El Magnificat,“el espejo del alma de María”

Afirman los pastores que el Magnificat es el prólogo de las Bienaventuranzas proclamadas por Jesús: “Ella nos enseña que la felicidad anunciada  en el Evangelio no se basa en la avidez y la posesión de bienes materiales, ni en los goces pasajeros que nos engañan y deshumanizan, ni en la ambición desmedida de poder sobre los demás a toda costa”.

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En el Magníficat (Lc 1, 46-55) María celebra la obra admirable de Dios

“En el Magnificat la Virgen María aparece libre de la ansiedad y la inquietud que nacen del egoísmo, del orgullo y de la búsqueda de los propios intereses. Se presenta más bien con la serenidad profunda de quien se sabe acogida y bendecida por el amor de un Dios que colma todos sus deseos. En María vemos lo que acontece cuando alguien permite que Dios intervenga en la propia vida y le cede el protagonismo de la propia existencia. Ella nos muestra hasta dónde puede llegar la acción misericordiosa de Dios, que siempre está llamando a la puerta de nuestro corazón y de nuestra sociedad para colmarnos de vida y de felicidad”.

Afirman los pastores que el Magnificat es el prólogo de las Bienaventuranzas proclamadas por Jesús: “Ella nos enseña que la felicidad anunciada  en el Evangelio no se basa en la avidez y la posesión de bienes materiales, ni en los goces pasajeros que nos engañan y deshumanizan, ni en la ambición desmedida de poder sobre los demás a toda costa”.

El magníficat de María nos enseña a cantar a Dios. Ella toma como punto de partida su propia experiencia, pero no se queda encerrada en su pequeño ego; desde lo vivido personalmente remonta el vuelo, o dilata la mirada, para contemplar la actuación de Dios en la historia humana y en su pueblo Israel.

María no dirige a Dios una oración de súplica; como los otros cantos del evangelio de la infancia (el benedictus de Zacarías, el padre de Juan Bautista, y el breve texto de Simeón), la petición y la esperanza dan lugar al gozo y a la celebración, porque Dios ha actuado, y el tiempo de la espera ha dado paso al cumplimiento. Si la misericordia de Dios llega a sus fieles de generación en generación, también nosotros nos vemos invitados a abrir los ojos para advertir la actuación de esa misericordia en nuestro tiempo y a componer nuevos himnos que la celebran.

El Magníficat, la más hermosa lectura teológica de la historia Una bella Reflexión de Benedicto XVI

Durante la festividad de la Visitación de la Virgen María a su prima Santa Isabel, el Papa Benedicto XVI analizaba esta escena bíblica y el cántico en ella presente del Magníficas. Lo definía como una hermosa, auténtica y profunda lectura teológica de la historia. He aquí sus principales ideas y frases:

1.- “Después de la Anunciación, cuando el Ángel desapareció de su presencia, María se encontró con un gran misterio en su seno; sabía que algo extraordinariamente único había ocurrido; de daba cuenta de que había comenzado el último capítulo de la historia de la salvación. Pero todo, junto a Ella, había permanecido como antes y, para el pueblo de Nazaret, todo lo que le había acontecido a Ella, lo desconocía completamente”.

2.- “Antes de preocuparse de Ella misma, María piensa en la anciana Isabel, que ha sabido estaba encinta de manera avanzada, y, empujada por el misterio de amor que apenas había acogido en sí misma, se pone en camino a prisa para ir a ofrecer su ayuda”. “¡He aquí la grandeza sencilla y sublime de María!

3.- “Cuando llega a la casa de Isabel, ocurre un hecho que ningún pintor podrá jamás retratar con la belleza y la profundidad de lo ocurrido. La luz interior del Espíritu Santo envuelve e sus personas. E Isabel, iluminada de lo Alto, exclama: ¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, el niño saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá!”.

4.- “Estas palabras podrían parecer desproporcionadas al contexto real. Isabel es una de las muchas ancianas de Israel y María es una desconocida muchacha de un pueblo perdido de Galilea. ¿Qué cosa puede ser y qué cosa pueden hacer en un mundo en el que cuentan otras personas y pesan otros poderes?

5.- “Sin embargo, María una vez más se admira, su corazón es límpido, totalmente abierto a la luz de Dios; su alma es sin pecado, no está cargada por el orgullo y el egoísmo”.

6.- “Las palabras de Isabel encienden en su espíritu un cántico de alabanza, que es una auténtica y profunda lectura teológica de la historia. Una lectura que nosotros debemos aprender continuamente de Ella, cuya fe está libre de sombras y es inquebrantable: Proclama mi alma la grandeza del Señor”.

7.- “María reconoce la grandeza de Dios. Este es el primer e indispensable sentimiento de la fe, el sentimiento que da seguridad a la criatura humana y la libera del miedo, incluso en medio de los avatares de la historia”.

8.- “Caminando más allá de la superficie, María ve con los ojos de la fe la obra de Dios en la historia. Por eso es santa, porque ha creído: por la fe, en efecto, ha acogido la Palabra del Señor y ha concebido al Verbo Encarnado”.

9.- “Su fe le ha hecho ver que los tronos de los poderosos de este mundo son todos provisionales, mientras el trono de Dios es la única roca que no cambia y no cae”. Su Magníficat, a distancia de siglos y milenios, permanece como la más verdadera y profunda interpretación de la historia, mientras que las lecturas hechas por tantos sabios de este mundo han sido desmentidas por los hechos en el curso de los siglos”.

10.- “Volvamos a casa con el Magníficat el corazón. Llevemos con nosotros los mismos sentimientos de alabanza y de acción de gracias de María hacia el Señor, su fe y su esperanza. Su dócil abandono en las manos de la Providencia. En efecto, solamente acogiendo el amor de Dios y haciendo de nuestra existencia un servicio desinteresado y generoso al prójimo, podremos elevar con alegría un canto de alabanza al Señor”.


El Magníficat, el himno de alabanza a Dios que Lucas pone en labios de María de Nazaret, es un canto «pascual» que agradece a Dios porque sabe enaltecer a los humildes. Como ha resucitado a Cristo Jesús de entre los muertos, así Dios protege al pueblo elegido y, también, ha hecho maravillas en la Madre del Mesías.

Después de oír la alabanza de su prima Isabel: «Dichosa tú que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá», María prorrumpe en el cántico que tantas veces proclama la comunidad cristiana ya durante dos mil años. Ella sí que puede decir: «ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo», porque «ha mirado la humillación de su esclava» (sería mejor traducir, como hace la versión catalana, «la pequeñez de su sierva»).

María alaba a Dios por el estilo con que lleva la historia: «Derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes».

CÁNTICO DE LA VIRGEN MARÍA:
«Magníficat» (Lc 1, 46-55)

Alegría del alma en el Señor

46Proclama mi alma la grandeza del Señor,
47se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
48porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
49porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo,
50y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.51Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
52derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
53a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.54Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de la misericordia
55-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre.

46Magníficat * ánima mea Dóminum:

47Et exsultávit spíritus meus * in Deo, salutári meo.

48Quia respéxit humilitátem ancíllae suae: * ecce enim ex hoc beátam me dicent omnes generatiónes.

49Quia fecit mihi magna qui potens est: * et sanctum nomen ejus.

50Et misericórdia ejus a progénie in progénies * timéntibus eum.

51Fecit poténtiam in bráchio suo: * dispérsit supérbos mente cordis sui.

52Depósuit poténtes de sede, * et exaltávit húmiles.

53Esuriéntes implévit bonis: * et dívites dimísit inánes.

54Suscépit Israël, púerum suum, * recordátus misericórdiae suae.

55Sicut locútus est ad patres nostros, * Abraham, et sémini ejus in saécula.

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