Quédate, Señor, conmigo, pues soy débil y necesito tu fuerza para no caer muchas veces. Quédate, Señor, conmigo, porque eres mi luz y sin ti estoy en tinieblas. Quédate, Señor, conmigo, porque eres mi vida y sin ti pierdo el fervor.
¿Quién dice que no se muere por amor? En 1331, con sólo 8 años de edad, según la costumbre de la época, Imelda entró al convento. A los 10, recibió el hábito de monja dominicana. Aunque tenía tan poca edad, era una monja en todo ejemplar en las actividades de la vida religiosa. Sin embargo, algo la intrigaba: el hecho de que las personas recibieran la Sagrada Comunión y continúen viviendo.