DEVOCIONARIO 12 de Mayo

Ora con nosotros en los siguientes grupos: Fiat, Amando a la Santísima Virgen, Conociendo a San José, Adoradores Eucarísticos, Por las Benditas Almas del Purgatorio, Aumentando Nuestra Fe, Oración por los Sacerdotes, Meditando con los Santos, Devocionario, Actos de Reparación, Sanación y Liberación

FIAT

¡Oh Madre del dolor y del sufrimiento!

¡Oh Madre del dolor y del sufrimiento! ¡Reina de los mártires! Vos habéis llorado con lágrimas amargas la muerte de vuestro Hijo inmolado por mi salvación; pero ¿de qué me servirán vuestras lagrimas si tengo la desgracia de condenarme? Por los méritos de vuestros dolores, os suplico que os dignéis alcanzarme un verdadero arrepentimiento de mis pecados, un completo cambio de vida y una tierna compasión por los sufrimientos de vuestro divino Hijo y de los vuestros. Puesto que Jesús y Vos, aunque inocentes, habéis sufrido por mí, haced que yo, que por mis pecados merezco el infierno, padezca también algo por Vos. ¡Oh divina Madre mía Por la aflicción que experimentasteis al ver a vuestro divino Hijo inclinar la cabeza y espirar en la Cruz, os suplico que m« concedáis una buena muerte. ¡Ah! No desamparéis en aquel terrible trance a mi alma afligida y combatida por todos sus enemigos. Por si no puedo entonces invocar los dulces nombres de Jesús y de María, los invoco desde ahora y os ruego, oh santo objeto de mi esperanza, que me socorráis en mis últimos momentos. Amén.

 (De San Alfonso Ligorio)

AMANDO A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

ORACIÓN DE SAN ALFONSO MARIA LIGORIO

Virgen Santísima Inmaculada y Madre mía María, a Vos, que sois la Madre de mi Señor, la Reina del mundo, la abogada, la esperanza, el refugio de los pecadores, acudo en este día yo, que soy el más miserable de todos. Os venero, ¡oh gran Reina!, y os doy las gracias por todos los favores que hasta ahora me habéis hecho, especialmente por haberme librado del infierno, que tantas veces he merecido. Os amo, Señora amabilísima, y por el amor que os tengo prometo serviros siempre y hacer cuanto pueda para que también seáis amada de los demás. Pongo en vuestras manos toda mi esperanza, toda mi salvación; admitidme por siervo vuestro, y acogedme bajo vuestro manto, Vos, ¡oh Madre de misericordia! Y ya que sois tan poderosa ante Dios, libradme de todas las tentaciones o bien alcanzadme fuerzas para vencerlas hasta la muerte. Os pido un verdadero amor a Jesucristo. Espero de vos tener una buena muerte; Madre mía, por el amor que tenéis a Dios os ruego que siempre me ayudéis, pero más en el último instante de mi vida. No me dejéis hasta que me veáis salvo en el cielo para bendeciros y cantar vuestras misericordias por toda la eternidad. Así lo espero. Amén.

(San Alfonso María de Ligorio)

CONOCIENDO A SAN JOSÉ

CONSAGRACIÓN A SAN JOSÉ ANTE LAS TRIBULACIONES

¡Oíd, querido San José, una palabra mía !… Yo me veo abrumada de aflicciones y cruces, y a menudo lloro… Despedazada bajo el peso de estas cruces, me siento desfallecer, ni tengo fuerzas para levantarme y deseo que mi Bien me llame pronto. En la tranquilidad, empero, entiendo que no es cosa difícil el morir… pero si el bien vivir. ¿A quién, pues, acudiré sino a Vos, que sois tan bueno y querido, para recibir luz… consuelo… y ayuda? A Vos, pues, consagro toda mi vida, y en vuestras manos pongo las congojas, las cruces, los intereses de mi alma… de mi familia… de los pecadores… para que, después de una vida tan trabajosa, podamos ir a gozar para siempre con Vos de la bienaventuranza del Paraíso. Amén.

Jaculatoria. San José, Protector de atribulados y de los moribundos, rogad nosotros.

ADORADORES EUCARÍSTICOS

Mi Señor Jesucristo

Mi Señor Jesucristo, quien por el amor que nos tienes, permanece día y noche en este Sacramento, lleno de compasión y amor, esperando, llamando y dando la bienvenida a todos los que vienen a visitarte. Creo que estás presente en el Sacramento del Altar.
 Te adoro desde el abismo de mi nada y te agradezco por todas las gracias que me has dado hasta ahora, y en particular, por haberme dado a tu Santísima Madre María como mi abogada y por haberme llamado a visitarte en este Iglesia.
Ahora saludo a tu Corazón más Amoroso, y esto por tres fines: primero, en acción de gracias por este gran regalo; segundo, enmendarte por todos los ultrajes que recibes en este Sacramento de todos tus enemigos; tercero, con esta visita pretendo adorarte en todos los lugares de la tierra en los que estás presente en este Sacramento y en los que eres el menos venerado y el más abandonado.
Mi Jesús, te amo con mi corazón. Me duele haber ofendido hasta ahora tantas veces tu infinita bondad. Me propongo por tu gracia nunca más ofenderte por el tiempo venidero; y ahora, aunque soy miserable e indigno, me consagro a ti sin reservas. Te doy y renuncio a toda mi voluntad, mis afectos, mis deseos y todo lo que poseo. De ahora en adelante, úsame a mí y todo lo que tengo como quieras. Todo lo que te pido y deseo es tu santo amor, perseverancia final y el perfecto cumplimiento de tu voluntad.

Te recomiendo las almas del Purgatorio; pero especialmente aquellos que tenían la mayor devoción al Santísimo Sacramento y a la Santísima Virgen María. También les recomiendo a todos los pobres pecadores.
Y finalmente, mi querido Salvador, combino todos mis afectos con los afectos de tu Corazón más amoroso, y los ofrezco contigo a tu Padre Eterno y le ruego por tu bien y por amor a ti, amablemente para aceptarlos y concederlos. Amén

POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

POR LAS ALMAS DEL PURGATORIO

Dios omnipotente, Padre de bondad y de misericordia, apiadaos de las benditas almas del Purgatorio y ayudad a mis queridos padres y antepasados.

A cada invocación se contesta: ¡Jesús mío, misericordia!

Ayudad a mis hermanos y parientes.
Ayudad a todos mis bienhechores espirituales y temporales.
Ayudad a los que han sido mis amigos y súbditos.
Ayudad a cuantos debo amor y oración.
Ayudad a cuantos he perjudicado y dañado.
Ayudad a los que han faltado contra mí.
Ayudad a aquellos a quienes profesáis predilección.
Ayudad a los que están más próximos a la unión con Vos.
Ayudad a los que os desean más ardientemente.
Ayudad a los que sufren más.
Ayudad a los que están más lejos de su liberación.
Ayudad a los que menos auxilio reciben.
Ayudad a los que más méritos tienen por la Iglesia.
Ayudad a los que fueron ricos aquí, y allí son los más pobres.
Ayudad a los poderosos, que ahora son como viles siervos.
Ayudad a los ciegos que ahora reconocen su ceguera.
Ayudad a los vanidosos que malgastaron su tiempo.
Ayudad a los pobres que no buscaron las riquezas divinas.
Ayudad a los tibios que muy poca oración han hecho.
Ayudad a los perezosos que han descuidado tantas obras buenas.
Ayudad a los de poca fe que descuidaron los santos Sacramentos.
Ayudad a los reincidentes que sólo por un milagro de la gracia se han salvado.
Ayudad a los padres que no vigilaron bien a sus hijos.
Ayudad a los superiores poco atentos a la salvación de sus súbditos.
Ayudad a los pobres hombres, que casi sólo se preocuparon del dinero y del placer.
Ayudad a los de espíritu mundano que no aprovecharon sus riquezas o talentos para el cielo.
Ayudad a los necios, que vieron morir a tantos no acordándose de su propia muerte.
Ayudad a los que no dispusieron a tiempo de su casa, estando completamente desprevenidos para el viaje más importante.
Ayudad a los que juzgaréis tanto más severamente, cuánto más les fue confiado.
Ayudad a los pontífices, reyes y príncipes.
Ayudad a los obispos y sus consejeros. Ayudad a mis maestros y pastores de almas.
Ayudad a los finados sacerdotes de esta diócesis.
Ayudad a los sacerdotes y religiosos de la Iglesia católica.
Ayudad a los defensores de la santa fe.
Ayudad a los caídos en los campos de batalla.
Ayudad a los sepultados en los mares.
Ayudad a los muertos repentinamente.
Ayudad a los fallecidos sin recibir los santos sacramentos.

V. Dadles, Señor, a todas las almas el descanso eterno.
R. Y haced lucir sobre ellas vuestra eterna luz.
V. Que en paz descansen.
R. Amén.

AUMENTANDO NUESTRA FE

Oración para fortaleza en tiempos complicados

¡Dios! En estos tiempos de dificultad te suplico que me des muestras de tu infinita misericordia, amor y bondad, ayúdame, apiádate de mí, guía mis pasos para encontrar la solución que yo no encuentro, a estos problemas que me causan preocupación y requiero de tu rápida ayuda.

Señor, perdona mis pecados que arrepentido estoy de ellos, en comunión contigo deseo estar y siempre a tu lado, para sí poder comprender cuando me indicas que es lo tengo que hacer. Señor, te pido que guíes e ilumines el camino a seguir, el lugar en donde debo estar en todo momento, las puestas que debo tocar.

Que tu gracia sea derramada y mostradas a las personas que se entrelacen en mi andar, con tu infinita bondad, cubre mis necesidades y oriéntame a realizar tu voluntad. Dios, aleja toda tristeza y dolor, permite que durante esta prueba, encuentre tu paz, mostrándome tu bendición y gracia.

Tengo plena certeza y confió que mis palabras dichas con fervor, mediante esta oración que ante ti presento, es escuchada y entendida por ti. En tus manos pongo mi esperanza, tú Señor eres mi real alegría, esperanza que revive la fe y que no permite que me caiga.

Tu eres mi fuerte y salvadora roca, mi escudo y el completo descansar de lo que me agobia, deseo poder sentirme y estar siempre a tu lado, cuidado y bajo tu protección. Señor, controla cada una de las dificultades, circunstancia y todo mal que cause daño a mi alma, mente y corazón.

Celestial padre, tu que todo lo puedes, que eres el Dios que no hay circunstancia por más compleja que estas sean, que se escapen de tu control, derrama tus bendiciones. ¡Dios! Todo es posible para ti, en situaciones de gran dificultad y necesidad, siempre sales a favor de tus hijos.

Te suplico que toques mi corazón, dale fortaleza para poder resistir lo que venga, en ti confió y te necesito, tú nunca me faltas, te pido que cada día Señor, con el gran poder de tu amor y bondad, me transformes.

Toma el completo control de lo que me está preocupando, distancia de mi ser toda tristeza, culpabilidad, molestia, miedos, desánimo y fracaso que no me ayudan seguir avanzando. Solo tu tienes el poder de llevarme por el camino indicado y liberarme de las situaciones oscuras que están alrededor de mí y que no me permiten avanzar.

Con la luz del espíritu Santo, tócame, dame entendimiento, sabiduría y guía, para que así pueda yo tomar las decisiones correctas, que se desaparezca todo miedo y desesperanza,  que habite en mí, tu infinita paz.

Con tu poder sanador y renovador, ¡Señor! Desahoga mis cargas y haz de mí, en tu amor, un nuevo y renovado hombre. Mi ser completo te glorifica y te alaba, porque tú eres fiel, grande, poderoso y todas tus promesas cumples mi Señor.

En tus manos entrego, todos mis problemas, circunstancias, desánimo y complejidad, para que en todo momento guíes mi camino y que mis actos me lleven a ti con confianza y protección, en el nombre de Jesús, Amen.

ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

de la Liturgia bizantina

Señor, llena con el don del Espíritu Santo a los que te has dignado elevar al Orden Sacerdotal para que sean dignos de presentarse sin reproche ante tu altar, de anunciar el Evangelio de tu Reino, de realizar el ministerio de tu palabra de verdad, de ofrecerte los dones y sacrificios espirituales, de renovar a tu pueblo mediante el baño de la regeneración; de manera que vayan al encuentro de nuestro gran Dios y del Salvador Jesucristo, tu único Hijo, y reciban de tu inmensa bondad la recompensa de una fiel administración de su orden sacerdotal.

MEDITANDO CON LOS SANTOS

De los Tratados de san Agustín, obispo, sobre el evangelio de san Juan

El Señor Jesús declara que da a sus discípulos un mandato nuevo por el que les prescribe que se amen mutuamente unos a otros: Os doy -dice- el mandato nuevo: que os améis mutuamente.

¿Es que no existía ya este mandato en la ley antigua, en la que hallamos escrito: Amarás a tu prójimo como a ti mismo? ¿Por qué, pues, llama nuevo el Señor a lo que nos consta que es tan antiguo? ¿Quizá la novedad de este mandato consista en el hecho de que nos despoja del hombre viejo y nos reviste del nuevo? Porque renueva en verdad al que lo oye, mejor dicho, al que lo cumple, teniendo en cuenta que no se trata de un amor cualquiera, sino de aquel amor acerca del cual el Señor, para distinguirlo del amor carnal, añade: Como yo os he amado.

Éste es el amor que nos renueva, que nos hace hombres nuevos, herederos del Testamento nuevo, capaces de cantar el cántico nuevo. Este amor, hermanos muy
amados, es el mismo que renovó antiguamente a los justos, a los patriarcas y profetas, como también después a los apóstoles, y el mismo que renueva ahora a todas las gentes, y el que hace que el género humano, esparcido por toda la tierra, se reúna en un nuevo pueblo, en el cuerpo de la nueva esposa del Hijo único de Dios, de la cual se dice en el Cantar de los cantares: ¿Quién es ésa que sube toda ella resplandeciente de blancura?

Resplandeciente, en verdad, porque está renovada, y renovada por el mandato nuevo.

Por eso, en ella, todos los miembros tienen entre sí una mutua solicitud: si sufre uno de los miembros, todos los demás sufren con él, y, si es honrado uno de los miembros, se alegran con él todos los demás. Es porque escuchan y guardan estas palabras: Os doy el
mandato nuevo: que os améis mutuamente, no con un amor que degrada, ni con el amor con que se aman los seres humanos por ser humanos, sino con el amor con
que se aman porque están deificados y son hijos del Altísimo, de manera que son hermanos de su Hijo único y se aman entre sí con el mismo amor con que Cristo
los ha amado, para conducirlos hasta aquella meta final en la que encuentran su plenitud y la saciedad de todos los bienes que desean. Entonces, en efecto, todo deseo
se verá colmado, cuando Dios lo será todo en todas las cosas.

Este amor es don del mismo que afirma: Como yo os he amado, para que vosotros os améis mutuamente.
Por esto nos amó, para que nos amemos unos a otros; con su amor nos ha otorgado el que estemos unidos por el amor mutuo y, unidos los miembros con tan dulce vínculo, seamos el cuerpo de tan excelsa cabeza.

San Agustín

DEVOCIONARIO

Himno de Pascua

Oh Rey perpetuo de los elegidos,
oh Creador que todo lo creaste,
oh Dios en quien el Hijo sempiterno
es desde antes del tiempo igual al Padre.

Oh tú que, sobre el mundo que nacía,
imprimiste en Adán tu eterna imagen,
confundiendo en su ser el nobre espíritu
y el miserable todo de la carne.

Oh tú que ayer naciste de la Virgen,
y hoy del fondo de la tumba naces;
oh tú que, resurgiendo de los muertos,
de entre los muertos resurgir nos haces.

Oh Jesucristo, libra de la muerte
a cuantos hoy reviven y renacen,
para que seas el perene gozo
pascual de nuestras mentes inmortales.

Gloria al Padre celeste y gloria al Hijo,
que de la muerte resurgió triunfante,
y gloria con entrambos al divino
Paracleto, por siglos incesantes. Amén.

ACTOS DE REPARACIÓN

ORACIONES DE REPARACION A JESUCRISTO Y A SU MADRE DOLOROSA


“¡Oh dulcísimo Jesús, cuyo inmenso amor a los hombres no ha recibido en pago, de los ingratos, más que olvido, negligencia y menosprecio! Vednos postrados ante vuestro altar, para reparar, con especiales homenajes de honor, la frialdad indigna de los hombres y las injurias con que, en todas partes, hieren vuestro amantísimo Corazón.
Mas recordando que también nosotros alguna vez nos manchamos con tal indignidad de la cual nos dolemos ahora vivamente, deseamos, ante todo, obtener para nuestras almas vuestra divina misericordia, dispuestos a reparar, con voluntaria expiación, no sólo nuestros propios pecados, sino también los de aquellos que, alejados del camino de la salvación y obstinados en su infidelidad, o no quieren seguiros como a Pastor y Guía, o, conculcando las promesas del Bautismo, han sacudido el suavísimo yugo de vuestra ley.

Nosotros queremos expiar tan abominables pecados, especialmente la inmodestia y la deshonestidad de la vida y de los vestidos, las innumerables asechanzas tendidas contra las almas inocentes, la profanación de los días festivos, las execrables injurias proferidas contra vos y contra vuestros Santos, los insultos dirigidos a vuestro Vicario y al Orden Sacerdotal, las negligencias y horribles sacrilegios con que es profanado el mismo Sacramento del amor y, en fin, los públicos pecados de las naciones que oponen resistencia a los derechos y al magisterio de la Iglesia por vos fundada.
¡Ojalá que nos fuese dado lavar tantos crímenes con nuestra propia sangre! Mas, entretanto, como reparación del honor divino conculcado, uniéndola con la expiación de la Virgen vuestra Madre, de los Santos y de las almas buenas, os ofrecemos la satisfacción que vos mismo ofrecisteis un día sobre la cruz al Eterno Padre y que diariamente se renueva en nuestros altares, prometiendo de todo corazón que, en cuanto nos sea posible y mediante el auxilio de vuestra gracia, repararemos los pecados propios y ajenos y la indiferencia de las almas hacia vuestro amor, oponiendo la firmeza en la fe, la inocencia de la vida y la observancia perfecta de la ley evangélica, sobre todo de la caridad, mientras nos esforzamos además por impedir que seáis injuriado y por atraer a cuantos podamos para que vayan en vuestro seguimiento.
¡Oh benignísimo Jesús! Por intercesión de la Santísima Virgen María Reparadora, os suplicamos que recibáis este voluntario acto de reparación; concedednos que seamos fieles a vuestros mandatos y a vuestro servicio hasta la muerte y otorgadnos el don de la perseverancia, con el cual lleguemos felizmente a la gloria, donde, en unión del Padre y del Espíritu Santo, vivís y reináis, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén”.

Acto de desagravio del Papa Pío XI

SANACIÓN Y LIBERACIÓN

Oración para los enfermos graves

¡Amado Jesús! Mi corazón en todo momento está dispuesto y preparado para alabarte y servirte, siento la más grande admiración hacia ti, mi infinito agradecimiento por haber dado tu vida en la cruz por causa nuestra, al igual que perdones todos nuestros pecados.

En el día de hoy acudo ante ti con humildad, para rogar por la sanción de un alma que te es fielmente devota y que ahora está atravesando por circunstancias muy difíciles de salud, te pido que permitas que su dolor y malestares sean aliviados y protégelo de cualesquier eventualidad que pueda ocasionar daños a su bienestar, te lo ruego por tu santísima voluntad Jesús, Amen.

NO TE QUEDES SIN LA LECTIO DIVINA…

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