Oraciones a Nuestro Señor Jesucristo – Adoración I

Me acerco a tu Sacramento

Señor, Dios mío, me acerco a tu Sacramento
para ofrecerte la adoración de mi alma,
las aspiraciones de mi corazón.
Te aclamo Hijo del Padre, Dios como El,
sabio, bueno, poderoso y Salvador.
Tú, mi Rey divino, me conoces, me amas;
eres mi amigo que se me confía,
mi guía que me dirige,
mi padre que me  sonríe,
mi protector que me guarda,
mi maestro que me enseña.
Tú eres mi Dios-Verdad que irradias luz
sobre mi inteligencia; mi Dios-Amor
que haces amar a mi corazón.
Te adoro con María, tu Madre Inmaculada,
Reina y Señora mía,
con todos los santos y ángeles
y te pido que remedies todas nuestras necesidades,
aumentes el número de adoradores
y des la paz verdadera al mundo.

Corazón todopoderoso

Corazón todopoderoso,
Padre y Rey de mi corazón,
océano de luz,
sol de inextinguible hermosura,
trono de la gloria de Dios
¿Cómo ofrecerte el homenaje de adoración
que te debo
y purificar mi afecto
para que sea digno de ti?
Redimida por tu misericordia infinita,
adoptada por hija de tu Soberanía
no soy capaz de expresar mi agradecimiento.
Concédeme la gracia de atestiguar mi amor   
con la elocuencia de las obras.
Toca con tu luz mi alma
y comunícame una centella del fuego divino
que viniste a encender en la tierra
a fin de que, haciéndolo prender
en muchos espíritus
y atrayéndolos en torno a tu Sacramento,
cantemos el himno de tu eterno amor.

Te adoro, Jesús


Te adoro, Jesús,
en todos los sagrarios,
con todos los que te adoran,
y me uno a tu Sacrificio,
en todos los altares del mundo.
Concédeme la gracia
de corresponder a tu amor infinito.

Al amor de Cristo

Oh Jesús, por el inmenso amor
que nos manifestaste,
desde la Encarnación hasta tu Ascensión
y el que nos muestras  a todas horas,
habitando con nosotros
en el Sacramento del Altar,
concédenos la gracia de formarte aquí
 una Corte de corazones agradecidos,
que atraigan adoradores y,
unidos todos al tuyo,
 formemos el trono de tu Soberanía.

Adoración al Misterio Eucarístico

Sacerdote eterno,
Jesús, mi Rey y Redentor,
te adoro en todos los sagrarios del mundo,
en el Sacrificio del Calvario
y en el Sacrificio del altar.
Uno mi adoración
a la de la Inmaculada Virgen María
y a la de todos los santos.
Te adoro unido a todos los corazones
que te rinden homenaje.
Concédenos la gracia de vivir
unidos a tu Misterio Eucarístico,
para que, penetrados de tu amor infinito,
Tú seas nuestro amparo
y Vida de nuestra temporal y eterna vida.

Adoración al Rey en su Sacramento

Jesucristo, Dios verdadero de Dios verdadero,
para no dejar ni un momento
a la humanidad abandonada a sí misma,  
quisiste, antes de morir,
instituir el Sacramento de la Eucaristía;
en El estás, no sólo como luz
y alimento de las almas,
sino también como Sol de vida
y felicidad de tos pueblos.
Yo te adoro por las maravillas de tu amor.
A ti acudo, mi Divino Bien,
para que cures mis profundas llagas.
Imploro tu piedad, para que me perdones,
Padre todo misericordioso.
He sido ingrato y no merezco tu clemencia,
pero Tú, sin merecerla, me la ofreces,
poniéndola ante los ojos.
Tú me llamas, diciéndome:
Venid a mí todos los que trabajáis
y estáis cargados y yo os daré refrigerio.
Desde tu Sacramento me das tu gracia,
el perdón de mis culpas,
los bienes que necesito.
Concédeme rechazar
todo lo que en mí es malo, servirte siempre,   
nunca ofenderte, llorar lo pasado,
aspirar a lo eterno.

Al Corazón Omnipotente

Corazón de nuestro Rey,
únenos a Ti,
para que libres de la tibieza
y de la indiferencia,
te adoremos cada día
con más amor
y atraigamos a tu Corte muchas almas.

Homenaje de la Corte

Creador de los ángeles;
Creador y Redentor de los hombres,
Autor de todas las maravillas del universo. 
Rey santísimo,
danos viva fe,
firme esperanza,
ardentísima caridad,
para que, adorándote
con todo el amor de nuestra alma
y mostrando con obras
nuestra fidelidad a tu ley en todas partes,
merezcamos un día ser admitidos
en la corte de los que eternamente
te adoran y cantan.

Adoración a Jesús Rey

Divino Rey Jesús,
que movido por tu amor infinito
te quedaste con nosotros
en el Sacramento de la Eucaristía,
concédeme ser agradecido a tu bondad.
Te adoro
y quisiera tener el amor de los serafines,
para encender los corazones
de todas las criaturas
y atraerlos a tu adoración;
quisiera estar en continua adoración
y vivir penetrado de tu luz,
mi Dios,
mi Salvador,
mi Padre,
mi inefable Bien.
Sol de las almas,
ilumina la mía,
para que no sea oscurecida
por las terrenas nieblas
ni tocada por el hielo de la indiferencia.
Vencedor del mundo,
muestra tu poder,
tu amor
y el Bien universal de tu victoria.

Al Rey de los corazones

Rey de los ángeles y de los santos;
Rey de los corazones puros e inocentes;
Rey de los reyes, de los sabios,
de los fuertes;
de los vencedores del mundo,
del infierno y de sí mismos.
Rey de bondad infinita que,
a pesar de prever la ingratitud humana,
no quisiste tenerla en cuenta,
instituyendo el Sacramento de la Eucaristía
en el que te das total e incesantemente a todos,
para obligarnos a UNIRNOS a tu corazón.
Disipa, Señor, las tinieblas
que dividen a tus discípulos;
enciende en todos los corazones
el fuego de tu amor,
para que podamos reunir muchas almas
que te adoren y extiendan tu Soberanía
por todo el mundo.

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