“El hombre se fue y comenzó a proclamar”
San Juan Bosco, Presbítero (MO)
“Dejen que los niños vengan a mí y no se lo impidan, porque el reino de Dios pertenece a los que son como ellos”, dice el Señor. Mc 10, 14
Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según San Marcos 5, 1-20
“Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti.”
Jesús y sus discípulos llegaron a la otra orilla del mar, a la región de los gerasenos. Apenas Jesús desembarcó, le salió al encuentro desde el cementerio un hombre poseído por un espíritu impuro. Él habitaba en los sepulcros, y nadie podía sujetarlo, ni siquiera con cadenas. Muchas veces lo habían atado con grillos y cadenas, pero él había roto las cadenas y destrozado los grillos, y nadie podía dominarlo. Día y noche, vagaba entre los sepulcros y por la montaña, dando alaridos e hiriéndose con piedras. Al ver de lejos a Jesús, vino corriendo a postrarse ante él, gritando con fuerza: “¿Qué quieres de mí, Jesús, Hijo de Dios, el Altísimo? ¡Te conjuro por Dios, no me atormentes!”. Porque Jesús le había dicho: “¡Sal de este hombre, espíritu impuro!”. Después le preguntó: “¿Cuál es tu nombre?”. Él respondió: “Mi nombre es Legión, porque somos muchos”. Y le rogaba con insistencia que no lo expulsara de aquella región. Había allí una gran piara de cerdos que estaba paciendo en la montaña. Los espíritus impuros suplicaron a Jesús: “Envíanos a los cerdos, para que entremos en ellos”. Él se lo permitió. Entonces los espíritus impuros salieron de aquel hombre, entraron en los cerdos, y desde lo alto del acantilado, toda la piara —unos dos mil animales—se precipitó al mar y se ahogó. Los cuidadores huyeron y difundieron la noticia en la ciudad y en los poblados. La gente fue a ver qué había sucedido. Cuando llegaron a donde estaba Jesús, vieron sentado, vestido y en su sano juicio, al que había estado poseído por aquella Legión, y se llenaron de temor. Los testigos del hecho les contaron lo que había sucedido con el endemoniado y con los cerdos. Entonces empezaron a pedir a Jesús que se alejara de su territorio. En el momento de embarcarse, el hombre que había estado endemoniado le pidió que lo dejara quedarse con Él. Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: “Vete a tu casa con tu familia, y anúnciales todo lo que el Señor hizo contigo al compadecerse de ti”. El hombre se fue y comenzó a proclamar por la región de la Decápolis lo que Jesús había hecho por él, y todos quedaban admirados.
Palabra del Señor R. Gloria a ti Señor Jesús.
MEDITANDO CON LOS SANTOS

SANTORAL
MEDITACIÓN
“Todo encuentro personal con Jesús libera y transforma”
“San Juan Bosco (Bechi, 1815 – Turín, 1888). Hijo de familia campesina, quedó huérfano de padre a muy tierna edad y fue educado en la fe por su madre, la venerable Margarita Occhiena. Día a día cultivó el anhelo de ser sacerdote y ya ordenado emprendió una intensa labor a favor de los niños y jóvenes pobres y desamparados. Para consolidar su obra fundó la Sociedad de San Francisco de Sales (salesianos) y luego a las Hijas de María Auxiliadora” (La Liturgia Cotidiana, 31/01/2022, pág. 94).
Existen varios relatos sobre Jesús que expulsa los demonios, algunos relacionados con la curación de una persona enferma. Lo que nos muestra es que Jesús tiene poder sobre el Maligno, porque lo derrota al hacer presente el Reino de Dios. Jesús siempre ilumina y lucha contra todo lo que daña o quita la vida, particularmente si obstaculiza e impide su capacidad de amar y hacer el bien. Tenemos el caso de una persona poseída por el demonio, la presencia del poder enemigo de Dios, que existe y actúa en ese hombre.
En nuestro texto, se expulsa a una legión de demonios de una misma persona. El poseso expresa que Jesús es el Hijo del Dios Altísimo, mientras lo libera con su Palabra y su Presencia devolviéndole su libertad y dignidad. El mayor resultado será la conversión del poseso al llegar a ser un evangelizador de las personas paganas. La liberación de esa persona nos hace notar la presencia de Dios quien obra con poder para nuestra salvación. Quien nos puede liberar definitivamente es Dios.
Las personas que eran del territorio le pidieron a Jesús que se retirara del lugar, porque valoraban más a los cerdos que la presencia de Jesús. Se debería entender que los cerdos representan a los animales impuros y al tirarse al mar, también nos hace notar que a través del mar se manifiestan las fuerzas del mal. Lo impuro no puede permanecer donde está Jesús. La gente del lugar no entiende en profundidad lo que Jesús está haciendo, dejan escapar una oportunidad de tenerlo en medio de ellos. La conversión se da necesariamente luego de un encuentro personal con Jesús, pero la persona tiene la libertad de decir sí o no. Pues Dios propone haciéndonos una invitación a seguirlo, y el hombre dispone de su libertad para responderlo positiva o negativamente al cambio total de su vida. Jesús siempre estará disponible para liberarnos de cualquier atadura o esclavitud que tengamos en algún aspecto de nuestra vida.
Todo encuentro personal con Jesús libera y transforma. Aunque el endemoniado al quedar liberado pidió seguir a Jesús, Él le pide que permanezca en la ciudad y con los suyos, porque ahí había mucha necesidad de su testimonio que interpelará a mucha gente para que cambie de vida. “Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad” (EN 18). No es sólo hablar sobre Jesús, sino fundamentalmente dar testimonio con gestos y palabras de las maravillas del amor de Dios, de lo que nos ha liberado y en lo que nos ha transformado.