Oración constante por los sacerdotes
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
ORACIÓN INICIAL
Señor, fortalécenos con tu auxilio al empezar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Lectura del libro de Isaías (58,9b-14):
ESTO dice el Señor:
Palabra de Dios
«Cuando alejes de ti la opresión,
el dedo acusador y la calumnia,
cuando ofrezcas al hambriento de lo tuyo
y sacies al alma afligida,
brillará tu luz en las tinieblas,
tu oscuridad como el mediodía.
El Señor te guiará siempre,
hartará tu alma en tierra abrasada,
dará vigor a tus huesos.
Serás un huerto bien regado,
un manantial de aguas que no engañan.
Tu gente reconstruirá las ruinas antiguas,
volverás a levantar los cimientos de otros tiempos;
te llamarán “reparador de brechas”,
“restaurador de senderos”,
para hacer habitable el país.
Si detienes tus pasos el sábado,
para no hacer negocios en mi día santo,
y llamas al sábado “mi delicia”
y lo consagras a la gloria del Señor;
si lo honras, evitando viajes,
dejando de hacer tus negocios y de discutir tus asuntos,
entonces encontrarás tu delicia en el Señor.
Te conduciré sobre las alturas del país
y gozarás del patrimonio de Jacob, tu padre.
Ha hablado la boca del Señor».
Para meditar mientras hacemos nuestro camino de Fe
El tiempo de gracia, que se nos ofrece para vivirlo juntos, nos llama a una conversión renovada, así como siempre nuevo es el Regalo del Sacerdocio ministerial, a través del cual, el Señor Jesús se hace presente en sus vidas y, por medio de ellas, en la vida de todos los hombres.
Conversión, para los Sacerdotes, significa sobre todo conformar cada vez más su vida a la predicación, que cotidianamente pueden ofrecer a nosotros los fieles, si de tal modo se transforman en “fragmentos” del Evangelio viviente, que todos puedan leer y acoger.
Fundamento de una tal actitud es, sin duda, la conversión a la propia identidad: ¡deben convertirse en aquello que son! La identidad, recibida sacramentalmente y acogida por su humanidad herida, les pide la progresiva conformación de su corazón, de su mente, de sus actitudes, de todo cuanto son a la imagen de Cristo Buen Pastor, que ha sido impresa sacramentalmente en ellos.
Deben entrar en los Misterios que celebran, especialmente en la Santísima Eucaristía, y dejarnos plasmar por ellos; ¡Es en la Eucaristía que el Sacerdote redescubre la propia identidad! Es en la celebración de los Divinos Misterios donde se puede descubrir el “como” ser pastores y el “qué cosa” sea necesario hacer, para serlo verdaderamente al servicio de los hermanos.
Un mundo descristianizado necesita de una nueva evangelización, pero una nueva evangelización exige Sacerdotes “nuevos”, pero no en el sentido del impulso superficial de una efímera moda pasajera, sino con un corazón profundamente renovado por cada Santa Misa; renovado según la medida del amor del Sagrado Corazón de Jesús, Sacerdote y Buen Pastor.
Particularmente urgente es la conversión del ruido al silencio, de la preocupación por el “hacer” al “estar” con Jesús, participando cada vez más conscientemente de Su ser. ¡Cada acción pastoral tiene que ser siempre eco y dilatación de lo que el Sacerdote es!
A veces, la fatiga es verdaderamente grande y experimentan ser pocos, con respecto a las necesidades de la Iglesia. Pero, si ellos no se convierten, serán cada vez menos, porque sólo un sacerdote renovado, convertido, “nuevo” se convierte en instrumento eficaz, a través del cual, el Espíritu llama a nuevos sacerdotes. Oremos y ofrezcamos sacrificios por nuestros sacerdotes en esta Cuaresma.
Oración constante por nuestros sacerdotes
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