“Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.”
Mis ojos están siempre fijos en el Señor, porque él sacará mis pies de la trampa. Mírame y ten piedad de mí, Señor, porque estoy solo y afligido.
Sal 24, 15-16

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Lucas (13,1-9)
“Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás´”
En cierta ocasión se presentaron unas personas que comentaron a Jesús el caso de aquellos galileos, cuya sangre Pilato mezcló con la de las víctimas de sus sacrificios. Él respondió. “¿Creen ustedes que esos galileos sufrieron todo esto porque eran más pecadores que los demás? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera. ¿O creen que las dieciocho personas que murieron cuando se desplomó a torre de Siloé eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Les aseguro que no, y si ustedes no se convierten, todos acabarán de la misma manera”. Les dijo también esta parábola: “Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró. Dijo entonces al viñador: ´Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Entonces córtala, ¿para qué malgastar la tierra?´. Pero él respondió: ´Señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré. Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás´”.
Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús
SANTORAL
MEDITACIÓN
“Una invitación urgente a la conversión, mirando nuestra situación ante Dios, de nosotros mismos y ante los demás.”
Nos ayudará la interpretación de este texto la exhortación de Jesús a “discernir el tiempo presente” (cf. Lc 12,54-59). Jesús está comprometiendo a cada uno a mirar su tiempo como habitado por Dios, con el peso del juicio o perdón con su Presencia, invitando a tomar medidas urgentes: respecto a uno mismo, el compromiso; respecto a Dios, confianza y esperanza; respecto al prójimo, distinto a los procesos o guerras. Hoy nuestro texto contiene dos sub-unidades literarias, con temas propios y complementarios. La primera (cf. Lc 13,1-5), es un llamado urgente a la conversión. La segunda (cf. Lc 13,6-9), el viñador intercede mostrando la paciencia y compasión de Dios. Y Jesús invita a dar frutos de vida cristiana teniendo en cuenta los signos de los tiempos.
Los hombres queremos huir de lo difícil, de lo arduo o peligroso. También huir del evangelio de hoy, porque su mensaje nos incomoda. ¿Miramos una tragedia como un llamado a la conversión? Jesús, desde las dos tragedias, hace un llamado claro a la conversión. Tal vez nos preguntemos sobre el origen y sentido del mal, el porqué de las desgracias que nos afectan a todos. Jesús no se queda en la desgracia del pasado, sino en la posibilidad de nuestro futuro. Discerniendo estos signos de los tiempos, Jesús nos enseña:
a) En momentos de crisis o desgracias no perderse en especulaciones sobre el origen del mal o de las desgracias, sino discernir hacia adelante, hacia arriba, mirando a Dios, para responder a nuestro hoy lo que Dios quiere.
b) Jesús rechaza el principio antiguo según el cual todo sufrimiento o desgracia tiene como causa un pecado personal (cf. Jn 9,2-3) y, por tanto, estos galileos eran pecadores y sufrieron esa muerte como castigo por sus pecados; miramos Salvici Doloris núm. 11, de Juan Pablo II, en donde nos aclara que la desgracia no es consecuencia de nuestros pecados; ver la vida de Job, quien siendo justo igual sufrió, invita a vernos frágiles y pecadores. Jorge Bergoglio dijo, el criterio de discernimiento, comentando las “Cartas de la tribulación”: “Las ideas se discuten, la situación se discierne”.
c) Tanto las desgracias del pasado como las actuales son una invitación urgente a la conversión, mirando nuestra situación ante Dios, de nosotros mismos y ante los demás. La conversión en el Léxico griego del NT de Danker sería: “tener un serio cambio de mentalidad o de corazón en relación a un determinado punto de vista previo o un estilo de conducta, de cara a un futuro desarrollo extraordinario”. Papa Francisco desde el inicio de la pandemia actual discernió como un llamado de Dios a la conversión. En el Mensaje Urbi et orbi, durante el momento extraordinario de oración del 27 de marzo de 2020 expresó: “Convertíos”, «volved a mí de todo corazón» (Jl 2,12). Nos llamas a tomar este tiempo de prueba como un momento de elección. No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”.
En síntesis, el núcleo del mensaje de la primera parte del evangelio es convertirse o perecer (condenarse). Este tercer domingo de cuaresma nos enfrenta con nuestra propia realidad de pecadores y nos hace un llamado urgente a la conversión. No hacer caso a este llamado se pone en juego nuestro futuro eterno; esto es, invita a tomar en serio su llamada a la conversión. El Señor nos llama a la conversión sea de modo suave y atrayente, por medio de sus palabras y mociones interiores; sea a través de acontecimientos dolorosos, que pueden causarnos enojo o rebelión, pero si sabemos leerlos desde el Evangelio, descubrimos que a través de ellos el Señor nos quiere sacar de nuestras falsas seguridades e invitarnos a volver a poner toda nuestra fe y confianza en Él.
La segunda parte del Evangelio complementa el anuncio de convertirse o perecer, revelando la paciencia y la misericordia de Dios, quien nos da una oportunidad, “un año más”. Jesús abre la puerta a la esperanza; la esterilidad de la higuera hace suplicar al labrador un tiempo de gracia, un año jubilar concedido por el Señor. Nos invita a convertirnos para vivir una vida cristiana fecunda, dando frutos. La prórroga implorada y concedida mientras se esperan los frutos, indica la urgencia de la conversión, diciéndonos que la posibilidad de la conversión no es ilimitada, hay que tomarla de inmediato, o bien se podría perder parar siempre la oportunidad.
En la primera lectura, Dios se manifiesta como misericordioso salvador, pues, se decide a intervenir para rescatar a su pueblo; para ello, se da a conocer a Moisés y lo envía a su pueblo. La segunda es, como el Evangelio de hoy, una advertencia seria para tomar en serio nuestra vida cristiana. Israel en el desierto no permaneció fiel, por eso muchos quedaron en el camino, ojalá no nos pase también a nosotros. En conclusión, la salvación es un don de Dios, pero un don que compromete, hay que convertirse a Dios que nos quiere salvar y permanecer fiel a Él que nos salvó por su misericordia. Enfrentémonos a nuestros pecados a la luz de la misericordia de Dios, diciéndonos qué debemos hacer: ante el pecado, conversión y; ante el pecado de los demás, intercesión.
