Reflexión al Evangelio Miércoles 16 de marzo 2022/ «Misionando Con Amor» 2da. Semana del Tiempo de Cuaresma

“El que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes.”

Señor, no me abandones; Dios mío, no te quedes lejos de mí. Apresúrate a venir en mi ayuda, mi Señor, mi Salvador. Sal 37, 22-23

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Mateo (20,17-28)


“El que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir.

Mientras Jesús subía a Jerusalén, llevó consigo a los Doce, y en el camino les dijo: “Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos para que se burlen de él, lo azoten y lo crucifiquen, pero al tercer día resucitará”. Entonces la madre de los hijos de Zebedeo se acercó a Jesús, junto a sus hijos, y se postró ante él para pedirle algo: “¿Qué quieres?”, le preguntó Jesús. Ella le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda”. “No saben lo que piden”, respondió Jesús. “¿Pueden beber el cáliz que yo beberé?”. “Podemos”, le respondieron. “Está bien, les dijo Jesús, ustedes beberán mi cáliz. En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo, sino que esos puestos son para quienes se lo ha destinado mi Padre”. Al oír esto, los otros diez se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús los llamó y les dijo: “Ustedes saben que los jefes de las naciones dominan sobre ellas y los poderosos les hacen sentir su autoridad. Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga su esclavo: como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud”.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús

SANTORAL

MEDITACIÓN

Cuanto más responsables sean de ejercer la misión para los hermanos necesitados, deberían tener mayor capacidad de sacrificio y de servicio al prójimo.

En este texto se resalta la tercera predicción del Reino, con la falsa concepción del reino de algunos de sus discípulos, y la consiguiente corrección del Maestro. El tercer anuncio de la Pasión se da en la última jornada de su actividad pública cuando va hacia Jerusalén; quienes ejecutarán su muerte serán los gentiles a través de la crucifixión. Los judíos expresan que era la clase de muerte que querían para Jesús. Los discípulos estaban discutiendo cuestiones de precedencia, lo que la madre de los hijos del Zebedeo plantea en Mateo. Las ambiciones del Reino hacen notar un desconocimiento profundo del mismo. La gente del mundo, en los reinos de la tierra, hacen sentir su autoridad los unos con los otros, y se rigen por la ley del más fuerte. Pero en el Reino de Dios no pueden manejarse así, sino desde el concepto del servicio, pues el que manda es el que sirve.

Una persona que no quiere servir gratuita, desinteresada e incondicionalmente a los demás, no puede tener grandes responsabilidades en el Reino de Dios. Cuanto más responsables sean de ejercer la misión para los hermanos necesitados, deberían tener mayor capacidad de sacrificio y de servicio al prójimo, porque deben estar en condiciones de “beber el mismo cáliz” que su Maestro, es decir, estar en condiciones de correr la misma suerte, ser capaz de entregar su vida derramando su sangre si fuere necesario por la salvación de los hermanos, aunque a los ojos del mundo aparezca como culpable Él siendo inocente.

Si no llega a la entrega en ese nivel, entonces no se puede equiparar al Reino de Dios, sino a los reinos de la tierra, que fueron condenados por Jesús porque ahí se ejerce la fuerza para dominar y someter a los demás, sin entrar en la dinámica del servicio verdadero como lo está planteando el Maestro. En otras palabras, el discípulo debería caminar por el camino de su Maestro, quien no vino para ser servido sino para servir y donar su vida en rescate por muchos. Es entregar la propia vida, muriendo en la cruz, para que otros pudieran alcanzar la vida eterna, si la otra persona acoge y responde positivamente a la voluntad de Dios. Recordamos que la muerte del justo se consideraba en el judaísmo como el rescate de Israel. Este rescate era considerado ya en el Antiguo Testamento como reparación-expiación (cf. Is 53,11-12) de los miembros del pueblo. Esa es la vida de Jesús: entregada, derramando su Sangre, en rescate de muchos, esto es, muchos son rescatados gracias a esa Sangre que se derramó cruentamente y se sigue derramando incruentamente a través de su Iglesia, de los sacramentos, y del servicio dentro del Reino, en donde Él está presente. Atención: en este texto, “muchos”, es sinónimo de “todos”, a lo que se llama semitismo. Lo que nos quiere hacer notar es que uno es quien entrega su vida, pero quienes son beneficiados son muchos, o todos. En este sentido, Jesús es plenamente solidario con toda la humanidad y esa entrega de toda su vida debe ser el proyecto y programa concreto de cualquier discípulo de Jesús de todos los tiempos. Por tanto, su vida entregada, donada, se da como servicio al Reino. Lo fundamental es que se dé el reinado de Dios en el corazón de las personas.

Los discípulos deben entender, así como el episodio de la Transfiguración que se da previo a la Pasión, que al tercer día resucitará. Ese será el destino final, aunque la Pasión y la Muerte sean el destino necesario pero pasajero de Jesús y de cualquier discípulo suyo. Jesús indica fuertemente que padecerá y morirá por los hombres para poder salvarlos y que vuelvan al Padre. El destino final será la Resurrección, pero antes se debe saber beber el cáliz amargo de las contradicciones, persecuciones, tristezas, enfermedades, malas interpretaciones, difamaciones, calumnias para poder llegar a esa Vida que nos ofrece el Señor. De esta manera nos ayudará a todos los discípulos a purificar nuestros corazones e intenciones, pues no serán los aplausos y reconocimientos precisamente los que se presentarán en nuestro discipulado.

Ojalá que no caigamos en lo que los primos de Jesús, Santiago y Juan, cayeron, queriendo hacer prevalecer el parentesco, confabulándose con su mamá para pedir los primeros puestos, sin tener presente nada de sacrificio, sino el privilegio de estar al lado del Maestro. Como discípulos no nos tranquemos en las ambiciones humanas, como cayeron también los otros apóstoles, pues ellos querían lo mismo y consintieron el mismo pecado, buscando los primeros puestos y la ambición. El camino del discípulo que quiere ser grande es la humildad, el servicio, no queriendo sobresalir por encima de los demás, sino buscando el último puesto como servidor. Te suplicamos superar la tentación en la que muchos caen: querer ser el primero, sin importar a costa de qué ni de quiénes, sin importar el asunto o el lugar, sino sólo lograr serlo.

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