Lectio Divina – Reflexión al Evangelio de hoy y Lecturas del día, jueves 9 de junio de 2022

“Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él”

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San Efrén, Diácono y Doctor de la Iglesia (ML)

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida, ¿ante quién temblaré? Cuando avanzan contra mí los enemigos, son ellos los que tropiezan y caen.

   Sal 26, 1-2

 

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Audios Originales tomados de: https://panversia.com/

Primera lectura de hoy

Lectura del primer libro de los Reyes       

1 Reyes 18, 41-46

En aquellos días, 41 Elías dijo a Ajab: «Sube a comer y a beber, porque ya se percibe el ruido de la lluvia».

42 Ajab subió a comer y a beber, mientras Elías subía a la cumbre del Carmelo. Allí se postró en tierra, con el rostro entre las rodillas. 43 Y dijo a su servidor: «Sube y mira hacia el mar». El subió, miró y dijo: «No hay nada». Elías añadió: «Vuelve a hacerlo siete veces». 44 La séptima vez, el servidor dijo: «Se eleva del mar una nube, pequeña como la palma de una mano». Elías dijo: «Ve a decir a Ajab: Engancha el carro y baja, para que la lluvia no te lo impida».

45 El cielo se oscureció cada vez más por las nubes y el viento, y empezó a llover copiosamente. Ajab subió a su carro y partió para Izreel. 46 La mano del Señor se posó sobre Elías; él se ató el cinturón y corrió delante de Ajab hasta la entrada de Izreel.

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
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Salmo responsorial del día

Libro de los Salmos

Sal 22, 2-3. 5. 6     

R/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

En verdes praderas me hace recostar;
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.

Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.

Tu bondad y tu misericordia
me acompañan todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

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Evangelio de hoy jueves 9 de junio de 2022

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN san Mateo (5,20-26)


“Al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano sólo entonces vuelve

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 20 les aseguro que si la justicia de ustedes no es superior a la de los escribas y fariseos, no entrarán en el Reino de los Cielos.

21 Ustedes han oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”, y el que mata, debe ser llevado ante el tribunal. 22 Pero yo les digo que todo aquel que se irrita contra su hermano, merece ser condenado por un tribunal. Y todo aquel que lo insulta, merece ser castigado por el Sanedrín. Y el que lo maldice, merece la Gehena de fuego. 23 Por lo tanto, si al presentar tu ofrenda en el altar, te acuerdas de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, 24 deja tu ofrenda ante el altar, ve a reconciliarte con tu hermano, y sólo entonces vuelve a presentar tu ofrenda.

25 Trata de llegar en seguida a un acuerdo con tu adversario, mientras vas caminando con él, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al guardia, y te pongan preso. 26 Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

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MEDITACIÓN

Nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo siempre activo, lleno de veneno mortal.”

 Efrén llegó a nacer en Nisibi, Mesopotamia-Turquía, en el 306. Fue hijo de un sacerdote pagano, y bautizado cuando tenía 18 años. Recibió el diaconado, rechazando el episcopado que le ofreció san Basilio. Se lo conocía como ‘Arpa del Espíritu Santo’, descubriendo gradualmente la importancia de Dios en su vida, a quien le dedicó lo que poseía: su talento para las artes y su intelecto para la fe. Colaboró con su obispo en las escuelas de canto y compuso numerosos y bellos himnos que la liturgia ha recogido y los conserva hasta hoy día. Sobresalió en componer gran cantidad de cantos y poemas, con los que ilustraba sus homilías y sermones. Asumió la vida eremítica y murió en el año 373

(cf. La Liturgia Cotidiana, San Pablo, Paraguay, 9/06/2022, pág. 38).

Recordemos que en el texto anterior, se presentaba el principio general que debería orientar a los casos que podrían aparecer. Entraremos en las antítesis, entre lo que se dijo antiguamente y lo que el Señor Jesús está diciendo. Han oído que se dijo: no matarás… pero yo les digo: no se irriten…”. La intención es que lo que se dijo y está en el Antiguo Testamento, se recogiera, pero se le pueda dar una interpretación más plena, más completa y mejor. La primera antítesis que aparece es referida al quinto mandamiento. Jesús se está atribuyendo una autoridad superior a la de Moisés, el gran legislador del Pueblo de Dios, el mensaje para los oyentes es que Él es superior a la misma ley, ya que tiene la autoridad para cambiarla.

Esta antítesis expresa la novedad que va más allá de las actitudes exigidas a los israelitas. Las exigencias de Jesús ilustran la continuidad de dos períodos de la única historia de salvación, el camino y el cumplimiento, pero al mismo tiempo indica la superación de la etapa del Nuevo Testamento al Antiguo. Lo que hace Jesús es superar la interpretación casuística de algunos judíos de su época, interiorizando y universalizando la ley a la luz de cómo su Padre que está en el cielo manifiesta su amor por el ser humano (cf. Mt 5,48).

Pero Jesús completa el mandamiento afirmando que la ira, estar enojado, encolerizarse contra alguien, y el insulto grave debe situarse en el mismo grado que el darle la muerte. Ciertamente es un salto cualitativo en la interpretación del mandamiento, porque no sólo es referido a la muerte física, sino a otros tipos de muerte que con la sola intención se está infringiendo sobre los demás. Con facilidad los rabinos de la época podrían admitir lo que se está planteando. No sólo prohíbe el homicidio, sino también la ira, el insulto, es decir, lo que les está diciendo es que no sólo deberían evitarse los pecados externos sino también los internos y las ofensas que se hagan de palabra, como la ira, las injurias, las ofensas. Ahora bien, en la práctica había una gran diferencia, porque el asesino era llevado a los tribunales, no así a las personas que faltaban gravemente al prójimo con insultos, a ellas no se las llevaba a los tribunales. Y la enseñanza de Jesús orienta a hacer entender que para Dios no existen estas diferencias, a los ojos de Dios tienen la misma gravedad. Con la lengua podemos ofender a mucha gente: Nadie puede dominar la lengua, que es un flagelo siempre activo, lleno de veneno mortal (St 3,8), diciendo que siempre de alguna manera podemos caer en no dominar la lengua y estar difamando o dañando la vida de los demás con la lengua. Lo importante acá es evaluarnos si no estamos diciendo palabras hirientes y ofensivas al hermano y que puede generar un disgusto en contra suya, para que pueda restaurar esa situación e ir a presentar libremente la ofrenda que tengo para Dios. Además, lo que está expresando es que si el hermano tiene algo en contra mía, es decir, no sólo si yo me doy cuenta que le ofendí, o dije algo en contra suya, sino si él tiene alguna queja en contra mía, es necesario reconciliarse.

En la medida en que le quitamos la paz a alguien ya podríamos decir que hay una ruptura en esa relación. Lo que nos pide el Señor es que estemos viviendo en paz los unos con los otros. En tantas cosas somos distintos los unos de los otros, hasta en los criterios, los pareceres, las interpretaciones de la Palabra de Dios y la forma de vivir la vida cristiana, que generan oposiciones en los gustos e inclinaciones y nos pueden llevar a enfrentamientos entre hermanos. Por eso Jesús nos pide la paz, practicando la reconciliación entre nosotros para que no exista ningún reclamo por esas diferencias. A Dios no le puede agradar una ofrenda llena de resentimiento, rencor, odio, deseo de venganza; si le entregamos nuestra ofrenda que sea libre y limpia. Esa cordial unión con el prójimo es condición indispensable para el servicio del culto y la medida del culto de Dios. Por tanto, lo que nos indica es que más importante es nuestra relación con el hermano que no sólo la ofrenda que hagamos a Dios.

También Jesús presenta dos ejemplos sacados de la vida diaria. En el primer caso, se refiere a lo que ocurría en el templo. La experiencia era que frecuentemente se ofrecían sacrificios, los que eran establecidos por la ley o lo que provenía de la iniciativa privada, como gesto de acción de gracias, de expiación de los pecados, etc. Lo que Jesús expresa es que más importante que ellos es la reconciliación con la persona a quien se haya ofendido.

En el segundo caso, se supone que se manifiesta una deuda que el acreedor reclama. Se podría establecer un proceso judicial y entrar en litigio. Pero sabemos que no es conveniente llegar a los estrados judiciales. La moral enseñada por Jesús urge la necesidad de llegar a un acuerdo en lugar de comenzar el litigio, porque saldrán todos perdiendo. Y lo que Jesús quiere es que todos salgan ganando. Si llevamos al campo de la experiencia, siempre existen situaciones que quedaron como ofensas que se hicieron a una persona y es necesario arreglar las cuentas lo antes posible, porque delante de Dios siempre se tiene que reparar cualquier daño que se haya hecho..

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