CELEBRA SIEMPRE LA SAGRADA FAMILIA DE NAZARETH

Desde la Arquidiócesis de la Santísima Asunción de Paraguay nos llega esta hermosa reflexión y oración sobre la Sagrada Familia. Practiquemos esta bella devoción.

Angelus, Juan Pablo II, Domingo, 29 de diciembre de 1996

Queridos hermanos y hermanas:

  1. En este primer domingo después de la Navidad, la Iglesia celebra la fiesta de la Sagrada Familia. Como en Belén, la mirada de fe nos permite abrazar al mismo tiempo al Niño divino y a las personas que están con Él: su Madre Santísima, y José, su padre putativo. ¡Que luz irradia este icono de grupo de la Santa Navidad¡

Luz de misericordia y salvación para el mundo entero, luz de verdad para todo hombre, para la familia humana y para cada familia. ¡Cuán hermoso es para los esposos reflejarse en la Virgen María y en su esposo José! ¡Cómo consuela a los padres, especialmente si tienen un hijo pequeño! ¡Cómo ilumina a los novios, que piensan en sus proyectos de vida!

El hecho de reunirnos ante la cueva de Belén, para contemplar en ella a la Sagrada Familia, nos permite gustar de modo especial el don de la intimidad familiar, y nos impulsa a brindar calor humano y solidaridad concreta en las situaciones, por desgracia numerosas, en las que, por varios motivos, falta la paz, falta la armonía, en una palabra, falta la «familia».

2. El mensaje que viene de la Sagrada Familia es, ante todo, un mensaje de fe: la casa de Nazaret es una casa en la que Dios ocupa verdaderamente un lugar central. Para María y José esta opción de fe se concreta en el servicio al Hijo de Dios que se le confió, pero se expresa también en su amor recíproco, rico en ternura espiritual y fidelidad.

María y José enseñan con su vida que el matrimonio es una alianza entre el hombre y la mujer, alianza que los compromete a la fidelidad recíproca, y que se apoya en la confianza común en Dios. Se trata de una alianza tan noble, profunda y definitiva, que constituye para los creyentes el sacramento del amor de Cristo y de la Iglesia. La fidelidad de los cónyuges es, a su vez, como una roca sólida en la que se apoya la confianza de los hijos. Cuando padres e hijos respiran juntos esa atmósfera de fe, tienen una energía que les permite afrontar incluso pruebas difíciles, como muestra la experiencia de la Sagrada Familia.

… Encomiendo a María, «Reina de la familia», a todas las familias del mundo, especialmente a las que atraviesan grandes dificultades, e invoco sobre ellas su protección materna.

ORACIONES

Señal de la Cruz (+ Por la Señal de la Santa Cruz,…)

Intenciones del día:

Para celebrar esta Novena de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, pidamos a Dios por la gran familia humana y digamos juntos: Sagrada Familia, enséñanos a ser misioneros.

T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor

  • Te pedimos por la intención del Papa Francisco de este mes de diciembre, por los catequistas, llamados a proclamar la Palabra de Dios: para que sean testigos de ella con valentía, creatividad y con la fuerza del Espíritu Santo. T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor
  • Te pedimos para que las familias trabajen sin descanso en la misión de revelar, custodiar y comunicar el amor. T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor
  • Te pedimos para que seamos fieles defensores de la Vida. T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor
  • Te pedimos para que los “esposos, (que) en virtud del sacramento, son investidos de una auténtica misión, para que puedan hacer visible, a partir de las cosas sencillas, ordinarias, el amor con el que Cristo ama a su Iglesia, que sigue entregando la vida por ella”. T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor

Te pedimos para que el matrimonio sea protección y cauce para el compromiso mutuo en la sociedad. T: Por la Sagrada Familia de Nazareth, óyenos Señor.

Acto de contrición

Dios mío y Señor mío, postrado delante de tu Majestad Soberana, con todo mi ser, con toda mi alma y todo mi corazón te pido perdón por mis culpas. A Ti te amo sobre todas las cosas y te confieso mi suma ingratitud y todas mis culpas y pecados, de todo lo cual me arrepiento y te pido me

concedas benignamente el perdón. Pésame, Dios mío, de haberte ofendido, por ser Vos quien sos. Propongo firmemente, ayudado con tu divina gracia, nunca más pecar, apartarme de las ocasiones de ofenderte, confesarme, satisfacer por mis culpas y procurar en todo servirte y agradarte. Perdóname, Señor, para que con alma limpia y pura alabe a la santísima Virgen, Madre tuya y Señora mía, y alcance por su poderosa intercesión la gracia especial que en esta novena pido, si ha de ser para mayor honra y gloria vuestra, y provecho de mi alma. Amén.

Oración a la Sagrada Familia

Sagrada Familia de Nazaret: enséñanos el recogimiento, la interioridad; danos la disposición de escuchar las buenas inspiraciones y las palabras de los verdaderos maestros. Enséñanos la necesidad del trabajo de reparación, del estudio, de la vida interior personal, de la oración, que sólo Dios ve en lo secreto; enséñanos lo que es la familia, su comunión de amor, su belleza simple y austera, su carácter sagrado e inviolable. Amén.

Oración por el Año del Laicado (Paraguay)

Dios nuestro, que has enviado a tu Hijo como Luz del mundo; derrama los dones de tu Espíritu sobre tu Iglesia peregrina en el Paraguay, para que, en este año del Laicado, como los discípulos de Emaús, todos los bautizados, después de escuchar tu Palabra y compartir el Pan, anunciemos a Cristo y seamos activos cooperadores en la construcción de tu Reino: evangelizando los ambientes familiares y sociales, políticos y económicos, educativos y culturales.

Que el ejemplo y la intercesión de nuestra Madre María Santísima y de su esposo San José, nos animen a vivir los valores de la escucha y el perdón, la justicia y la paz, la verdad y, sobre todo el amor.

Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén

Lectura bíblica

X Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Mateo (5, 14-19)

Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes son la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en el cielo. No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas: yo no he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una i ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos.»

Palabra del Señor. T: Gloria a Ti, Señor Jesús.

Reflexión del día

L: Todos los bautizados llegamos a ser discípulos misioneros de Jesucristo, llamados a ser sal y luz en el mundo, es decir, presencia de Cristo, Evangelio viviendo que ilumina y da sabor a la vida. Dios nos llama a todos a la santidad en donde el cristiano debe dar sabor en distintos ambientes donde le corresponde estar, defendiendo o preservando todo de la corrupción (no siendo parte de ninguna situación de corrupción)

como lo hace la sal y dando sabor de misericordia y de amor por donde esté. Además, al llevarle a Cristo Luz del mundo, proyectamos esa luz al mundo, para que la gente pueda discernir su vida por el camino y hacia el destino donde se dirige. La mejor forma de iluminar es con el amor, con la caridad para con todos de modo incondicional a la manera de Cristo. Atención: porque cuando un cristiano pierde el sabor y ya no ilumina, pierde la capacidad de ser significativo en el mundo, pasa desapercibido como un cualquiera más entre el montón de los mortales, perdiendo así la eficacia para anunciar la Buena Noticia.

El texto de hoy presenta a dos proverbios en forma de parábola que definen la misión de los discípulos del Señor: ser sal y luz. Nosotros normalmente utilizamos la sal para condimentar los alimentos que vamos a consumir. ¿Qué querría decir esto? Que los discípulos de Cristo, así como el fermento, debemos influir en el mundo ayudándolo a descubrir el sentido de la vida para que no se quede atrapado por sus tendencias y aspiraciones sólo bajas y fuera de Dios. Antiguamente, y hasta hoy día en varios lugares, se utilizaba la sal para evitar la corrupción de los alimentos, por lo que se pide al discípulo es ayudar para que el mundo no se corrompa. Lo que pasa con los alimentos que se corrompen es que se los tira, pues ya no sirve para el consumo. Así también el discípulo debe ayudar al mundo (los habitantes del planeta) a que no se le tire, que sea tolerable, y mejor si es agradable a los ojos de Dios. Recordemos que en el mundo judío la metáfora de la sal significaba la sabiduría. Porque la palabra sabiduría proviene del verbo saber, pero también, y sobre todo, de sabor; así, el sabio es quien saborea lo que Dios le regala en la vida, esto es, no sólo se reduce a conocer sabiendo muchas cosas, sino gozando por lo que Dios le regala poder conocer y comunicar a los demás. Los cristianos

así poseemos la verdadera sabiduría, el Evangelio, la Palabra de Dios. Desde la química sabemos que la sal no puede perder su sabor, sino únicamente a fuerza de usarla podría perder su poder de salar. Un rabino hablaba que los judíos son los depositarios de la Revelación y este privilegio no les será quitado por nadie. Sin embargo, el proverbio de Cristo afirmaría que el papel de Israel, ser depositario de la Palabra de Dios, ha pasado a sus discípulos, a la Iglesia.

Que en el fondo les advierte para que la sal no pierda su poder, como ocurrió al antiguo pueblo de Dios, para que no se le quite esa gracia. La metáfora de la luz era conocida en el judaísmo. Isaías había anunciado que Israel sería la luz de las naciones (cf. Is 49,6). Ahora vemos que se dice de los discípulos de Jesús (cf. Filp 2,5; Ef 5,8.13). ¿Cómo llegan a ser los cristianos luz del mundo? Llegan a serlo por su pertenencia a Cristo, que es la Luz del mundo (cf. Jn 8,12; 9,5; 12,46). También la luz hace referencia a la Palabra de Dios, es decir, la luz está allí donde Dios se manifiesta con su Palabra (cf. Mc 4,21-22; 2 Cor 4,4; Filp 2,15-16). Jesús al ser la luz, es el portador de la Palabra (cf. Jn 8,12.31ss; 14,9-10) y lo mismo para los discípulos de Cristo, quienes son la luz del mundo, tienen la luz, la Palabra de Dios. Esa imagen de la ciudad edificada sobre un monte proviene también del mundo bíblico-judío. Recordemos que el símbolo del destino glorioso de Israel era la ciudad de Jerusalén, edificada sobre un monte, hacia la cual deberían peregrinar todos los pueblos para dar culto a Dios.

¿Por qué Jesús concreta en sus discípulos estas imágenes? Porque sus discípulos son el nuevo Israel, el nuevo Pueblo de Dios, refiriendo a ellos con el símbolo de la imagen del monte. Significando que sus discípulos lo tienen que ser de manera permanente, pues una luz no se enciende para colocarla debajo del celemín. Recordemos que el alumbrado se hacía a base de grasa, entonces, apagar a soplo una lámpara de aquéllas equivalía a llenar la habitación de un tufo irrespirable. De ahí que se hacía colocando un celemín o cualquier otro recipiente que se tuviese a mano sobre la llama para que, al faltarle el oxígeno, se apagase sin producir el tufo. Pero el mensaje de Cristo es que la luz encendida no debe apagarse, debe iluminar siempre.

En síntesis, los discípulos de Cristo deben ser para los hombres de la tierra, lo que la sal es para la vida cotidiana de los hombres. Si los discípulos de Jesús son predicadores de las cosas celestiales, dan a las cosas el sabor de eternidad, que logra hacer trascender las cosas temporales de su propia dimensión limitada. Pero si la sal pierde su sabor, si pierde el poder que tiene por su propia naturaleza de preservar de la corrupción y dar sabor, entonces ¿para qué servirá? Pues no hay sal para la sal; se anulará a sí mismo el discípulo de Cristo y anulará su servicio, su

acción. Cristo es la luz del mundo, pero quiso que los discípulos participaran de su luz y pudiesen transmitir la luz a los demás. Lo que hace la luz es derramar claridad y ahuyentar las tinieblas, allí donde alcanza el esplendor de su rayo. El mundo estaba puesto fuera del conocimiento de Dios y en la oscuridad del error, pero por medio de los discípulos de Cristo entró la luz de la verdad del Evangelio, del conocimiento de Dios y de su Cristo. Nos pide ser lumbreras para iluminar la vida de los hermanos. Seamos luz por el ejemplo de nuestra vida, de suerte que quienes “vean tus buenas obras, glorifiquen a tu Padre que está en el cielo” (Mt 5,16).

La ley, como expresión de la voluntad de Dios, se debería aceptar en su totalidad. Sólo quien la entiende así es más justo que aquellos considerados justos de la época de Cristo, los teólogos (los escribas) y los laicos piadosos (los fariseos), llegando a superar su justicia a los escribas y fariseos. Lo que hace Cristo es venir a perfeccionar la ley con su mensaje, al interpretar el sentido recto del Antiguo Testamento, que los fariseos lo habían deformado manipulando la interpretación que Dios quería, y lleva así Cristo a informar la ley con el nuevo espíritu evangélico. La justicia farisaica, condenada aquí por el Señor, resultaba una verdadera farsa, llegando a ser verdadera idolatría de la letra, prescindente del espíritu que debía animar esa letra. Lo que hace Jesús es abrirnos a otra justica que es más profunda y correcta y hasta real, pues no podríamos contentarnos con observar la ley como está escrita y ya, por eso san Pablo decía “la letra mata, mas el Espíritu da Vida” (2 Cor 3,6). La letra, falto de amor es una letra muerta, es un amor que no se expresa ni se manifiesta, y así, pronto llegaría a apagarse. Además, el amor que no obedece a lo que el Señor está mandando de modo directo o través de sus representantes legítimos, no es un amor verdadero sino simplemente un amor ficticio. Por eso lo que en realidad da sentido y plenitud a la ley será el amor, esa manera interna de vivirla, siempre obedeciendo a lo que Dios nos manda.

D: Perdón

Señor porque muchas veces no tenemos conciencia de lo que en realidad somos desde el mismo día del Bautismo: sal y luz del mundo. Ayúdanos a vivir el significado de la sal y la luz: preservando de toda corrupción y dando sabor de amor a la vida, e iluminando con la Verdad del Evangelio las circunstancias que se nos  presentare en la vida cotidiana. Gracias porque Tú siendo la Sal y la Luz, nos haces partícipes de Ti dando testimonio en fermentar las realidades del mundo, siendo tu Presencia por donde estemos. Amén.

Oraciones de la Novena Oración diaria de la Sagrada Familia

Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, bendice a nuestras familias. Inspira bondadosamente en nosotros la unidad, la paz y el amor mutuo que tú encontraste en Tu propia familia en la pequeña aldea de Nazaret.

María, Madre de Jesús y Nuestra Madre, sustenta a nuestras familias con tu fe y tu amor. Consérvanos cerca de tu Hijo, Jesús, en todas nuestras alegrías y en nuestras penas.

José, Padre adoptivo de Jesús, guardián y esposo de María, protege a nuestras familias del peligro. Auxílianos en todos los momentos de desánimo y ansiedad.

Sagrada Familia de Nazareth, haz de nuestras familias una contigo. Ayúdanos a ser instrumentos de paz. Concédenos que el amor, fortalecido por la gracia, pruebe ser más fuerte que las debilidades y las pruebas que nuestras familias a veces atraviesan. Que siempre tengamos a Dios en el centro de nuestros corazones y hogares hasta que todos seamos una sola familia, feliz y en paz en nuestro verdadero hogar contigo. Amén.

Oración diaria de petición.

Jesús, María y José, bendígannos y concédannos la gracia de amar a la Santa Iglesia como debemos, por encima de todo lo terrenal, y de mostrar siempre nuestro amor con obras.

Jesús, María y José, bendígannos y concédannos la gracia de profesar abiertamente como debemos, con valentía y sin respeto humano, la fe que recibimos como don tuyo en el santo Bautismo.

Jesús, María y José, bendígannos y concédannos la gracia de participar como debemos en la defensa y propagación de la Fe cuando el deber lo requiera, ya sea por palabra o por el sacrificio de nuestras posesiones y nuestras vidas.

Jesús, María y José, bendígannos y concédannos la gracia de amar a nuestras familias y a los demás con caridad mutua como deberíamos, y establecernos en perfecta armonía de pensamiento, voluntad y acción, bajo el gobierno y la guía de los pastores de la Iglesia.

Jesús, María y José, bendígannos y concédannos la gracia de conformar nuestras vidas plenamente, como debemos, a los mandamientos de la ley de Dios y de su Santa Iglesia, para vivir siempre en esa caridad que ellos exponen.

Jesús, María y José, les pedimos en particular este favor especial:

(mencione qué favor necesite).

Dedicación de la propia familia.

Amado Jesús, por tus sublimes y hermosas virtudes de humildad, obediencia, pobreza, modestia, caridad, paciencia y mansedumbre, bendijiste con paz y felicidad a la familia que elegiste en la tierra. En Tu misericordia, mira a nuestra familia. Te pertenecemos, porque hemos recibido Tus muchas bendiciones durante muchos años y nos encomendamos a Tu amoroso cuidado.

Mira nuestra familia en Tu amorosa bondad, protégenos del peligro, ayúdanos en tiempos de necesidad y concédenos la gracia de perseverar hasta el final en la imitación de Tu santa Familia, para que, habiéndote reverenciado y amado fielmente en la tierra, te alabamos eternamente en el cielo.

María, Madre querida, a tu intercesión recurrimos, sabiendo que tu Divino Hijo escuchará tus oraciones. Glorioso patriarca, San José, ayúdanos con tus poderosas oraciones y ofrece nuestras oraciones a Jesús a través de las manos de María. Amén.

Sagrada Familia de Nazareth, T: Ruega por nosotros.

T: Padrenuestro que estás en los cielos…

T: Dios te salve María…

Oración final.

T: Señor Jesucristo, estando sujeto a María y José, santificaste la vida familiar con Tus bellas virtudes. Concédenos que, con la ayuda de María y José, seamos enseñados por el ejemplo de Tu Sagrada Familia, y que después de la muerte gocemos de su compañía eterna.

T: Señor Jesús, ayúdanos a seguir siempre el ejemplo de Tu Sagrada Familia, para que, en la hora de nuestra muerte, Tu gloriosa Virgen Madre junto con San José venga a nuestro encuentro, y seamos dignos de ser recibidos por Ti en los gozos eternos. del cielo. Vives y reinas por siempre. Amén.

Letanías a la Sagrada Familia

D: Señor ten piedad…

D: Cristo, ten piedad…

D: Cristo, escúchanos. T: Cristo, escúchanos amablemente.

D: Dios, Padre celestial, T: Ten piedad de nosotros.

D: Dios Hijo, Redentor del mundo…

D: Dios, el Espíritu Santo…

D: Santísima Trinidad, un solo Dios…

D: Jesús, Salvador del mundo, T: Ruega por nosotros.

D: Jesús, Hijo de María y hermano nuestro…

D: Jesús, tesoro y delicia de la Sagrada Familia…

D: Santa María, Reina de los cielos…

D: Santa María, Madre de Jesús y nuestra dulce Madre…

D: Santa María, ornamento y gozo de la Sagrada Familia…

D: San José, Padre legal de Jesús…

D: San José, Casto esposo de María…

D: San José, guía y amparo de la Sagrada Familia…

D: Sagrada Familia, bajo cuya protección nos hemos consagrado a Dios…

D: Sagrada Familia, que hemos tomado por modelo…

D: Sagrada Familia, predilecta del Padre celestial…

D: Sagrada Familia, conducida por el Espíritu Santo…

D: Sagrada Familia, santificada por la presencia del Hijo de Dios…

D: Sagrada Familia, terror del infierno…

D: Sagrada Familia, asilo de todas las virtudes…

D: Sagrada Familia, Santuario de la Divina Trinidad…

D: Sagrada Familia, precioso Tabernáculo de Dios vivo…

D: Sagrada Familia, oscura e ignorada sobre la tierra…

D: Sagrada Familia, pobre y laboriosa…

D: Sagrada Familia, modelo de paciencia y resignación…

D: Sagrada Familia, gozosa en las tribulaciones…

D: Sagrada Familia, venerada de los pastores…

D: Sagrada Familia, honrada por los Magos…

D: Sagrada Familia, por Herodes perseguida…

D: Sagrada Familia, de los judíos despreciada…

D: Sagrada Familia, deseada de los Patriarcas…

D: Sagrada Familia, de los Ángeles respetada…

D: Sagrada Familia, modelo de todos los Santos…

D: Sagrada Familia, ornamento de la celestial Jerusalén…

D: Séannos propicios,               T: Les rogamos, escúchennos.

D: Socórrannos en todos los peligros de alma y cuerpo…

D: Sean nuestro refugio contra los males que nos aquejan…

D: Sean nuestra fuerza en los combates y pruebas…

D: Sean fuerte muro contra los ataques del enemigo de nuestra salud…

D: Sean nuestra esperanza en esta vida y nuestro consuelo en la hora de la muerte…

D: Sean eficaz protectores de aquellos que los invocan con verdadera confianza…

D: Sean medianeros de los que mueren en el Señor y abogados de los pecadores cerca del Soberano Jesús…

D: Sean liberadores de las almas detenidas en el purgatorio y salud de los que esperan en Ustedes…

D: Sean siempre sostén de los débiles y ayuda de los imperfectos…

D: Sean siempre protectores de nuestra familia y de toda la sociedad…

D: Sean siempre espejo de los cristianos, imán de los justos…

D: Sean siempre consoladores de los afligidos y refugio de sus devotos…

D: Sean siempre apoyo y defensa de los que se han consagrado a su servicio…

D: Sagrada Familia, sé glorificada en todos los siglos.

T: Reina para siempre en todos los corazones.

Oración

Divino Salvador, bendice todas nuestras obras, recompensa de una manera digna Tuya a todos los que trabajan por Tu gloria, concede la paz y la vida eterna a nuestros hermanos muertos. Concede también a tus operarios evangélicos las gracias que le son necesarias para la conversión de los pecadores, santificación de los justos y aumento de tu cristiana familia, a fin de que seas conocido y glorificado de todas las criaturas con María y José, y reines en todos los corazones ahora y siempre, ¡A Ti, que vives y reinas con Dios Padre, en unidad del Espíritu Santo, por todos los siglos, ¡Amén!

Consagración diaria a la Sagrada Familia de Nazareth

Oh Jesús, Redentor nuestro amabilísimo, que, habiendo venido a iluminar al mundo con la doctrina y con el ejemplo, haz querido pasar la mayor parte de tu vida, humilde y sujeto a María y a José en la pobre casa de Nazaret, santificando a aquella Familia que había de ser el modelo de todas las familias cristianas; acoge benigno la nuestra, que ahora se dedica y consagra a Vos. Dígnate protegerla, guardarla y establecer en ella tu santo temor, con la paz y concordia de la caridad cristiana, para que, imitando el ejemplo divino de tu Familia, pueda alcanzar toda entera, sin faltar uno solo, la eterna bienaventuranza.

María, Madre de Jesús y Madre nuestra, con tu piadosa intercesión haz que sea aceptable a Jesús esta humilde ofrenda, y obtén su gracia y bendición. Oh san José, custodio santísimo de Jesús y de María, socórrenos con tus plegarias en todas las necesidades espirituales y temporales, a fin de que en unión con María y con Vos, podamos bendecir eternamente a nuestro divino Redentor Jesús. Amén.

Gloria

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…

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