San Antonio Abad

San Antonio Abad, llamado también como Antón Abad, es un santo de la iglesia católica conocido como el santo ermitaño y patrón de los monjes, debido a la vida que llevó para buscar su acercamiento a Dios.

Este santo nación en Egipto alrededor del año 251 d. C., las historias cuentan que vivió hasta los 105 años de edad, habiendo fallecido en el año 356 d.C.

San Antonio llevo una vida austera, se hizo monje y fundador del movimiento ermitaño, dando a conocer que los ermitaños son las personas que adoptan un estilo de vida solitaria, cuya finalidad era lograr una relación cercana con Dios. Quien decide ser ermitaño realiza penitencias como el apartarse del mundo, apostarle al silencio, la meditación, la oración y el trabajo.

La historia narra que a la edad de 20 años, San Antonio Abad vendió todo lo que poseía y el dinero que obtuvo lo donó a los pobres, luego se dispuso a vivir en una comunidad local donde dormía en una cueva de sepulcro, buscado que su vida purificase su espíritu absteniéndose de los placeres materiales. Guío a muchos otros a encaminarse en la vida espiritual.

Fue un santo fuerte de mente y espíritu, en su vida en el desierto fue tentado en numerosas oportunidades por el demonio, ante lo que siempre se mantuvo firme en la fe cristiana.

A San Antonio Abad se le considera el padre de la figura de los monjes. Un texto redactado por San Jerónimo, que trata de la vida de Pablo el ermitaño, narra el pasaje de que fue San Antonio quien lo dirigió en la vida monástica, y a su muerte, el mismo San Antonio lo enterró con la ayuda de los animales, por lo que a este santo se le conoce como santo patrón de los animales y sepultureros.

El símbolo distintivo de San Antonio era una cruz, su famosa cruz de Tau que tenía la forma de la letra T, designada Tau en griego. Esta cruz fue su símbolo cristiano y se le denota como la cruz de San Antonio.

ORACIONES A SAN ANTONIO ABAD

Dios Padre Bueno, que para ejemplo del mundo y honor de la Iglesia, transformaste la vida de San Antonio Abad, en la imagen de tu Hijo Jesucristo, concédenos que le imitemos en el camino de la vida evangélica y que merezcamos por su intercesión vencer como Él, las tentaciones y vivir en la voluntad de Dios. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén

Dichoso Abad San Antonio, humilde, paciente, modesto, casto, prudente, misericordioso, amoroso, celoso y constante: rendidamente te suplicamos por el alto grado de gloria a que te elevaron tus virtudes, nos asistas de continuo para que nuestros pensamientos, palabras y obras vayan siempre dirigidos al servicio de Dios y nos ayudes en todas las aflicciones y riesgos de esta vida; pero especialmente te invocamos por patrono, para que nos acompañes y defiendas en la hora de nuestra muerte, no permitiendo que el maldito enemigo se acerque a nosotros y cuando seamos presentados en el tribunal supremo, seas nuestro protector y abogado, y de esta suerte confiamos, que junto alabaremos al eterno creador por los siglos infinitos de los siglos. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que por tu profunda Humildad te considerabas un gran pecador y sin ningún merecimiento, sin creerte las alabanzas de los hombres, aún con la gracia singular de hacer milagros, atribuyéndolo a la infinita bondad de Dios. Alabamos esta virtud en tí y por ella te suplicamos, nos alcances del Señor, que sepamos imitarte, y en la escuela de tu Humildad aprendamos a desterrar del corazón toda soberbia y orgullo, para servir al Señor con sencillez. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que con suma Paciencia aceptabas todas las pruebas de la vida, venciendo así al maligno, que por todos los medios pretendía irritarte. Nosotros alabamos esta virtud en ti y por ella te suplicamos nos alcances del Señor el poderte imitar y en la escuela de tu Paciencia, aprendamos a superar toda ira y aceptar en todo lo adverso, la voluntad del Señor. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que con singular Modestia, sorprendía a todos los que te trataron y por ella te hiciste popular, aún entre los que no te conocían personalmente. Nosotros, alabamos esta virtud en tí y por ella, te suplicamos, nos alcances del Señor poderte imitar y en la escuela de tu Modestia, aprendamos a reconocer que todo lo de que laudable pueda encontrarse en nosotros, es puro don de Dios. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que por tu Castidad, nos diste un testimonio de lo que será la vida futura y de como un cristiano ha de combatir las insidias del maligno, contra una vida limpia. Alabamos esta virtud en ti y por ella, te suplicamos, nos alcance del Señor, poderte imitar y en la escuela de tu Castidad, aprendamos a no ser derribados por la corriente de permisibilidad sexual que hoy nos invade. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que con suma Prudencia, tenías el don del discernimiento para cuantos necesitaban cumplir la voluntad del Señor y ser consolados. Nosotros alabamos esta virtud en ti y por ella te suplicamos, nos alcance del Señor, poderte imitar y en la escuela de tu Prudencia, aprendamos a discernir siempre el bien del mal y a elegir siempre la voluntad del Señor en todas las cosas. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, cuya gran Misericordia, se extendía no solo a los pecadores y a las personas, sino también a los animales del Campo, los cuales acudían a tí para ser curados y para darte compañía. Nosotros alabamos esta virtud en ti y por ella te pedimos, nos alcances del Señor, poderte imitar y en la escuela de tu Misericordia, aprendamos a saber tratar con amor a los demás, a servirles y también, como tú, a sentir más ternura por los animales. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, en quien la llama del Amor de Dios pudo tanto, que por el dejaste todo, vendiste tus bienes y lo diste a los pobres. Por Él te fuiste a vivir al desierto y frente a los herejes, defendiste el Evangelio de Jesuscristo, con riesgo de tu propia vida. Nosotros alambamos esta virtud en tí, y por ella te pedimos, nos alcances del Señor, poderte imitar y en la escuela de tu forma de amar, aprendamos a amar al Señor, con todo nuestro corazón, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas y al prójimo que lo hiciste como tú. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, que con el gran celo que tenías por anunciar el evangelio, diste tu vida por Él, considerando todo lo demás como perdida, a fin de ganar a todos para Cristo. Nosotros alabamos esta virtud en tí, y por ella te pedimos, nos alcances del Señor, poder imitarte y en la escuela de esta virtud, aprendamos a anunciar a Jesucristo sin avergonzarnos del Evangelio, colaborando en las catequesis o cualquier apostolado. Amén.

Glorioso Abad San Antonio, cuya Constancia, en servir a Jesucristo se prolongó sin requiebro, hasta una vejez dichosa, congregando en torno a tí innumerables discípulos, que te llamaron el Viejo Abad, Antonio El Grande. Nosotros alabamos esta constancia en tí y por ella te pedimos, nos alcances del Señor, poder imitarte y en la escuela de esta virtud, perseverar en las tareas que nos confíe la Iglesia. Amén.

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