“Apacienta mis corderos.”

San Carlos Lwanga y compañeros, mártires (MO
Cristo nos amó y nos purificó de nuestros pecados, por medio de su sangre, e hizo de nosotros un reino sacerdotal para Dios, su Padre. Aleluia.
Apoc 1, 5-6

Audios Originales tomados de: https://panversia.com/
Primera lectura de hoy
Del libro de los Hechos de los Apóstoles
Hch 25, 13b-21
En aquellos días, 13 el rey Agripa y Berenice llegaron a Cesarea y fueron a saludar a Festo. 14 Como ellos permanecieron varios días, Festo expuso al rey el caso de Pablo, diciéndole:
«Félix ha dejado a un prisionero, 15 y durante mi estadía en Jerusalén, los sumos sacerdotes y los ancianos de los judíos, presentaron quejas pidiendo su condena. 16 Yo les respondí que los romanos no tienen la costumbre de entregar a un hombre antes de enfrentarlo con sus acusadores y darle la oportunidad de defenderse.
17 Ellos vinieron aquí, y sin ninguna demora, me senté en el tribunal e hice comparecer a ese hombre al día siguiente. 18 Pero cuando se presentaron los acusadores, estos no alegaron contra él ninguno de los cargos que yo sospechaba. 19 Lo que había entre ellos eran no sé qué discusiones sobre su religión, y sobre un tal Jesús que murió y que Pablo asegura que vive.
20 No sabiendo bien qué partido tomar en un asunto de esta índole le pregunté a Pablo si quería ir a Jerusalén para ser juzgado allí. 21 Pero como este apeló al juicio de Su Majestad imperial, yo ordené que lo dejaran bajo custodia hasta que lo enviara al Emperador».
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo responsorial del día
Libro de los Salmos
Sal 102, 1bc-2. 11-12. 19-20ab
R/. El Señor puso en el cielo su trono
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios. R/.Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre los que le temen;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos. R/.El Señor puso en el cielo su trono,
su soberanía gobierna el universo.
Bendecid al Señor, ángeles suyos,
poderosos ejecutores de sus órdenes. R/.
Evangelio de hoy martes 1 de junio de 2022
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN San Juan (Jn 21, 15-19)
“Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.”
En aquel tiempo, 15 después de comer, Jesús resucitado dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».
16 Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
17 Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
18 Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras». 19 De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“La humildad nos debe acompañar a cualquier discípulo.”
“La evangelización de Uganda comenzó a mediados del siglo XIX. Tanto católicos como anglicanos llegaron a esas tierras para llevar el mensaje de Jesucristo. Muy pronto comenzaron a sufrir la oposición de las autoridades del lugar, a quienes les molestaba la predicación de los misioneros. Muchos de estos misioneros fueron martirizados en los años 1886 y 1887. Entre ellos Carlos Lwanga, un joven de 20 años, funcionario de la corte real, donde había llevado el mensaje evangélico y había denunciado la inmoralidad del rey” .
El rey Mutesa estaba influenciado por los enemigos de los cristianos. Los martirizados eran 21 laicos que fueron muriendo en distintas fechas en esos años.
(La Liturgia Cotidiana, San Pablo, Paraguay, 1/06/2022, pág. 20).
La escena de esta sección fue en Genesaret. Un grupo de pescadores galileos que son discípulos de Jesús luego del gran esfuerzo nocturno y no conseguir nada, logran una gran pesca de modo extraordinario porque lanzaron sus redes al otro lado escuchando las palabras de este Desconocido (el Resucitado) quien les pide eso desde la orilla del lago. Esta escena indica que regresaron a su vida antigua, a su vida anterior, a la que llevaban antiguamente. Es como un segundo llamado que Jesús hace a quienes han abandonado la misión porque se sintieron decepcionados, hasta estafados por la promesa que entendieron de una forma y, sin embargo, acontece de otra. Por otro lado, la Galilea es el símbolo también del lugar de los paganos, indicando la universalidad de la misión, sobre todo, en este caso por la cantidad de pescados que sacaron, eran tantos y la red no se rompió, pues una Iglesia unida está capacitada para misionar siempre y en todas partes. En ese ambiente irán reconociendo al Resucitado que se les aparece en medio de su cotidianidad de vuelta.
Recordemos que los evangelistas hablan de la triple negación de Pedro. En el evangelio según san Juan, en la que Jesús provoca la triple confesión de amor por parte de Pedro, se tiene el contrapeso ante la triple negación. Pero también podríamos reflexionar sobre la gradualidad de la pregunta de Jesús, que aparentemente no es casual; dijo a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?”. Él le respondió: “Sí, Señor, tú sabes que te quiero”. No le responde sí Señor te amo más que éstos, sino que le dice tú sabes que te quiero. ¿Existe diferencia entre te amo más que éstos y te quiero? Obviamente que sí. Por segunda vez le pregunta: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le respondió: “Sí, Señor, sabes que te quiero”. Nuevamente no dice te amo, sino te quiero. Entonces la tercera vez le pregunta: “¿me quieres?”, aunque él se entristeció que le preguntara por tercera vez, parece que no entendió la profundidad de la pregunta. También con eso, manifiesta Jesús que Pedro es sincero y le quiere de verdad a su Maestro y está en condiciones de apacentar a su rebaño. “Apacienta mis ovejas”, hace referencia a que el pastor debe dar de comer pastos y llevar hasta donde hay agua a las ovejas. Jesús está dando una misión especial a Pedro (cf. Mt 16,18; cf. Lc 22,31-32). Pedro tendrá la misión principal de ser cabeza visible de la Iglesia de Jesucristo, y así guiar a todo el rebaño encomendado. No puede permitir que las ovejas estén desnutridas, debe darles de comer con su Palabra y con la Eucaristía en la comunidad. ¡Qué sabrosa comida cuando nos vamos a celebrar el sacramento de la Eucaristía (y cualquier sacramento o reflexión de la Palabra) y se nos sirve un plato gourmet con la explicación de la Palabra de modo fiel a la voluntad de Dios, capacitándonos con las mejores multivitaminas para misionar en medio de las tribulaciones o adversidades que se presenten! Así las ovejas, bien nutridas, por recibirle a Dios a través de su Palabra y la Eucaristía, podrán servir a quien sea, donde sea y cuando sea, sin temor a nada ni nadie porque confían plenamente en las enseñanzas del pastor. Y estando bien alimentadas, podrán soportar el peso de la fatiga a enfrentar cada día.
Le pide a Pedro “sígueme”, diciéndole que nunca dejará de ser discípulo (cf. Mt 16,23: “ponte detrás de mí, satanás”). El lugar del discípulo siempre será detrás del maestro y no ser obstáculo para que cumpla con su misión de pasar por la Pasión y Muerte, pues sólo así llegará a la Resurrección. Este mandato del seguimiento de Pedro nos recuerda cuando le dijo: “No puedes seguirme ahora, me seguirás después” (Jn 13,36). Ese después acontece en ese momento intenso, pleno y claro a la Luz del encuentro con el Resucitado.
El discípulo, siempre está con la dinámica de seguir aprendiendo, “hasta que la muerte lo separe”, pues nunca podrá aprender todo lo que el Maestro a través de su Espíritu le podrá enseñar. Irse detrás del maestro indica un camino, un itinerario en referencia a la gradualidad y a la escucha que debe hacer al Maestro para seguirlo. El discípulo necesariamente debe llegar a ser misionero, aunque grande sea la tarea encomendada nunca se dejará de ser discípulo. Además, la humildad nos debe acompañar a cualquier discípulo. Sabemos que en un tiempo cuando todavía somos jóvenes nos ceñimos la cintura para misionar, pero con el tiempo, otros nos ceñirán y haremos en fidelidad a la misión hasta lo que no queremos hacer.
