“Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.”
Miércoles de Ceniza. Ayuno y Abstinencia.
Señor, tú eres misericordioso con todos y no aborreces nada de lo que has hecho, cierras los ojos a los pecados de los hombres para que se arrepientan y los perdonas, porque tú eres el Señor, nuestro Dios.
Sab 11, 23. 24. 26

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Mateo (6,1-6.16-18)
“Cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto.”
Jesús dijo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo. Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús
SANTORAL
MEDITACIÓN
“Sólo el humilde sabe de la existencia de Dios y se deja convertir.”
Estamos iniciando el tiempo litúrgico de la cuaresma, cuarenta días de preparación para la Pascua. Es un tiempo favorable, en donde el desierto nos irá marcando la experiencia de la escucha con disponibilidad y docilidad a lo que Dios nos vaya diciendo a lo largo de los días. Es un tiempo en donde tenemos la oportunidad de dejarnos seducir y fascinar por la Palabra de Dios, sobre todo, por el gran amor que nos tiene a todos. Es visible ese amor cuando entrega su Vida en la Cruz por nuestra salvación. Lo que se irá insistiendo es en nuestra conversión. Démonos esta oportunidad de encontrarnos fuerte y profundamente con el Señor porque Él tiene tantas experiencias que regalarnos. Con la ceniza se nos enseña que somos de barro. Invitación fundamental a la humildad (del latín “humus”: tierra, barro), a tener los pies firmes sobre la tierra, sabiendo que somos frágiles y débiles, necesitados de los demás y de Alguien que da sentido a lo que somos y tenemos. Sólo el humilde sabe de la existencia de Dios y se deja convertir.
Jesús comienza así diciendo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo”. Lo fundamental está en esta afirmación, enseñando a sus discípulos a no caer en las meras apariencias. Cuando ayunes, cuando ores, cuando des limosna, en todo nuestro proceder hay que practicar la justicia. Es que practicar la justicia es siempre practicar las buenas obras, y eso nos puede hacer justos ante los ojos de Dios o sólo quedar bien ante los hombres. ¿Practicamos la justicia haciendo buenas obras para que nos vean los seres humanos y que nos aplaudan y distingan o para que nos vea el Padre del cielo y agradarle como sus hijos? Jesús da una comprensión más profunda a la limosna, la oración y el ayuno, que son acciones dispuestas por Dios desde mucho antes. Pide el Señor no sólo cumplir para ser vistos o quedar bien ante otras personas, o como una práctica supersticiosa interesada y utilitarista, sino interpelando la vida para entrar en comunión con los más pobres con la limosna, en comunión con Dios con la oración, y teniendo dominio propio con el ayuno. El reproche se les hace a los hipócritas, criticando sus actitudes, porque no se relacionan auténticamente con Dios, sino más bien se mueven por aparentar lo que no son delante de los hombres. El problema sería cuando se vive sin tener conciencia de que somos hijos de Dios, pues con el “Padre nuestro” expresamos plenamente que somos hijos del mismo Padre. Si la relación es sincera y radical con el Padre, ¿acaso le negará aquello que le pida? El Padre es infinitamente misericordioso, lento para enojarse y veloz para perdonar.
¿Podría un papá o una mamá darle algo malo a su hijo o hija si le pide para su bien? Así como nuestros padres en la tierra nos dan todo lo bueno que tienen de sí para que crezcamos bien en todas las dimensiones de la vida, ¡cuánto más el Padre del cielo, nos dará lo mejor de sí: al Espíritu Santo, quien nos defenderá, ayudará a discernir entre lo que está bien o está mal, y a actuar según su sabiduría! Por tanto, cuando hagamos una obra buena sea para agradar a Dios, sirviendo a los hermanos más pobres, teniendo presente que en ellos está Dios mismo (cf. Mt 25,40) y todo ello, nos conceda la Gracia del Espíritu Santo para ser cada vez mejores personas que aman a Dios y a sus hermanos. Aprovechemos este tiempo de Gracia parar practicar obras de misericordia y a saborear más profundamente el misterio de la salvación en torno a la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
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