DEVOCIONARIO 3 de Junio

Encuentra una oración para tu Devoción preferida: Amando a la Santísima Virgen, Conociendo a San José, Adoradores Eucarísticos, Por las Benditas Almas del Purgatorio, Aumenta tu Fe, Orando por los Sacerdotes, Meditando con los Santos, Devocionario, Actos de Reparación, Oraciiones de Sanación y Liberación

3 de junio

San Carlos Lwanga y compañeros, mártires

“La evangelización de Uganda comenzó a mediados del siglo XIX. Tanto católicos como anglicanos llegaron a esas tierras para llevar el mensaje de Jesucristo. Muy pronto comenzaron a sufrir la oposición de las autoridades del lugar, a quienes les molestaba la predicación de los misioneros. Muchos de estos misioneros fueron martirizados en los años 1886 y 1887. Entre ellos Carlos Lwanga, un joven de 20 años, funcionario de la corte real, donde había llevado el mensaje evangélico y había denunciado la inmoralidad del rey” .

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FIAT / AMANDO A LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

Implorando la Reconciliación

¡Oh Madre de misericordia!
Intercede ante Dios
y obténnos la gracia
de la reconciliación cristiana
de los pueblos.

Obténnos las gracias
que en un instante
puedan convertir
los corazones humanos,
aquellas gracias
que puedan preparar y asegurar
la anhelada paz.

Reina de la Paz,
ruega por nosotros
y logra para el mundo
la paz en la verdad,
en la justicia, en la caridad de Cristo. Amén

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CONOCIENDO A SAN JOSÉ

SAN JOSÉ BENDITO

San José bendito tú has sido el árbol elegido por Dios no para dar fruto, sino para dar sombra. Sombra protectora de María, tu esposa; sombra de Jesús, que te llamó Padre y al que te entregaste del todo. Tu vida, tejida de trabajo y de silencio, me enseña a ser fiel en todas las situaciones; me enseña, sobre todo, a esperar en la oscuridad. Siete dolores y siete gozos resumen tu existencia: fueron los gozos de Cristo y María, expresión de tu donación sin límites. Que tu ejemplo de hombre justo y bueno me acompañe en todo momento para saber florecer allí donde la voluntad de Dios me ha plantado. Amén.

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ADORADORES EUCARÍSTICOS

SEÑOR MÍO JESUCRISTO

(para antes de la comunión)

Señor mio Jesucristo, Creador y conservador del cielo y de la tierra, Padre el más amoroso, médico el más compasivo, maestro sapientísimo, pastor el más caritativo de nuestras almas. Aquí tenéis a este miserable pecador, indigno de estar en vuestra presencia y más indigno aún de acercarse a ese banquete inefable. ¡Ay, Señor! Cuando considero vuestra infinita bondad en querer venir a mí, me pasmo…, y al mirar la multitud de pecados con que os ofendí y agravié en toda mi vida, me confundo, me ruborizo y me siento compelido a deciros: «Señor, no vengáis…; apartaos de mí, porque soy un miserable pecador». Si el Bautista no se consideraba digno de desatar las correas de vuestro calzado, ¿cómo mereceré yo tan grande honor?… Si el temor y el respeto hace que tiemblen los Angeles en vuestra presencia, ¿podré yo no temblar al presentarme y sentarme a vuestra mesa divina? Si la Santísima Virgen, aunque destinada para ser vuestra Madre, y condecorada con todas las excelencias, prerrogativas y gracias posibles en una pura criatura, se considera, sin embargo, como una esclava, e indigna de concebiros en sus purísimas y virginales entrañas, ¿podré yo, miserable pecador, lleno de imperfecciones y defectos, tener valor para recibiros en mi interior? ¡Ay, Señor! ¿No os horroriza este delicuente?… ¿No os causa asco el venir a mi y entrar en tan vil e inmunda morada?

En verdad, Señor, que yo no tuviera valor para acercarme a Vos, si primero no me llamaseis, diciéndome como a otro Zaqueo, no una vez sola, sino tantas cuantas son las inspiraciones con que me dais a conocer el deseo que tenéis de venir a mi: Baja, Zaqueo, pues hoy quiero hospedarme en tu casa. Pero ¿qué es lo que os mueve a venir a mí, Señor? ¿Mis méritos? ¿Mis virtudes? ¿Cómo hablará de virtudes y méritos un pecador como yo?, ¡ah, ya lo entiendo, Señor; mis miserias, mi pobreza: esto es lo que os mueve. ¡Oh exceso de amor!

Vos dijisteis que no son los sanos los que necesitan del médico, sino los enfermos; y he aquí por qué queréis venir: veis mi urgente necesidad, y el deseo de remediarla os impele. En efecto, Señor, es tal el estado de mi alma, que puedo decir con verdad: «De la planta del pie a la coronilla de la cabeza no hay en mi parte sana»; ¡tantas son mis imperfecciones! No obstante, aquí me tenéis, Señor; me presento a Vos, no porque de Vos me juzgue digno, sino porque no puedo vivir sin Vos; iré a Vos cual otro mendigo al rico, para que remediéis mis miserias y para que me libréis del ahogo de mis faltas e imperfecciones; iré porque las grandes enfermedades que me aquejan sólo Vos podéis remediarlas; una mirada compasiva, divino Médico, y quedarán sanas mis potencias y sentidos.

Párate aquí un poco y descúbrele confiado todos tus males corporales y espirituales, y después prosigue:

Virgen Santísima: ya que compadecida de los esposos de Caná de Galilea los sacasteis del apuro, alcanzándoles de Jesús aquella milagrosa conversión del agua en vino, pedidle también que obre en mi favor un prodigio semejante, concediéndome las gracias que para recibirle dignamente he menester. A Vos nunca os dio un desaire; siempre sois atendida: interesaos, pues, por mí; haced en mi favor cuanto podéis. ¡Oh, cuánto lo necesito!

Angeles santos: veis que voy a sentarme a la santa Mesa y comer al que es vuestro pan; alcanzadme que yo vaya con el vestido nupcial y ataviado con el adorno de todas las virtudes.

¡Oh Santos todos moradores del cielo! Interesaos por mí, y haced que yo me llegue al augusto Sacramento cual os llegabais vosotros, y que, sacando de él los frutos que vosotros, pueda decir con verdad: «Vivo yo, mas no yo, sino que vive en mi Cristo ». Con esta fe, esperanza, confianza y amor me llego a Vos, Señor y Dios mío.

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POR LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

ORACIÓN POR LAS ALMAS EN PARTICULAR DEL PURGATORIO 

María, Reina del Purgatorio, te ruego por aquellas almas por las cuales tengo o pueda tener alguna obligación, sea de caridad o de justicia.

Dios te salve María…
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio: te ruego por las almas más abandonadas y olvidadas y a las cuales nadie recuerda; tú, Madre, que te acuerdas de ellas, aplícales los méritos de la Pasión de Jesús, tus méritos y los de los santos, y alcancen así el eterno descanso.
Dios te salve María…

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio: te ruego por aquellas almas que han de salir más pronto de aquel lugar de sufrimientos, para que cuanto antes vayan a cantar en tu compañía las eternas misericordias del Señor.
Dios te salve María…

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio: te ruego de una manera especial por aquellas almas que han de estar más tiempo padeciendo y satisfaciendo a la divina Justicia. Ten compasión de ellas, ya que no pueden merecer sino sólo padecer; abrevia sus penas y derrama sobre estas almas el bálsamo de tu consuelo.
Dios te salve María…

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.

María, Reina del Purgatorio: te ruego de modo especial por aquellas almas que más padecen. Es verdad que todas sufren con resignación, pero sus penas son atroces y no podemos imaginarlas siquiera. Intercede Madre nuestra por ellas, y Dios escuchará tu oración.
Dios te salve María…

Dales, Señor, el descanso eterno.
Y luzca para ellas la luz perpetua.
Descansen en paz.
Así sea.

Virgen Santísima, te pido que, así como me acuerdo de las benditas ánimas del Purgatorio, se acuerden de mí los demás, si he de ir allá a satisfacer por mis pecados. En ti, Madre mía, pongo toda mi confianza de hijo, y sé que no he de quedar defraudado.

Amén

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AUMENTANDO NUESTRA FE

Oración al Espíritu Santo

Espíritu Santo, ven sobre mi vida con todo tu poder bendiciéndome con esta petición que hoy pongo en tus manos: (Petición)

Manifiéstate en mi corazón y en mi vida, quiero sentir el calor de tu amor transformando mi vida, sanando mi dolor y llenándome de esperanza.

Tu presencia, Espíritu Divino, es lo que yo más necesito ahora para sanar mi vida y renovar mi fe.

Acepta mi oración y escucha mi clamor, devuélveme la tranquilidad que necesito en mi vida y que vuelve a mi cuando me concedas este milagro que solo Tú puedes concederme.

Acudo a tu infinito amor Espíritu Santo, porque sé que sufres con mi dolor y que quieres lo mejor para mí.

Con humildad me acerco a Ti, para rogarte que me saques de este terrible problema.

Necesito recuperar mi tranquilidad y mi felicidad. Ayúdame Espíritu Santo, ten piedad de mí en este momento.

Aunque no lo merezca, yo te pido perdón por mis errores, que me des una nueva oportunidad para no volverte a ofender.

Derrama sobre mi vida el poder restaurador de tu Espíritu, Dios mío.

Dame fortaleza en mis momentos de debilidad y poca fe, muéstrame y hazme sentir las maravillas que Tú haces en mi vida cada día.

Espíritu Santo, yo me anclo a tu presencia, no quiero volver a separarme de Ti nunca, quiero ser guiad@ en todo momento por tu voz en mi corazón que me calma y me da fuerza.

Cúbreme con tu fuego sagrado que no quema pero que si hace arder mi corazón de amor por el Señor Jesús, y me invade el deseo de servirle y adorarlo todos los días de mi vida.

Espíritu Santo, hoy te ruego por este milagro que Tú sabes que necesito con urgencia, que muchas cosas para mí dependen de esto.

Mira la aflicción de mi alma y sácame de este momento de sufrimiento y dolor.

Hoy busco con pasión tu presencia en mi vida, hoy anhelo con todas mis fuerzas sentir tu poder manifestándose en mi vida a través de todos mis asuntos y en especial de este favor que tanto necesito.

Espíritu Santo, Tú eres el poder de Dios, nadie ni nada está por encima de Ti, Tú eres la vida y la verdad.

Hazme un@ con el calor que brota de tu fuego sagrado, quemando todo lo que no necesito en mi vida, todo lo que me causa desdicha y enfermedad.

Que solo queden cenizas de esto que me esta causando tanto dolor y que nunca más reaparezca en mi vida.

Espíritu de Dios, fuente inagotable de amor celestial, quita de mi esta angustia y desesperación.

Inflama mi corazón de gozo ante tu presencia y la solución a este problema por el que hoy clamo a Ti.

Elévame por encima de esta situación, que ya no me pueda hacer más daño, que todo pase pronto y retorne la felicidad a mi corazón.

Que mi vida este siempre marcada por tu presencia, que mi fe en Ti me haga invencible ante las adversidades y los enemigos.

Que nada pueda derrumbarme ni hacerme daño mientras yo me refugio en Ti y te entrego mi amor, mi agradecimiento y mi fe.

Espíritu Santo, te ruego que te manifiestes con todo tu poder dador de vida, en la vida de los que más sufren, los enfermos y desamparados, y en la vida de mis familiares y amigos.

Hoy más que nunca necesitamos de tu fuego sagrado, Espíritu Santo, limpiando nuestros corazones del desamor y de todo lo que nos aparta de Dios.

Bendito seas.

Amén.

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ORACIÓN POR LOS SACERDOTES

PLEGARIA MISIONAL A LA VIRGEN

Oh María, Auxilio de los Cristianos: ayuda a la Iglesia misionera. Oh María, Madre de la divina gracia, Oh Maria, Reina de las misiones:

* para que aumente en los países paganos el número de conversiones a nuestra Fe;

* para que los catecúmenos que han de recibir el bautismo se preparen e instruyan debidamente;

* para que los nuevos cristianos venzan las dificultades y aprendan con fervor la vida cristiana;

* para que en todas partes surjan nuevos templos y sagrarios de Dios;

* para que los niños y los ancianos sean regenerados en las aguas salvadoras del Bautismo;

* para que se forme en ciencia y santidad el clero indígena en todas las misiones católicas;

* para que aumente el número de Misioneros que difundan la luz de la Verdad;

* para que crezca el número de los Seminarios de Misiones en que se formen nuevos apóstoles;

* para que aumenten las vocaciones a las Ordenes religiosas dedicadas a las Misiones;

* para que se desarrollen rápidamente en las naciones católicas las obras misionales;

Ruega por nosotros, Reina de las Misiones:
Para que seamos dignos de las promesas de Jesucristo.

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MEDITANDO CON LOS SANTOS

De la Homilía del papa Pablo sexto, en la canonización de los mártires de Uganda

LA GLORIA DE LOS MÁRTIRES SIGNO DE RENOVACIÓN

Estos mártires africanos añaden una nueva página a aquella lista de vencedores llamada Martirologio, página que contiene unos hechos a la vez siniestros y magníficos; página digna de formar parte de aquellas ilustres narraciones de la antigua África, que nosotros, los que vivimos en esta época, pensábamos, como hombres de poca fe, que nunca tendrían una continuación adecuada.

¿Quién hubiera podido sospechar, por ejemplo, que aquellas actas, tan conmovedoras, de los mártires escilitanos, de los mártires cartagineses, de los mártires de la «blanca multitud» de Útica, recordados por san Agustín y Prudencia, de los mártires de Egipto, ampliamente ensalzados en los escritos de Juan Crisóstomo, de los mártires de la persecución de los vándalos, se verían enriquecidas en nuestro tiempo con nuevas historias, en las que se narrarían unas hazañas no inferiores en fortaleza y en brillantez?

¿Quién hubiera podido imaginar que a aquellos ilustres mártires y confesores africanos, tan conocidos y recordados, como Cipriano, Felicidad y Perpetua, y Agustín, aquel gran hombre, añadiríamos un día los nombres tan queridos de Carlos Lwanga, de Matías Mulumba Kalemba y de sus veinte compañeros? Sin olvidar aquellos otros, de confesión anglicana, que sufrieron la muerte por el nombre de Cristo.

Estos mártires africanos significan, en verdad, el inicio de una nueva era. No permita Dios que el pensamiento de los hombres retorne a las persecuciones y conflictos de orden religioso, sino que tiendan a una renovación cristiana y civil.

África, regada con la sangre de estos mártires, los primeros de esta nueva era (y quiera Dios que los últimos, tratándose de un holocausto tan grande y de tanto precio), África renace libre y dueña de sí misma.

Aquel crimen, del que ellos fueron víctima, es tan abominable y tan significativo, que proporciona un motivo claro y suficiente para que este nuevo pueblo adquiera una formación moral, para que prevalezcan nuevas costumbres espirituales y sean transmitidas a los descendientes, para que sea como un símbolo eficaz del paso de un estado de vida simple y primitivo, en el que no faltaban unos valores humanos dignos de consideración, pero que era también corrompido y débil y como esclavo de sí mismo, a una cultura más civilizada, que tienda a unas más elevadas expresiones de la mente humana y a unas superiores condiciones de vida social.

DEVOCIONARIO

Himno de Pascua

TESTIGOS DE LA SANGRE.

Testigos de la sangre
con sangre rubricada,
frutos de amor cortados
al golpe de la espada.

Testigos del amor
en sumisión callada,
canto y cielo en los labios
al golpe de la espada.

Testigos del dolor
de vida enamorada;
diario placer de muerte
al golpe de la espada.

Testigos del cansancio
de una vida inmolada
a golpe de Evangelio
y al golpe de la espada.

Demos gracias al Padre
por la sangre sagrada;
pidamos ser sus mártires,
y a cada madrugada
poder morir la vida
al golpe de la espada. Amén.

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ACTOS DE REPARACIÓN

Súplica ante el Santo Sagrario

Antes de alejarme de este Santo Sagrario quiero, oh Jesús mío, recurrir a las riquezas infinitas de Tu Corazón divino.
Consagrado a Tu amor, creo que no puedo pedir nada mejor que la satisfacción de Tus mismos deseos. Son estos, Tus deseos divinos, los que quiero presentar al Padre antes de terminar este tiempo de gracias y en Tu nombre suplicar que los escuche.
El primer deseo de Jesús es la salvación de las almas; redimir al mundo mediante el amor, establecer el Reino del Amor Infinito en toda la tierra.
Permite pues, oh Jesús, que exprese mi ardiente voto de que se establezca en todo el mundo el Reino de Tu Amor. Oh Amor Infinito, viviente en el Divino Corazón de Jesús, hazte conocer de los hombres a fin de que ellos Te amen como Tú quieres ser amado.
El segundo deseo de Jesús es el de servirse, para este gran trabajo, de los Sacerdotes; hacer de ellos obreros activos y, por su intermedio, obrar en las almas y en el mundo.
Oh Jesús, Sacerdote eterno y Salvador del mundo, para rea-lizar este ardiente deseo de Tu Corazón, multiplica las vocaciones. Envía muchos y santos operarios a Tu mies.
Oh Jesús, haz de cada Sacerdote un verdadero sembrador de Tu amor.
Te ruego por el Santo Padre, por los Obispos, por todos los Sacerdotes que me han hecho bien… por todos los Sacerdotes.
Te pido, oh Jesús que los sostengas en las batallas, los confortes en la soledad, los alientes en los fracasos, fecundes sus fatigas y derrames en sus corazones el amor de Tu Corazón divino.

Señor, para celar Tu honra y Tu gloria,
R/: danos Sacerdotes santos.
Señor, para aumentar nuestra fe, R/.
Señor, para sostener Tu Iglesia, R/.
Señor, para predicar Tu doctrina, R/.
Señor, para defender Tu causa, R/.
Señor, para contrarrestar el error, R/.
Señor, para aniquilar las sectas, R/.
Señor, para sostener la verdad, R/.
Señor, para dirigir nuestras almas, R/.
Señor, para mejorar las costumbres, R/.
Señor, para desterrar los vicios, R/.
Señor, para iluminar al mundo, R/.
Señor, para enseñar las riquezas de Tu Corazón, R/.
Señor, para hacernos amar al Espíritu Santo, R/.
Señor, para que todos Tus ministros sean luz del mundo y sal de la tierra, R/.

Oh Jesús, Sacerdote Santo, Te pedimos con la mayor humildad del alma, que aumentes las vocaciones sacerdotales y que los formes según los designios de Tu amante Corazón. Sólo así conseguiremos Sacerdotes santos y pronto en el mundo no habrá más que un sólo rebaño y un sólo Pastor. Amén.

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SANACIÓN Y LIBERACIÓN

Oración de Sanación del espíritu

Padre celestial, vengo a ti hoy a implorarte que escuches mi voz, mis ruegos y suplicas.

Entra en mi corazón y quítame la tristeza, melancolía, la falta de interés, miedos, temores, frustraciones e indecisiones has de mi una persona nueva.

Dios todo poderoso, en estos momentos de oscuridad
ilumíname con tu luz y tu infinita bondad, apiadate de mí.

Dame fuerza fe y esperanza para sanar mis heridas físicas y espirituales.

Aparta de mi conciencia el mal, aleja de mis pensamientos el pecado,
no permitas que lo malo envenene mi espíritu.

Mis males son pasajeros, mi fe es eterna,
ayúdame en estos momentos difíciles a superarlos;
lléname señor de esperanza, fortaleciendo mi espíritu y aumenta mi fe.
Dame perseverancia, constancia y confianza
para superar todos los males que me aquejan.

En tus manos pongo mi cuerpo, mi alma mi espíritu para que las cure.
Sé que solo tú puedes sanarme ven en mi ayuda conseguir la dicha eterna.

Señor ayúdame a cicatrizar mis penas, a sanar mi espíritu,
sé que tu amor se derrama en mi vida para curar las heridas, toda frustración todo dolor.

Amén.

NO TE QUEDES SIN HACER LA LECTIO DIVINA DE HOY:

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