“Comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba”

Vengan, inclinémonos para adorar a Dios, doblemos la rodilla ante el Señor que nos creó; porque él es nuestro Dios.  Sal 94, 6-7

Paraguay “Tierra de María”

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según  San Marcos (6,53-56)

“Le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.”

Después de atravesar el lago, Jesús y sus discípulos llegaron a Genesaret y atracaron allí. Apenas desembarcaron, la gente reconoció en seguida a Jesús, y comenzaron a recorrer toda la región para llevar en camilla a los enfermos, hasta el lugar donde sabían que él estaba. En todas partes donde entraba, pueblos, ciudades y poblados, ponían a los enfermos en las plazas y le rogaban que los dejara tocar tan sólo los flecos de su manto, y los que lo tocaban quedaban sanos.

Palabra del Señor R. Gloria a ti Señor Jesús.

SANTORAL

MEDITACIÓN

Sabemos que la fe es un don gratuito, y nunca llegará a esa fe si no se da ese encuentro personal, consciente, libre y profundo con Jesús.”

Era imposible no reconocer a Jesús, pues era tan resaltante tanto sus palabras como sus mensajes y sus obras milagrosas llenas de santidad. Sabemos que la fe es un don gratuito, y nunca llegará a esa fe si no se da ese encuentro personal, consciente, libre y profundo con Jesús. La fe si bien se vale también de la razón, no todo se puede explicar con la razón, es necesario simplemente creer en lo que Dios nos revela, en lo que nos da a conocer. La fe se vive, se experimenta y ayuda a la persona conforme vaya respondiendo en fidelidad a que viva en santidad y crezca en esa santidad.

Me imagino a esa gente israelita sencilla de aquel tiempo que podía ver, tocar, sentir y escuchar a Jesús. ¿Hoy día nosotros podríamos también experimentar todo eso? Lo podemos experimentar en la Eucaristía, no con los ojos humanos sino con los ojos de la fe, para poder tocarlo, sentirlo, comerlo eucarísticamente, transformarnos en Él como hostias vivas para alimento del mundo. Si somos la prolongación de Jesús en el mundo, ¿será que Él puede seguir curando, sanando, liberando y suscitando la fe en la gente desde nosotros?

Es fascinante ver a Jesús con su fuerza curativa del amor que va rehaciendo a la persona enferma. Y todo esto lo va haciendo mientras va caminando en medio de los pueblos y ciudades, en medio de tantas necesidades, es esa la misión que el Padre le da para llevar la Buena Noticia a los pobres y afligidos. Tantos hermanos sufrientes y heridos a quienes toca y hace que todo su ser se restaure y renueve, se sane y cure. Lo notable es que Él acoge con esa fe primitiva que tenía esa gente, no les critica, sino simplemente los ama con gestos y palabras.

Jesús está recorriendo el país como un caminante silencioso divino por la vida de esa gente, de cuya Persona salía un poder extraordinario de curación. No hay intención de explicar nada, de demostrar a través de razonamientos más complicados que él verdaderamente curaba por donde iba, bastaba contemplar la escena y ver una realidad maravillosa ante los ojos de todos. Es decir, sin fe es imposible poder dimensionar lo que estaba ocurriendo. La fe es un don gratuito de Dios, que está ofrecido para toda persona, quien al acoger ese regalo, responde con la plena confianza de que Dios obra ordinaria y extraordinariamente, porque quiere, cuando quiere, y donde quiere. Ciertamente en muchos casos encontramos que la fe precede a los milagros, es lo más frecuente en las páginas del Evangelio, pero también, los milagros tienen por finalidad suscitar la fe. El objetivo siempre será la vida, la salvación de la persona en todas sus dimensiones y de todas las personas. Si observáramos la situación, visualizaremos que luego del paso de Jesús por sus vidas, todo mejora, pues por donde Él pasa, todo se transforma, nada queda igual. Su presencia y el mensaje del Evangelio no son abstractos y meramente teóricos o filosóficos, sino que siempre implica un mejoramiento de la situación inmediatamente. Respetó la cultura de su tiempo y obró conforme a lo que entendía podía hacer en ese momento, de la mejor manera buscando y haciendo el bien por donde iba.

¡Qué poder taumatúrgico tenía Jesús!, pues bastaba su propia sombra o que un enfermo tocara su vestido, y en el momento quedaba sanado. Sabemos que Él es Dios, y como Dios nunca puede perder su poder, por tanto, lo puede seguir haciendo. Si estamos enfermos y lo tocamos en la Eucaristía, ¿no podría obrar maravillas en nuestra vida? ¿Qué será que está pasando para que no obrara milagros en nuestras historias? ¿Somos conscientes a Quién le estamos recibiendo? ¿Lo hacemos bien preparados y con la fe suficiente para que actúe en esa situación que esperamos?

De ahí que se nos invita a frecuentar los sacramentos, pero viviendo en profundidad lo que son y significan, para que nos ayude a que Cristo siga ofreciéndose al servicio de los enfermos. Si recibimos a Jesús mecánicamente o sólo por costumbre, no estamos viviendo en carne propia la experiencia del amor que nos quiere entregar todos los días. Él está vivo, en su Iglesia a través de los sacramentos, pero también en los hermanos sufrientes de todos los tiempos. A través de ellos, Jesús crucificado nos espera y nos quiere enseñar a practicar las obras de misericordia.

Jesús está presente en los pobres, en los necesitados, en los enfermos, en los ancianos, en los niños, en los abandonados, en los sin tierra, en los sin techo, en los hambrientos, en fin, en cada hermano que tiene la carne herida y sangrando por las calles de nuestras ciudades. Que no nos encuentre indiferentes y fríos ante una situación que llama poder responder con generosidad y misericordia. Vivamos nuestro compromiso bautismal misionando con amor..

GOTAS DE AMOR

#TIKTOKPARALAFE

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