ESPECIAL: La Familia Acutis, la familia de un próximo santo

Al igual que santa María Goretti, en la ceremonia de beatificación del Influencer de Dios participó su familia. Sus padres Andrea y Antonia estaban junto a los hermanos mellizos de Acutis Salzano, quienes por cierto, son parte de la promesa espiritual hecha a la madre en el testamento que dejó en su computadora

Antonia Salzano nos deja ver en algunas de las muchas entrevistas que ha concedido, algunos detalles especiales de la vida del Beato Carlo en familia. Aquí algunas de las entrevistas más importantes compiladas por Unpasoaldia.com

ECCLESIA
Jose Borja

Carlo Acutis «Conocía a los pobres por sus nombres y apellidos»

Foto CNS

Antonia Salzano es la madre de Carlo Acutis. A sus 55 años, este sábado 10 de octubre vivirá algo tan inusual como es la beatificación de su hijo. Ante este día tan especial y cargado de emociones, ha respondido unas preguntas para ECCLESIA.

Ella misma cuenta cómo se acercó a la fe y a la teología gracias a su hijo. La beatificación es posible, en primer lugar, gracias al testimonio de vida de Carlo Acutis.

Pero también, como es habitual en los procesos de canonización y beatificación, a un milagro, en Brasil. «Un niño tenía una malformación congénita en el páncreas. Prácticamente no podía comer nada sólido; la única posibilidad era operarlo, pero era muy arriesgado», cuenta Salzano. Entonces, el párroco del lugar comenzó una novena a Carlo pidiendo su intercesión. «El tercer día de la novena el niño regresó a casa y comenzó a comer sólidos. Le hicieron de inmediato los análisis, y su páncreas estaba completamente normal. Hubo una transformación instantánea de un órgano. Esto es un milagro de segundo grado», aclara la madre.

─¿El hecho de estar con Carlo cambió de algún modo la vida de la familia o de otras personas que conozcan?

─Carlo era un muchacho normal y corriente de este tiempo. Vivía la vida del colegio, familiar y de amigos con mucho equilibrio. con mucho equilibrio conforme a la edad que tenía. Tenía una fuerte presencia de Jesús, y lo ordinario lo transformaba en extraordinario.

Esta era la cosa más especial que tenía Carlo y todos notaban esa luz en los ojos, su bondad, su pureza, su amabilidad. Tenía una gran obediencia.  Le gustaba mucho las redes sociales y evangelizaba a través de ella. Era un muchacho especial, desde el punto de vista humano y de fe. Le gustaba el fútbol, permanecía en la escuela después de las clases y ayudaba a los niños en los deberes.

Siempre dispuesto a ayudar a todos, especialmente a los que tenían algún problema. Era muy estimado por todos porque defendía a los débiles y pobres. Era muy organizado y cuando vivíamos en el centro de Milán, debajo de su casa había muchos pobres que estaban en la calle y en vez de comprarse dos pares de zapatillas, compraba uno, y el dinero se lo daba a ellos.

─¿Cómo veían los amigos de Carlo este interés suyo por la Eucaristía y la vida religiosa? ¿Lo veían como algo raro o por el contrario le admiraban y apoyaban?

─Lo veían como un muchacho normal. Como otro cualquiera. Sus amigos le admiraban porque conocía a los pobres por sus nombres y apellidos y preparaba recipientes para darles de comer, compraba mantas con sus ahorros, y uno de ellos se convirtió en católico, gracias al testimonio de Carlo con su vida. Para él, cada persona era especial. Y cuando murió, había mucha gente que venía para despedirse . Lo quería todo el mundo, aunque no compartieran su fe.

─¿En algún momento pudo pensar o percibir que tenía en su casa un santo?

─Era un muchacho especial con un gran fuerte piedad. Hizo la Primera Comunión a los siete años e iba a Misa todos los días, hacía la adoración eucarística todos los días, o bien antes de la Misa o después. Rezaba el Santo Rosario todos los días, leía la Sagrada Escritura y la vida de los santos. Tenía un gran celo apostólico.  A los 11 años se convirtió en catequista. Se preocupaba mucho cuando sus niños de catequesis no iban a Misa los domingos y rezaba por esas personas para que se convirtieran. Él decía que la santidad no es un proceso de llegada sino de atracción. Es irme yo para dejar espacio a Dios.

«Carlo me ha acercado a la fe»

─Usted ha dicho en varias ocasiones que eran católicos, pero no practicantes, ¿cómo es su fe ahora?

─Carlo me ha acercado a la fe. Hice la comunión, me confirmé y me casé. Carlo a los tres años ya empezaba a interesarse por las cosas de Dios. Entraba a la Iglesia a llevar flores, a saludar al Señor a la Virgen y Santos. Yo era muy ignorante en las cosas de la fe, y él me metió en crisis porque podía disminuir la autoridad maternal porque me preguntaba cosas y no sabía responderle. Entonces, hablé con una amiga mía que era muy religiosa y me aconsejó ir a un sacerdote para que me guiara y ayudara a acercarme a la fe. Este sacerdote me aconsejó acercarme a la teología, no para ser teóloga sino para conocer mi fe. Y desde ahí he vivido y sentido mi transformación. Carlo me ayudó a darme cuenta de lo verdaderamente importante: Cristo. Mi hijo ha sido mi pequeño salvador.

─¿Cambió de algún modo su vida?

─Digamos que ciertamente el Señor nos fue preparando para la enfermedad de Carlo. Ya que se fue muy rápido, en una semana murió. Yo sentía como una voz en mi interior que decía: «El Señor me ha dado y el Señor me ha quitado, como en el libro de Job. Lo hemos aceptado porque sabemos que la muerte no es el final del camino, sino el inicio de una nueva vida que nunca terminará y que está más presente que nunca. Yo Estaba convencida de que muriendo iba a seguir vivo y por eso ha dado tantas gracias a tantas personas que le han pedido cosas como intercesor. Esto es un motivo de acción de gracias. Él era nuestro centro y ofreció este sufrimiento por la Iglesia y por el Papa para que lleguen al paraíso y la salvación de las almas.

─¿Cómo definiría a Carlo en dos palabras?

─Un muchacho de su tiempo. Con una fuerte vida espiritual, su centro era la Eucaristía, el rosario y los pobres.

─¿Cómo vive el resto de la familia todo el proceso de beatificación? Sobre todo, sus hermanos pequeños.

─Tenemos otros dos hijos. Rezamos el Rosario y no pensaba que su hermano podría llegar a ser santo. Lo vivimos con mucha intensidad y acción de gracias por todo. Él antes de morir me dijo que su meta no era la muerte sino la vida eterna. Que se ha hecho sentir. Que yo tendré muchos hijos espirituales. Y gente que ha encontrado la fe gracias al encontrarse con Carlo, gracias espirituales por las cuales mereceremos el paraíso. Yo lo siento muy cerca de mí. Me gusta la expresión que dice Carlo que la autopista hasta el cielo es la Eucaristía. Él ya no es solo mío sino de la Iglesia universal. Su cuerpo está muy bien conservado, es él. No ha cambiado nada.

Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo

Carlo «Ha ayudado a muchos a acercarse a la Eucaristía»

«Carlo me salvó. Yo era una analfabeta de la fe», ha reconocido en varias ocasiones Antonia Salzano, madre de Carlo Acutis, que será beatificado este sábado en Asís. Nacido en una familia creyente pero no practicante, la vida de santidad de Carlo dejó un fuerte impacto en su madre.

«Carlo vivía lo ordinario como algo extraordinario. Tenía una vida como la de otros chavales, pero su relación con Jesús la hizo extraordinaria. Carlo vivía esta presencia constante de Dios en su vida, en cada momento. Vivía lo sobrenatural de un modo muy natural. Eso era lo que más impresionaba».

Según su madre, Carlo vivió siempre en la presencia de su ángel de la guarda, de Jesús y de la Virgen María, «que fueron los grandes amores de su vida». Su piedad y oración eran «algo constante», porque «él jugaba al balón o a cualquier cosa, pero siempre estaba esa conexión con Jesús. Él no se desconectaba».

Sin embargo, aunque tenía su mirada constantemente dirigida a Dios, «eso automáticamente lo dirigía a mirar a los demás. Era consciente de que cada persona tenía una dignidad infinita», dice su madre.

La beatificación de su hijo en el santuario del Despojo, donde san Francisco se despojó de sus vestidos ante su padre y el obispo,

«es un ejemplo para los jóvenes de todo el mundo. En ese lugar donde Francisco inició su camino a la santidad, Carlos será mostrado como modelo para los jóvenes del tercer milenio. Ojalá sea para tantos jóvenes el lugar donde inicien su santificación, como Francisco y Carlo. Se necesita un inicio para cambiar de vida, para dejar de mirar hacia abajo y mirar hacia arriba, hacia Dios, como hicieron ellos».

«él era un genio de los ordenadores, tenía una capacidad increíble, que usaba para anunciar el Evangelio. Hizo el sitio de voluntariado de los jesuitas, algunos sitios web para parroquias, y sobre todo las exposiciones que han ayudado a tantos a acercarse al Señor, en especial la de los milagros eucarísticos, que ha ido por todo el mundo en miles de parroquias».

Carlo fue «un chico con un ordenador muy limitado que, desde Milán, pudo llevar el amor por la Eucaristía por todo el mundo. Eso es algo extraordinario. Carlo ha ayudado a muchos a acercarse a la Eucaristía».

Por Marta Peñalver

¿Carlo recibió la fe en su familia?

Nuestra familia era cristiana, pero no muy practicante. Yo recibí una enseñanza de la fe muy superficial, así que su fe nació de manera espontánea, como sucede con algunas almas especiales. Él sentía atracción hacia lo divino. Cuando veía una iglesia, me pedía entrar para saludar a Jesús o encender una vela a la Virgen. Mi hijo fue un regalo para nosotros, pues Jesús actuó en nuestra familia a través de él.

¿Cuándo comenzó Carlo a mostrar esa fe que lo caracterizaba?

A los 4 años, Carlo ya sabía leer y escribir. Era un niño muy inteligente. Desde que pudo leer, quiso leer la Biblia, los salmos, el Catecismo… Tenía un sensus fidei y una habilidad para comprender. ¡Era tan lindo, tan sabio!…  Y el Señor se lo llevó tan joven…  Tenía gran capacidad introspectiva y de razonamiento. Por ejemplo, miraba una planta de cerca, se admiraba y decía: “¡Es imposible que no haya un Creador!”.

¿Cómo fue su adolescencia?

Carlo tenía una vida normal: amigos, escuela, algo de deporte… Pero tenía un encuentro diario con Jesús en la misa y después dedicaba unos minutos a la adoración. Si hacía algún viaje, lo primero que le preocupaba era encontrar una iglesia para ir a misa. Decía que hoy en día somos más afortunados que aquellos que vivieron en tiempos de Jesús y lo vieron con sus ojos, pues ellos estaban limitados por el tiempo y el espacio, mientras que nosotros lo tenemos en cada Sagrario; tenemos Jerusalén a unos pasos, nada más salir de casa. Según Carlo, cada Sagrario debería ser tan visitado como los santos lugares.

“¿Cómo es que hacen filas para ir a un concierto de rock o al fútbol y no para visitar al Santísimo? Significa que no han entendido nada de nada”

¿Qué recuerda de los días previos a la muerte de Carlo?

Murió a los 15 años, ofreciendo su vida por el Papa, por la Iglesia. Ofreció el sufrimiento de su enfermedad de esos días para saltarse el Purgatorio e ir directamente al Cielo. Presentía que moriría de repente, aunque no sabía cómo, y aceptó ese momento con gran serenidad, y como Francisco de Asís, llamaba a la muerte  “hermana muerte”. Era muy consciente de la existencia del infierno y el purgatorio, y hablaba de ellos con normalidad. Decía: “Cada minuto que pasa es un minuto menos para santificarnos”. Y antes de morir comentaba: “Estoy contento porque no he vivido ni un minuto haciendo cosas que no le gustan a Dios”. Carlo vivió cosas extraordinarias, pero no les dio importancia. Su fe fue a lo esencial: Jesús y los sacramentos.

«Era muy goloso, pero como sabía que la glotonería es un vicio, se ponía límites. También era un poco parlanchín. Entonces se iba esforzando, poco a poco, por ser menos hablador».

¿Cómo vivió Carlo los avatares de la adolescencia: hormonas, ocio…?

En temas de castidad era inflexible gracias a su relación con Dios. A sus compañeros de clase les llamaba la atención sobre la pornografía o las relaciones antes del matrimonio. Les reprendía. Era como un padre para sus amigos. No como los padres de hoy, que están felices si su hijo tiene muchas novias. Les decía que no se debe ofender a Dios. Les ayudaba a apartarse del pecado. También en cuanto a las drogas: él sabía que todo esto era pecado y le dolía. Ofrecía esa pena por la Iglesia. No es que viviera en el hemisferio celestial o que fuera una especie de extraterrestre… Pero en su vida no había nada de esas pequeñeces absurdas.

¿Llegó a pensar alguna vez que su hijo sería santo?

No me cabía duda de que tenía algo especial. Pensé que llegaría a ser sacerdote. Él hablaba del alma como un globo aerostático: si quieres subir alto, tienes que soltar peso. Cuanto más alto, más cosas hay que quitar. Se refería a los pecados veniales. Así actúan los santos: luchan contra las ofensas que no son graves, pero que les impiden estar más cerca de Dios. Lo vemos en el Padre Pío, en San Josemaría Escrivá, y en tantos otros.

«Normalmente son los padres quienes transmiten la fe a sus hijos, pero en nuestro caso fue al revés y no me lo merezco»

¿Qué hizo para tener un hijo así?

Normalmente son los padres quienes transmiten la fe a sus hijos, pero en nuestro caso fue al revés y no me lo merezco. Soy indigna. Pero Dios utiliza herramientas desproporcionadas para actuar. Piense en san Francisco de Asís, cuyo padre era un avaro. O en el padre de santa Teresa de Jesús, que le hizo sufrir porque no entendía las cosas de Dios. El santo no nace de padres santos.

¿Qué le dirías a unos padres que hacen lo mejor que pueden, pero no ven resultados?

Carlo decía que los padres deben rezar, como hizo santa Mónica, pero sobre todo deben dar buen ejemplo y vivir las obras de misericordia en la familia… No se puede esperar que el niño siga el mismo camino de fe que los padres, pero los padres pueden rezar con sus hijos desde la infancia y ser auténticos testigos. Si un padre acerca a su hijo a Dios a través de la oración, del sacrificio, antes o después, la gracia de Dios actúa.

Sus padres Andrea Acutis y Antonia Salzano, junto a sus hijos Francesca y Michele, de 9 años de edad asistieron el día de ayer a la ceremonia de beatificación del «ciber apóstol de la Eucaristía».

Bree A. Dail Entrevistas

Bueno, lo más probable es que la mamá no se parezca tanto al hijo, pero somos instrumentos de Dios, y a veces él usa incluso los instrumentos más extraños. No me considero tan bueno como lo era Carlo; pero, por supuesto, hice todo lo posible para criar a mi hijo. Le di la libertad de vivir su fe y algunas buenas reglas morales, pero mi esposo y yo realmente no necesitábamos darle mucho.

Carlo siempre fue un buen chico, incluso cuando era muy pequeño. Estamos muy contentos con la noticia de la beatificación, pero para ser honestos, lo esperábamos. Hace algunos años, tuve un sueño con Carlo, quien me dijo: “Pronto seré beatificado y poco después canonizado”. Cuando se estaba muriendo, la última semana de su vida, tuve un sueño de San Francisco de Asís, quien es el santo patrón de nuestra familia, me dijo: “Tu hijo, Carlo, morirá muy pronto, pero lo será. considerado muy alto en la Iglesia «. Entonces vi a Carlo en una iglesia muy grande, en lo alto, cerca del techo, y no entendí entonces. Por supuesto que ahora sí. Su muerte, su enfermedad, su muy corta vida, todo fue diseñado por Dios. Dios había elegido a Carlo como ejemplo para los jóvenes de este período de la historia.

¿Criaste a Carlo para que rezara el rosario diario, para que se interesara por su fe, o esto sucedió solo?

Carlo recibió gracias especiales. Yo no era particularmente devoto, pero Carlo, desde que era un niño, siempre quiso ir a las iglesias. Siempre quiso entrar y visitar a Jesús, para saludarlo. Era un muchacho muy bueno, muy educado, tan generoso. Rara vez tenía que decirle a Carlo: «No hagas esto o aquello». Fue muy obediente. Fue muy especial.

Carlo era muy joven cuando murió: 15 años. ¿Qué fue lo primero que llevó a Carlo a querer profundizar su fe? ¿Recibió gracias especiales de Dios?

Sí, creo que recibió gracias especiales. No habló mucho sobre esto, pero sí me dijo que cuando estaba frente a la Sagrada Eucaristía, sentía su alma “elevada”, de alguna manera. Dijo que la sensación que tenía, muy a menudo, era como estar frente a una Fuente que llevaba su alma a grandes alturas. Dijo que era como ser transportado. Cristo en la Eucaristía lo capturó. Sí, creo que Carlo sí tuvo visiones de Jesús y María, pero no les dio mucha importancia. Estaba muy castigado. Sin embargo, hubo un momento en que nos dijo que tuvo una visión de mi padre, su abuelo, con quien había estado muy cerca, pero había muerto. Dijo que su abuelo se le acercó y le pidió que orara por él porque estaba en el purgatorio. Entonces, a partir de ahí, Carlo comenzó a orar por las almas del purgatorio, siempre, siempre, siempre rezaba por estas almas y buscaba indulgencias para ellas. Siempre decía que debemos rezar por las pobres almas del purgatorio, que no las olvidemos y que nos ayudarán mucho.

Muchas historias sobre la vida de los santos a menudo son difíciles de relacionar. Hábleme de Carlo: ¿cuáles fueron algunas de sus “imperfecciones” con las que los hombres y mujeres jóvenes pueden identificarse?

No tienes que mirar a Carlo como alguien perfecto. Era un chico muy castigado. Fue un hijo de su tiempo. Jugaba con su PlayStation, etc. Sin embargo, también comprendió que estas cosas, como la computadora o la PlayStation, podían reclamar una especie de «tiranía» sobre el alma. Podría volverse adicto, esclavo de estas cosas. Se podía perder mucho tiempo, y Carlo siempre tuvo la sensación de que no podía perder el tiempo. Así que se impuso a sí mismo que solo podía jugar en su PlayStation una hora a la semana, como máximo. Esto te da una pequeña idea de Carlo. 

Era uno que escribía en su diario sobre cómo superarse: “¿Cómo estoy con mis padres? ¿Qué tan bien obedezco a mis maestros y me llevo bien con mis compañeros de clase? » Era un poco perfeccionista, pero no obsesivo. Siempre trató de mejorar. Así que algunas imperfecciones que tenía. Le encantaba comer y en un momento, se dio cuenta de que se estaba exagerando. Él, entonces, se impuso a sí mismo más templanza: comer y disfrutar la comida, pero en el momento adecuado y de la manera adecuada. Luchó, pero lo logró. 

Otra cosa, tenía la costumbre de hablar mucho. Lo haría, y lo hizo bien, incluso cuando estaba en la escuela, encontraba esto difícil. Sus maestros lo corregían y descubrió que esto era algo difícil de superar. También era un payaso de clase, muy divertido. Escribía pequeños dibujos animados, dibujos animados en 3-D en la computadora, para divertir a sus amigos, pero también tenía que moderar eso, para hacerlo en el momento adecuado. Era un chico normal en muchos sentidos. Así que no era perfecto, pero tenía una voluntad muy fuerte, y con esta voluntad, se mejoró a sí mismo de muchas maneras. Él diría, “¿Qué importa si puedes ganar mil batallas si no puedes ganar contra tus propias pasiones corruptas? No importa. La verdadera batalla es con nosotros mismos «.

La Iglesia Católica siempre ha utilizado los avances tecnológicos para difundir el Evangelio. ¿Cómo se interesó Carlo por la tecnología? Y si estuviera vivo hoy, ¿crees que estaría usando las redes sociales?

Oh no. En realidad, no creo que hubiera estado demasiado en Facebook o Twitter. Carlo era muy consciente de la necesidad de usar bien el tiempo, e incluso en ese entonces, tenían mensajería instantánea, pensaba que era un mal uso del tiempo. ¡Diría que ese mensajero instantáneo es molesto! El era programador. Creo que habría utilizado Internet para crear sitios web, pero siempre vio el aprender a hacer esto como una herramienta para la evangelización. 

También diría que la gente, con esta tecnología, estaba perdiendo su libertad. Incluso entonces vio que Internet estaba llevando a las personas hacia un falso sentido de sí mismos. Ahora, escuchamos de jóvenes que se suicidan. Veía Internet como una forma de llegar a la gente, pero también decía lo terrible que era que el diablo usara Internet, especialmente, incluso entonces, con la pornografía.

¿Cuáles fueron algunas de las extraordinarias virtudes de Carlo?

Carlo estaba consciente, profundamente consciente, de las luchas de los demás. Era como si pudiera ver los pecados que la gente llevaba consigo, y siempre trataba de ayudar a la gente, a sus amigos, con sus luchas con la pureza y experimentando con las drogas. Siempre trató de ayudarlos. Hubo muchos de sus amigos, personas que lo conocieron, que fueron testigos de cómo los ayudaría. Él era un líder cuando hablaba, porque cuando hablaba, estaba lleno de Dios. 

Siempre diría que trató de vivir en la presencia de Dios. Tenía una forma especial de acercarse a la gente, creo, debido a esto. Para Carlo, también sabía cuándo evangelizar. Se le pidió que ayudara en el catecismo [clase], y lo hizo, pero nunca obligó a los demás a hacerlo. Mucha gente conocía a Carlo y muchas tenían otras creencias.

 Esa exposición que hizo, que todavía recorre todo el mundo, la exposición sobre la Santísima Eucaristía – este fue su regalo. Usó los dones que tenía para evangelizar este período de tiempo. Cuando íbamos de viaje para fotografiar los diferentes milagros eucarísticos, ya ves, para que él creara el sitio web y, más tarde, las exposiciones, sabía que la gente (especialmente los jóvenes) querría verlos. Hacíamos estos viajes, y lo primero que hacía cuando llegábamos era buscar una iglesia que estuviera abierta, para poder saludar a Jesús.

Jesús fue su primera prioridad. A Carlo también le gustaba embellecer las cosas a su alrededor. Cuando era joven, cuando íbamos al mar, traía su máscara y convertía en un juego el “ir a buscar” basura en el fondo del mar. A menudo llevaba a los perros a pasear por el parque y recogía la basura que había allí. Solo pequeñas cosas para mejorar su rincón del mundo.

¿Carlo tuvo que luchar mucho por estas virtudes, o crees que muchas fueron dones de la gracia de Dios?

Carlo conocía muy bien las luchas y trabajó duro en sí mismo. Solía ​​decir: «Cada minuto que pasa es un minuto menos para que podamos calificarnos para Dios». No quería perder el tiempo y siempre trató de llevar a las personas hacia lo que era esencial: lo Esencial, quién es Dios. Mucha gente será testigo, él era realmente puro de corazón. Tenía una forma de componerse, una forma de actuar y hablar inspirada. 

Nunca molestó a sus compañeros de clase, muchas personas hoy, que están dentro de la Iglesia, tienen una manera de molestar realmente a los demás; autoritario, a menudo sin saber cuándo es un buen momento para evangelizar o cómo hablar. Con Carlo, estaba realmente equilibrado, estaba tan cerca de Dios. Comprendió cómo atraer a la gente. Eso fue un regalo de Dios.

¿Qué les diría a otros padres que pueden estar luchando con la crianza de sus hijos, o que actualmente están viendo a sus hijos sufrir de cáncer o enfermedades? ¿Algún consejo?

Ya sabes, vivir cerca de alguien como Carlo significa no permanecer neutral en tu propia fe. Para mí, Carlo me acercó a Dios. Hacía preguntas para las que yo no sabría la respuesta, especialmente en mi propia falta de catecismo. Así que empecé a aprender más sobre mi fe, y esto se debió a Carlo. Muchas otras personas también serían testigos de esto: personas que se convirtieron por su ejemplo o sus conversaciones. 

Realmente vivió lo que predicó, un testigo. Así también él abordó su sufrimiento. Carlo decía: «La muerte es el comienzo de una nueva vida». Dios permite, lamentablemente, la cruz y el sufrimiento a causa del pecado original. Creía que los sacramentos eran la misericordia de Dios, para permitir nuestra capacidad de llevar nuestros sufrimientos. 

Antes de morir, me dijo: “Mamá, me gustaría irme de este hospital, pero sé que no lo haré con vida. Sin embargo, les daré señales de que estoy con Dios «. Carlo era consciente de que su vida se vivía plenamente. Dijo: «Muero feliz, porque no pasé mi vida perdiendo el tiempo en cosas que no agradan a Dios». Siempre estaba tratando de sonreír, tratando de no quejarse. Cuando su médico le preguntaba si estaba sufriendo, decía: «Sé que hay otros que están sufriendo más». 

Hacia el final de su vida, no pudo moverse por sí mismo, estaba tan débil. Se preocuparía por las enfermeras que tendrían que levantarlo, porque pesaba demasiado para ellas. Es interesante, grabó un video, el Vaticano lo tiene ahora, pero en él, dos meses antes de su muerte, dijo: «Cuando pese 70 kilos [154 libras], es cuando voy a morir». Recuerdo que, también, cuando era joven, diría que sabía cómo iba a morir, que moriría cuando «una vena se rompiera en su cerebro»; y, de hecho, la causa de su muerte fue una hemorragia en el cerebro, efecto de la leucemia. Solía ​​decir, cuando era joven, que «sería siempre joven», y cuando la gente le preguntaba qué deseaba ser de mayor, y él decía: «¿Quién sabe?».

Para mí, como una madre que ve morir a su hijo, recuerdo lo que decía Carlo: “El Gólgota es para todos. Nadie escapa de la cruz «. Él me convenció de esto: si soy un buen católico, ¿cómo puedo tener miedo de esto? Tenía amigos míos, cuando Carlo murió, que estaban muy enojados con Jesús. Decían: “Tengo un abuelo que tiene 90 años. ¿Por qué Jesús llevaría a Carlo antes que él? Aunque Carlo estaba listo. Tener una vida larga no significa que sea algo bueno: se puede vivir mucho tiempo y vivir mal. Por supuesto, en los casos de suicidio, o cuando las personas son imprudentes con sus vidas con drogas o alcohol, estas son tragedias. Dios, sin embargo, escribe directamente con nuestras líneas torcidas. Él compensará nuestros sufrimientos, pero debemos aceptarlos. Esta es la forma en que nos volvemos santos.

 Nuestras vidas tienen muchas oportunidades de aceptar [sufrimientos]; no tenemos que buscarlos. Si solo hubiera visto la muerte de mi hijo de una manera terrenal, no habría podido ser consolado. Carlo me enseñó a mirarlo con los ojos de la fe. 

Murió sin tener que experimentar tentaciones tan importantes en la vida ni enfrentar obstáculos solo. Fue amado y amado realmente genuinamente. Fue la forma en que aceptó la voluntad de Dios: con una sonrisa, sin quejarse nunca. Él diría: «¡No yo, sino Dios!» Estaba realmente centrado en Dios, y creo que este era su secreto: no mirar internamente, entristecerse por su propio estado, sino mirar a Dios. La medida de nuestra aceptación es el reflejo de nuestra santificación.

La forma en que Carlo murió, fue la muerte de un santo. Carlo me enseñó a mirarlo con los ojos de la fe. Murió sin tener que experimentar tentaciones tan importantes en la vida ni enfrentar obstáculos solo. Fue amado y amado realmente genuinamente. Fue la forma en que aceptó la voluntad de Dios: con una sonrisa, sin quejarse nunca. Él diría: «¡No yo, sino Dios!» Estaba realmente centrado en Dios, y creo que este era su secreto: no mirar internamente, entristecerse por su propio estado, sino mirar a Dios. La medida de nuestra aceptación es el reflejo de nuestra santificación. 

A continuación,  resumen en claves, detalles de la familia de Acutis quienes estuvieron presentes en la ceremonia de beatificación:

Esta fue la primera vez que se vio en público a la familia completa de Carlo: sus padres Andrea Acutis y Antonia Salzano, junto a sus hijos Francesca y Michele, de 9 años de edad.

Los mellizos nacieron varios años después de la muerte de Carlo, quien actualmente tendría 29 años.

Se sabe que Carlo Acutis, en vida, le anunció a su madre Antonia de que volvería “a ser mamá”. Antonia relató cómo la intercesión de Carlo le permitió tener más hijos.

Antonia conoció a su esposo mientras estudiaba en Inglaterra. Se casaron a los 24 años y ella tuvo a Carlo en ese primer año. Cuando cumplió 44 años tuvo a los mellizos y está convencida de que Carlo intercedió por ella y por eso pudo concebir a sus dos hijos.

La madre de Acutis asegura que Francesca y Michele también son muy religiosos, rezan el Rosario todos los días y van a misa diaria. Cree que de alguna manera sus dos hijos tendrán la misión de continuar el trabajo evangelizador de Carlo.

Los padres de Carlo participaron en uno de los momentos más emotivos de la misa, al acompañar la procesión en la que se presentó un relicario que contenía el corazón del nuevo beato, el cual fue colocado cerca del altar.

El Cardenal Agostino Vallini, quien presidió la celebración en la Basílica de San Francisco de Asís, les dirigió unas palabras de felicitación a Antonia y Andrea de manera personal.

Carlo Acutis es el segundo beato que contó con la presencia de sus familiares durante la ceremonia.

Assunta Carlini, madre de Santa María Goretti estuvo en la ceremonia de beatificación y canonización de su hija. Pío XII beatificó a la niña de 11 años el 27 de abril de 1947.

El Sumo Pontífice salió al balcón del Vaticano, acompañado de Assunta y dos hermanas de Goretti. Alessandro Serenelli, asesino de Goretti, también participó no solo del crimen, fue pieza clave en su testimonio para canonizarla dos años más tarde.

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