Día 12 De camino en la Cuaresma 2ª Semana

En el Sagrario, Jesús habla a nuestro corazón

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

ORACIÓN INICIAL

Señor, fortalécenos con tu auxilio al continuar la Cuaresma para que nos mantengamos en espíritu de conversión; que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,17–4,1):

Seguid mi ejemplo, hermanos, y fijaos en los que andan según el modelo que tenéis en nosotros. Porque, como os decía muchas veces, y ahora lo repito con lágrimas en los ojos, hay muchos que andan como enemigos de la cruz de Cristo: su paradero es la perdición; su Dios, el vientre; su gloria, sus vergüenzas. Sólo aspiran a cosas terrenas. Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador: el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde, según el modelo de su cuerpo glorioso, con esa energía que posee para sometérselo todo. Así, pues, hermanos míos queridos y añorados, mi alegría y mi corona, manteneos así, en el Señor, queridos.

Palabra de Dios

Para meditar mientras hacemos nuestro camino de Fe

Originalmente de: https://haciadios.com/

Santa Teresa decía que “la humildad es la verdad”. Y la realidad es que somos muy limitados y frágiles. Es cierto, la herida del pecado original nos inclina al mal; pero también es verdad que Dios nos creó libres y nos ha amado hasta el extremo siendo justo así. Él asumió el riesgo de que nosotros pudiéramos escoger no amarle, nunca pretendió que estuviéramos condicionados a corresponderle.

Parte de la humildad implica que aprendamos a recibir ese amor gratuito, infinito y eterno que Dios nos tiene, que valoremos el sacrificio de Jesús en la cruz por nuestra redención, que seamos agradecidos por habernos regalado en María a una madre y que nos hagamos conscientes de lo que significa que seamos templos del Espíritu Santo.

Si somos humildes y confiamos mucho en Dios, lograremos ver en el desierto una oportunidad para acercarnos más a Él, para crecer en su amistad, para recibir su misericordia y todos las gracias que Él está dispuesto a darnos.

¡Qué diferencia es entrar al desierto sabiendo que saldremos fortalecidos y bendecidos!

Dentro del clima de arrepentimiento y deseo de conversión, no perdamos la alegría de saber que vamos de la mano de Jesús, encaminándonos hacia la Pascua, hacia su victoria definitiva.

En el Sagrario, Jesús habla a nuestro corazón

Adaptación Del Libro de Oro (Agustín del Divino Corazón)

Toda la reflexión Completa Aquí:

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