Reflexión al Evangelio martes 8 de marzo 2022/ «Misionando Con Amor» 1ra. Semana del Tiempo de Cuaresma 

“Si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes.”

Conmemoración de san Juan de Dios, religioso.

Día internacional de la mujer

 Señor, tú has sido nuestro refugio a lo largo de las generaciones; desde siempre y para siempre, tú eres Dios

 Sal 89, 1-2

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Mateo (6, 7-15)


“Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes.

Jesús dijo a sus discípulos: “Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: Ellos creen que por mucho hablar serán escuchados. No hagan como ellos, porque el Padre de ustedes que está en el cielo sabe bien qué es lo que les hace falta, antes de que se lo pidan. Ustedes oren de esta manera: Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre, que venga tu Reino, que se haga tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. No nos dejes caer en la tentación, sino líbranos del mal. Si perdonan sus faltas a los demás, el Padre que está en el cielo también los perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los demás, tampoco el Padre los perdonará a ustedes” Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús

SANTORAL

MEDITACIÓN

El “Padre nuestro” está en el centro mismo del sermón del monte (ver Mateo capítulos 5 al 7), expresa la actitud con la que un discípulo de Jesús debe orar, sobre todo, de acuerdo al ejemplo de su Maestro (Jesús). Lo fundamental que nos muestra es que somos hijos, y nos invita a sentirnos hijos, y como tales dirigirnos al Padre, pues el Espíritu Santo nos dará la capacidad de decirle “Abba”, que se traduciría como “papito” (expresión de un niño que ama tanto a su padre y se expresa de esa manera para derretir su corazón cuando se dirige a él).

El solo hecho de decir “Padre nuestro”, da sentido a las peticiones para reconocer a Dios y mirar al orante. Esta invocación del “Padre nuestro” hace entender a las siete peticiones que siguen: tres para reconocer a Dios (cf. Mt 6,9-10) y cuatro para el orante (cf. Mt 6,11-13). Se pide para que la oración y la actitud de hijos del Padre se conviertan en un proyecto de vida, un modo de ser creyente para servir en el mundo. Esta oración es lo más específicamente cristiana.

Padre nuestro que estás en los cielos. Decirle a Dios Padre también lo consideraban otras religiones antiguas. Los griegos llamaban padre, porque lo era de todo lo existente, el creador. En el AT Dios es llamado Padre de Israel porque había una especial relación con su pueblo, al que le sacó de la esclavitud y lo protegió con grandes señales. Para los cristianos, Jesús es el Hijo de Dios y los que le seguimos y estamos unidos a Él, participamos de esta filiación. Tanto impresionó esto a los primeros cristianos que el título Padre, Abba, no se tradujo, por la impresión y respeto, y que llega hasta nosotros, la oración de los hijos de Dios.

Santificado sea tu nombre. En la Biblia, el nombre de Dios es Dios mismo, porque el nombre se identifica con la persona. Dios es el Santo, Santo, Santo, el totalmente otro, el trascendente, que se manifestó. Expresar esto, es como decir, que se manifieste, que se dé a conocer y cumpla sus promesas.

Venga a nosotros tu reino. Toda la predicación de Jesús gira en torno al Reino. El reino o reinado de Dios quiere decir el nuevo estado de cosas en donde debe ser reconocida su soberanía; nuevo eón, cielos nuevos y tierra nueva donde sean superados los poderes hostiles a Dios. ¿Cuándo es actualidad y presencia este reino? Con Jesús, desde su Encarnación en el tiempo y el espacio de la historia, y siempre, en la Eucaristía y en cada creyente desde el Bautismo, pero principalmente cuando se lo reconoce en el aquí y ahora y se espera la plena revelación para el futuro. Hágase tu voluntad. Lo que siempre se debe buscar y vivir es la voluntad de Dios. Hasta Jesús había dicho si es posible aparta de Mí esta copa, pero que no se haga Mi voluntad sino la Tuya. Lo más importante siempre será poner ante cualquier oración, petición o decisión, la voluntad de Dios. Discernamos cuál es la voluntad de Dios en cada situación.

Danos hoy nuestro pan de cada día. Le pedimos al Dios providente que sean satisfechas las necesidades de cada día. Pero, así como necesitamos el pan para el cuerpo físico, necesitamos el Pan de Vida, para alimentar nuestra alma y espíritu. Ojalá nunca nos faltes Señor, ni el pan en nuestra mesa, ni el pan de tu Palabra, ni el pan eucarístico. Alimenta nuestra hambre siempre.

Perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. Se puede traducir “deudas” y también “ofensas”, pero deudas se entiende en el sentido de culpas o pecados. Es una petición condicionada, pues le decimos a Dios que, así como perdonamos, que recibamos el perdón. Con Dios siempre tenemos deudas, desde que hemos existido y al recibir su Gracia, y muchas veces no somos fieles. Recordemos que el perdón no se merece, y por ello, se regala. Si Dios nos tratara como merecemos por nuestros pecados, tal vez no lo soportaríamos. Pero Él nos condona, nos perdona la deuda, y nos da siempre nuevas oportunidades para ser mejores cada día.

No nos dejes caer en la tentación. La tentación en el sentido de prueba también. Son pruebas de Dios todo lo que sucede al hombre en cualquier ámbito, contrariedades de cualquier tipo. Es el Padre quien nos ayuda con su Gracia para no caer en esas tentaciones, lo cual nos enseña que no lo lograremos sólo con nuestras fuerzas humanas sin la intervención de la Gracia, de ahí que es necesaria la intervención de Dios, para decir como san Pablo Tu Gracia me basta, Señor.

Líbranos del mal (entiéndase sobre todo Maligno). En tiempos de Cristo, se consideraba al Malo, al Demonio, que estaba detrás de cualquier mal. Que el Maligno no tenga cabida en nuestro corazón, ese lugar es de Dios. Pedimos que nos dé el don del discernimiento para saber lo que está mal o bien, lo que es prudente, agradable y sabio para Dios.

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