Reflexión al Evangelio de hoy y Lecturas del día, miércoles 15 de junio de 2022 «Lectio Divina»

“Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro”

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Escucha, Señor, la voz de mi clamor: No me rechaces ni me abandones, Dios, mi salvador, porque tú eres mi refugio.

Sal. 26, 7. 9. 

 

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Audios Originales tomados de: https://panversia.com/

Primera lectura de hoy

Lectura del segundo libro de los Reyes        

2R 2, 1.6-14

Esto es lo que sucedió cuando el Señor arrebató a Elías y lo hizo subir al cielo en el torbellino. Elías y Eliseo partieron de Guilgal. 6 Elías le dijo: «Quédate aquí, porque el Señor me ha enviado al Jordán». Pero Eliseo respondió: «Juro por la vida del Señor y por tu propia vida que no te dejaré». Y se fueron los dos.

7 Cincuenta hombres de la comunidad de profetas fueron y se pararon enfrente, a una cierta distancia, mientras los dos estaban de pie a la orilla del Jordán. 8 Elías se quitó el manto, lo enrolló y golpeó las aguas. Estas se dividieron hacia uno y otro lado, y así pasaron los dos por el suelo seco.

9 Cuando cruzaban, Elías dijo a Eliseo: «Pide lo que quieres que haga por ti antes de que sea separado de tu lado». Eliseo respondió: «¡Ah, si pudiera recibir las dos terceras partes de tu espíritu!». 10 «¡No es nada fácil lo que pides!, dijo Elías; si me ves cuando yo sea separado de tu lado, lo obtendrás; de lo contrario, no será así».

11 Y mientras iban conversando por el camino, un carro de fuego, con caballos también de fuego, los separó a uno del otro, y Elías subió al cielo en el torbellino. 12 Al ver esto, Eliseo gritó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Carro de Israel y su caballería!».

Y cuando no lo vio más, tomó sus vestiduras y las rasgó en dos pedazos. 13 Luego recogió el manto que se le había caído a Elías de encima, se volvió y se detuvo al borde del Jordán.

14 Después, con el manto que se le había caído a Elías, golpeó las aguas, pero estas no se dividieron. Entonces dijo: «¿Dónde está el Señor, el Dios de Elías?». El golpeó otra vez las aguas; estas se dividieron hacia uno y otro lado, y Eliseo cruzó.

P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor

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Salmo responsorial del día

Libro de los Salmos

Sal 30     

R/. Sed valientes de corazón los que esperáis en el Señor

Qué bondad tan grande, Señor,
reservas para tus fieles,
y concedes a los que a ti se acogen
a la vista de todos. R/.

En el asilo de tu presencia los escondes
de las conjuras humanas;
los ocultas en tu tabernáculo,
frente a las lenguas pendencieras. R/.

Amad al Señor, fieles suyos;
el Señor guarda a sus leales,
y a los soberbios les paga con creces. R/.

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Evangelio de hoy miércoles 15 de junio de 2022

EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN San Mateo (Mt 6, 1-6. 16-18)


“Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo.

2 Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha, 4 para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

16 Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. 17 Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, 18 para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.

P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús

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MEDITACIÓN

El reproche se les hace a los hipócritas, criticando sus actitudes, porque no se relacionan auténticamente con Dios.”

Jesús enseña a sus discípulos para que cumplan con la ley más perfectamente que los escribas y fariseos (cf. Mt 5,20). Jesús mantiene frente a las prácticas religiosas de la limosna, la oración y el ayuno, la misma actitud que frente a la ley, es decir, no las critica en sí misma, sino en la forma y finalidad con que eran realizadas, especialmente por los fariseos hipócritas, que eran quienes más insistían en ellas.

La limosna era muy estimada entre los judíos como obra de caridad. En esa época se anunciaba cualquier limosna importante que se hacía en las calles y en las sinagogas. “Tocar la trompeta” es una metáfora para indicar el ruido que se hacía con una limosna. Y les dice que no se vanaglorien ni divulguen las obras que hacen, sino mantenerlas en secreto. Así también con la oración, pues los sacrificios en el templo iban acompañados de oraciones públicas. Se admiraba más a las personas que podían recitar de memoria largas oraciones. Jesús les pide que lo hagan sin vanagloriarse, en secreto, que sean oraciones sencillas.

El ayuno era considerado como una exteriorización o manifestación de la penitencia-conversión. Se distinguían entre ayuno verdadero y falso (cf. Is 58,5-6). El verdadero ayuno implica la auténtica conversión a Dios y esto, para Jesús, es motivo de alegría, porque la conversión misma es alegría. Como la conversión es cuestión personal, debería mantenerse entre Dios y el pecador, en secreto, pues es Dios quien retribuye y compensa conforme a la autenticidad de la obra que se le entrega.

Jesús comienza así diciendo a sus discípulos: “Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el cielo”. Lo fundamental está en esta afirmación, enseñando a sus discípulos a no caer en las meras apariencias. Cuando ayunes, cuando ores, cuando des limosna, en todo nuestro proceder hay que practicar la justicia. Es que practicar la justicia es siempre practicar las buenas obras, y eso nos puede hacer justos ante los ojos de Dios o sólo quedar bien ante los hombres. ¿Practicamos la justicia haciendo buenas obras para que nos vean los seres humanos y que nos aplaudan y distingan o para que nos vea el Padre del cielo y agradarle nosotros como sus hijos? Jesús da una comprensión más profunda a la limosna, la oración y el ayuno, que son acciones dispuestas por Dios desde mucho antes. Pide el Señor no sólo cumplir para ser vistos o quedar bien ante otras personas, o como una práctica supersticiosa interesada y utilitarista, sino interpelando la vida para entrar en comunión con los más pobres con la limosna, en comunión con Dios con la oración, y teniendo dominio propio con el ayuno. El reproche se les hace a los hipócritas, criticando sus actitudes, porque no se relacionan auténticamente con Dios, sino más bien se mueven por aparentar lo que no son delante de los hombres. El problema sería cuando se vive sin tener conciencia de que somos hijos de Dios, pues con el “Padre nuestro” expresamos plenamente que somos hijos del mismo Padre. Si la relación es sincera y radical con el Padre, ¿acaso le negará aquello que le pida a su hijo? El Padre es infinitamente misericordioso, lento para enojarse y veloz para perdonar.

¿Podría un papá o una mamá darle algo malo a su hijo o hija si le pide para su bien? Así como nuestros padres en la tierra, nos dan todo lo bueno que tienen de sí para que crezcamos bien en todas las dimensiones de la vida, ¡cuánto más el Padre del cielo, nos dará lo mejor de sí: al Espíritu Santo, quien nos defenderá, ayudará a discernir entre lo que está bien o está mal, y a actuar según su sabiduría. Por tanto, cuando hagamos una obra buena sea para agradar a Dios, sirviendo a los hermanos más pobres, teniendo presente que en ellos está Dios mismo (cf. Mt 25,40) y todo ello, nos conceda la Gracia del Espíritu Santo para ser cada vez mejores personas que aman a Dios y a sus hermanos.

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