Reflexión al Evangelio martes 1 de marzo 2022/ «Misionando Con Amor» 8ª Semana Tiempo Ordinario

“Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros.”

 El Señor fue mi apoyo; me sacó a un lugar espacioso, me libró, porque me ama.  Sal 17, 19-20

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Marcos (10,28-31)


“Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.

Pedro le dijo a Jesús: “Tú sabes que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido”. Jesús respondió: “Les aseguro que el que haya dejado casa, hermanos y hermanas, madre y padre, hijos o campos por mí y por la Buena Noticia, desde ahora, en este mundo, recibirá el ciento por uno en casas, hermanos y hermanas, madres, hijos y campos, en medio de las persecuciones; y en el mundo futuro recibirá la Vida eterna. Muchos de los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús

SANTORAL

MEDITACIÓN

Seamos agradecidos con la cruz que nos encargó, pues es la llave para entrar a la gloria y seguramente también la llave para que otros puedan santificarse.”

El texto es la continuación del encuentro de Jesús con el hombre rico, en donde éste no pudo dejar todo para seguirlo porque tenía muchos bienes; sin ánimo de seguir a Jesús, disgustado y apenado se retiró. El día de hoy es una respuesta positiva y muy generosa al texto anterior. Pedro expresa que con sus compañeros lo dejaron todo para seguirlo, dejándose amar en plenitud por Jesús. Esto hace que Jesús le exprese que tendrá la recompensa final de la Vida eterna. Aunque les aclara que no faltarán las persecuciones. Pedimos a María, Madre de la Misericordia y Reina de la Paz, que interceda por la paz de toda la humanidad y alcanzar la Misericordia del Señor para seguir nuestro camino de salvación.

Pedro y sus compañeros escucharon el llamado y respondieron con todas las condiciones del Maestro con alegría. Si eso les responde Jesús a los discípulos, es para todo discípulo de todos los tiempos, estar alegres y felices por haberlo dejado todo y ser discípulos de Jesús. Es el regalo más grande que tenemos en la vida. Dejarlo todo no es sólo dejarlo mucho, sino todo que nos impide ser mejores discípulos del Maestro. Existen niveles en el seguimiento de Jesús, que puede ser tanto en la intensidad del amor con que se responde cuanto en la extensión del seguimiento. ¿Qué tan intenso es nuestro amor como discípulos de Jesús? ¿Qué podría ser que esté obstruyendo nuestro seguimiento incondicional de Jesús? ¿Estamos exceptuando algo que no ponemos a disposición y servicio del Evangelio? ¿Nos quedamos con algo sin ponerlo para contribuir con la edificación del Reino de Dios? Cada quien sabe la respuesta. Y no nos olvidemos de nuestro propio yo, que es lo más difícil de dejar.

Cristo y su Evangelio deben ser lo más importante de toda mi vida, la explicación de todo mi ser, de toda mi actividad, todo lo debemos ofrecer al Padre, con Él, por Él y en Él. En Mateo encontramos: “por mi nombre”; en Marcos “por el Evangelio”, y en Lucas “por el Reino de Dios”, formas distintas de decir, pero que dicen lo mismo. El cristiano al llegar a ser tan absorbido por Dios, puede decir como Chiquitunga que todo esté saturado de Cristo. Atención: esa recompensa centuplicada del que habla en el Evangelio no se debería entender de manera terrena sino sobrenatural. Es decir, se refiere a que la gracia y el amor de Dios que se recibirá, serán mucho más superiores a cuantos bienes se puedan anhelar. El céntuplo son los bienes espirituales, que no tienen precio y que realmente son los más importantes en la vida. Pero el Señor les aclara a los discípulos que será en medio de persecuciones. No es tan simpático lo que les está diciendo, pues el premio serán las persecuciones. No es tan desconcertante cuando se piensa que el ansia de todo verdadero y fiel discípulo es asemejarse lo más posible a su Maestro. Todo discípulo desde su Bautismo está destinado a participar de la Pasión-Muerte-Resurrección del Maestro. Su destino parcial necesariamente será pasar por persecuciones.

Jesús había dicho: Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes (Jn 15,20). Nuestra mayor dignidad será ser como Él, nuestro Señor. Es decir, si sufrimos y morimos con Él y como Él, luego resucitaremos y triunfaremos con Él y como Él. Lo lindo del tema es que el sufrimiento, el dolor, la persecución son pasajeros, pero la victoria, la dicha y la felicidad son para siempre. No hay otro camino para alcanzar lo definitivo, sino sólo con la cruz de cada día. Se llega a la luz pasando por la cruz. La vida eterna requiere pasar necesariamente por ello. Fundamental no dejarse abatir por las tribulaciones que nos toque afrontar, pues son parte de una etapa que la superaremos. Y mientras las estemos superando, sabemos que nos harán sufrir, pero después, una vez ya superadas, vendrán la paz definitiva y el gozo de la compañía de Cristo Jesús junto al Padre.

Lo que normalmente nos cuesta aceptar es vivir una etapa dura en nuestra vida, sobre todo cuando la situación sabemos que es injusta o que sólo se han fijado en ti por ser cristiano. No dejarse vencer por la tentación de reclamar nada a Dios por ello, aunque ciertamente como todo hijo de Dios también tenemos derecho a reclamarle, pero no en querer culparle a Dios por lo que nos pasa, porque Él es quien más nos ama y quiere nuestro bien. Por tanto, seamos agradecidos con la cruz que nos encargó, pues es la llave para entrar a la gloria y seguramente también la llave para que otros puedan santificarse al ver el testimonio de un verdadero creyente,.

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