En el cielo nos quedaremos gratamente sorprendidos al conocer todo lo que María Auxiliadora ha hecho por nosotros en la tierra”, decía San Juan Bosco, gran propagador del amor a esta advocación mariana que ha estado en la Iglesia y las familias cristianas desde antiguo ante los tiempos difíciles.
Los cristianos de los primeros siglos llamaban a la Virgen María con el nombre de Auxiliadora. Tanto así que los dos títulos que se leen en antiguos monumentos de oriente son: Madre de Dios (Teotokos) y Auxiliadora (Boetéia).

Historia
El nombre de Auxiliadora se le daba ya en el año 1030 a la virgen María, en Ucrania (Rusia), por haber liberado aquella región de la invasión de las tribus paganas. Desde entonces en Ucrania se celebra cada año la fiesta de María Auxiliadora el 1ro de octubre.
Se tiene constancia de que hacia el año 1558 ya figuraba en las letanías que se acostumbraban recitar en el santuario de Loreto Italia.
Victoria de 1571
Este año los turcos amenazaban con invadir Europa entera. El 7 de octubre, con auxilio de María, la flota naval de Juan de Austria venció a las naves turcas en Lepanto. San Pío V consagra este día a Santa Maria de la victoria y del rosario y la invocación. «María Auxiliadora de los Cristianos» se difunde entre el pueblo.
Las guerras religiosas del siglo XVI
El centro de expansión , de este titulo, radicó en Alemania meridional, que, a pesar del triunfo protestante, se propusieron mantenerse fieles al catolicismo. En 1618 estallan las guerras de religión conocidas como «guerras de los 30 años». Los príncipes católicos y el pueblo comenzaron a invocar a la virgen Sma. Con el titulo de «María Auxiliadora» y acudieron en peregrinación a una capilla que, con esta denominación se había levantado a la Virgen en la ciudad de Passau (Alemania). En medio de las mil vicisitudes de la guerra, de la peste y del enfrentamiento religioso, los católicos de Baviera y del Tirol se sintieron protegidos por la Sma. Virgen y experimentaron una renovación espiritual. Este movimiento mariano estuvo alentado y guiado por los Padres Capuchinos y por la Cofradía de María Auxiliadora, promotora de la nueva devoción mariana. En ella muchos creyeron encontrar un medio seguro para salvar su Fe católica y la libertad de sus tierras.
Los turcos atacan Viena (1683)
Junto a las convulsiones religiosas y sociales provocadas en el centro de Europa por la crisis protestante, surgió el ímpetu del Islam. En 1683 los turcos, capitaneados por el visir Kará Mustafá, ponen sitio a Viena, capital del impero. El Papa Inocencio XI vio entonces en serio peligro la existencia de una Europa cristiana; los creyentes acudieron a la protección de la Virgen María. » La invocación «María, ayuda» (María hilf), afirma un historiador, recorrió todas las regiones de Alemania y Austria». La victoria fue para las fuerzas cristianas, aunque las islámicas eran tres veces superiores. Viena quedó liberada. Una vez más los pueblos experimentaron la ayuda de la virgen María Auxiliadora.
Pío VII y Napoleón Bonaparte (1814)
El poder había desubicado a Napoleón Bonaparte que quería imponer al Papa caprichos egoístas a los que el Papa se rechazo por lo que Napoleón invadió Italia y llevó al destierro al Papa Pío VII durante 5 años, el pontífice imploraba el auxilio de María, invitando al mismo tiempo a los cristianos a encomendarse a ella. El emperador francés fue derrotado, entonces Pío VII se vio libre y pudo encaminarse hacia la ciudad de Roma, donde, en medio de una alegría general entró el día 24 de mayo de 1814. El Papa atribuyo aquella liberación propia y de la iglesia entera a la protección de la Virgen y, en consecuencia, instituyo la fiesta litúrgica de María Auxiliadora.
María Auxiliadora y Don Bosco (1862)
María Auxiliadora persigue a Don Bosco. Nace en 1815, año en que por primera vez se celebra litúrgicamente la fiesta de María Auxiliadora. No muy lejos del lugar de su nacimiento, en Mórense , existe una ermita dedicada a María Auxiliadora. En Turín encontrara esa advocación, en la iglesia de San Francisco de Paula había una imagen y una asociación en su honor, inspirada en otra existente en Munich. En 1848 se encuentran ya colocadas en la mesa de trabajo de Don Bosco algunas estampas con el titulo «Auxiliadora de los cristianos». Pero sera exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando este hace la opción mariana definitiva. Le dice al Joven salesiano Juan Cagliero: «La Virgen quiere que la honremos con el titulo de Auxiliadora, los tiempos que corren son difíciles y tenemos la necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la Fe cristiana».
María Auxiliadora en México (1889)
El Sr. Edith Borrel, formaba parte del Círculo Católico Mexicano, era una asociación que se interesaban por todo lo que podía fortalecer la región en el país. Este católico comprometido se encontró en Turín con el sucesor de Don Bosco, el P. Miguel Rúa, probablemente en 1888 y recibió el diploma de Cooperador Salesiano. Al llegar a México motivo a sus compañeros del Círculo Católico y así nació el primer grupo de cooperadores Salesianos en la ciudad de México el 22 de junio de 1889. Se organizaron con una labor de carácter salesiano: difusión de la buena prensa, educación cristiana de los niños, jóvenes y del pueblo sencillo, organización de actos cultos especialmente a Jesús Sacramento y a María Auxiliadora. El 25 de mayo de 1890 se celebró la primera fiesta a María Auxiliadora. Muy pronto se empezaron a sentir los favores de María Auxiliadora. En 1892 llegan los primeros Salesianos a México con la consigna de difundir la devoción de María Auxiliadora.
Origen de la advocación
Históricamente se comenzó a difundir el título de María «Auxilio de los Cristianos», aproximadamente en el año 1558, donde la invocación será mencionada en las letanías que recitaban en el santuario de Loreto (Italia) de allí «Letanías Lauretanas». Estas fueron aprobadas por el Papa Clemente VIII en 1601. Tres fechas marcan la historia en la divulgación universal del culto a la Santísima Virgen bajo el título de Auxiliadora de los Cristianos.
Lepanto:
El 7 de octubre de 1571, durante el pontificado de San Pío V, la flota Cristiana, con el Auxilio de María, logra una victoria contra la flota de los turcos. Después de esta victoria, se propaga la invocación de «María, auxilio de los Cristianos» y de los labios de los soldados sobrevivientes de Lepanto, se difunde por toda Europa.
Viena:
El 12 de septiembre de 1683, durante el Pontificado de Inocencio XI, bajo el mando del rey de Polonia, Juan Sobieski, con un ejército inferior de fuerzas, confiando en la ayuda de María Auxiliadora, vence al ejército turco.
Roma:
El 24 de mayo de 1814, Pío VII, liberado por la intervención de María , de la prisión napoleónica, entra triunfante en Roma, y unos meses después instituyó, la fiesta de «María Auxiliadora».
Fuentes: aciprensa.com; ewtn.com; aciprensa.com
ORACIÓN DE SÚPLICA
Santísima Virgen, Madre de Dios, yo aunque indigno pecador postrado a vuestros pies en presencia de Dios omnipotente os ofrezco este mi corazón con todos sus afectos. A vos lo consagro y quiero que sea siempre vuestro y de vuestro hijo Jesús.
Aceptad esta humilde oferta vos que siempre habéis sido la auxiliadora del pueblo cristiano.
Oh María, refugio de los atribulados, consuelo de los afligidos, ten compasión de la pena que tanto me aflige, del apuro extremo en que me encuentro.
Reina de los cielos, en vuestras manos pongo mi causa. Se bien que en los casos desesperados se muestra más potente vuestra misericordia y nada puede resistir a vuestro poder. Alcanzadme Madre mía la gracia que os pido si es del agrado de mi Dios y Señor. Amén.
ORACIÓN DE CONSAGRACIÓN
¡Oh Santísima e Inmaculada Virgen María, tiernísima Madre nuestra y poderoso Auxilio de los Cristianos! Nosotros nos consagramos enteramente a tu dulce amor y a tu santo servicio. Te consagramos la mente con sus pensamientos, el corazón con sus afectos, el cuerpo con sus sentidos y con todas sus fuerzas, y prometemos obrar siempre para la mayor gloria de Dios y la salvación de las almas.
Tú, pues, ¡oh Virgen incomparable! que fuiste siempre Auxilio del Pueblo Cristiano, continúa, por piedad, siéndolo especialmente en estos días. Humilla a los enemigos de nuestra religión y frustra sus perversas intenciones. Ilumina y fortifica a los obispos y sacerdotes y tenlos siempre unidos y obedientes al Papa, maestro infalible; preserva de la irreligión y del vicio a la incauta juventud; promueve las vocaciones y aumenta el número de los ministros, a fin de que, por medio de ellos, el reino de Jesucristo se conserve entre nosotros y se extienda hasta los últimos confines de la tierra.
Te suplicamos ¡oh dulcísima Madre! que no apartes nunca tu piadosa mirada de la incauta juventud expuesta a tantos peligros, de los pobres pecadores y moribundos y de las almas del Purgatorio: sé para todos ¡oh María! dulce Esperanza, Madre de Misericordia y Puerta del Cielo.
Te suplicamos, gran Madre de Dios, que nos enseñes a imitar tus virtudes, particularmente la angelical modestia, la humildad profunda y la ardiente caridad, a fin de que, por cuanto es posible, con tu presencia, con nuestras palabras y con nuestro ejemplo, representemos, en medio del mundo, a tu Hijo, Jesús, logremos que te conozcan y amen y podamos, llegar a salvar muchas almas.
Haz, ¡oh María Auxiliadora! que todos permanezcamos reunidos bajo tu maternal manto; haz que en las tentaciones te invoquemos con toda confianza; y en fin, el pensamiento de que eres tan buena, tan amable y tan amada, el recuerdo del amor que tienes a tus devotos, nos aliente de tal modo, que salgamos victoriosos contra el enemigo de nuestra alma, en la vida y en la muerte, para que podamos formarte una corona en el Paraíso. Así sea
OFRECIMIENTO
Enséñame, oh María Auxiliadora, a ser dulce y bueno en todos los acontecimientos de mi vida; en los desengaños, en el descuido de otros, en la falta de sinceridad de aquellos en quienes creí, en la deslealtad de aquellos en quienes confié.
Ayúdame a olvidarme de mí mismo para pensar en la felicidad de otros; a ocultar mis pequeños sufrimientos de tal modo que sea yo el único que los padezca.
Enséñame a sacar provecho de ellos, a usarlos de tal modo que me suavicen, no me endurezcan ni me amarguen; que me hagan paciente y no irritable; que me hagan amplio en mi clemencia y no estrecho y despótico. Que nadie sea menos bueno, menos sincero, menos amable, menos noble, menos santo por haber sido mi compañero de viaje en el camino hacia la vida eterna. Amén.
NOVENA DE CONFIANZA
Madre amable de mi vida auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus divinas manos. Dios te salve María…
Tú que sabes mis congojas, pues todas te las confío, da la paz a los turbados y alivia el corazón mío. Dios te salve María…
Y aunque tu amor no merezco, no recurriré a Ti en vano, pues eres madre de Dios y auxilio de los cristianos. Dios te salve María…
Acuérdate, ¡oh piadosísima Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección haya sido abandonado; animado con esta confianza, me presento a ti. ¡Oh Madre de Dios!, no desoigas mis súplicas; escúchalas y acógelas benignamente, ¡oh clemente, oh dulce Virgen María! (Pedir la gracia que se desea y rezar una Salve)
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