“Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella”

En tu santo templo, Señor, evocamos tu misericordia; la gloria de tu nombre llega hasta los confines de la tierra. Tu derecha está llena de justicia.
Sal 47, 10-11


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Primera Lectura
Lectura del libro del profeta Oseas
Os 11, 1-4.8c-9
Así dice el Señor: 1 Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. 2 Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. 3 ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. 4 Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer.
8c Mi corazón se subleva contra mí y se enciende toda mi ternura: 9 no daré libre curso al ardor de mi ira, no destruiré otra vez a Efraím. Porque yo soy Dios, no un hombre: soy el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 79, 2ac y 3b. 15-16
R/. Que brille tu rostro, Señor, y nos salve
Pastor de Israel, escucha,
tú que te sientas sobre querubines, resplandece,
despierta tu poder y ven a salvarnos. R/.Dios de los ejércitos, vuélvete:
mira desde el cielo, fíjate,
ven a visitar tu viña.
Cuida la cepa que tu diestra plantó
y al hijo del hombre que tú has fortalecido. R/.
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 10,7-15
“Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes”
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles: 7 vayan por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. 8 Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. 9 No lleven encima oro ni plata, ni monedas, 10 ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento.
11 Cuando entren en una ciudad o en un pueblo, busquen a alguna persona respetable y permanezcan en su casa hasta el momento de partir. 12 Al entrar en la casa, salúdenla invocando la paz sobre ella. 13 Si esa casa lo merece, que la paz descienda sobre ella; pero si es indigna, que esa paz vuelva a ustedes. 14 Y si no los reciben ni quieren escuchar sus palabras, al irse de esa casa o de esa ciudad, sacudan hasta el polvo de sus pies. 15 Les aseguro que, en el día del Juicio, Sodoma y Gomorra serán tratadas menos rigurosamente que esa ciudad.
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Le pertenecemos al Señor, por eso nos confía una misión tan grande, ser sus apóstoles, sus mensajeros”
Ayer estuvimos diciendo: Jesús da autoridad a sus elegidos y la necesidad de la absoluta confianza que deben tener en Quien los envía. ¿Sólo Jesús tiene poder para obrar milagros y predicar? No. Los Doce reciben ese poder para mostrarnos que el mismo poder de Jesús es el que está presente en la comunidad, en los Doce Apóstoles. Este envío será el modelo de todos los tiempos, para enseñarnos que la comunidad recibe el poder del Maestro a través de los Apóstoles y sus sucesores (los obispos).
Jesús envía a los apóstoles para destruir el mal en el mundo, por ello, les dota de poder contra el mal, contra los espíritus impuros. Y el primer poder se refiere a predicar por el camino (por el camino de la vida). Y para que sean signos en la comunidad, les da el poder de sanar o curar a los enfermos. Eso nos enseña que Dios comparte su poder para que su obra siga concretándose. Pero deja una responsabilidad de donar a los hermanos lo que hemos recibido: dones, carismas, servicios, cualquier regalo que provenga de Dios debe estar disponible para los hermanos que más necesitan, pero debe ser de manera gratuita, porque lo que hemos recibido gratis, lo debemos dar gratis.
¿Cuál es el regalo más grande que hemos recibido del Señor? Es la salvación. Desde el momento en que hemos sido elegidos y enviados para llevar la Buena Noticia, ya podemos decir que somos de los suyos, le pertenecemos al Señor, por eso nos confía una misión tan grande, ser sus apóstoles, sus mensajeros. Y todo lo hemos recibido sin merecimiento alguno. Si somos agradecidos, entonces, se nos llama a compartir lo que hemos recibido; no podríamos ser tan egoístas y querer sólo para nosotros esa gracia, sino para expandir y difundir lo que Dios nos regaló. Si hemos recibido gratuitamente su amor y misericordia, al estar con Él, ¿seremos tacaños en compartir con los demás? Sabemos que no. Nos llama a ser generosos, dar en abundancia, porque, cuanto más damos, más recibimos. El enviado a compartir ese amor gratuitamente sabe que debe ser desprendido, no puede depender de nada ni de nadie. Su única seguridad debe ser el Señor, presente en la vida del misionero. Pues a Él lo llevamos y la gente a Él debe recibir. Si confiamos en su Palabra y Promesa, sabemos que siempre nos asistirá en todo lo que necesitamos. Nos pide confiar plenamente en su acompañamiento. Además, si Él nos confía misionar es porque sabe que podremos responder a cabalidad ante los desafíos que se presentaren en todo momento compartiendo con los hermanos el encargo recibido. Al no ser tacaños, porque Él fue y es generoso permanentemente con nosotros, compartimos tiempo, talento y dinero para que su obra sea visible en el mundo en medio de tantas tinieblas del error que invaden las conciencias de los hermanos.
Para los hebreos, la paz, hace referencia a un estado de bienestar integral, incluyendo los bienes materiales y espirituales. Es un estado de bienestar integral, en donde la persona en todas las dimensiones de su vida está bien, teniendo presente en su relación con los demás y también con Dios. Sobre todo, para los judíos, una sociedad teocrática, en donde es Dios quien gobierna todo, Dios debe ser lo fundamental en ese estado de paz; si Dios falta, no existe paz. Nos invita no sólo a desear la paz, los bienes integrales para los hermanos, sino también ayudar a que sea posible. Cuando Jesús es quien habla, ya no es sólo una expresión de deseo, sino una acción, una realización al decir la paz. Jesús habla y acontece en la realidad. Por tanto, habla Señor para que acontezca la paz en nuestra historia. Sabemos que, en cada apóstol, en cada misionero está el Señor. Ya nos dijo que quien recibe a uno de sus enviados no quedará sin recompensa, porque Jesús está presente en sus enviados.
Es un llamado para todos a recibir correctamente a un enviado de Dios, entendiendo que a través de sus enviados Él está presente y Él mismo nos visita. Es más, cada persona o familia que haya recibido bien a un enviado del Señor no quedará sin recompensa, pues a Dios le interesa que su obra se vaya concretando en el corazón de la gente. Si no se recibe al enviado y el mensaje de Amor que trae, entonces estamos rechazando al Señor y su Mensaje, experiencia no bien vista por Dios, ya que nos da esa oportunidad de favorecernos con su Presencia y su Gracia.

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