Amadas almas, nunca nos olvidaremos de ustedes. ¡Jesús, María y José, ayúdennos a rezar!
Publicado originalmente en el muro de Facebook de Spiritual Warfare «Guerra Espiritual»

¿Cuál es esa duración?
La Iglesia no ha definido nada concreto en cuanto a la duración de los sufrimientos en el Purgatorio, pero demuestra claramente lo que cree mediante la celebración de Misas de aniversario por las almas de los difuntos. De este modo cree que la expiación puede ser de larga duración, incluso por siglos.
También es la creencia de los Santos Pontífices. El Cardenal Belarmino dijo que la duración podría durar hasta el día del Juicio Final para algunas almas, si la Iglesia no interviniera. ¡Ay! Hay almas que han languidecido en el Purgatorio durante muchos años.
¿Quién nos puede decir la duración del tiempo y del sufrimiento que tendremos que soportar por nuestros pecados, con el fin de quitar la mancha que el pecado deja en nuestras almas?
¿Cuánto tiempo tomará para purificarla, para que pueda brillar con la belleza de los Ángeles?
¡Oh misterio insondable del Juicio de Dios! ¡Oh cuán grande es lo que esa duración añade a los rigores de este sufrimiento! ¡El sufrir horriblemente y por tanto tiempo! ¡Esperar! ¡Esperar indefinidamente! ¡Qué dolor, qué martirio para aquellas almas! La intensidad de su sufrimiento hace que la duración parezca incluso más larga. Señor, alivia su sufrimiento; disminuye la intensidad de la llama que nuestros hermanos, nuestras hermanas y nuestros amigos tienen que soportar, especialmente aquellos que tendrán que permanecer más tiempo en ese lugar de expiación.
¿Cuáles son las causas?
No nos dejemos sorprender por la terrible duración de los tormentos del Purgatorio. Una de las más santas Hermanas de la Visitación, la hermana Marie-Denise, quien según todos los historiadores era la destinataria de gracias extraordinarias para el alivio de los difuntos, señaló que muchas cosas afectaban inevitablemente a la duración de la expiación:
1- La pureza perfecta de un alma antes de que pueda poseer a Dios.
2- La multitud de nuestros pecados veniales.3- El poco arrepentimiento que expresamos y la poca penitencia que hacemos por nuestros pecados confesados.
4- La incapacidad absoluta de las almas para aliviar su propio sufrimiento.
5- El abandono, el extraño abandono de los muertos, nuestra Culpable de su difícil situación: estas reflexiones son graves y por desgracia son muy ciertas. Así que a partir de ahora, ¡no seamos tan precipitados en canonizar a nuestros pobres difuntos!
Nosotros necesitamos tanto creer que ellos están en ese reino de beatitud y paz, que estamos ansiosos de convencernos a nosotros mismos que ellos ya han llegado. Así, dejamos de rezar por ellos. Vea cómo los santos pensaron y se comportaron de manera tan diferente. Ellos oraron durante toda su vida por aquellos que los habían precedido en la muerte. Hagamos lo mismo.
Nosotros no podríamos mantener la punta del dedo en la llama del Purgatorio por un minuto sin dar gritos de agonía. ¿Cómo podríamos permitir a través de nuestra propia negligencia que las almas de aquellos a quienes amábamos tanto sean hundidas en el fuego del Purgatorio durante años y años? ¡Eso sería demasiado cruel!
Amadas almas, nunca nos olvidaremos de ustedes. ¡Jesús, María y José, ayúdennos a rezar!
Ejemplo
Un hombre que había sido encarcelado por años le hizo una petición a una mujer rica y poderosa. Tenía la riqueza y la influencia necesarias para librar al hombre y poner fin a su sufrimiento. Esto es lo que le escribió a esta mujer:
«Señora, el 25 de octubre de este año, 1760, habré estado padeciendo en esta prisión por 100.000 horas; y todavía voy a tener que soportar otras 200.000 horas. ¡Le ruego, señora, que tenga piedad de uno, cuyo sufrimiento es tan largo y doloroso!» ¿Se conmovió el corazón de esa mujer por tanta elocuencia? No lo sé. Pero me parece que un poco más podría añadirse en tan pocas palabras, «he estado sufriendo por 100.000 horas, y ¡todavía tengo que enfrentar otras 200.000 horas!» ¡El había contado las horas!
En un monasterio francés, dos sacerdotes que tenía un gran celo por el sufrimiento de las pobres almas del Purgatorio hicieron una promesa solemne el uno al otro: ellos celebrarían su Misa de la mañana para el primero que muriera. Uno de los sacerdotes murió. A la mañana siguiente, su colega celebró su Misa de la mañana para él. Durante sus oraciones de acción de gracias al final de la Misa, vio a su amigo aparecer ante él, brillando de gloria… El alma gloriosa entonces tomó un aspecto más sombrío y dijo a su amigo, «Mi hermano, ¿dónde está tu fe? ¡Tú no mereces la misericordia de Dios por tu alma! ¡Me dejaste en el Purgatorio por más de un año antes de celebrar la Misa que nos habíamos prometido el uno al otro!» El sacerdote respondió en estado de shock, «¿Qué estás diciendo? ¡Tu cuerpo no ha sido enterrado todavía! Tú dejaste este mundo hace sólo unas horas, y acabo de terminar de celebrar la Misa que había prometido… » El alma del monje fallecido entonces suspiró: «¡Oh cuán terrible es el sufrimiento en el Purgatorio! Ahora estoy volando al Cielo, donde voy a implorar a Dios para que te conceda lo que hiciste por mí, porque esa Misa era necesaria para mi liberación del Purgatorio.»
Así es como las almas del Purgatorio calculan la duración de su sufrimiento. No es por horas o por días que son contadas, sino por años y siglos; y esos años parecen ser una eternidad para ellas. Mi Señor, perdóname y ten misericordia de mí. ¡Por los méritos de tu Santa Pasión, libra a las almas del Purgatorio!
OREMOS
-¡Me postro a tus pies, oh mi Dios, preso de miedo ante la idea de los terribles tormentos, tan largos e intensos, que son soportados por las almas del Purgatorio!
Lleno de compasión por aquellas desafortunadas prisioneras, te ruego, en el nombre de Jesucristo, que las mires con misericordia y que pongas fin a su martirio. ¡Oh María, dulce consuelo de los afligidos, sé su conciliadora! ¡Libera a tus hijos del cautiverio! ¡Que descansen en paz a tu lado en el Cielo!