Reflexión al Evangelio sábado 5 de febrero 2022/ «Misionando Con Amor» 4ª Semana Tiempo Ordinario

“Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”

Santa Águeda, Virgen y Mártir

Que al nombre de Jesús toda rodilla se doble, en el cielo, en la tierra, en los abismos, y que toda lengua proclame que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
Flp 2, 10-11

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según  San Marcos (6,30-34)

“Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.”

Al regresar de su misión, los Apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Vengan ustedes solos a un lugar desierto, para descansar un poco”. Porque era tanta la gente que iba y venía, que no tenían tiempo ni para comer. Entonces se fueron solos en la barca a un lugar desierto. Al verlos partir, muchos los reconocieron, y de todas las ciudades acudieron por tierra a aquel lugar y llegaron antes que ellos. Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato.

Palabra del Señor R. Gloria a ti Señor Jesús.

MEDITANDO CON LOS SANTOS

SANTORAL

MEDITACIÓN

Fueron hacia un lugar desierto, sabiendo que nadie da lo que no tiene, necesitaban cargar las pilas en ese encuentro íntimo con el Señor”

En este texto, aunque Jesús sea Galileo, es un hombre universal, pues está en viaje, compartiendo con todo tipo de gente que provenía de lejos (paganos) y con los elegidos judíos. Los apóstoles fueron a misionar y al regresar con tanta alegría comparten con Jesús la experiencia de la Palabra y los signos que sucedieron. Cualquier persona que es llamada por Dios y es enviada, al ser fiel a ese envío, misionando en donde se le encomendó necesariamente experimentará mucha alegría y las ganas de compartir el regalo del encuentro con los hermanos. Si nos metemos de lleno a misionar, a escuchar, a enseñar, a animar, a guiar a los hermanos al encuentro con Dios, hará que seamos tentados a no tener más tiempo para nada, porque siempre las necesidades rebasarán a nuestras posibilidades humanas. Nunca se dará abasto a tantos pedidos de los hermanos para ayudarlos con los tantos problemas que llevan a cuestas. Por eso Jesús pide ir a un lugar desierto para descansar un poco. En el silencio, en el desapego, en el encuentro profundo con el Señor en la oración, ante el Santísimo, con la meditación de la Palabra, ahí Dios nos habla y nos reanima para seguir misionando.

El peligro de muchos servidores es llenarse de actividades y caer en el activismo, haciendo tantas cosas sin encontrarle a Dios en ese servicio que se está realizando. Al descuidar ese encuentro íntimo con el Señor, en el silencio, con calma, sin prisa, descuidamos lo esencial, ya que es donde las palabras que nos quiera Él comunicar resonarán con todo su significado. En nuestro texto nos habla que fueron hacia un lugar desierto, sabiendo que nadie da lo que no tiene, necesitaban cargar las pilas en ese encuentro íntimo con el Señor, aprendiendo a saber escucharlo para seguir cumpliendo con su voluntad. En nuestro tiempo, tan acelerado por una sociedad fragmentada con tantos intereses a los cuales responder, hace que la persona esté dividida y confundida, sin darse cuenta de la necesidad de reflexionar, meditar y tener la luz para seguir tomando decisiones en su vida.

Las redes sociales y todo el mundo digital y virtual, nos meten en un mundo en donde se invade todo y no se respeta nada, metiéndose a la vida privada y rompiendo vínculos matrimoniales y de familias sin importar las consecuencias de los daños que se generan con tal de ganar mayor audiencia o seguidores, o fama en algunos casos. Por tanto, hoy invitamos a los hermanos a discernir sobre el uso de todos estos medios de comunicación que persiguen unos intereses particulares, para que tengamos una mirada crítica, cuidando nuestro espacio vital con las personas que amamos y con nuestro Dios que se juega el todo por el todo por nosotros. El Corazón de Jesús es compasivo y misericordioso, particularmente hacia los pobres y necesitados que le buscan por encontrar una luz de esperanza. Cuando ve tanta gente abandonada, sin pastores que les puedan enseñar las verdades de la fe que necesitan su alma, se compadece (padece con) de ella, y opta por dejar el descanso que están necesitando para atender con amor a esas personas necesitadas y abandonadas. Si así obra el Corazón de Jesús, así también debería obrar todo corazón de un discípulo misionero; es decir, un corazón apostólico no puede permanecer indiferente ante las necesidades espirituales de los hermanos. Que descansen en ese momento es un bien para ellos para que sigan sirviendo con vitalidad luego, pero renunciar a recibir ese bien por hacer un bien mayor, terminará con la recompensa del Señor quien les regalará la Gracia de reposar en sus brazos por regalar lo que era de ellos, ese cansancio, y con ello, Dios hará el milagro.

Es la experiencia que pude tener cuando en una ocasión me había quejado por estar tan cansado, y tenía que dirigir un retiro espiritual al final de mis vacaciones. Lo que pasó es que no pude descansar en esas vacaciones e igualmente tuve que ir a dirigir el retiro para tantos agentes de pastoral por 3 días. Lo hice por obediencia, pero resaltando lo cansado que estaba. En esa oportunidad Dios me regaló la experiencia que hasta hoy me marcó: tuve que hablar con todos los más de 100 agentes de pastoral, durmiendo seguramente unas 6 horas en los tres días. La gracia está en que al final del retiro me sentía como si me haya ido de vacaciones por tres meses, totalmente renovado. Fue el día en que nunca más me quejé para ir a visitar a un enfermo, aunque sea de madrugada, porque comprendí que eso era lo único mío que yo podía dar, lo único que Dios me pedía para obrar con tanto amor en favor de tantos hermanos que necesitaban de ese servicio. Doy testimonio que gracias a ese regalo de Dios pude ver tantas sanaciones y curaciones extraordinarias, tantos hermanos que recibiendo el sacramento han partido en paz.

La verdadera compasión hace que la persona se comprometa, no es sólo una respuesta sentimental. Nunca nos arrepentiremos de haber amado de corazón como Dios nos lo enseña y de haber hecho el bien a un hermano que necesita. Aunque lo más importante es acá no perder la mirada teológica, una mirada de fe que nos ayuda a verle a Cristo en el hermano que está clamando con hambre le hagamos llegar una miga del pan misericordioso que el Señor nos regaló. Dediquemos tiempo de calidad al hermano que Dios pide servirle, así como a nuestra familia también, compartiendo todo ese amor recibido generosamente.

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