“Ve, y procede tú de la misma manera”

Por tu justicia, yo contemplaré tu rostro, y al despertar me saciaré de tu presencia.
Sal 16, 15

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Primera Lectura
Lectura del libro del Deuteronomio
Dt 30, 10-14
En aquellos días, Moisés habló al pueblo, diciendo: 10 toda prosperidad te sucederá porque habrás escuchado la voz del Señor, tu Dios, y observado sus mandamientos y sus leyes, que están escritas en este libro de la Ley, después de haberte convertido al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con toda tu alma.
11 Este mandamiento que hoy te prescribo no es superior a tus fuerzas ni está fuera de tu alcance. 12 No está en el cielo, para que digas: «¿Quién subirá por nosotros al cielo y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica? 13 Ni tampoco está más allá del mar, para que digas: «¿Quién cruzará por nosotros a la otra orilla y lo traerá hasta aquí, de manera que podamos escucharlo y ponerlo en práctica?» 14 No, la palabra está muy cerca de ti, en tu boca y en tu corazón, para que la practiques.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Salmo Responsorial
Sal 68, 14 y 17. 30-31. 33-34. 36ab y 37
R/. Humildes, buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón
Mi oración se dirige a ti,
Señor, el día de tu favor;
que me escuche tu gran bondad,
que tu fidelidad me ayude.
Respóndeme, Señor, con la bondad de tu gracia;
por tu gran compasión, vuélvete hacia mi. R/.Yo soy un pobre malherido;
Dios mío, tu salvación me levante.
Alabaré el nombre de Dios con cantos,
proclamaré su grandeza con acción de gracias. R/.Miradlo, los humildes, y alegraos;
buscad al Señor, y revivirá vuestro corazón.
Que el Señor escucha a sus pobres,
no desprecia a sus cautivos. R/.Dios salvará a Sión,
reconstruirá las ciudades de Judá.
La estirpe de sus siervos la heredará,
los que aman su nombre vivirán en ella. R/.
Segunda lectura
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses
Col 1, 15-20
15 Cristo Jesús es la Imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda la creación, 16 porque en Él fueron creadas todas las cosas, tanto en el cielo como en la tierra, los seres visibles y los invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados y Potestades: todo fue creado por medio de Él y para Él. 17 Él existe antes que todas las cosas y todo subsiste en Él. 18 Él es también la Cabeza del Cuerpo, es decir, de la Iglesia. Él es el Principio, el Primero que resucitó de entre los muertos, a fin de que Él tuviera la primacía en todo, 19 porque Dios quiso que en Él residiera toda la Plenitud. 20 Por Él quiso reconciliar consigo todo lo que existe en la tierra y en el cielo, restableciendo la paz por la sangre de su cruz.
P/ Palabra de Dios
R/ Te alabamos Señor
Evangelio
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc 10, 25-37
“AMARÁS AL SEÑOR, TU DIOS, CON TODO TU CORAZÓN, CON TODA TU ALMA, CON TODAS TUS FUERZAS Y CON TODO TU ESPÍRITU, Y A TU PRÓJIMO COMO A TI MISMO”
En aquel tiempo, 25 un doctor de la Ley se levantó y le preguntó a Jesús para ponerlo a prueba: «Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?» 26 Jesús le preguntó a su vez: «¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?». 27 Él le respondió: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo». 28 «Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida».
29 Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: «¿Y quién es mi prójimo?». 30 Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: «Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. 31 Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. 32 También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino. 33 Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. 34 Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. 35 Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: “Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver”
36 ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?» 37 «El que tuvo compasión de él», le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: «Ve, y procede tú de la misma manera».
P/ Palabra del Señor
R/ Gloria a ti, Señor Jesús
MEDITACIÓN
“Ese amor recibido abra nuestro corazón a la compasión que nos favorecerá para hacernos prójimos de los más necesitados”
Hay un diálogo entre Jesús y un doctor de la Ley. El doctor le pregunta sobre lo que hay que hacer para heredar la vida eterna. Jesús remite a la Ley o Torá. Y el legalista responde: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo” (Dt 6,5; Lev 19,18). Jesús aprueba la respuesta del doctor de la Ley y le exhorta a cumplir los dos mandamientos esenciales para vivir: “haz esto y vivirás”, es decir, cuestión de vida o muerte. El doctor pregunta para justificarse: “¿Y quién es mi prójimo?”. Es determinar hasta dónde alguien es prójimo por cuanto que significa próximo, cercano, vecino. El término hebreo (cf. Lev 19,18) que se traduce por prójimo se entiende por amigo o compañero. Según la interpretación rabínica más común, prójimo al que hay que amar es alguien que pertenece al mismo pueblo de Israel. Otros rabinos, más abiertos, lo extienden a los extranjeros que habitan la tierra (cf. Lev 19,33-34); y están los más estrictos, restringían este concepto sólo a los israelitas piadosos y observantes.
Tanto la primera lectura, cuanto el Evangelio de hoy nos presentan la cercanía o proximidad. El libro del Deuteronomio nos revela a un Dios cercano que habla a su pueblo y cuya Palabra no está fuera del alcance del hombre que busca obedecerla, cumplirla. Jesús en el evangelio interpreta el mandamiento de amar al prójimo como la exigencia, fruto del amor, de hacerse cercano, prójimo, del necesitado. En una visión más amplia, desde una mirada cristológica, muchos Padres de la Iglesia, viendo las actitudes y gestos del buen samaritano, pueden ver a Jesús que se hace cercano al hombre herido por el pecado y lo cura. Dicen los Santos Padres que nada puede hacer por el pecador la ley y el culto antiguo, sólo Jesús puede salvar al hombre. H. U vonBalthasar dijo: “lo que hace el extranjero con el malherido, él mismo (Jesús) lo ha hecho por todos más allá de toda medida”. La liturgia, recogiendo la interpretación patrística, nos presenta el Prefacio Común VIII, sobre el Buen Samaritano, el mismo Jesús. El evangelio según san Lucas, compadecerse atribuye a las otras veces a Jesús y a Dios Padre, es el amor misericordioso, compasivo y activo con que Dios nos ama en Cristo a nosotros, caminantes, heridos por el pecado. Así es para que ese amor recibido abra nuestro corazón a la compasión que nos favorecerá para hacernos prójimos de los más necesitados. Jesús da un salto cualitativo en la concepción de projimidad del AT. Interpretación nueva al perenne mandamiento de amar al prójimo según la cual la cuestión fundamental no es saber quién es mi prójimo para amarlo, sino amar haciéndose prójimo de cualquier hombre que lo necesite.
Los tres caminantes vieron la misma realidad, a un hombre malherido, medio muerto y, por tanto, necesitado de ayuda. Pero sólo se hizo prójimo el que tuvo compasión. Así, la verdadera projimidad o proximidad no brota de la sola visión o reflexión intelectual sobre la realidad, a veces teñida de ideología, sino desde una actitud compasiva. Sólo desde un corazón que tiene compasión se puede comprender la noción cristiana del prójimo. Para que pueda ver al necesitado como prójimo, tengo que tener primero el amor de Dios en mi corazón. Es ese amor que impulsará al creyente a ayudar al que necesite, a socorrerlo sin importarle la categoría de persona que sea (corazón que ve o amor que conoce).
En el evangelio se presenta la misericordia no sólo como exigencia del mandamiento del amor al prójimo, sino que el alcance de este amor misericordioso se amplía hasta coincidir con la misma misericordia de Dios, quien socorre al necesitado y perdona al pecador no porque se lo merezca sino porque lo necesita. Es el carácter activo u operativo de la misericordia, es obrar la misericordia, hacerse prójimo del necesitado, ayudar, socorrer, perdonar. Aquí y ahora hay que ayudar, socorrer, perdonar, tomando la iniciativa. En el NT Jesús toma la iniciativa de ir a buscar a los perdidos y de ofrecer el perdón de Dios a los pecadores. El Papa Francisco dice que lo contrario a la misericordia es la indiferencia, esto es, no preocuparse ni ocuparse, ni involucrarse con el mal ajeno, encerrarse para no ver ni sentir lo que le pasa al otro. Para obrar la misericordia, como la obra el Padre, es necesario tener un cambio de mirada ante el mal ajeno (y propio también), mirada nueva que sólo puede brotar de un corazón que se compadece, de alguien que tiene entrañas de misericordia. Papa Benedicto XVI: «El programa del cristiano —el programa del buen Samaritano, el programa de Jesús— es un «corazón que ve». Este corazón ve dónde se necesita amor y actúa en consecuencia» (Dios es Amor, nº 31). De aquí el pedido de ser una Iglesia Samaritana, en salida permanente para socorrer a los necesitados o heridos a la vera del camino. “Dondequiera que haya una petición de auxilio, allí llega vuestro testimonio activo y desinteresado” (Papa Francisco, 3 de setiembre de 2016)

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