelio para el hombre: «Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. . .no he venido a llamar a justos, sino a pecadores» (Mateo 9:12-13). Jesús no vino para salvar a los «buenos» o autosuficientes, sino a aquellos que saben que no son buenos, las personas que admiten libremente que necesitan la salvación (cf. Mateo 5:3).

«Ven y sígueme».

Mateo deja todo y lo sigue, acepta así nomás la invitación de Jesús. Renunciando a su empleo tan productivo, se va con Él, no ya a ganar dinero, sino hermanos en la vida nueva. No ya a conseguir altos empleos en la Tierra, sino un puesto de primera clase en el Cielo. San Jerónimo dice que la llamada de Jesús a Mateo sirve de lección para que todos los pecadores del mundo sepamos que, sea cual fuere la vida que hayamos llevado hasta el momento, en cualquier día y a cualquier hora podemos dedicarnos a servir a Cristo, y Él nos acepta con gusto.

Vocación de San Mateo - Caravaggio - Historia Arte (HA!)
Vocación de San Mateo – Caravaggio 

Mateo planea despedirse de su vida de empleado público dando un gran almuerzo a todos sus amigos, y el invitado de honor es nada menos que Jesús. Y con Él, sus apóstoles. Y como allí se reúne la flor y nata de los pecadores y publicanos, los fariseos se escandalizan horriblemente y llaman a varios de los apóstoles para protestarles por semejante actuación de su jefe. «¿Cómo es que su maestro se atreve a comer con publicanos y pecadores?». Jesús responde a estas protestas de los fariseos con una noticia que a todos nos debe llenar de alegría: «No necesitan al médico los que están sanos, sino los enfermos. Yo no he venido a buscar santos sino pecadores, y a salvar lo que estaba perdido».

Desde entonces Mateo va siempre al lado de Jesús. Presencia sus milagros, oye sus sabios sermones y colabora predicando y catequizando por los pueblos y organizando a las multitudes ansiosas de oír al gran profeta de Nazaret. En Pentecostés recibe el Espíritu Santo junto a los demás hermanos. Más tarde los jefes judíos le dan 39 azotes por anunciar que Jesús ha resucitado (lo mismo hacen con los otros apóstoles).

«El evangelio según San Mateo».

San Mateo escribió el Evangelio que lleva su nombre pensando en los cristianos de origen judío: en el texto enfatiza que Jesús es el Mesías que cumple las promesas del Antiguo Testamento. Se puede decir casi con certeza que escribió en arameo.

San Mateo Apostol

Este corto escrito de sólo 28 capítulos y 50 páginas, ha sido la delicia de predicadores y catequistas durante 20 siglos en todos los continentes. San Mateo en su evangelio (palabra que significa: «Buenas Noticias») copia sermones muy famosos de Jesús, como por ej. El Sermón de la Montaña (el sermón más bello pronunciado en esta tierra), el sermón de las Parábolas, y el que les dijo a sus apóstoles cuando los iba mandar a su primera predicación. Narra milagros muy interesantes, y describe de manera impresionante la Pasión y Muerte de Jesús. Termina contando su resurrección gloriosa.

El fin del evangelio de San Mateo es probar que Jesucristo sí es el Mesías o Salvador anunciado por los profetas y por el Antiguo Testamento. Este evangelio fue escrito especialmente para los judíos que se convertían al cristianismo, y por eso fue redactado en el idioma de ellos, el arameo.

Quizás no haya en el mundo otro libro que haya convertido más pecadores y que haya entusiasmado a más personas por Jesucristo y su doctrina, que el evangelio según San Mateo. No dejemos de leerlo y meditarlo.

El Nuevo Testamento no aporta más detalles biográficos sobre su persona, si bien la tradición indica que evangelizó Judea y, posteriormente, fue misionero en Etiopía y Persia. Al parecer, vivió largos años en Antioquía, donde escribió su Evangelio, que, por su destacado interés eclesiástico, permite vislumbrar la realidad de una comunidad ferviente y disciplinada, esencialmente judía en cuanto a su origen, pero alentada por un vivo ímpetu misional.

Evangelizador de Etiopía

Por: Revista Dr. Plinio No. 114, septiembre de 2007, p. 26-29. Editora Retornarei Ltda., São Paulo – Extraído de conferencia del 19.10.1976)

Varón sobrenatural, noble, fuerte y acogedor. Así aparece el Apóstol San Mateo en las páginas de la “Leyenda Áurea”, que narran la evangelización y el martirio del discípulo de Nuestro Señor Jesucristo en tierras de Etiopía.

Leyenda Áurea

La Leyenda áurea o dorada (en latín, Legenda aurea), es una compilación de relatos hagiográficos reunida por el dominico Santiago (o Jacobo) de la Vorágine, arzobispo de Génova, a mediados del siglo XIII. Titulada inicialmente Legenda sanctorum (Lecturas sobre los santos), fue uno de los libros más copiados durante la baja Edad Media y aún hoy existen más de un millar de ejemplares manuscritos. Con la invención de la imprenta, dos siglos más tarde, su reputación se había consolidado y antes del fin del siglo xv aparecieron numerosas ediciones impresas. El texto original, redactado en latín, recoge lecturas sobre la vida de unos 180 santos y mártires cristianos a partir de obras antiguas y de gran prestigio: los propios Evangelios, los apócrifos y escritos de Jerónimo de Estridón, de Casiano, de Agustín de Hipona, de Gregorio de Tours y de Vicente de Beauvais, entre otros.

Etiopía poseía una peculiaridad extraordinaria: era el único país cristiano de todas esas regiones. Las otras naciones donde los apóstoles estuvieron y hasta llegaron a dejar recuerdos – como en la India, por ejemplo –, no se convirtieron. Etiopía se conservó católica durante algún tiempo, pero infelizmente acabó por ceder a la herejía de los monofisitas 2 . No obstante, todavía es, hoy en día, una nación cristiana y le cabe la gloria de haber sido evangelizada por el Apóstol San Mateo.

De acuerdo con la Légende Dorée, este país y su rey se habían desviado del culto al verdadero Dios, por obra de los magos antes mencionados. San Mateo los enfrentó y los desenmascaró, probando que eran incapaces de hacer cualquier cosa sin el auxilio del maligno.

con el apóstol habiendo penetrado en Etiopía a través del mar, del desierto o por las nacientes del Nilo, y que sólo por su presencia ya causaba un gran malestar en los secuaces del demonio. Los magos notaron en aquél hombre un poder y una fuerza de Dios, que los contrariaba de un modo incontestable.

Esos magos probablemente hacían muchos prodigios e inducían al pueblo a creer que participaban de un poder divino.

Obrando auténticos milagros, San Mateo confundió a esos impostores delante del propio pueblo, demostrando la farsa con la cual engañaban a todos. Quizás la población, al saber que era objeto de tan grande engaño, haya querido castigar a los hechiceros, siendo entonces impedida por el apóstol, que le hizo comprender que eso sería un crimen. Tal debió de ser la influencia de ese varón sobrenatural, noble, poderoso, suave, acogedor, sobre esa gente admirativa.

Conversión de todo el pueblo

Poco después, conforme a la narración del biógrafo, San Mateo resucitó al hijo del Rey Egipo y éste, al querer adorarlo como dios, le ofreció un gran tesoro. Evidentemente, el apóstol no permitió tal veneración, y con el oro y la plata que le habían llevado construyó una gran iglesia, en la cual vivió 33 años para convertir a la nación. El Rey Egipo, su mujer y todo el pueblo se hicieron bautizar. Ifigenia, la hija del rey, fue consagrada a Dios y colocada al frente de doscientas vírgenes en un convento.

No es difícil comprender el inmenso alcance de ese hecho. Una nación sumergida durante siglos en el paganismo y en toda clase de vicios, con la simple prédica de un apóstol se convierte, se hace bautizar, y doscientas vírgenes de ébano, al lado de la propia hija del rey, se retiran a un convento para hacerse esposas del Rey por excelencia, Nuestro Señor Jesucristo.

Otro detalle: ¡Cuán bella debe haber sido la primera iglesia de Etiopía, construida directamente bajo la inspiración de San Mateo, y cómo esa edificación debe haber alegrado en el Cielo a los ángeles, a Dios y a Nuestra Señora!.

Martirio del apóstol

Según las pasiones apócrifas y la Leyenda áurea, el martirio de Mateo fue con la espada mientras celebraba la misa. Existe también otra tradición menor, referida por Clemente Alejandrino, que habla de muerte natural. De todos modos, se desconoce la fecha de su muerte así como la ocasión en que el cuerpo de Mateo fue trasladado a Occidente: una tradición legendaria sitúa este acontecimiento hacia el 370, por medio de marineros que lo llevaron desde las costas del Mar Negro a Velia. De aquí, después de que los Sarracenos conquistaran la ciudad en el 412, fue trasladado y escondido en Lucania. 

Así lo relata la Leyenda Áurea

En ese intervalo de tiempo, el Rey Egipo murió, y su sucesor, Hírtaco, deseó desposar a Ifigenia, por considerarla la única joven digna de él y de su posición. El nuevo monarca le pidió a San Mateo que convenciese a la princesa de que lo aceptase como su marido, y le prometió al apóstol, caso tuviese suceso, la mitad del reino.

San Mateo y el ángel | Religión, Juan el bautista, Arte

Aquí la tentativa vana y frustrada de soborno. Para quien convierte a un pueblo entero, ¿de qué valen las riquezas y el poder temporal? Incomparablemente más que eso, San Mateo poseía el alma de ese pueblo y la había entregado a Dios.

El apóstol pidió entonces al Rey Hírtaco que fuese a la iglesia el domingo siguiente, cuando solucionaría el caso. El soberano estuvo de acuerdo y compareció al templo, encontrándolo repleto de fieles que comenzaron a oír de los labios de San Mateo un maravilloso sermón sobre los beneficios de un matrimonio.

Figurémonos a Hírtaco de labios gruesos y rojos, dientes blancos, sonriendo de alegría mientras San Mateo elogiaba el matrimonio. Seguramente pensaba consigo mismo: “Ahora no necesito darle la mitad de mi reino como le prometí, porque me hizo el favor por adelantado. La princesa será mía, y él después se entenderá conmigo”.

El rey estaba seguro del consentimiento de la joven. Sin embargo, continuando su sermón, en determinado momento dijo el apóstol: “Siendo el matrimonio tan sagrado e inviolable, alguien que quisiese poseer la mujer de su rey merecería un castigo. Así, Hírtaco, sabiendo que Ifigenia es esposa del Rey eterno, ¿cómo osas tomar la mujer del infinitamente más poderoso que tú?”

Al oír esas palabras, Hírtaco se retiró de la iglesia tomado de odio. Terminada la misa, el rey envió a un verdugo, que con la espada alcanzó a San Mateo, el cual se encontraba orando de pie delante del altar y con los brazos extendidos hacia el cielo. El pueblo indignado corrió al palacio real para vengar el crimen, pero los otros sacerdotes lo detuvieron, aconsejándole que en lugar de eso se les uniese en una gran celebración en homenaje al santo mártir.

Mientras eso sucedía, Hírtaco ordenó que prendiesen fuego alrededor del convento de Ifigenia, para hacerla perecer junto con las otras vírgenes. Pero San Mateo se apareció y desvió el fuego hacia el palacio del rey, que quedó enteramente consumido [por las llamas]. Solamente el soberano y su hijo único se escaparon del incendio. El príncipe corrió inmediatamente a la tumba del apóstol a pedir perdón, y el rey, alcanzado por una horrible lepra, se suicidó. Después de esos episodios, el pueblo escogió como soberano al hermano de Ifigenia, el cual reinó durante 60 años difundiendo el culto de Cristo y construyendo iglesias en toda Etiopía.

Así termina la narración de la vida de San Mateo. El nuevo rey gobernó durante seis décadas, edificando iglesias en el país entero. Se tiene la impresión de un reinado sereno, tranquilo, elevado.

Sus reliquias habrían sido transportadas a Paestum. Más tarde, estas reliquias fueron llevadas a la ciudad italiana de Salerno, donde aún hoy se encuentran y son consideradas por los más creyentes como verdaderas del santo.

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