DEVOCIONARIO al Corpus Christi 16 de Junio

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Raúl Berzosa

Oraciones durante Corpus Christi

La Eucaristía es el Sacramento que contiene verdaderamente el Cuerpo y Sangre de Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad, toda la Persona de Cristo vivo y glorioso, bajo las apariencias de pan y vino.

Hoy, fiesta del Corpus Christi, tenemos la alegría no sólo de celebrar este misterio, sino también de alabarlo y cantarlo por las calles de nuestra ciudad. Que la procesión que haremos al término de la misa, exprese nuestro reconocimiento por todo el camino que Dios nos hizo recorrer a través del desierto de nuestras pobrezas, para hacernos salir de la condición servil,
alimentándonos con su Amor mediante el Sacramento de su Cuerpo y de su Sangre.

Y …mientras caminemos a lo largo de la calle, sintámonos en comunión con los numerosos hermanos y hermanas nuestros que no tienen la libertad de expresar su fe en el Señor Jesús. Sintámonos unidos a ellos: cantemos con ellos, alabemos con ellos, adoremos con ellos. Y veneremos en nuestro corazón a los hermanos y hermanas a quienes se les ha pedido el sacrificio de la vida por fidelidad a Cristo: que su sangre, unida a la del Señor, sea prenda de paz y reconciliación para todo el mundo.

El Sacramento de la Sagrada Eucaristía

El concilio de Trento define claramente esta verdad, fundamental para la vivencia y adoración de Cristo: « En el Santísimo Sacramento de la Eucaristía se contiene verdadera, real y sustancialmente el Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo, juntamente con su Alma y Divinidad. En realidad Cristo íntegramente.»

Como católicos, creemos que Jesucristo está personalmente presente en el altar siempre que haya una hostia consagrada en el sagrario. Es el mismo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero Hombre, que andaba por los caminos de Galilea y Judea. Creemos que El viene ahora como nuestro huésped personal, cada vez que recibimos la Santa Comunión.

La Eucaristía es uno de los siete sacramentos instituidos por Cristo para que participemos de la vida de Dios. Es el mayor de todos los sacramentos, porque contiene a Cristo mismo, el Autor Divino de los Sacramentos.

Hay tres aspectos o momentos en la Eucaristía.

El primero se dice real Presencia de Cristo en el altar, siempre que haya una hostia consagrada en el Sagrario. Segundo, la Eucaristía como sacrificio, que es la Misa. Y tercero, la Santa Comunión.

La palabra Eucaristía, derivada del griego, significa «Acción de gracias». Se aplica a este sacramento, porque nuestro Señor dio gracias a su Padre cuando la instituyó. Además, porque el Santo Sacrificio de la Misa es para nosotros el mejor medio de dar gracias a Dios por sus beneficios.

La Sagrada Eucaristía es el verdadero centro del culto católico, el corazón de la fe. Y porque creemos que el hijo de Dios está verdaderamente presente en el Sacramento del altar, construimos bellas iglesias, ricamente adornadas.

El Sacrificio de la Misa no se limita a ser mero ritual en recuerdo del sacrificio del Calvario. En él, mediante el ministerio sacerdotal, Cristo continua de forma incruente el Sacrificio de la Cruz hasta que se acabe el mundo.

La Eucaristía es también comida que nos recuerda la Ultima Cena; celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.

Por la Eucaristía, se da Jesús mismo, Pan de Vida, en alimento a los cristianos para que sean un pueblo más grato a Dios, amándole más y al prójimo por Él.

Se reserva la Eucaristía en nuestras iglesias como ayuda poderosa para orar y servir a los demás. Reservar el Santísimo Sacramento significa que, al terminar la comunión, el Pan consagrado que sobra se coloca en el Sagrario y allí se guarda reverentemente. La Eucaristía en el Sagrario es un signo por el cual Nuestro Señor está constantemente presente en medio de su pueblo y es alimento espiritual para enfermos y moribundos.
Debemos agradecimiento, adoración y devoción a la real presencia de Cristo reservado en el Santísimo Sacramento.

Las tumbas de los mártires, las pinturas murales de las catacumbas y la costumbre de reservar el Santísimo Sacramento en las casas de los primeros cristianos durante las persecuciones, ponen de manifiesto la unidad de la fe en los primeros siglos del Cristianismo sobre la doctrina de la Eucaristía, en la cual Cristo realmente se contiene, se ofrece y se recibe. De la Eucaristía sacó fuerzas toda la Iglesia para luchar valerosamente y conseguir brillantes victorias. La Eucaristía es el centro de toda la vida sacramental, pues es de capital importancia para unir y robustecer la Iglesia.

La novena en honor del Sacramento de la Sagrada Eucaristía puede hacerse muchas veces durante el Año Litúrgico, para ahondar nuestra fe en este gran misterio de amor, centro de toda la vida sacramental de la Iglesia.

La Palabra de Dios

«Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron; éste es el pan que baja del cielo, para que quien lo coma no muera.
Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar, es mi carne por la vida del mundo….»Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

«El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el ultimo día. Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en Mí, Y yo en él».

«Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí».

Jn 6, 48-57

«Mientras estaban comiendo, tomo Jesús pan  y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza,
que es derramada por muchos para el perdón de los pecados».

Mt…,…-28

«Hagan esto en memoria mía».

Lc 22,19
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Oración propia de la Novena

Te doy gracias, Jesús, mi Dios y Redentor

Te doy gracias, Jesús, mi Dios y Redentor, por haber venido al mundo para salvarnos; por instituir el admirable Sacramento de la Eucaristía y quedarte con nosotros hasta el fin del mundo. Te doy gracias por haber ocultado bajo las especies eucarísticas tu infinita Majestad y Hermosura, cuya contemplación hace las delicias de los ángeles. Así me inspiras confianza para acercarme al trono de tu Misericordia.

Te doy gracias, Jesús mío, porque te me das a Ti mismo en el Santísimo Sacramento y tanto lo enriqueces con el tesoro de tu amor que no hay otro don mayor para mí. Te doy gracias por haberte hecho alimento para mí y ofrecerte constantemente en sacrificio a tu eterno Padre por mi salvación.

Te doy gracias a ti Dios y Sacerdote, por ofrecerte a ti mismo como sacrificio diariamente sobre nuestros altares en adoración y homenaje a la Santísima Trinidad, perfeccionando nuestra pobre y defectuosa adoración. Te doy gracias por actualizar aquí diariamente el sacrificio de la Cruz ofrecido en el Calvario, así satisfaces por nosotros, pobres pecadores, a la Divina Justicia.

Te doy gracias, Jesús amadísimo, por haberte hecho la Víctima inapreciable que merece plenitud de favores celestiales. Despierta en mi tal confianza que desciendan gracias cada vez más abundantes y fructuosas sobre mi alma. Te vivo agradecido por ofrecerte a ti mismo en acción de gracias a Dios por todos los beneficios espirituales y temporales que Él me ha otorgado.

En unión con tu propio ofrecimiento en el santo Sacrificio de la Misa te pido esta gracia particular (mencione el favor que desea)
Concédemelo, si es conforme a tu Santa Voluntad. Quiero también recibir de Ti la gracia de perseverar en tu amor y servicio fielmente, una santa muerte y la eternidad contigo en el Cielo. Amén.

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Oración a Cristo, sumo Sacerdote.

Señor, Jesucristo, nuestro magnifico y supremo Sacerdote. Por tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección te hemos reconocido como el Cordero sacrificial, mediador entre el Padre y nosotros mismos. Nos llamas a participar en tu Muerte y Resurrección por los sacramentos del Bautismo y Confirmación, para unirnos en el ofrecimiento del sacrificio de Ti mismo por la participación de tu Sacerdocio en la Eucaristía. Así pertenecemos a tu Reino en la tierra, haciendonos tu pueblo santo.

Señor Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Amor y Vida que nos una a ti, Sacerdote y Víctima, para que el plan de salvación para todos los pueblos se establezca dentro de nosotros.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, concédenos tu Espíritu de Sabiduría y unión, que a todos nos unifique en tu Cuerpo Místico, la Iglesia, para ser tus testigos en el mundo.
Señor, Jesucristo, nuestro Sumo Sacerdote, tu cruz remedie nuestros males, tu Resurrección nos renueve, tu Espíritu Santo nos santifique, tu Realeza nos glorifique y nos redima tu Sacerdocio, para que podamos unirnos contigo como tu lo estas con el Padre en el Espíritu Santo.

Señor, Jesús, reúnenos a todos en tu Persona -Víctima, Sacerdote, Rey – por el banquete salvador de la Eucaristía que Tu y nosotros ofrecemos en el altar del Sacrificio, ahora y durante todos los días de nuestra peregrinación por este mundo. Cuando nos llames a tu Reino celestial, entonces podamos participar con todos los santos de tu gloria, amor y vida en unión con el Padre y el Espíritu Santo por toda la eternidad. Amén.

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II Meditación:

El Sacrificio de la Misa no se limita a ser un mero ritual en recuerdo del Sacrificio del Calvario. En él, por ministerio sacerdotal, Cristo continua de manera incruenta el Sacrificio de la Cruz hasta el final del mundo. La Eucaristía es también comida, que nos recuerda la Ultima cena, celebra nuestra fraternidad en Cristo y anticipa ya el banquete mesiánico del Reino de los Cielos.

Jesús se hace El mismo alimento de nuestras almas, el Pan de Vida. Se ofrece a Sí mismo como Sacrificio en la Cruz. En la Sagrada Comunión participamos del Cuerpo que fue entregado a la muerte por nosotros, y de la Sangre que se derramó para nuestra salvación. Este sagrado banquete nos recuerda lo que sucedió en la Ultima Cena, cuando Jesús mandó a sus apóstoles a hacer lo mismo en memoria de Él.

Comulgar en la Misa es comer el Cuerpo del Señor que nos alimenta con la vida de Dios y nos une a Jesús y entre nosotros mismos. Atrayéndonos a la unión con Jesús, nuestro Padre celestial nos acerca más entre nosotros, porque participamos de la vida de Cirsto en cuanto Dios por medio de su gracia. La Sagrada Eucaristía es signo de unidad y amor que nos estrecha con Jesús y a unos con otros. Además nos da la gracia que necesitamos para que ese amor sea fuerte y sincero.

La Sagrada Comunión nos da ya una parte del banquete de Cristo en el Reino de los Cielos, porque es el mismo hijo de Dios hecho Hombre quien se unirá a nosotros en gozo para siempre en el Cielo. Jesús prometió que también nuestro cuerpo disfrutará algún día de su presencia. Él dijo: «El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo le resucitare el último día» (Jn 6, 54). La comida que Dios Padre nos ha preparado nos dispone a participar en aquella comunión espiritual con Jesús y su Padre.

En la Eucaristía, Jesús mismo, Pan de vida, se da como alimento a los cristianos para que sean pueblo más agradable al Padre, con mayor amor a Dios y al prójimo.

La Santa Comunión es Cristo mismo, bajo las especies de pan y vino, que se unen al cristiano para alimentar su alma. Dijo el Señor: «Yo soy el pan vivo, bajado del cielo. Si uno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo le voy a dar es mi carne por la vida del mundo».(Jn 6,51)

La Santa Comunión nos ayuda a amar más a Dios por la gracia divina que aumenta en nuestras almas. La misma gracia nos ayuda a amar a los demás por amor de Dios. Jesús nos fortalece con la gracia actual y sacramental, para que superemos la tentación y no pequemos contra Dios ni contra el prójimo. Solo con la ayuda de su gracia podemos verdaderamente vivir vida de caridad y cumplir el mayor de sus mandamientos. Por eso, la Eucaristía es Sacramento de unidad, pues une a los fieles más con Dios y entre sí mismos. Comiendo el Cuerpo del Señor estamos aumentando nuestra unión con Dios y con los demás. Dice San Pablo:

Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan» .

(1 Cor 10,17)

La Palabra de Dios

» Yo soy la vid; Vosotros los sarmientos. El que permanece en mi y yo en él,
Ese da mucho fruto; Porque separados de mi no podéis hacer nada.»

Jn 15,5

«En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.»

Jn 5,53

«y no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mi; la vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entrego a sí mismo por mí.»

Gal 2,20

«Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.»

Lc 12,34
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Oración

Jesús, mi amigo en la Eucaristía, acepta esta novena de la Santa Comunión que estoy haciendo para acercarme más a tu Sagrado Corazón con el amor más sincero. Si es así tu voluntad, concédeme la gracia particular por la que ahora estoy haciendo esta novena (Mencione el favor que desea).

Jesús, Tu has dicho: «Pedid y se os dará; buscad y hallareis; llamad se os abrirá». (Mt. 7,7). Por intercesión de tu Santísima Madre, yo pido, yo busco, yo llamo; por favor concede mi plegaria.
Jesús, tu has dicho: «lo que pidáis al Padre os lo dará en mi nombre.» (Jn.16,23).

Por intercesión de tu Santísima Madre, nuestra Señora del Santísimo Sacramento, pido al Padre en tu nombre que me conceda lo que deseo.

Jesús, Tu has dicho: » Si permaneceis en mi, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que querais y lo conseguireis. (Jn 15,7). Por intercesión de tu Santa Madre, nuestra Señora del Santísimo Sacramento, concedeme lo que te pido pues quiero vivir en Ti por la Comunión frecuente.

Señor yo creo que para conseguir lo que deseo no puedo hacer nada mejor que asistir a la Santa Misa y unirme a ti por la Santa Comunión, que eres tu, fuente de toda gracia.

Cuando estas real y verdaderamente presente en mi alma, como Dios y Hombre, tengo la mayor confianza, pues tu quieres ayudarme, porque eres la misma Bondad. Tu sabes como ayudarme, porque eres la misma sabiduría. Tu puedes ayudarme, porque eres todopoderoso. Sacratísimo Corazón de Jesús, yo creo en el amor que me tienes.

Jesús, como prueba de mi más sincera gratitud prometo recibirte en la Santa Comunión con la mayor frecuencia que pueda asistiendo a la Misa. Que yo te ame en la Sagrada Eucaristía como mi mayor tesoro en la tierra. Los efectos de la comunión frecuente me ayuden a servirte con mayor fidelidad para salvar mi alma y estar contigo eternamente en el cielo.

Amén.

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Himno Adóro te devote

Te adoro con devoción, Dios escondido, oculto verdaderamente bajo estas apariencias. A Ti se somete mi corazón por completo, y se rinde totalmente al contemplarte.

Al juzgar de Ti, se equivocan la vista, el tacto, el gusto; pero basta el oído para creer con firmeza; creo todo lo que ha dicho el Hijo de Dios: nada es más verdadero que esta Palabra de verdad.

En la Cruz se escondía sólo la Divinidad, pero aquí se esconde también la Humanidad; sin embargo, creo y confieso ambas cosas, y pido lo que pidió aquel ladrón arrepentido.

No veo las llagas como las vió Tomás pero confieso que eres mi Dios: haz que yo crea más y más en Ti, que en Ti espere y que te ame.

¡Memorial de la muerte del Señor! Pan vivo que das vida al hombre: concede a mi alma que de Ti viva y que siempre saboree tu dulzura.

Señor Jesús, Pelícano bueno, límpiame a mí, inmundo, con tu Sangre, de la que una sola gota puede liberar de todos los crímenes al mundo entero.

Jesús, a quien ahora veo oculto, te ruego, que se cumpla lo que tanto ansío: que al mirar tu rostro cara a cara, sea yo feliz viendo tu gloria.

Amén.

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Himno Pange Lingua

Santo Tomas de Aquino

Canta, oh lengua, del glorioso,
Cuerpo de Cristo el misterio,
Y de la Sangre preciosa
Que, en precio del mundo
Vertió el Rey de las naciones
Fruto del más noble seno.
Veneremos, pues postrados
Tan augusto sacramento;
Y el oscuro rito antiguo
Ceda a la luz de este nuevo;
Supliendo la fe sencilla
Al débil sentido nuestro.
Al Padre, al Hijo,
Salud, honor y poder,
Bendición y gozo eterno:
Y al que procede de ambos
Demos igual alabanza.
Amén.

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Para comulgantes frecuentes

Amable Jesús mío, viniste al mundo para dar tu vida divina a todas las almas. Quisiste hacerte nuestro alimento diario para conservar y fortalecer esta vida sobrenatural, frente a las debilidades y faltas de cada día.

Te pedimos humildemente que derrames tu Espíritu Divino sobre nosotros por amor de tu Sagrado Corazón. Vuelvan a ti las almas que llevadas del pecado han perdido la vida de la gracia. Que acudan frecuentemente a tu sagrado Altar todos los que se hallan en gracia, para que, participando en tu Sagrado Banquete, reciban la fortaleza que les haga victoriosos en la batalla de cada día contra el pecado y así crezcan siempre ante tus ojos en pureza y santidad hasta alcanzar la vida eterna en tu compañía. Amén.

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Nuestra Señora del Santísimo Sacramento

Virgen María, Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, gloria del pueblo cristiano, gozo de la Iglesia universal, ruega por nosotros y concede a todos los fieles verdadera devoción a la Sagrada Eucaristía, siendo dignos de recibirla cada día.

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¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!

Porque, conociendo la humanidad del hombre, sabes que necesita de tu mano y de tus huellas para no perder el norte de su existencia.

Que, sin Ti, está abocada  a la desilusión y al desencanto a la tibieza, al pesimismo o al enfrentamiento.

Sales, en este día del Corpus Christi, y empujado con la fuerza o el secreto del amor.

¡Inyecta, Señor, un poco de tu sangre en nuestro mundo!

Porque, nuestros cuerpos, se encuentran débiles Porque, la sangre que corre por nuestras venas, además de roja y viva queremos que sea divina ¡Danos un poco de tu Cuerpo, oh Cristo!

Porque, en las mesas de nuestra vida, sobra el pan que se cuece en un simple horno y nos falta ese otro Pan que se dora en el amor divino

¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!

Sales en la custodia y rodeado de mis vasallos Somos nosotros, Señor, tus amigos los que, un día sí y otro también, queremos llevarte como el mejor tesoro al mundo Los que, envueltos en contradicciones, somos miembros de tu Cuerpo y anunciadores de tus buenos y santos misterios.

¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!

Mira al enfermo que, desde el azotea de su sufrimiento, te grita: ¡ten compasión de mi! Detén tu mirada sobre el que, muerto aún estando vivo, te pide un poco de esperanza en su caminar No dejes de bendecir a los que, abriendo su corazón, te dicen que, entre todo lo conocido, Tú eres lo mejor y digno de ser adorado

¡VAS POR DELANTE, SEÑOR!

Gracias, Jesús, por compartir nuestras prisas y ofrecernos un poco de calma Gracias, Jesús, por no ser indiferente a nuestra vida y colmarnos con tu gracia Gracias, Jesús, por contemplar nuestra situación y regalarnos tantas caricias con serenas respuestas Gracias, oh Cristo, porque tu Cuerpo y tu Sangre nos redime, nos hace fuertes, decididos, valientes, entusiastas, comprometidos….

y nos hace sentir hoy,  más que  nunca, que merece la pena caminar y vivir contigo. Amén.

Javier Leoz
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Letanías Eucarísticas

Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado


 Jesús Eucaristía, don de Jesucristo y revelación del amor infinito de Dios,

R. Sea para siempre bendito y alabado.

 Jesús Eucaristía, amor que se entrega por todos,
 Jesús Eucaristía, sacramento en el que se expresa la
verdad que nos hace libres
 Jesús Eucaristía, alimento de la verdad
 Jesús Eucaristía, Camino, verdad y vida
 Jesús Eucaristía, fuente en la que se sacia la sed de
verdad y vida de la humanidad
 Jesús Eucaristía, estrella polar de la libertad humana,
 Jesús Eucaristía, don libre ya amoroso de Dios.
 Jesús eucaristía, Misterio de nuestra fe.
 Jesús Eucaristía, Sacramento del altar que eres centro de
la vida eclesial
 Jesús Eucaristía, Presencia viva del Señor en medio de su
pueblo.
 Jesús Eucaristía, Pan vivo bajado del cielo, don de Dios al
mundo.
 Jesús Eucaristía, don de la Trinidad que es amor.
 Jesús Eucaristía, vínculo que une la Iglesia de oriente a
occidente en la contemplación de la única y verdadera
presencia que salva.
 Jesús Eucaristía, Sacramento que lleva a la plenitud la
gracia de los siete sacramentos de la Iglesia.
 Jesús Eucaristía, plenitud de los sacramentos de la
Iniciación Cristiana

Roguemos en la fe para que la Eucaristía Pan de Vida, expresión del amor misericordioso que Dios nos ofrece, nos una cada vez más, como lo acabamos de escuchar, para que nunca nos disgreguemos y para que no se pierda jamás la mutua estima que nos hace hermanos en una fraternidad conseguida con el precio glorioso de la vida de Jesús entregada por todos

Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado

 Jesús Eucaristía, plenitud del amor que sostiene a cuantos
lo han dejado todo por seguirte y anunciarte.

R. Sea para siempre bendito y alabado
 Jesús Eucaristía, a quien pedimos nos envíes pastores que
apacienten el pueblo que te celebra como pastor y guía.
 Jesús Eucaristía, Pan de vida de los que han sido
redimidos en la gracia del Bautismo
 Jesús Eucaristía, Alimento de los reconciliados.
 Jesús Eucaristía, fortaleza de los que han vencido al
pecado.
 Jesús Eucaristía, Viático de los enfermos Ungidos con el
aceite del consuelo y la esperanza.
 Jesús Eucaristía, en cuya presencia nacen y se alimentan
las nuevas familias bendecidas con la gracia del
Matrimonio Sacramental.
 Jesús Eucaristía, que con tu presencia nos deleitas y nos
anticipas el banquete celestial hacia el que camina la
Iglesia.
 Jesús Eucaristía, que fuiste alimento de los que ahora
aguardan la resurrección final.
 Jesús Eucaristía, Nacido de María, la madre inmaculada, la
Virgen Fiel,
 Jesús Eucaristía, que te encarnaste en el Seno Virginal de
María, peregrina de la fe y primicia de los bienaventurados.
 Jesús Eucaristía, celebrado con amor por la Iglesia.
 Jesús Eucaristía, adorado en el secreto y silencio orante de
todos los Sagrarios del mundo.

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Pidamos ahora que nuestra fe se convierta en compromiso que haga vivo el amor de Dios y que, nutrida nuestra vida con el Pan de la Verdad, seamos testigos de la Misericordia en nuestras familias y en nuestra sociedad.

Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado

Jesús Eucaristía, proclamado en la gloria humilde de la
Liturgia, alabanza de quienes esperamos en tu amor.

R. Sea para siempre bendito y alabado
 Jesús Eucaristía, cuya gloria cantan las artes, las culturas,
las lenguas y las esperanzas de todos los pueblos de la
tierra
 Jesús Eucaristía, en quien esperamos ver unidos a todos
los que te reconocen como salvador.
 Jesús Eucaristía, Misterio celebrado en la esperanza, que
quieres reunir en torno a tu mesa a todos los pueblos de la
tierra.
 Jesús Eucaristía, que congregas en cada Domingo a los
que proclaman la gloria de tu resurrección.
 Jesús Eucaristía, fuente de la espiritualidad de la Iglesia.
 Jesús Eucaristía, que nos permites construir una Cultura
que adora y proclama la maravilla de tu presencia.
 Jesús Eucaristía, alimento y vida de tus fieles laicos
 Jesús Eucaristía, centro de toda espiritualidad sacerdotal
 Jesús Eucaristía, aliento de la entrega de la vida
consagrada.
 Jesús Eucaristía, Luz de esperanza de la Iglesia Misionera
 Jesús Eucaristía, anuncio valiente y generoso de la
Salvación.
 Jesús Eucaristía, Pan partido para la vida del mundo.
 Jesús Eucaristía, aliento y fortaleza de todas las acciones
de caridad y de comunión de la Iglesia peregrina.
 Jesús Eucaristía, pan que alimentas a los pobres y a los
ricos, a los pequeños y a los humildes, a los que saben
compartir los dones de tu amor.

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Pidamos que nuestra fe, alimentada en el Banquete Eucarístico se haga obra de paz, de justicia, de verdad y centre todo lo creado en la alabanza al amor de Dios, en el reconocimiento de este amor que nos edifica y nos recuerda que el centro es Dios y que todo lo creado ha de glorificarle siempre.


Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado

 Jesús Eucaristía, alimento de verdad que das sentido a la
existencia humana.

R. Sea para siempre bendito y alabado
 Jesús Eucaristía, que sacias la esperanza de los hombres
sedientos de razones para seguir construyendo un mundo
fraterno y solidario.
 Jesús Eucaristía, centro y culmen de la vida cristiana.
 Jesús Eucaristía, aliento y esperanza de los mártires
 Jesús Eucaristía, luz y ciencia de los maestros y doctores
 Jesús Eucaristía, apoyo y fortaleza de los Pastores y
Misioneros
 Jesús Eucaristía, amor santificante de las vírgenes y de los
consagrados
 Jesús Eucaristía, estrella radiante que iluminó el corazón
de todos los Santos.
 Jesús Eucaristía, nacido de María, celebrado y glorificado
en la liturgia, enseñado por la ciencia, anunciado por los
misioneros, glorificado en la vida y en la fe de la Iglesia
 Cuerpo y Sangre entregados por nosotros,
 Cuerpo y Sangre que dan la vida.
 Cuerpo y sangre que alimentan la esperanza.,
 Cuerpo y Sangre que fortalecen la fe
 Cuerpo y Sangre, signos vivos de caridad.
 Cuerpo y Sangre para acompañar el camino de los
creyentes.
 Cuerpo Y sangre, presencia real del Salvador,
 Cuerpo Y Sangre, alimento espiritual de la Iglesia,
 Cuerpo y Sangre, consuelo y vida de los cristianos.
 Cuerpo y Sangre, viático para a la vida eterna.

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En nuestra marcha de fe, sigamos pidiendo al Señor, nuestro compañero de camino, que nuestra vida sea una vida eucarística, una vida que revele a todos el amor misericordioso de Dios, el amor entregado que nos une y nos propone hacer evidente en nuestras acciones el amor de Dios.

Bendito, alabado y adorado sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
R. Sea para siempre bendito y alabado

Como los dos discípulos del Evangelio, te imploramos, Señor Jesús: ¡quédate con nosotros! Tú, divino Caminante, experto de nuestras calzadas y conocedor de nuestro corazón, no nos dejes
prisioneros de las sombras de la noche. Ampáranos en el cansancio, perdona nuestros pecados, orienta nuestros pasos por la vía del bien. Bendice a los niños, a los jóvenes, a los ancianos, a las familias y particularmente a los enfermos.
Bendice a los sacerdotes y a las personas consagradas. Bendice a toda la humanidad. En la Eucaristía te has hecho «remedio de inmortalidad»: danos el gusto de una vida plena, que nos ayude a caminar sobre esta tierra como peregrinos seguros y alegres, mirando siempre hacia la meta de la vida sin fin.
¡Quédate con nosotros, Señor! Quédate con nosotros! Amén.

 Bendito sea Dios.
 Bendito su santo nombre,
 Bendito Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
 Bendito Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar
 Bendita su Preciosísima sangre
 Bendito el Espíritu Santo Consolador.
 Bendita la gran Madre de Dios, María Santísima,
 Bendita su Santa e Inmaculada Concepción
 Bendita su gloriosa Asunción.
 Bendito el nombre de María Virgen y Madre.
 Bendito San José su castísimo esposo.
 Bendito sea Dios en sus ángeles y en sus santos.
 Danos sacerdotes Santos.-
 Danos muchos sacerdotes Santos.

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Adoración Eucarística de Juan Pablo II

Señor Jesús:

Nos presentamos ante ti sabiendo que nos llamas y que nos amas tal como somos.

«Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y conocido que tú eres el Hijo de Dios» (Jn. 6,69).

Tu presencia en la Eucaristía ha comenzado con el sacrificio de la última cena y continúa como comunión y donación de todo lo que eres.
Aumenta nuestra FE.

Por medio de ti y en el Espíritu Santo que nos comunicas, queremos llegar al Padre para decirle nuestro SÍ unido al tuyo.

Contigo ya podemos decir: Padre nuestro.

Siguiéndote a ti, «camino, verdad y vida», queremos penetrar en el aparente «silencio» y «ausencia» de Dios, rasgando la nube del Tabor para escuchar la voz del Padre que nos dice: «Este es mi Hijo amado, en quien tengo mi complacencia: Escuchadlo» (Mt. 17,5).

Con esta FE, hecha de escucha contemplativa, sabremos iluminar nuestras situaciones personales, así como los diversos sectores de la vida familiar y social.

Tú eres nuestra ESPERANZA, nuestra paz, nuestro mediador, hermano y amigo.

Nuestro corazón se llena de gozo y de esperanza al saber que vives «siempre intercediendo por nosotros» (Heb. 7,25).

Nuestra esperanza se traduce en confianza, gozo de Pascua y camino apresurado contigo hacia el Padre.

Queremos sentir como tú y valorar las cosas como las valoras tú. Porque tú eres el centro, el principio y el fin de todo.

Apoyados en esta ESPERANZA, queremos infundir en el mundo esta escala de valores evangélicos por la que Dios y sus dones salvíficos ocupan el primer lugar en el corazón y en las actitudes de la vida concreta.

Queremos AMAR COMO TÚ, que das la vida y te comunicas con todo lo que eres.

Quisiéramos decir como San Pablo: «Mi vida es Cristo» (Flp. 1,21).

Nuestra vida no tiene sentido sin ti.

Queremos aprender a «estar con quien sabemos nos ama», porque «con tan buen amigo presente todo se puede sufrir». En ti aprenderemos a unirnos a la voluntad del Padre, porque en la oración «el amor es el que habla» (Sta. Teresa).

Entrando en tu intimidad, queremos adoptar determinaciones y actitudes básicas, decisiones duraderas, opciones fundamentales según nuestra propia vocación cristiana.

CREYENDO, ESPERANDO Y AMANDO, TE ADORAMOS con una actitud sencilla de presencia, silencio y espera, que quiere ser también reparación, como respuesta a tus palabras: «Quedaos aquí y velad conmigo» (Mt. 26,38).

Tú superas la pobreza de nuestros pensamientos, sentimientos y palabras; por eso queremos aprender a adorar admirando el misterio, amándolo tal como es, y callando con un silencio de amigo y con una presencia de donación.

El Espíritu Santo que has infundido en nuestros corazones nos ayuda a decir esos «gemidos inenarrables» (Rom. 8,26) que se traducen en actitud agradecida y sencilla, y en el gesto filial de quien ya se contenta con sola tu presencia, tu amor y tu palabra.

En nuestras noches físicas y morales, si tú estás presente, y nos amas, y nos hablas, ya nos basta, aunque muchas veces no sentiremos la consolación.

Aprendiendo este más allá de la ADORACIÓN, estaremos en tu intimidad o «misterio».

Entonces nuestra oración se convertirá en respeto hacia el «misterio» de cada hermano y de cada acontecimiento para insertarnos en nuestro ambiente familiar y social y construir la historia con este silencio activo y fecundo que nace de la contemplación.

Gracias a ti, nuestra capacidad de silencio y de adoración se convertirá en capacidad de AMAR y de SERVIR.

Nos has dado a tu Madre como nuestra para que nos enseñe a meditar y adorar en el corazón. Ella, recibiendo la Palabra y poniéndola en práctica, se hizo la más perfecta Madre.

Ayúdanos a ser tu Iglesia misionera, que sabe meditar adorando y amando tu Palabra, para transformarla en vida y comunicarla a todos los hermanos.
Amén.

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Gracias Señor, por la Eucaristía…

Gracias Señor, porque en la última cena partiste tu pan y vino en infinitos trozos, para saciar nuestra hambre y nuestra sed…

Gracias Señor, porque en el pan y el vino nos entregas tu vida y nos llenas de tu presencia.

Gracias Señor, porque nos amastes hasta el final, hasta el extremo que se puede amar: morir por otro, dar la vida por otro.

Gracias Señor, porque quisistes celebrar tu entrega, en torno a una mesa con tus amigos, para que fuesen una comunidad de amor.

Gracias Señor, porque en la eucaristía nos haces UNO contigo, nos unes a tu vida, en la medida en que estamos dispuestos a entregar la nuestra…

Gracias, Señor, porque todo el día puede ser una preparación para celebrar y compartir la eucaristía…

Gracias, Señor, porque todos los días puedo volver a empezar…, y continuar mi camino de fraternidad con mis hermanos, y mi camino de transformación en ti…

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Himnos Eucarísticos

Ven, Jesús, mi Salvador
Divino Cordero;
Ven a mí, dulce Señor,
Oh mi Dios, mi amor!
Eres Padre tierno,
Eres buen Pastor;
Eres verbo eterno
Nuestro Redentor.
¡Oh de mi esperanza
Dulce galardón!
Te doy alabanza
Y mi corazón.
En Ti siempre espero,
Aumenta mi fe;
Con amor sincero
Te recibiré.
En esta apariencia, 
Divino manjar, 
Tu santa presencia 
Quieres ocultar.
Oh Sabiduría,
Eterno Señor;
Ven en este día
A darme tu amor!
Jesús de mi vida; 
Nunca más pecar; 
Sólo a Ti rendida, 
Mí alma quiere amar.


Jesús, amor de las almas, 
compañero en las jornadas:
tan cercano y asequible 
que en mí tienes tu morada.
Encarnado como Hombre, 
tu divinidad ocultas, 
y al hacerte Eucaristía, 
por completo te despojas.
En tu presencia se rinden 
todos los celestes coros,
y en la tierra no se aprecia 
que te quedes con nosotros.
De tu costado nacida, 
en la Iglesia sigues vivo:
con tu gracia y sacramentos 
das la vida al redimido.
Jesucristo, León fuerte 
y Cordero obediente; 
en tu Corazón conforten 
su valor las almas débiles.
Por el Padre coronado, 
el Señor de tierra y cielo 
nos envíe su Paráclito
que nos guíe al Reino eterno. 
Amén.

– Esta es mi Sangre, 
ofrenda de la tarde:
¡oh gran Misterio!
– Este es mi Cuerpo:
cual víctima me entrego:
¡oh gran Misterio!
Te adoro, Carne, 
Pan de hombres y de ángeles:
¡oh gran Misterio!
– Hacedlo en mi memoria
hasta el tiempo sin horas:
¡oh gran Misterio!
– Como víctima única, 
mi Carne, Alianza fúlgida:
¡oh gran Misterio!
¿No prolongas tu muerte 
por darnos vida siempre? 
¡Oh gran Misterio!
Si contigo en el Gólgota, 
contigo en la victoria:
¡oh gran Misterio! Amén.

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Oración de San Alfonso María Ligorio

Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombre estás noche y día en este sacramento, lleno de piedad y de amor, esperando, llamando y recibiendo a cuantos vienen a visitarte: creo que estás presente en el sacramento del altar. Te adoro desde el abismo de mi nada y te doy gracias por todas las mercedes que me has hecho, y especialmente por haberte dado tu mismo en este sacramento, por haberme concedido por mi abogada a tu amantísima Madre y haberme llamado a visitarte en este iglesia.

Adoro ahora a tu Santísimo corazón y deseo adorarlo por tres fines: el primero, en acción de gracias por este insigne beneficio; en segundo lugar, para resarcirte de todas las injurias que recibes de tus enemigos en este sacramento; y finalmente, deseando adorarte con esta visita en todos los lugares de la tierra donde estás sacramentado con menos culto y abandono.

Amén

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Frutos de la Eucaristía

  • Al recibir la Eucaristía, nos adherimos íntimamente con Cristo Jesús, quien nos transmite su gracia.
  • La comunión nos separa del pecado, es este el gran misterio de la redención, pues su Cuerpo y su Sangre son derramados por el perdón de los pecados.
  • La Eucaristía fortalece la caridad, que en la vida cotidiana tiende a debilitarse; y esta caridad vivificada borra los pecados veniales.
  • La Eucaristía nos preserva de futuros pecados mortales, pues cuanto más participamos en la vida de Cristo y más progresamos en su amistad, tanto más difícil se nos hará romper nuestro vínculo de amor con Él.
  • La Eucaristía es el Sacramento de la unidad, pues quienes reciben el Cuerpo de Cristo se unen entre sí en un solo cuerpo: La Iglesia. La comunión renueva, fortifica, profundiza esta incorporación a la Iglesia realizada ya por el Bautismo.
  • La Eucaristía nos compromete a favor de los pobres; pues el recibir el Cuerpo y la Sangre de Cristo que son la Caridad misma nos hace caritativos.

Pinturas Eucarísticas del Maestro Raúl Berzosa

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