“El Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza”

San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia (ML)
Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
Todos los pueblos aplaudan y aclamen al Señor con gritos de alegría.
Sal 46, 2

Audios Originales tomados de: https://panversia.com/
Primera lectura de hoy
Lectura del profeta Amós
Am 2,6-10.13-16
6 Así habla el Señor: Por tres crímenes de Israel, y por cuatro, no revocaré mi sentencia. Porque ellos venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; 7 pisotean sobre el polvo de la tierra la cabeza de los débiles y desvían el camino de los humildes; el hijo y el padre tienen relaciones con la misma joven, profanando así mi santo Nombre; 8 se tienden sobre ropas tomadas en prenda, al lado de cualquier altar, y beben en la Casa de su Dios el vino confiscado injustamente.
9 ¡Y pensar que yo destruí ante ellos al amorreo, cuya altura era igual a la de los cedros y que era fuerte como las encinas: arranqué su fruto por arriba y sus raíces por debajo!
10 Y a ustedes, los hice subir del país de Egipto y los conduje cuarenta años por el desierto, para que tomaran en posesión el país del amorreo. 13 Por eso, yo los voy a aplastar, como aplasta un carro cargado de gavillas.
14 El hombre veloz no tendrá escapatoria, el fuerte no podrá valerse de su fuerza ni el valiente salvará su vida; 15 el arquero no resistirá, el de piernas ágiles no escapará, el jinete no salvará su vida, 16 y el más valeroso entre los valientes huirá desnudo aquel día –oráculo del Señor–.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo responsorial del día
Libro de los Salmos
Sal 49
R/. Atención, los que olvidáis a Dios
¿Por qué recitas mis preceptos
y tienes siempre en la boca mi alianza,
tú que detestas mi enseñanza
y te echas a la espalda mis mandatos?». R/.Cuando ves un ladrón, corres con él;
te mezclas con los adúlteros;
sueltas tu lengua para el mal,
tu boca urde el engaño». R/.Te sientas a hablar contra tu hermano,
deshonras al hijo de tu madre;
esto haces, ¿y me voy a callar?
¿Crees que soy como tú?
Te acusaré, te lo echaré en cara». R/.Atención, los que olvidáis a Dios,
no sea que os destroce sin remedio.
El que me ofrece acción de gracias,
ése me honra;
al que sigue buen camino
le haré ver la salvación de Dios». R/.
Evangelio de hoy LUNES 27 de junio de 2022
EVANGELIO DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN San Mateo (Mt 8, 18-22)
“Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos”
En aquel tiempo, 18 al verse rodeado de tanta gente, Jesús mandó a sus discípulos que cruzaran a la otra orilla. 19 Entonces se aproximó un escriba y le dijo: «Maestro, te seguiré adonde vayas». 20 Jesús le respondió: «Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos; pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza».
21 Otro de sus discípulos le dijo: «Señor, permíteme que vaya antes a enterrar a mi padre». 22 Pero Jesús le respondió: «Sígueme, y deja que los muertos entierren a sus muertos».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Nos pide solamente que hagamos visible su Reino con nuestro testimonio de vida”
“Cirilo vivió en la época de las grandes disputas teológicas que hubo dentro de la Iglesia en el siglo V. Contra aquellos que querían menoscabar la figura de Cristo y de María. Siempre afirmó la naturaleza divina y humana de Jesús, y defendió la maternidad virginal de María. Tuvo una importante actuación en el Concilio de Éfeso (año 431), que declaró el dogma de María, Madre de Dios”
(La Liturgia Cotidiana, Edit. San Pablo-Paraguay, 27/06/2022, pág. 81).
Parece que las exigencias son más difíciles todavía. Nos preguntamos si ¿ya no son suficientes las exigencias impuestas a lo largo del sermón de la montaña para quienes quieran ser sus discípulos? El autor nos propone dos sentencias sobre el discipulado, son duras y despiadadas parece, hasta podemos decir que injustas. Es que en la narración anterior Jesús estaba en la casa de Pedro, y ahora dice que no tiene dónde reclinar la cabeza. Notamos que no se refiere precisamente a las posesiones, sino a la absoluta libertad para seguirlo, sin nada ni nadie que lo atajen para ser discípulo de Cristo. Es un estilo de vida, pobre, libre y dinámico, siempre disponible para servir con alegría.
Encontramos en este texto a dos discípulos de Jesús que estaban seducidos por sus palabras, quieren seguirlo, ser como Él, vivir como él, dedicarse como Él, instaurando y promocionando el Reino de Dios entre la gente. El primero le dice: “Te seguiré adonde vayas”. Parece una expresión contundente, rotunda, no pone excusas, sino presenta una actitud noble y generosa. Si analizáramos qué le habrá motivado para tomar esa decisión, encontramos que el llamado interior del Señor, tal vez poniendo en evidencia con el “sígueme”. Así como esta persona recibe el sígueme del Señor, también cada uno de nosotros ha recibido el llamado suyo para seguirlo porque nos eligió de en medio de tantos otros. Pero nos presenta un modo concreto de vida, teniéndolo como modelo de austeridad y de entrega total y generosa.
Dios toma la iniciativa siempre, aunque muchas veces no parezca evidente. Cuando vemos este caso, nos damos cuenta de que Dios nos primerea en el amor, en el llamado a la misión que tiene preparada para cada uno de nosotros. Nos pide solamente que hagamos visible su Reino con nuestro testimonio de vida. ¿Estamos dispuestos también a decir que lo seguiremos adonde vaya nuestro Señor? Aunque es importante tener en cuenta que también el seguimiento tiene varias exigencias a las que se deben responder, pues no se le puede seguir de cualquier manera, no a nuestro modo, sino a su modo, con toda nuestra vida, incondicional y permanentemente. Seguir a Jesús, por tanto, también tiene sus exigencias. La buena voluntad o el puro entusiasmo no bastan. Jesús está poniendo el ejemplo de dos animales: las zorras y los pájaros, que aunque sean que van de un lugar a otro, tienen sus lugares de reposo y descanso. Sin embargo, quien lo siga, así como el mismo Señor, sabe que no tiene dónde reclinar la cabeza, diciéndoles que no tendrán momentos de reposo, pues es una misión y como apóstoles deben ir y venir a todas partes para llevar la Buena Noticia de la salvación. Si se nos regala la posibilidad de anunciar el Kerigma en un horario incómodo, ahí debemos estar; si un moribundo necesita de nuestra visita, ahí debemos estar; si una persona angustiada necesita un buen oído que lo escuche y consuele, ahí debemos estar.
El segundo caso también quiere seguir a Jesús, recibiendo un llamado tan explícito: “Sígueme”. ¿Será que el llamado que hemos tenido fue tan claro o menos claro que éste? Es Jesús quien nos llama y nos da una misión, es decir, todos tenemos una misión que cumplir, pues si Él nos llama siempre será para algo importante y fundamental: la vida, la salvación. En este caso el discípulo está poniendo una condición entendible: “enterrar a su padre”, que con eso, además de concretar una obra de misericordia, estará cumpliendo con el mandamiento de honrar a su padre y a su madre. Muchas veces cuando nosotros recibimos el llamado le podemos responder con absoluta generosidad, pero con el correr del tiempo si eso no se alimenta y se hace crecer, se puede caer en la rutina y el desencanto. Eso terminará por secar esa respuesta y, por ende, ya no producirá frutos como el Señor espera de un discípulo.
Lo que se debe entender es que delante de la misión de apostolado para instaurar el Reino de Dios, todo el resto es algo muerto y sin valor, por ello, quienes están viviendo en este mundo, despreocupados del Reino de Dios, siendo absorbidos por lo material y las cosas de este mundo, es como si de verdad estuvieran muertos. Cuando discernimos esta parte es bastante complicada, porque esta expresión de Jesús de dejar que los muertos entierren a sus muertos, es como que nos dice que los derechos que Él tiene sobre nosotros son mayores (sin desmeritar los otros derechos) que los derechos que nuestros padres tengan sobre nosotros. Así, Jesús pretende que haya fidelidad a pesar de las dificultades y sufrimientos que ese seguimiento exija; de ahí que, se nos invita a negarnos a nosotros mismos, a nuestras comodidades y, hasta al descanso, que cualquier mortal, ser humano de este mundo, se merece.
