EL MANUSCRITO DEL PURGATORIO

“Y bien, si voy al Purgatorio, tú me sacarás”. Esta es la respuesta pícara de Sor María Gabriela, del Convento de las Agustinianas de
Valonges, a la Hermana Sor María de la Cruz, que con frecuencia, por el oficio la debía corregir.

El presente manuscrito ha sido revisado y aprobado por muchos doctores en Teología como que no contiene nada contrario a lo dispuesto por la Doctrina Católica. Lo publicamos como un documento puramente histórico y con todas las reservas prescritas por la Iglesia, según el Decreto de Urbano VIII.

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En 1871 hace estragos en la Comunidad de Valognes una gravísima epidemia que cobra varias víctimas entre ellas una joven Hermana de 36 años Sor María Gabriela.

La joven Hermana, en realidad, sobrenaturalmente no era muy perfecta… lo que le valía de parte de Sor María de la Cruz ser reprochada frecuentemente. A los cuales ella le respondía: “Y bien, si voy al Purgatorio, tú me sacarás”. No pensaba que realmente sería así.

Noviembre 1873.

Sor María de la Cruz está en la celda. Improvistamente siente gemidos prolongados…”Oh, exclama presa de espanto, ¿Quién eres? ¡Tú me infundes miedo! … Sobre todo no aparezcas, pero dime quién eres ¡”.

Ninguna respuesta.

Impresionada más que nunca, habla a la Superiora (su tía) la cual no se muestra sorprendida y le dice simplemente: “Es un ánima del Purgatorio, oremos por ella”.

Los gemidos continuaron acercándose más. Sor María de la Cruz tenía miedo. Temía fuera una trampa del diablo: a ella no le gustaban las cosas extraordinarias. Quería seguir la vía común. En
el manuscrito hallamos indicios de este temor. Todavía en 1880 expresa estas dudas.

El 15 de Febrero 1874 sucede el primer coloquio.

Hasta el fin de Noviembre de 1890 entre las almas de Sor María Gabriela y Sor María de la Cruz se da la misteriosa relación que esta última confió al precioso Manuscrito.

Transcribimos algunos apartes de este Manuscrito

El Manuscrito Del Purgatorio - Sor María de La Cruz

Los grados del Purgatorio

En cuanto a los grados del Purgatorio, puedo hablarte porque los he pasado. En el gran Purgatorio hay diversos grados.

El más bajo

Es más tormentoso, es un infierno momentáneo, están los pecadores que han cometido delitos enormes durante la vida y que la muerte los ha sorprendido en ese estado, sin tener tiempo de apenas arrepentirse. Esos están salvados como por milagro, con frecuencia por las oraciones de parientes piadosos o de otras personas.

A veces no han podido ni siquiera confesarse y el mundo los cree perdidos, pero el buen Dios cuya misericordia es infinita, les ha dado al momento de la muerte, la contrición necesaria para ser salvados, en vista de una o de alguna acción que ellos realizaron durante la vida. Para tales almas, el Purgatorio es terrible.

Es el infierno, con la diferencia que en el infierno se maldice al buen Dios, mientras que en el Purgatorio se lo bendice y se agradece el haberlos salvado.

Después están las almas, que, sin haber cometido grandes pecados como los primeros, han sido indiferentes con el buen Dios; durante la vida no han satisfecho el precepto pascual y, convertidos al punto de morir, con frecuencia no ha ni siquiera comunicarlo, están en el Purgatorio por su larga indiferencia sufriendo penas inauditas, abandonados, si no hace algo por ellos, ellos no pueden sacar provecho.

Yo he pertenecido a este grado.

El segundo Purgatorio

En el segundo Purgatorio están las almas de los que muy culpables de pecados veniales no los expiaron antes de la muerte, o bien de pecados mortales perdonados, pero de los cuales no han satisfecho plenamente la justicia divina.

Hay también en este Purgatorio diversos grados según el mérito de las personas. Así el Purgatorio de las personas consagradas o que han recibido más gracias es más largo y más penoso que el de aquellas del común de las almas.

El Purgatorio de deseo

En fin el Purgatorio de deseo, que es llamado Vestíbulo. Muy pocas personas lo evitan; para evitarlo tienen que haber deseado ardientemente el Cielo y la visión del buen Dios, y esto es raro, más raro de lo que se cree, porque muchas personas, aunque piadosas, tienen miedo del buen Dios y no desean con suficiente ardor el Cielo.

Este Purgatorio tiene su martirio muy doloroso igual que los otros; es ser privados de la visión del buen Jesús, qué sufrimiento!.

-Se conocen entre ustedes en el Purgatorio?

R. Sí, como se conocen las almas. No existe más el nombre en el otro mundo. No tiene comparación el Purgatorio con la tierra. Cuando las almas son liberadas y separadas de su envoltura mortal, su nombre es sepultado en la tumba junto con el cuerpo.

Yo te explico muy poco qué es el Purgatorio y tú entiendes un poco más que los otros, por las luces que el buen Dios te concede. Pero
qué cosa es esto comparado con la realidad?. Nosotros estamos aquí perdidos en la voluntad de Dios, mientras en la tierra, por muy santo que se sea, se conserva siempre la propia voluntad.

Nosotros no tenemos más. Conocemos y sabemos sólo lo que agrada a Dios hacernos conocer y nada más.

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Hablan entre ustedes en el Purgatorio?

R. Las ánimas nos comunicamos entre nosotras cuando el buen Dios lo permite, según el modo de comunicarse de las ánimas, pero sin palabras. Sí, es verdad que yo te hablo, pero eres tú un espíritu?. Me comprenderías, si no pronunciara las palabras?

En cuanto a mí, porque así quiere el buen Dios, te comprendo sin que pronuncies las palabras con los labios. Sin embargo, se da la comunicación entre las almas entre los espíritus, aún sin haber muerto. Así, cuando tienes un buen pensamiento, un buen deseo, te estás comunicando con frecuencia con tu buen Ángel o con cualquier otro santo, a veces con el mismo buen Dios: ese es el
leguaje de las almas.

Dónde está el Purgatorio?. Es un lugar estrecho?

R. Si está en el centro de la tierra cercano al infierno (como lo has visto un día después de la Santa Comunión). Las ánimas están como en un lugar estrecho, si se considera la multitud que hay, porque son millares y millares de ánimas, pero qué espacio se necesita para una anima?. Cada día se juntan muchos millares y la mayor parte permanecen de Treinta a cuarenta años; otros mucho más tiempo todavía y otros menos.

Te digo esto según el cálculo de la tierra, porque aquí es otra cosa.
Ah, si supieses, si conocieses el Purgatorio y cuando se piensa que es por propia culpa que se tiene!, Yo estoy desde hace ocho años. Me parece que han pasado diez mil años!…

Oh, mi Dios!. Refiere exactamente todo esto a tu Padre!… Que aprenda él de mí qué cosa es este lugar de sufrimiento, a fin de hacerlo conocer más adelante. El podrá experimentar así que provechosa es la devoción a las ánimas del Purgatorio.

El buen Dios con frecuencia concede más gracias por la mediación de estas ánimas sufrientes que por la de los mismos santos. Que cuando él quiera obtener una cosa con más seguridad, se dirija de preferencia a las ánimas que más han amado a la Santa Virgen y que, por consecuencia, esta buena Madre desea liberar, y el mismo podrá decir si no le va bien.

Hay también ánimas que no viven en el Purgatorio propiamente dicho.

Así yo, durante el día, te acompaño a cualquier parte que vayas, pero cuando te acuestas, en la noche sufro más; regreso al Purgatorio.

Otras ánimas hacen a veces su Purgatorio en el lugar donde han pecado, al pie del santo altar en el que se conserva el Santo Sacramento, pero, pero sin embargo ellas llevan, siempre consigo el propio sufrimiento, un poco menos intenso que en el verdadero Purgatorio.

En el Purgatorio hay almas muy pecadoras pero arrepentidas, y, no obstante los pecados que tenemos que expiar, somos confirmadas en gracia y no podemos pecar más: son perfectas. Y bien, así, así es que las ánimas se purifican en el lugar de expiación, ellas comprenden mejor a Dios, o mejor dicho, Dios y Ellas se comprenden mejor, pero sin verse.

Sí en el Purgatorio nosotros conocemos al buen Dios más que en la tierra, nuestras penas no son así tan grandes ni tan atroces; lo que constituye nuestro principal tormento es la ausencia de Él que es el único objeto de nuestro tan persistente deseo!

La muerte súbita o imprevista es un justicia o una misericordia del buen Dios?

R. Esta clase de muerte a veces es una justicia y a veces una misericordia.

Cuando un alma es temerosa y Dios sabes que está preparada y lista para comparecer delante de Él, para evitarle los horrores que podría tener en el último momento, la lleva de este mundo con una
muerte súbita. A veces el buen Dios toma las almas en su justicia.

Estos no están por esto del todo perdidos, pero privados de los últimos Sacramentos o recibiéndolos en frío, sin haberse preparado al último paso, su Purgatorio es muy doloroso y se prolonga más. A otras, habiendo colmado la medida de sus pecados y habiendo permanecido sordas a todas las gracias divinas, El buen Dios las toma de la tierra a fin de que no provoquen todavía más su justicia.

El fuego del Purgatorio es un fuego como el de la tierra?

R. Sí, con la diferencia que el fuego del Purgatorio es un purificador de la justicia de Dios y el de la tierra es muy tolerable comparado al del Purgatorio. Es una sombra en comparación del gran bracero de la justicia Divina.

Cómo por tanto, un ánima puede quemarse?

R. Por un justo permiso del buen Dios; el alma que ha sido culpable, porque el cuerpo no ha hecho más que obedecerle (en realidad qué pecado ves cometer a un cuerpo muerto?.), el ánima
sufre como si fuese el cuerpo el que sufriera.

Dime qué cosa sucede en la agonía y después? El alma está en las luces o en las tinieblas?.

Bajo qué forma viene pronunciada la sentencia?

R. Yo no he tenido agonía, tú lo sabes, pero puedo decirte que en aquel último momento decisivo el demonio suelta toda su rabia alrededor del moribundo.

El buen Dios para hacer adquirir mayor mérito a las almas, permite que sufran aquella última prueba, es el último combate: las almas fuertes y generosas, a fin de tener un puesto aún más bello en el Cielo, tienen con frecuencia, al término de su vida y en las ansias de la muerte, semejante lucha terrible contra el ángel de las tinieblas (tú has sido testigo), pero de esto salen victoriosas.

El buen Dios no permite que un alma, que se ha dado a Él totalmente durante la vida, perezca en estos últimos momentos.

Las personas que han amado a la Santa Virgen, que la han invocado toda su vida, reciben de ella muchas gracias en la última lucha. La misma cosa se realiza también para aquellas que han sido devotas de San José, de San Miguel o de cualquier otro Santo.

Entonces sobre todo, como ya te he dicho, se es feliz de tener un intercesor cerca de Dios en aquel penoso momento. Hay otras que mueren tranquilas, sin pruebas de nada de lo que te he dicho. El buen Dios tienes sus designios en todo: El hace o permite todo por el bien particular de cada uno.

Cómo decir y describirte lo que sucede después de la agonía?.

No es posible comprenderlo bien sin haberlo pasado. Sin embargo, trataré de explicártelo lo mejor que pueda. El alma, al dejar el cuerpo, se halla perdida, toda acometida (si se puede decir así) de
Dios. Ella se encuentra en una luz tal que en un parpadear de ojos ve toda su vida y, por consiguiente, lo que merece.

Ella misma en esta visión tan clara pronuncia la propia sentencia. El alma no ve al buen Dios, pero está anonadada en su presencia. Si es un alma culpable como lo era yo y que, por consiguiente, he merecido el Purgatorio, ella es de tal manera oprimida bajo el peso de los pecados que le faltan de expiar que por sí misma se hunde en el Purgatorio.

Entonce solamente se comprende al buen Dios, su amor por las almas y que desgracia es el pecado a los ojos de su Divina Majestad San Miguel está allí cuando el alma deja el cuerpo; sólo a él he visto y ven todas las almas, El es como el testigo y el ejecutor de la justicia divina.

Yo he visto también a mi ángel de la guarda.

Esto es para hacerte comprender cómo puede decirse que San Miguel lleva las almas al Purgatorio. porque un alma no se lleva, pero es verdad, en el sentido que él está allí, presente en la ejecución de la sentencia. Todo lo que sucede en el otro mundo es un misterio para el tuyo.

Y cuándo se trata de un alma que va directamente al Cielo?

-R. Para esta alma, la unión comenzada con Jesús continúa en la muerte; eso es el Cielo, pero la unión del Cielo es más íntima que la de la tierra.

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