La historia de las tres palomas de la Virgen en Fátima.

Esta es la razón por la que las imágenes de Nuestra Señora de Fátima, es muchas veces representada con tres palomas

Crédito de la imagen: deaconjohnspace.wordpress.com

En 1946, Portugal celebró el 300 aniversario de su consagración a la Inmaculada Concepción. Con el fin de manifestar su gran amor por Nuestra Señora de Fátima, el pueblo deseaba hacerlo con pompa y grandeza. Se organizó una gran procesión con la imagen de Nuestra Señora, que se inició en la Cova de Iria y terminó en la Iglesia de Nuestra Señora de Fátima en Lisboa, a 70 kilómetros de distancia.

Los hombres, llevaban la estatua sobre una plataforma todo el camino a pie, haciendo el cambio de la “guardia” en cada ciudad a lo largo del camino. En cada una de las ciudades a lo largo de la ruta, masivas multitudes llegaban para mostrar su devoción con diferentes festividades, incluyendo la adoración nocturna, y concluyendo con la Santa Misa en la mañana, antes de que ella retomase su viaje nuevamente.

Como muestra de honor y en acción de gracias, seis palomas blancas fueron lanzadas al aire el 1 de diciembre de 1946. Tres de ellas volaron a los pies de Nuestra Señora y permanecieron allí durante todo el viaje a Lisboa. Se negaron a comer o beber e ignoraron toda la conmoción y el ruido mientras pasaban por las aldeas. Pétalos de rosa fueron arrojados a Nuestra Señora y de paso, contra las palomas. Luces y fuegos de artificio estallaron en los cielos nocturnos, pero las palomas permanecían a los pies de la imagen de Nuestra Señora.

De vez en cuando, las palomas se alejaban un poco de la estatua, como para demostrar que no estaban atadas allí. Este notable acontecimiento causó tal sensación, que los periódicos locales registraron todos los detalles y la noticia despertó el interés en todo Portugal.

Se decía que las palomas estaban amarradas a la base de la imagen, que les habían cortado las alas, que habían sido drogadas con alguna sustancia, incluso que sólo había sido una sugestión colectiva… de todo se oyó por parte de los típicos incrédulos que no se hallaban presente el día del supuesto «milagro». Lo sobrecogedor es que las tres palomas aún seguían acompañando a la Virgen, revoloteando en torno al trono y posándose nuevamente a sus pies, a pesar del estruendo de los fuegos artificiales y la proximidad de la multitud. Recordemos lo ariscas que son estas aves ante la presencia humana.

Con las palomas blancas todavía encaramadas a los pies de Nuestra Señora y aún negándose a comer, la estatua finalmente llegó a Lisboa, a la iglesia de Nuestra Señora de Fátima el 5 de diciembre, a tiempo para la gran Fiesta de la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre. Todo Portugal se preguntaba qué harían ahora las palomas, ya que habían llegado al destino final.

El 7 de diciembre a las 3:00 p.m., miles de niños fueron consagrados a la Santísima Madre. Hubo una enorme procesión vespertina a las 9:30 p.m. Se ofrecieron misas durante toda la noche y la solemne misa mayor, se llevó a cabo por la mañana. Mientras esta Misa progresaba, hubo un repentino aleteo. Una de las palomas voló al lado de la Epístola del altar y la otra al lado del Evangelio. Cuando el obispo se enderezó para elevar a la Hostia Consagrada, bajaron y doblaron sus alas, una a cada lado, como si estuvieran adorando a la Hostia.

La tercera paloma estaba todavía a los pies de Nuestra Señora. Entonces, de repente, en el momento de la Sagrada Comunión, la tercera paloma voló hasta la cima de la corona de la estatua. Cuando el obispo se volvió y levantó a Nuestro Señor diciendo “Ecce Angus Dei” ( “He aquí el Cordero de Dios”), asombrosamente, la paloma extendió sus alas blancas y las mantuvo abiertas.

Se siguieron las procesiones y, durante una de ellas, de repente, una de las palomas alzó el vuelo y desapareció ante la vista de cientos de  personas. En días posteriores lo hicieron las dos restantes. La última decidió partir cuando la Virgen de Fátima se encontraba en el descanso de la Cruz Grande, en la confluencia de tres caminos. Las tres «Palomas de la Virgen» – como se llamaron a partir de entonces – curiosamente habían llegado y se habían ido durante uno de los descansos de la comitiva y éste se encontraba en un punto de mucha visibilidad.

Las «Tres Palomas de la Virgen» continuaron tan ariscas como lo eran antes, pero recibieron un cuidado especial hasta que finalmente murieron de viejas en su palomar. Mucho tiempo este intrigante caso estuvo en la mente de aquellos afortunados que presenciaron el supuesto prodigio y de aquellos que no estuvieron pero fueron puntualmente informados.

Fuentes:

http://www.elapuron.com

http://www.actualidadcatolica.es

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