Reflexión al Evangelio Sábado 2 de abril 2022/ «Misionando Con Amor» 4 cta. Semana del Tiempo de Cuaresma

“Querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él.”

Las olas de la muerte me envolvieron y me cercaron los lazos del abismo; en mi angustia invoqué al Señor, y él escuchó mi voz desde su templo.

Sal 17, 5-7

Primera lectura

Lectura del libro de Jeremías (11,18-20):

EL Señor me instruyó, y comprendí,
me explicó todas sus intrigas.
Yo, como manso cordero,
era llevado al matadero;
desconocía los planes
que estaban urdiendo contra mí:
«Talemos el árbol en su lozanía,
arranquémoslo de la tierra de los vivos,
que jamás se pronuncie su nombre».
Señor del universo,
que juzgas rectamente,
que examinas las entrañas y el corazón,
deja que yo pueda ver
cómo te vengas de ellos,
pues a ti he confiado mi causa.

Palabra de Dios

Salmo

Sal 7,2-3.9bc-10.11-12

R/.
 Señor, Dios. mío, a ti me acojo

V/. Señor, Dios mío, a ti me acojo,
líbrame de mis perseguidores y sálvame;
que no me atrapen como leones
y me desgarren sin remedio. R/.

V/. Júzgame, Señor, según mi justicia,
según la inocencia que hay en mí.
Cese la maldad de los culpables,
y apoya tú al inocente,
tú que sondeas el corazón y las entrañas,
tú, el Dios justo. R/.

V/. Mi escudo es Dios,
que salva a los rectos de corazón.
Dios es un juez justo,
Dios amenaza cada día. R/.

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN San Juan (7,40-53)


“Este es verdaderamente el Profeta

Algunos de la multitud, que habían oído a Jesús, opinaban: “Este es verdaderamente el Profeta”. Otros decían: “Este es el Mesías”. Pero otros preguntaban: “¿Acaso el Mesías vendrá de Galilea? ¿No dice la Escritura que el Mesías vendrá del linaje de David y de Belén, el pueblo de donde era David?”. Y por causa de él, se produjo una división entre la gente. Algunos querían detenerlo, pero nadie puso las manos sobre él. Los guardias fueron a ver a los sumos sacerdotes y a los fariseos, y estos les preguntaron: “¿Por qué no lo trajeron?”. Ellos respondieron: “Nadie habló jamás como este hombre”. Los fariseos respondieron: “¿También ustedes se dejaron engañar? ¿Acaso alguno de los jefes o de los fariseos ha creído en él? En cambio, esa gente que no conoce la Ley está maldita”. Nicodemo, uno de ellos, que había ido antes a ver a Jesús, les dijo: “¿Acaso nuestra Ley permite juzgar a un hombre sin escucharlo antes para saber lo que hizo?”. Le respondieron: “¿Tú también eres galileo? Examina las Escrituras y verás que de Galilea no surge ningún profeta”. Y cada uno regresó a su casa.

Palabra del Señor. R. Gloria a ti Señor Jesús

MEDITACIÓN

Cada cristiano desde el Bautismo recibe la misión de ser profeta, de anunciar el kerygma, el mensaje del amor de Dios que nos salva”

Este pasaje tiene una gran ironía, hay división de opiniones en la voz del pueblo; existe una unidad de criterio en los dirigentes, pero empañada por una voz un poco discordante, aunque tímida, la de Nicodemo; debilidad marcada de los agentes de la autoridad, que no logran ejecutar las órdenes que recibieron porque iban contra sus conciencias, y un falso planteamiento de la cuestión. Algunos dicen que verdaderamente éste es el profeta, pues Jesús acaba de asegurar la abundancia de agua para aquéllos que se llegasen a él y creyesen (cf. Jn 7,37-39). Moisés fue quien hizo brotar para el pueblo, golpeando la roca, agua abundante en el desierto. Aunque se entendía que, en los tiempos de la última intervención de Dios en la historia, se había anunciado la aparición de un profeta como Moisés y que haría cosas semejantes a él (cf. Dt 18,15), entonces, la gente ante esta afirmación de Jesús pensaba que era el profeta.

Otros decían que la presentación de Jesús refería a su declaración de ser Mesías. Sabían que el Mesías sería el iniciador de la nueva era, en donde se cumpliría la profecía de Ezequiel (47,1-12), según la cual dice que del templo mismo de Jerusalén brotaría una fuente tan copiosa, que sus aguas se desbordaría hasta llegar al desierto convirtiéndolo en un oasis. Otro grupo, sin embargo, se oponía a estos comentarios porque decía que el Mesías no podría tener su origen en Galilea, de donde procedía Jesús; es irónico porque rechaza a Jesús porque es de Galilea, no de Belén, como es David y de donde tenía que surgir el Mesías. Sabemos que Jesús no nació en Galilea sino en Belén, en la ciudad de David. Notamos que el origen humano de Jesús lo saben los evangelistas, pero parece que no el público que tiene delante. Ciertamente, si lo sabían, igual lo rechazarían.

En esta línea está otro grupo, el de las autoridades y dirigentes del pueblo, los sacerdotes y fariseos, los hombres de la ley, pues todo razonamiento que no encaje en las categorías legales es condenable. El rechazo de Jesús, otra ironía, se justifica entre ellos desde el estudio de la Escritura. No podía aducirse ni un solo pasaje de la Escritura según el cual Galilea fuese la cuna de algún personaje importante en la historia de la salvación. Interesante la reacción de una autoridad, llamados alguaciles en nuestro texto, que se sientan incapaces de detener a un hombre que hablaba como nadie por todas partes. Es como una desobediencia con visos de lección para sus superiores. ¿Desde cuándo el inferior tenía derecho a pensar? Era intolerable, porque menos aún disentir del superior que lo mandaba hacer algo. Pero atención: aquella desobediencia era provocada por el desconocimiento de la Ley. No podía ser de otra manera y así lo entendieron los fariseos Pues ellos implantaron la tiranía de la Ley. Convencidos profundamente que sólo los miembros de su secta cumplían la ley a cabalidad, con seriedad y objetividad. La otra gente, considerados unos malditos. Entre los cuales incluidos los alguaciles, que tuvieron la osadía de pensar por cuenta propia.

En ese grupo surgió un único defensor: Nicodemo, aunque su defensa es pobre como la que nace de la ley, no de un convencimiento profundo de la inocencia del acusado. Ciertamente, si nos remitimos a la Ley, no se podía juzgar a una persona sin haberla oído antes. Hasta Nicodemo juzga a Jesús con una medida humana, de ahí que, ante la argumentación legal de sus compañeros, simplemente se calla.

Jesús habla en nombre del Padre que lo ha enviado y pretende llevarnos a todos hasta el Padre y cumplir así con su misión. Así cada cristiano desde el Bautismo recibe la misión de ser profeta, de anunciar el kerygma, el mensaje del amor de Dios que nos salva. Un profeta es infiel si se predica a sí mismo y no hace lo que se le encargó. “¡Ay de los profetas insensatos, que siguen su propia inspiración, sin haber tenido ninguna visión!” (Ez 13,3). Jesús mismo advertía: “Cuídense de los falsos profetas” (Mt 7,15), también dijo: “aparecerán falsos mesías y falsos profetas” (Mt 24,23). Hasta Juan nos advierte: “no crean a cualquiera que se considere inspirado: pongan a prueba su inspiración, para ver si procede de Dios, porque han aparecido en el mundo muchos falsos profetas” (1 Jn 4,1).

Notamos que, en este texto, Jesús divide las opiniones de sectores de la sociedad con su sola presencia. Es lo que pasó con su ministerio, porque Él predicaba la Palabra de Dios, unido al Padre en toda ocasión y siendo el Mesías, traía la vida a las personas que creían en Él. En la presentación de hoy se armó un tumulto a causa de la contraposición entre los prejuicios contra los galileos, como se juntaban con los paganos que los contaminaban y eran casi sin instrucción en la Escritura, entonces, se los decía malditos, y el valor que daban a lo que enseñaba Jesús.

Los sacerdotes y fariseos conocían la Escritura, pero no la vivían con el corazón y eso hacía que se cierren a entender la voluntad de Dios y por donde Dios va obrando y dejando huellas. Ellos simplemente descalificaban lo que los otros decían o hacían. El que cree en Jesús Mesías participa del don de su Vida que es fuente de agua viva (cf. Jn 7,37-39) y de su destino de ser incomprendido y ser tratado con hostilidad. Los que creen normalmente son las personas más sencillas de la sociedad y muchos hasta considerados como nada, y los que no comprenden y son hostiles, son las autoridades de la época, como los sacerdotes y fariseos. ¿Y nosotros?

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