«Quiero —le dijo— que seas el Apóstol de mi Misericordia. Ama y nada temas. Quiero lo que tú no quieres… pero puedo lo que tú no puedes… A pesar de tu gran indignidad y miseria, me serviré de ti para realizar mis designios». Viéndose objeto de estas predilecciones divinas, y ante el MENSAJE que debía transmitir, la humilde Hermanita temblaba y sentía levantarse gran resistencia en su alma.
Los llamamientos de amor y misericordia que comentan estos Videos, se confiaron a una humilde hermanita coadjutora de las religiosas del Sagrado Corazón, fallecida el 29 de Diciembre de 1923, a los treinta y tres años.
Han sido conservados como un tesoro por la familia religiosa que los recibió, hasta ahora, que parece ser el momento indicado de darlos a conocer al mundo, tan sediento de paz, para atraerlo suavemente al único y verdadero manantial de confianza y seguridad.
«Yo seguiré hablando y tu transmitirás mis palabras», decía el Corazón de Jesús a su confidente. «No pido nada nuevo sin duda… pero, ¿no necesitan reanimar la fe, el amor, la confidencia? Ayúdame en esta obra de amor».
El mismo Señor definía así su obra: «Las palabras y deseos que doy a conocer por tu medio, excitarán el celo de muchas almas e impedirán la pérdida de un gran número; y comprenderán cada vez más, que la misericordia y el amor de mi corazón son inagotables». Durante mucho tiempo, quiso el señor mantener oculto el instrumento que se había escogido y le dijo un día: «Tu eres el eco de mi voz; pero si Yo no hablo ¿que eres, Josefa?»
Cincuenta años ha transcurrido en silencio desde la muerte de la humilde religiosa. Pero los favores debidos a su intercesión, al ponerse en evidencia el auténtico valor de su MENSAJE, han movido a la autoridad eclesiástica a darlo a conocer a las almas. ¡Ojala sean muchas las que logren conocer por su medio al Corazón abrasado de amor que hoy se ofrece, una vez más, a las ansias del mundo!.
La Santísima Virgen fue entonces para ella la estrella que guía por camino seguro, y encontró en la Obediencia su mejor y único refugio, sobre todo, al sentir los embates del enemigo de todo bien, a quien Dios dejó tanta libertad.
Su pobre alma experimentó terribles asaltos del infierno, y en su cuerpo llevó a la tumba las huellas de los combates que tuvo que sostener. Con su vida ordinaria de trabajo callado, generoso v a veces heroico, ocultaba el misterio de gracia y de dolor que lentamente consumía todo su ser. Cuatro años bastaron al Divino Dueño para acabar y perfeccionar su obra en Josefa, y confiarle sus deseos.
Como Él había dicho, llegó la muerte en el momento señalado, dando realidad a sus palabras: «Como eres víctima por Mí escogida, sufrirás y abismada en el sufrimiento morirás». Era el sábado 29 de diciembre de 1923. Pronto se dejó sentir la intercesión de Sor Josefa.
El Corazón de Jesús cumplía su promesa: «Este será nuestro trabajo en el cielo: enseñar a las almas a vivir unidas a Mí». y otro día: «Mis palabras llegarán hasta los últimos confines de la tierra». Su corazón preparaba el camino que hoy descubre al mundo, hambriento de Verdad y de Caridad.