«SILENCIAR LAS PALABRAS» Consejos para la Oración
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
ORACIÓN INICIAL
Señor, concédenos la disposición de desapegarnos de todo aquello que nos aleja de ti. Regálanos tu Santo Espíritu para que con docilidad e infinita confianza en tu bondad y misericordia, podamos imitar a María Santísima. Que ella nos alcance la gracia de encontrar a Jesús en el silencio de nuestro corazón.
Lectura del libro del Levítico (19,1-2.11-18):
EL Señor habló así a Moisés:
Palabra de Dios
«Di a la comunidad de los hijos de Israel:
“Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo.
No robaréis ni defraudaréis ni os engañaréis unos a otros.
No juraréis en falso por mi nombre, profanando el nombre de tu Dios. Yo soy el Señor.
No explotarás a tu prójimo ni le robarás. No dormirá contigo hasta la mañana siguiente el jornal del obrero.
No maldecirás al sordo ni pondrás tropiezo al ciego. Teme a tu Dios. Yo soy el Señor.
No daréis sentencias injustas. No serás parcial ni por favorecer al pobre ni por honrar al rico. Juzga con justicia a tu prójimo.
No andarás difamando a tu gente, ni declararás en falso contra la vida de tu prójimo. Yo soy el Señor.
No odiarás de corazón a tu hermano, pero reprenderás a tu prójimo, para que no cargues tú con su pecado.
No te vengarás de los hijos de tu pueblo ni les guardarás rencor, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor”».
Para meditar mientras hacemos nuestro camino de Fe
Originalmente de: https://haciadios.com/
El ayuno es una de las prácticas propuestas durante la Cuaresma para disponer mejor nuestro corazón para la vivencia del Triduo Sacro y sobre todo, la Pascua de Resurrección.
A menudo se identifica exclusivamente con actos de mortificación corporales, sin embargo el ayuno en realidad es una actitud de privación voluntaria que no se limita a los alimentos.
Ya el Papa Francisco nos ha hablado de la necesidad de ayunar de actitudes negativas que endurecen nuestro corazón y nos hacen insensibles, no sólo al amor de Dios sino a las necesidades de nuestros hermanos.
Hoy, yo quiero proponerte un ayuno de palabras, quiero invitarte a un verdadero retiro donde se pueda dar el encuentro entre Dios y tu alma, donde Él pueda hablar y tú escuchar.
Apártate del ruido interior de tus propias palabras, de tus preocupaciones, dolores, juicios, pretextos, justificaciones. Hazle conocer a Dios que le buscas, que confías en Él, que quieres escucharle. Renueva tu fe y tu esperanza en sus promesas y sólo quédate en silencio.
Recordemos cómo Jesús le recordó a Marta que lo importante no eran sus palabras, sus múltiples inquietudes o preocupaciones, sino la actitud de contemplación silenciosa de su hermana María.
Queremos hablar mucho con Dios, pero en realidad no necesitaríamos decir nada; Él conoce las profundidades de nuestro corazón, cada uno de nuestros pensamientos, todas nuestras necesidades. Y lo que es más, Él toma la iniciativa, se acerca a nosotros pues quiere dárnoslo todo. Solo necesita que nosotros le demos el espacio, el tiempo y el silencio para poder escucharlo, comprenderlo mejor y recibir su gracia.
«SILENCIAR LAS PALABRAS» Consejos para la Oración
Adaptación. Del Libro de Oro (Agustín del Divino Corazón)
Toda la reflexión Completa Aquí:
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